Por José Natanson
El más duro fue el vocero
Juan Pablo Baylac. Habló de sedición, los acusó
de defender una ideología vetusta, de unirse para
promover situaciones de anarquía, para violentar. Y concluyó:
El Estado tiene el poder de la ley y deberá ejercerlo. Esperemos
poder garantizar la libre circulación y la paz entre los argentinos.
Apenas más suave, la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich, sostuvo
que todo tipo de protesta debe estar en el marco de la ley
y que, si insisten, el Gobierno va a tener que actuar. Ayer,
un día después de que el congreso piquetero anunciara cortes
masivos de rutas para el martes que viene, el Gobierno salió a
responder con una serie de declaraciones en tono de amenaza. Igual, en
la Rosada no quieren cerrar todas las puertas y Bullrich anticipó
que hoy se reunirá hoy con los líderes de la protesta para
buscar un acuerdo.
El martes, dos mil delegados de organizaciones de desocupados se reunieron
en La Matanza y decidieron una escalada de lucha contra el ajuste: el
martes habrá cortes por 24 horas en las 50 ciudades más
importantes del país, que confluirán con la protesta de
ATE. La semana siguiente se extenderán por 48 horas y en la tercera
se estirarán a 72.
Ayer, el Gobierno salió a responder. Como en la clásica
técnica de interrogatorios, dividió a sus funcionarios en
malos y buenos. Como siempre, el rol de malo de la película le
tocó a Baylac. El vocero oficial dijo que los piqueteros responden
a una ideología vetusta que no tiene ninguna posibilidad
de gobernar seriamente un país y que es muy triste
que unan para promover situaciones de anarquía, para violentar,
para tener discursos que están más cercanos a la sedición
que a la construcción.
Baylac también se refirió a Luis D Elía, uno
de los líderes piqueteros. Me da mucha tristeza que un dirigente
que se dice democrático intente restablecer el viejo modelo de
la violencia, la anarquía, la insurrección, la sedición.
Nadie quiere una pulseada de violencia, pero está claro que quienes
van a ejecutar este plan están fuera de la ley. Quienes pretenden
entronizar la violencia como método de protesta se equivocan, porque
el Gobierno va a contestar con la ley y los jueces y las autoridades van
a garantizar la libre transitabilidad de las rutas, sostuvo Baylac.
Y mencionó el artículo 22 de la Constitución, en
el que se sostiene que el pueblo no delibera ni gobierna, sino por
medio de sus representantes y que toda fuerza armada o reunión
de personas que se atribuya los derechos del pueblo o peticione a nombre
de éste, comete delito de sedición.
En otro tono, Bullrich explicó que si hay un grupo político
que se quiere organizar y está en contra del ajuste, puede hacer
una marcha, un acto, puede hacer distintas cosas, pero lo que no me parece
bien es que se hagan cortes de rutas. Propuso sumarlos, discutir,
pero advirtió que lo que tienen que hacer es cambiar el método
y, si no cambian, el Gobierno va a tener que actuar.
La inquietud es evidente. Ayer, Bullrich, el ministro del Interior, Ramón
Mestre, y el secretario de Seguridad, Enrique Mathov, estuvieron conversando
sobre el tema con De la Rúa, que les pidió que extremaran
las negociaciones y las políticas preventivas. Cualquier
chispa se puede convertir en un incendio. Tenemos que tener mucho cuidado,
definía ayer a Página/12 uno de los encargados de manejar
el tema.
La estrategia se divide en dos planos. Uno, conducido por Bullrich, se
concentra en la negociación con los piqueteros, que hoy se reunirán
con la ministra (ver aparte). Según decían ayer en la Rosada,
la posibilidad de llegar a un acuerdo se complica por varias razones.
No tienen una conducción unificada y tampoco demandas puntuales.
Son reclamos genéricos, como dar marcha atrás en el ajuste
o la libertad de los presos sociales: eso es imposible de cumplir,
se quejaban muy cerca de De la Rúa.
El otro aspecto de la acción del Gobierno tiene que ver con la
seguridad: por instrucción presidencial, Mestre y Mathov iniciaron
ayer una serie de contactos con los responsables de la seguridad de cada
provincia para coordinar políticas. Incluso, anoche se manejaba
laposibilidad de que tres funcionarios del Consejo de Seguridad (el organismo
que coordina políticas de seguridad en todo el país) se
acerquen la semana que viene a los puntos considerados más sensibles.
La represión provincial corre por cuenta de las policías
de cada provincia. La Gendarmería sólo puede intervenir
por orden de un juez o a pedido de un gobernador. Pero la idea es que
en ese caso siempre haya un contacto previo y un seguimiento desde el
Gobierno, para no perder el control de la situación, explicaban
ayer en Interior.
Por eso, ayer en algunos despachos de la Rosada criticaban el tono de
las declaraciones de Baylac. No tiene sentido cerrar las puertas,
salir a marcar los límites así porque la idea es justamente
la contraria: negociar, manejarnos con cuidado. Lo último que nos
conviene es una represión descontrolada, reconocían
ayer en la Rosada. Algo parecido había dicho Juan Pablo Cafiero:
en declaraciones radiales, el ministro rechazó a quienes quieren
enfrentar a los piquetes poniéndose los cascos y preparándose
para la guerra y dijo que hay que descomprimir la situación,
buscar diálogos, tratar de entender cuál es la protesta
legítima, ver si se puede prevenir esa situación.
Sin embargo, ningún funcionario desmintió las amenazas de
Baylac y, en voz baja, todos coincidieron en subrayar la inquietud por
la ola de protesta. El clima social está caldeado, el recorte
afectó a muchos empleados públicos, subieron las tarifas,
creció el desempleo. Además, no hay que olvidarse que la
poda incluyó a las fuerzas de seguridad. El panorama es muy complicado,
resumía ayer, preocupado, un importante funcionario de la Rosada.
LA
POLEMICA LEGAL: SABSAY, CAPURRO, BöHMER, BADENI
Cuando hay dos derechos en disputa
Por Victoria Ginzberg
¿Tienen derecho los
desocupados a cortar las rutas e impedir la circulación de otros
ciudadanos que desean llegar a sus casas o trabajos? ¿Puede el
Gobierno desalojar por la fuerza y arrestar a quienes reclaman 120 pesos
por mes para alimentar a sus familias? Como en buena parte de los debates
jurídicos, los especialistas no se ponen de acuerdo. El derecho
de peticionar es legítimo pero no se pueden cometer delitos para
ejercerlo, aseguró el constitucionalista Gregorio Badeni.
El derecho a peticionar es de rango superior al de una eventual
obstrucción del tránsito u otros problemas que puedan ser
ocasionados y así lo expresó la Cámara de Casación
Penal, afirmó el abogado Juan Carlos Capurro, del Comité
de Acción Jurídica (CAJ) de la CTA. Capurro recordó
que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) está
analizando una denuncia contra el Estado argentino en la que se manifiesta
que existe una política de criminalización y represión
física de quienes participan en protestas sociales.
Para el constitucionalista Daniel Sabsay en un corte de ruta se
colisiona el derecho de libre circulación y tránsito
pero además, en caso de que la obstrucción entorpezca el
paso de un camión de bomberos o una ambulancia, se estaría
colisionando el derecho a la vida, que está por encima de
todos los demás. Entiendo que hay un estado serio de necesidad
pero esto no puede ser óbice para el desborde social, porque si
no la situación empeora, aseguró el constitucionalista
quien, por lo tanto, estimó que el la obstrucción de los
caminos como todo acto que se oponga el orden jurídico, da
lugar a la represión, lógicamente dentro del marco legal.
Pero más allá del debate estrictamente jurídico,
Sabsay estimó que la disolución de los piquetes no
cambia nada porque lo que se necesita es ir a las causas del
problema y no a los efectos y para eso hay que establecer políticas
de empleo o plantear un seguro de desempleo.
Según el criterio de Gregorio Badeni, no hay delito si una manifestación
circula por un camino sin el propósito concreto de obstaculizar
el tránsito. Pero la situación cambia si se reúnen
personas para impedir el normal funcionamiento del transporte terrestre,
caso que podría ser penado con tres meses a dos años de
prisión. El Gobierno tiene la obligación de hacer
cumplir la ley, debe impedir que se produzcan esos hechos. Si no hace
nada puede ser considerado cómplice, señaló.
El decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Palermo, Martín
Böhmer, estimó que no se puede asegurar categóricamente
si los cortes de rutas son no delictivos. Se trata de un problema
de libertad de expresión y hay que tener en cuenta algunas distinciones:
no son lo mismo los universitarios de Capital, que tienen otros medios
para expresarse, que los desocupados de Tartagal, que no tiene otra forma
de dar a conocer su problemática. También hay que analizar
si se corta el único acceso a un lugar o si existen caminos alternativos.
El abogado de la CTA Juan Carlos Capurro criticó al vocero del
Gobierno, Juan Pablo Baylac, quien acusó de sedición
a los piqueteros que se reunieron el martes en La Matanza. Leyó
un artículo que se refiere a grupos militares o civiles que se
pueden alzar y tomar el poder. No se puede comparar eso con solicitar
cuestiones elementales, como que paguen 2,5 pesos la hora a los trabajadores
de la construcción o un plan Trabajar. Para Capurro el debate
en torno a la penalización de los cortes de ruta está cerrado
de acuerdo a un fallo de la sala IV de la Cámara de Casación
Penal que según explicó estableció que
el derecho a peticionar es de rango superior al de una eventual
obstrucción del tránsito u otros problemas que puedan ocasionarse.
Las Cámara de Casación emitió esa resolución
al dejar sin efecto la condena a cinco meses en suspenso que habían
sufrido dos dirigentes sociales de Comodoro Rivadavia por haber encabezado
un corte de la ruta 3 durante una hora. Capurro recordó que la
CTA y el Centro de Estudios Legales y Sociales sepresentaron ante la CIDH
denunciando la criminalización y represión física
de los militantes sociales ya que existen al menos 2800 personas sujetas
a procesos por su intervención en manifestaciones y protestas.
Bullrich
propone a los piqueteros
una discusión sobre su metodología
La ministra los citó para hoy y les
sugiere que abandonen los cortes de ruta. Los piqueteros analizan
si concurrirán, pero no darán marcha atrás con la protesta.
Sí estudian cómo atenuar las molestias a otras personas.
Luis
DElía, el jefe de los piqueteros de La Matanza, recibió
la invitación de Bullrich.
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Por Laura Vales
Cerca del mediodía, Patricia
Bullrich decidió tomar el toro por las astas y faxear a los piqueteros
una invitación para discutir en su despacho el tema de los cortes
de ruta. Se topó con un inconveniente: el dirigente de los desocupados
de La Matanza Juan Carlos Alderete no tiene fax en su casa. Lo asistentes
de la ministra buscaron como alternativa uno cercano, pero no había
ninguno en todo el barrio. ¿Ni siquiera habrá un locutorio?,
preguntaron entonces. No tenemos locutorio, explicaron en
La Matanza. Alderete vive en el asentamiento María Elena, en tierras
que ocupó con un grupo de vecinos en 1983 y compró en cuotas
diez años más tarde al gobierno provincial. Anoche, el ministerio
no había encontrado la forma de hacerle llegar la invitación
formal al asentamiento. Tampoco Alderete había definido junto a
Luis DElía, el segundo invitado de Bullrich, si concurrirán
o no al encuentro.
En cambio, los dos anticiparon que no habrá marcha atrás
con los piquetes. El plan de lucha anunciado hace dos días, prevé
tres semanas con cortes de ruta progresivos en las 50 ciudades más
importantes del país. Las protestas comenzarán el martes
próximo con cortes simultáneos de 24 horas; la segunda semana
serán por 48 y la tercera se mantendrán durante tres días
seguidos. La convocatoria del martes tuvo ayer un importante respaldo:
la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) informó que
hará un paro nacional el martes y adherirá a los cortes
de ruta.
La ministra de Trabajo les salió al cruce con un argumento de alta
sensibilidad: Tienen derecho a protestar, reconoció
ayer; lo que no me parece bien es que hagan cortes de rutas.
Bullrich propuso en varias declaraciones radiales que cambien sus métodos,
suplantando los cortes por manifestaciones o actos. Aunque si no
lo cambian, cerró en línea con el vocero Juan Pablo
Baylac, el Gobierno va a tener que actuar.
Su planteo era considerado ayer entre los piqueteros a la vez ridículo
e inoperable. En primer lugar, apuntan que el Gobierno parece
no haber entendido del todo que, por la multiplicidad de organizaciones
involucradas, está ante un proceso no es reversible y difícilmente
revisable. El plan de lucha no es mío ni de Alderete, ni
siquiera de La Matanza, señaló DElía,
sino una decisión tomada por dos mil delegados de organizaciones
de todo el país. Lo único que queda por definir, de aquí
al martes, es cómo se van a hacer los cortes.
Si el movimiento de desocupados no tiene una conducción unificada
es en gran medida porque no la quiere. Sus organizaciones de más
peso son la Federación de Tierra y Vivienda que DElía
encabeza a nivel nacional y pertenece a la CTA y los desocupados
de la Corriente Clasista y Combativa que conduce, también
como titular nacional, Alderete. Tanto DElía como Alderete
viven en La Matanza y hace un año comenzaron a cortar juntos la
ruta, con la consigna de que cada grupo mantendría su autonomía.
En los piquetes, la gente de la FTV y la de la CCC no se mezcla: se puede
distinguir a unos y otros por sus gorritos, sus carpas y hasta el lugar
de la calle donde están parados. En las marchas también
van separados, cada uno tras sus banderas. Y si se pregunta a la gente,
contarán que en realidad hace relativamente poco los de un lado
comenzaron a confiar en los del otro. El método de resguardar la
autonomía, dicen, les dio resultados y no quieren modificarlo.
En el congreso del martes a la FTV y la CCC se agregaron, con el mismo
criterio, el Polo Obrero, el Movimiento Teresa Rodríguez, el Futrade
y decenas de asociaciones vecinales.
Lo que sí se definió es la creación de un grupo con
el objetivo de coordinar los cortes. Uno de los temores presentes es que
la represión desatada en Salta se reedite, o que la situación
se salga de cauce con la aparición de servicios que fogoneen cortes
violentos. Por eso, el grupo empezó a delinear una estrategia con
los siguientes puntos centrales:
Tomando un modelo ya probado
en La Matanza, se dará a conocer con anticipación los lugares
en los que se interrumpirá el tránsito. La ideaes
dejar en todos los casos abierto un camino alternativo al tránsito,
para que la gente pueda ir a trabajar, señaló Alderete.
Este cronograma de cortes será
utilizado también como una manera de separar la paja del trigo.
Es el mejor resguardo contra la acción de provocadores. Queremos
que funcione como garantía de que todo será pacífico
y previsible.
En tercer lugar, en cada cortes
se sumarán a los piqueteros otros sectores, como docentes, estatales,
jubilados con sus propias demandas.
Habrá también un reclamo general por la libertad y el desprocesamiento
de los detenidos sociales (como Emilio Alí, José Barraza
o Raúl Castells) y la derogación del decreto-ley del ajuste.
Si finalmente deciden concurrir a la reunión con Bullrich, anticiparon
los dos dirigentes, será más que nada para informar esos
puntos y entregarel petitorio votado en la asamblea.
En las oficinas de la ministra ayer se barajaba la idea de contraproponer
mecanismos para encuadrar y dar un marco de legalidad a la protesta. Un
camino sería la sindicalización del sector y la elección
de representantes que puedan funcionar como interlocutores válidos
ante el Gobierno. Pero la posibilidad, hasta ahora, sólo parece
interesar a la mitad de las organizaciones involucradas. La FTV la ha
reclamado; la CCC se opone porque considera que la desocupación
debe ser entendida como un estado transitorio.
Cuando D Elía
era indeseable
Los piqueteros de La Matanza tienen una larga historia de choques
con Patricia Bullrich. En febrero caminaron desde San Justo al Ministerio
de Trabajo, para llevar sus reclamos. Bullrich no los atendió.
Semanas más tarde, impugnó la presencia de Luis DElía
entre los representantes que quería llevar la CTA a una Mesa
de Diálogo con el Gobierno. DElía no pudo entrar;
la CTA decidió respaldarlo y no concurrió. Poco antes,
desde el ministerio se impulsó una denuncia contra un sector
de la FTV, al que se criticó por cobrar un cuota sindical
a los desocupados. El reproche parece haber dado un giro de 180
grados para convertirse ahora en una de las propuestas que el ministerio
podría plantear en la reunión de hoy.
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BAYLAC
DESMENTIDO TRAS INTERPRETAR UNA ENCUESTA
Una refutación muy calificada
Juan Pablo Baylac se tomó
en serio su rol de vocero presidencial. Tanto que ayer, entre tantas defensas
de la gestión de Fernando de la Rúa, hizo una particular
lectura de una encuesta, para considerar que la sociedad argentina le
brinda un rotundo respaldo al ajuste lanzado por el Gobierno.
Pero quien salió a contestarle no fue ningún miembro de
la oposición, o algún aliancista crítico, sino el
propio titular de la empresa que realizó la encuesta.
Se trata de Jorge Giacobbe, titular de la consultora Giacobbe y asociados,
quien explicó a Página/12 que aunque la mayoría de
la población de Capital aprueba la idea de llegar al déficit
cero, rechaza contundentemente el camino que eligió el Gobierno
para alcanzar ese objetivo.
Hay una mayoría silenciosa que está brindando apoyo
a las decisiones del Gobierno, dijo Baylac, en una de sus habituales
intervenciones públicas. Sin embargo, Giacobbe puso los puntos
sobre las íes. El trabajo sólo abarca a la ciudad
de Buenos Aires, así que mal puede hablar Baylac de un apoyo de
toda la sociedad. Y hablar de una mayoría silenciosa es inexacto,
señaló.
Los números sobre la propuesta del Gobierno de impulsar el déficit
cero son claros: un 62, 8 % la aprueba, un 33, 4 la rechaza, y sólo
un 3,8 no sabe o no contesta. Pero, como indica Giacobbe, hay una
notable capacidad de la opinión pública en separar la idea
de déficit cero de la justicia de su mecánica
instrumental original.
En cuanto a la forma elegida por el Gobierno para realizar el ajuste,
un 74 % de los encuestados no aprueba la disminución de los sueldos
estatales, e inclusive dentro del 24, 6 % que sí apoya la medida,
hay un sector que lo hace condicionado a que la guadaña pase nada
más que por los salarios altos. El tema de las jubilaciones es
más categórico: un 95, 6 % rechaza su recorte, y dentro
del 3,4 que piensa lo contrario, varios encuestados aclararon que sólo
se referían a los haberes de privilegio.
Informe: Alejandro Cánepa.
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