Por Carlos Rodríguez
¡Ortibas, maricones,
giles!. Desafiante, provocador, el supuesto preso del buzo rojo,
con capucha, agrede verbalmente a los guardias, secundado por un grupo
de falsos amotinados, y demuestra condiciones para la actuación
y manejo de la jerga carcelaria, aunque evita las palabras más
duras porque sabe de la presencia de un público compuesto por mujeres
y niños. Al estilo Batman y Robin, deslizándose por sogas,
entra en escena el Grupo Acción Rápida (GAR) del Servicio
Penitenciario Federal (SPF), un cuerpo creado el año pasado que,
sin derramamiento de sangre como debe ser en una teatralización,
pone fin a la ficticia rebeldía.
La demostración del GAR y del GEI (Grupo Especial de Intervención),
otro cuadro de elite del SPF, fue realizada ayer en un predio cercano
al Complejo Penitenciario Uno de Ezeiza. En esa cárcel tiene su
base el GAR, que según las autoridades del SPF tendría ya
un eventual oponente en una incipiente organización de jóvenes
internos denominada La Chocolatada (ver aparte), que a pesar
de su nombre de programa infantil ya habría protagonizado algunos
hechos de violencia reales contra otros presos.
El lugar elegido para la exhibición fue el sombrío esqueleto
de un grupo de edificios abandonados que iban a conformar la Unidad 24
de Ezeiza, cuya construcción como tantas otras en la historia
del país fue suspendida para siempre, en su caso durante
los últimos años de la dictadura militar. En ese sitio sórdido,
al que se accede por puertas que nunca llegaron a tener rejas, con pisos
de tierra, polvorientos o barrosos, según queden bajo techo o a
cielo abierto, hacen su entrenamiento cotidiano los hombres del GAR y
del GEI. Mientras el primero fue adiestrado para actuar dentro del Complejo
Uno de Ezeiza, el segundo puede tomar intervención ante cualquier
motín o situación de riesgo, en las 31 cárceles del
SPF.
Muy buen nivel de preparación, rápida solución
del conflicto y sin lastimar a nadie, fue la síntesis del
elogioso comentario que el subsecretario de Asuntos Penitenciarios, Alvaro
Ruiz Moreno, dirigió a los hombres de los dos grupos élite,
reunidos ante él luego de su presentación oficial en sociedad.
Tienen la obligación de preservar su vida y la del que está
provocando la situación de violencia, fue la recomendación
del subsecretario. Antes, un vocero del SPF sostuvo que el esqueleto de
la cárcel que nunca fue es el lugar ideal de entrenamiento
y recordó que hace poco estuvieron allí los Boinas Verdes
norteamericanos, que serían el espejo en el que nunca habría
que mirarse.
Ruiz Moreno insistió, ante Página/12, en que la participación
de personal con gran capacidad profesional y entrenamiento específico
es la mejor garantía para salir de una situación de crisis,
al menor costo posible. Y el fantasma de Sierra Chica sobrevoló
al entrevistado, junto con la memoria de represiones violentas en Caseros,
Devoto, Olmos. La demostración comenzó con una toma de rehenes
por parte de un interno que amenaza a un guardia para escaparse durante
el traslado a un juzgado. El GEI la emprendió contra el preso y
contra el guardia. Ambos terminaron esposados, igual que en otro procedimiento
en la calle y todos los que hubo contra motines
figurados. Esposas para todos, hasta que quede claro que ninguno
es un preso disimulado, explicó un jefe del SPF.
Los hombres del GAR y del GEI demostraron gran profesionalidad y buen
estado físico, aunque los presos de verdad deben ser más
duros de pelar que los de ayer. Facas y palos fueron insuficientes para
derrotar a los guardias, que hicieron demostraciones sobre cómo
tomar posiciones en forma sigilosa y como amedrentar con bombas de estruendo
o con 40 hombres uniformados avanzando a la par, haciendo redoblar sus
botas por los pasillos de un pabellón. Tal vez porque siempre se
apoya al más débil, al menos en apariencia, el héroe
fue el guardia de buzo rojo: Es nuestro preso favorito, suspiró
una dama.
�La Chocolatada�,
un grupo de temer
El Grupo Acción Rápida (GAR) del Servicio Penitenciario
tiene como lema tres palabras: Humildad, Valor, Lealtad,
pero su escudo está formado por una espada y dos rayos a
lo Flash Gordon que denotan vocación por la acción
punzante. Por su perfecta demostración de ayer, en principio
parecería exagerado que su potencial oponente pueda ser hoy
por hoy un grupo de presos autodenominados La Chocolatada.
Claro que el nombre proviene de una propaganda televisiva que muestra
a un cartón de leche Cindor defendiendo, a palazo limpio,
a su supuesta hija, un postre chocolatado que viene en una pequeña
copa. Más allá de las apariencias, el subsecretario
de Asuntos Penitenciarios, Alvaro Ruiz Moreno, afirmó que
el grupo está integrado por unos 40 presos que
ya han promovido algunos incidentes tanto en el Complejo
Uno de Ezeiza como en Villa Devoto.
Este grupo sostuvo Ruiz Moreno está rompiendo
con algunos códigos que tienen los presos, como ser el de
no involucrar nunca a sus familiares. Según el trabajo
realizado por la inteligencia del SPF, los chocolatados
protagonizaron algunos incidentes en contra de los familiares de
otros detenidos, durante el horario de visitas, que hasta ahora
era sagrado para los internos. Según el subsecretario
la banda de la Chocolatada ha producido ataques contra
presos y estaría reclutando a otros en distintos penales
y entre grupos importantes, como ser los miembros de la superbanda
de Luis El Gordo Valor, siempre según los informes
de la inteligencia penitenciaria.
De acuerdo con la información proporcionada a Ruiz Moreno,
los jóvenes de chocolate realizan actividad física
para estar bien entrenados y hacen prácticas para obtener
destreza en el manejo de las facas, cuchillos de fabricación
intramuros que son usados como principal arma en los motines. El
funcionario dijo que los datos están siendo investigados.
Mientras tanto, los grupos de elite del SPF perfeccionan sus conocimientos
de JuChe, denominado el arte marcial del futuro, cuyo
fundamento técnico es golpear al enemigo para reducirlo,
sin aplicar ningún golpe definitivo. Habrá que
ver que oponen los chocolatados.
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PERSIGUIO
A UN LADRON DESARMADO Y LO MATO
Un militar de gatillo fácil
Un suboficial retirado
del Ejército quedó detenido ayer por orden de un fiscal
de San Martín, tras quedar comprobado que el ex militar mató
de un disparo a un joven que huía después de asaltar un
supermercado, pero que no estaba armado. Tras perseguir al ladrón
hasta la puerta de su casa, en el barrio El Frino de la localidad bonaerense
de San Miguel, el suboficial le disparó en el pecho, y luego hirió
al hermano de la víctima, en un confuso episodio.
El lunes a la noche, Carlos González, de 19 años, entró
al supermercado Las Praderas, ubicado en la esquina de Pardo
y Santa María, en la otra cuadra de su casa. Según el relato
de los testigos, el chico manoteó 54 pesos que había
en una de las cajas y salió corriendo. Un empleado del local salió
a perseguirlo y se le unió el suboficial mayor retirado Miguel
Alanis, que trabajaba como custodio en el local.
González intentó escapar en una bicicleta, pero tropezó
y cayó al piso. El empleado del supermercado consiguió sacarle
al joven la plata que había robado; el ladrón se incorporó
y siguió corriendo. El empleado volvió al comercio, pero
Alanis siguió con la persecución. Alcanzó a González
cuando estaba por ingresar a su casa. El joven se detuvo por un instante
antes de entrar y Alanis le disparó en el pecho. El ladrón
murió en el acto.
El hermano menor de la víctima y su novia estaban parados en la
puerta de la vivienda. El chico, de 18 años, recibió un
disparo que le provocó una herida superficial en la pierna. Ante
Marcelo Zegarra, el fiscal de la causa, el ex militar no supo explicar
cómo se produjo ese segundo disparo. En un principio, Alanis fue
demorado porque se suponía que había participado de un tiroteo
con el delincuente, pero luego se determinó que el chico no estaba
armado, aunque el suboficial declaró que, al llegar a la puerta
de la vivienda, González lo amenazó con sacar un arma.
Vecinos y empleados del supermercado desmintieron la versión que
la policía dio sobre el hecho, que hablaba de que el enfrentamiento
había sido en el interior del local y que el hermano de la víctima
y la chica acompañaban a Carlos González durante el asalto.
Ninguna de las personas que presenciaron el hecho vio que el asaltante
sacara un arma, ni escuchó las amenazas en las que se escudó
Alanis, señalaron fuentes judiciales. Ayer, el fiscal solicitó
formalmente la detención de Alanis y el juez de Garantías
Oscar Roberto Quintana aprobó la medida. La causa fue caratulada
como homicidio simple y abuso de armas, delito que contempla
penas de 8 a 25 años de prisión.
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