En esta era globalizada, no
debería llamar tanto la atención. Pero la Copa América,
el viejo y querido Sudamericano, puede asistir el domingo a una final
extracontinental, si Honduras volviera a sorprender venciendo a Colombia
esta noche, porque ayer México eliminó a uno de los peso
pesados del fútbol sudamericano, Uruguay, venciéndolo 2-1
y alcanzando por segunda vez en su historia (la primera fue en 1995),
la final de la Copa América.
Pese a que cada equipo tenía un Pérez y dos Morales en sus
filas, las intenciones de ambos quedaron bien diferenciadas en el arranque.
Uruguay quería escamotearle la pelota a los mexicanos, para que
no la jugaran bien, pero antes del cuarto de hora una joyita del grandote
Jared Borguetti les cambió el repertorio. García Aspe le
tiró una hermosa pelota a espaldas de la defensa, y Borguetti,
oliendo el área, pisó una vez, desairando a Gutiérrez;
la pisó de nuevo, haciéndole comer el amague otra vez al
marcador uruguayo, y ya con la sombra de Sorondo oscureciéndole
el panorama, el delantero le pegó de derecha, anulando el achique
del golero Munúa, cruzándola sobre el otro palo, el izquierdo.
Un golazo.
Uruguay terminó ahogando el toqueteo mexicano a fuerza de jugarse
la vida en cada pelota, mientras el rival se tomaba un descanso, a favor
del marcador. Los uruguayos solo se acercaban al arco de Pérez
usando una única herramienta, la del remate largo en pelota parada,
para la cabeza de los Morales charrúas. Cerca del final del primer
período, Lemos lanzó un tiro libre desde la derecha, y Richard
Morales le ganó a Vidrio en el salto, clavándola junto al
palo derecho de Pérez, que se quedó inmóvil en la
raya.
Parecía que se le daba a Uruguay como contra Costa Rica, pero la
tonta expulsión de Carlos Morales (por pegarle un patadón
a Márquez) hizo más que dejar al equipo celeste con diez:
le quitó profundidad y lo alejó del arco mexicano. En el
complemento, entonces, el equipo de Javier Aguirre se hizo cargo del partido,
comportándose como protagonista absoluto. Primero lo tuvo Arellano
con un remate desde fuera del área, al ratito se lo perdió
Borguetti en un mano a mano con Munúa, finalmente un empujón
de Lima a De Nigris en el área terminó en un claro penal
sancionado por Sánchez, que convirtió García Aspe.
La diferencia era justificada, aunque en los tres minutos finales perdió,
expulsados por pegar, a García Aspe y Vidrio.
NOCAUT
EXPLOSIVO EN EL 5º ROUND
Lo durmieron feo a Ríos
Por Daniel Guiñazú
Una fea derrota por nocaut en
el 5º round selló la pretensión del santafesino Carlos
Ríos de ganar el título Liviano juniors de la Unión
Mundial de Boxeo. El sudafricano Phillip Ndou lo derribó por toda
la cuenta con un potentísimo ascendente de derecha y se alzó
de esta manera, con la corona que, hasta no hace mucho, fue propiedad
de Jorge Rodrigo Barrios, quien se negó a enfrentar a Ndou como
visitante y por eso fue despojado del título. La pelea tuvo lugar
en Carnival City, Sudáfrica, y en combates preliminares perdieron
los argentinos Walter Acosta (nocaut en 1 round) y Bruno Godoy (nocaut
técnico en 3 por una lesión en el gemelo derecho).
Nada hizo Ríos como para estar a la altura de esta chance. Ndou,
un noqueador que ganó sus 24 peleas antes del límite, le
llevaba 8 centímetros de estatura y los hizo valer en los casi
15 minutos que duró el pleito. El sudafricano dominó el
centro del ring y peleando desde afuera, con su derecha recta, mantuvo
siempre alejado a Ríos quien no pudo ni siquiera hacer cintura
para perforar los largos brazos de Ndou.
Lo único que propuso el argentino fue el retroceso. Pero la huida
no tuvo elegancia. Y tampoco le evitó recibir castigo. En el 4º
round, Ndou acorraló a Ríos contra las sogas y le pegó
una derecha recta y poderosa que acusó sin disimulos. Y en el 5º,
cuando la pelea que ya había perdido la poca gracia que tenía,
Ndou combinó dos izquierdas en gancho, una abajo y una arriba,
y remató su faena con un feroz uppercut de derecha que mandó
a Ríos desvanecido a la lona, noqueado sin remedio.
A los 31 años y con 50 triunfos (31 por nocaut) y 7 derrotas en
61 salidas profesionales, todos los caminos parecen habérsele cerrado
a Ríos. Ayer sufrió el peor de sus cuatro traspiés
en peleas por títulos del mundo (antes le habían ganado
Luisito Espinosa, Floyd Mayweather y Acelino Freitas). Y no tiene mucho
sentido seguir en carrera, peleando por bolsas ínfimas, cuando
se ha tenido tantas veces la oportunidad de ganar una corona mundial y
no se las pudo o no se las supo aprovechar.
Cinco
buenas del tenis
Cinco victorias
registró ayer el tenis argentino, gracias a los esfuerzos de Guillermo
Coria, Gastón Gaudio, David Nalbandian, Mariana Díaz Oliva
y María Emilia Salerni, aunque perdió Guillermo Cañas.
En Kitzbuehl Coria volvió a la victoria tras cuatro derrotas al
eliminar al español Félix Mantilla 6-1, 3-6, 7-6 (9-7).
Gaudio derrotó al uzbeco Vadim Kutzenko 4-6, 7-6, 6-3. En tanto,
Cañas estrenó su condición de número 1 de
la Argentina con una derrota 6-3, 6-2 ante Markus Hipfl.
En Sopot, Polonia, Nalbandian derrotó al húngaro Attila
Savolt 6-2, 6-1 y ascenderá al 85º lugar del ranking. Díaz
Oliva eliminó 7-5, 6-3 a la checa Adriana Gersi. Por último,
en Casablanca, Salerni venció 2-6, 6-0, 6-3 a la suiza Emannuelle
Gagliardi.
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