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Historia del apagón
Por Luis Bruschtein

Hay una canción que dice que la historia la escriben los que ganan. Hace referencia a los años ‘70 y la dictadura. Pero antes de que se escribiera esa canción, Bartolomé Mitre, que fue el ganador de otras luchas muy anteriores, decidió escribir también la historia desde su punto de vista. Y lo mismo sucedió con el peronismo. La historia de Mitre, la de los que ganaron en el ‘55 y la de los militares de los años ‘70, es una historia que tiene además vocación de ser la única.
La imagen de los adversarios en cada una de ellas da miedo. Los caudillos montoneros eran unos negrazos fieros y salvajes, los peronistas ni hablar: eran igual de negrazos pero además fascistas. Y los militantes de los ‘70 eran subversivos apátridas, unos tipos que no respetaban ni a su madre, como el “mercenario Joe”, uno de los luchadores de Karadagián. En este último caso hay más variedad porque es más reciente.
Pero siempre la gente sensata y, por qué no, también la más linda, se sienta junto al que escribe esa historia que siempre es la que tiene más posibilidades de institucionalizarse, de llegar a las escuelas.
Por ejemplo, hay un pueblo en Jujuy, que hace dos o tres años fue protagonista de un corte de ruta similar al de General Mosconi, que se llama Libertador General San Martín, pero que todo el mundo conoce como Ledesma porque su origen y desarrollo está muy ligado al poderoso ingenio que lleva ese nombre y que desde hace muchos años pertenece a la familia Blaquier.
La historia del pueblo es similar a la de muchos otros, donde se pagaba a la gente con bonos, en condiciones vergonzosas, con el paternalismo feudal de patrón de estancia que impedía la actividad política y sindical democrática. Tenía uno de los índices más altos de mortandad infantil del país. Allí confluyeron, entre otros, dos hombres con sensibilidad. Un médico recién recibido, dispuesto a luchar contra esa tragedia. Y más tarde un ex estudiante de ingeniería, dispuesto a luchar para construir una organización de los trabajadores independiente.
El médico, de militancia radical, era Luis Aredes, que se convirtió en intendente del pueblo, a través de las listas del Frejuli que llevaron a Héctor Cámpora a la presidencia en 1973. El ex estudiante, que militaba en Vanguardia Comunista, un partido de izquierda, era Jorge Weiss, que se proletarizó y organizó un fuerte sindicato en Ledesma.
Luis Aredes hizo que la empresa pagara los impuestos municipales. Y Jorge Weiss, además de atreverse a impulsar la organización independiente de los trabajadores, participó en las luchas para que la empresa respetara las leyes laborales en cuanto a salario, al hábitat y las condiciones de trabajo.
Vino el golpe del ‘76. El intendente había sido depuesto por un motín policial, encarcelado y luego liberado. Jorge Weiss igual. Ambos regresaron al pueblo, donde fueron secuestrados y continúan desaparecidos. Una noche llegaron varios camiones, hubo un corte de luz y decenas de pobladores fueron arrancados de sus casas para llevarlos en esos camiones manejados por militares, pero que tenían la leyenda del ingenio en sus puertas. Algunos fueron liberados tras unos meses de prisión, otros recién cuando regresó la democracia y más de treinta permanecen desaparecidos.
De la historia del pueblo se escribieron dos libros. Uno por encargo del ingenio, donde se resalta el papel de la empresa como hacedora de la felicidad y el progreso de la región, pero no menciona a Aredes, a Weiss, ni a los desaparecidos. Otro fue escrito por la profesora Olga Demitrópulos, que era compañera, en la escuela normal, de las esposas de Weiss y Aredes, y que fue una de las detenidas que logró regresar con vida al pueblo.
El ingenio Ledesma pagó la edición del primer libro y lo distribuyó en forma gratuita en las escuelas. La historia que escribió la profesora Demitrópulos –que nació y vivió toda su vida en Ledesma menos los añosque estuvo presa durante la dictadura– sólo se pudo publicar gracias a la solidaridad que movilizó su amiga Olga Aredes.
Ayer, bajo la ceniza del bagazo que cubre al pueblo todas las tardes, se realizó una marcha desde Calilegua hasta Libertador General San Martín porque se cumplieron 25 años de la Noche de los Apagones. “Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia”, dice la canción. Es la historia de los hombres y mujeres libres que luchan por su dignidad, la que marca los pasos de esa marcha que encabezan las mujeres de Weiss y Aredes y que además es la escuela donde esa historia se aprende.



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