Por Laura Vales
Finalmente los piqueteros y
la ministra Patricia Bullrich tuvieron su reunión. Se vieron anoche,
en el Ministerio de Trabajo, donde discutieron largamente sobre los cortes
de ruta del próximo martes. Ellos le entregaron el petitorio votado
en el congreso nacional de desocupados; ella les pidió que cambiaran
sus métodos de protesta. Y si bien no llegaron a un acuerdo para
levantar los piquetes, hubo un principio de entendimiento para no caldear
más la situación y prevenir, al menos hasta donde se pueda,
episodios de violencia.
Anoche, al retirarse del lugar, los representantes de los desocupados
aseguraron que se llevaban el compromiso de la ministra de no judicializar
el conflicto. Es decir, que el Gobierno no impulsaría denuncias
masivas por las interrupciones de las rutas y será cuidadoso en
el uso de la fuerza. Sin embargo, Bullrich insistió en que los
cortes de ruta no son una medida legal. Quedó abierta la
posibilidad de un nuevo encuentro, el lunes, como última instancia
para acercar posiciones.
El petitorio que recibió Bullrich tiene tres puntos centrales:
el desprocesamiento de los militantes sociales, la derogación del
decreto del ajuste y la garantía de que los planes de empleo transitorio
no se van a reducir.
Sobre el primero de los reclamos, que apunta a conseguir la libertad de
Emilio Alí, José Barraza, Raúl Castells y el desprocesamiento
de más de dos mil personas, los dirigentes impulsan la aprobación
en el Congreso de una ley de amnistía. En el parlamento nacional
ya existe un proyecto, firmado por Alicia Castro y una veintena de diputados.
Por el Gobierno estuvieron, además de Bullrich, el secretario de
Empleo, Horacio Viqueira, el viceministro del Interior, Lautaro García
Batallán, y el gerente de empleo Guido Lorenzino. Por los desocupados,
Luis DElía y Juan Carlos Alderete de la CTA y CCC,
junto a delegados de los estatales de ATE, que el martes también
harán cortes, y otras organizaciones de desocupados como el Futrabe,
el Polo Obrero o el Movimiento Teresa Rodríguez.
La ministra había preparado un explicación detallada sobre
las razones del ajuste. También, dijeron los participantes, se
discutió sobre la cuestión jurídica en torno a los
cortes. La postura de la CTA es, básicamente, que el derecho de
huelga que les queda a los que no tienen trabajo es el derecho al corte.
Los piqueteros entraron al ministerio sin muchas expectativas aunque con
buen ánimo. Por la mañana Bullrich había evitado
cruzarse con ellos por las radios, en pro de preservar el diálogo
cara a cara previsto para la noche. El gesto sirvió para disipar
tensiones.
Antes de marchar a Trabajo, habían mantenido una reunión
previa en el edificio de la CTA para decidir si concurrirían a
la entrevista y para planificar los cortes. Discutieron bastante. Y todavía
no están de acuerdo sobre los lugares y el modo en que se va a
interrumpir el tránsito. Las organizaciones se dividen en dos posturas
básicas:
Las de la Matanza quieren que se dejen abiertos caminos transitorios
y en ningún caso impedir el acceso a la Capital.
Los que tienen trabajo deben poder ir a trabajar, movilizarse planteó
Alderete, que llegó a la CTA a bordo de un Ford Falcon modelo 81
que le prestó un amigo.
En esa localidad ya está decidido que el piquete se hará
frente al Hospital Paroissien, en parte para respaldar el reclamo
por la falta de insumos, en parte porque el tránsito tendrá
una calle alternativa a 200 metros, se explicó en torno a
la mesa donde se sentaron cerca de 40 delegados.
Otras organizaciones más chicas, como Teresa Rodríguez,
opinaron en cambio que hay que cortar puentes o zonas de acceso importantes.
Suargumento es que la protesta es contra el modelo, y por lo tanto debe
causar algún tipo de perjuicio económico.
La discusión todavía está abierta y se resolverá
en los próximos días. Tiene como trasfondo la única
certeza en la que coinciden Bullrich, Alderete y DElía: que
habrá que extremar recursos para evitar episodios de violencia.
¿Cómo garantizar que no se repitan las escenas de General
Mosconi, con francotiradores de dudoso origen de un lado y la Gendarmería
del otro?, preguntó este diario a los dirigentes. El criterio
es que la mejor garantía es la masividad de los cortes. Cuanta
más gente de los barrios hay en el piquete, menos riesgo existe
de que repriman. A la vez, la propia gente se encarga de detectar a los
extraños y frenar a los violentos. Cuanta más gente, más
seguridad, fue la respuesta.
LA
ESTRATEGIA DEL GOBIERNO FRENTE A LA PROTESTA SOCIAL
Que no digan que no los escuchamos
Por José
Natanson
Estaban jugados y no
tenían mucho espacio para dar marcha atrás. Pero al menos
cumplimos nuestro objetivo: demostrarles que el Gobierno está dispuesto
a dialogar, resumía anoche una alta fuente de la Rosada las
negociaciones con los líderes piqueteros, que ratificaron el plan
de cortes de ruta para el martes que viene. Con las cartas sobre la mesa,
ahora el Gobierno concentrará sus esfuerzos en tratar de que la
protesta se desarrolle pacíficamente. A ellos tampoco les
conviene un conflicto violento. En eso tenemos una coincidencia objetiva,
explicaban.
El miércoles pasado un día después de que una
asamblea de desocupados decidiera un plan para las próximas tres
semanas el Gobierno calificó de sediciosos a
los piqueteros y dijo que usará todo el peso de la ley
para despejar las rutas. Ayer insistió: el secretario de Seguridad,
Enrique Mathov, confirmó que el Ejecutivo va a actuar,
y acusó a los partidos que respaldan la protesta de querer derrocar
a Fernando de la Rúa. No quieren utilizar las vías
democráticas porque cada vez que hay elecciones obtienen menos
del uno por ciento, aseguró Mathov.
El secretario General de la Presidencia, Nicolás Gallo, dijo que
las protestas entran en terreno de cuasi insubordinación
cívica y que sus promotores rozan la sedición.
Más suave, Bullrich reconoció que es absolutamente
lícito tener posiciones políticas, pero que van a
poner límites para evitar actos perjudiciales para terceros
que estarían fuera de la ley.
Incluso Raúl Alfonsín habló del tema. Pidió
a los piqueteros que tengan en cuenta la necesidad de que exista
un Estado y consideró que con los cortes nos pasamos
de lo que puede ser una correcta manifestación dentro de la democracia
a lo que tiene que ser frenado por el Estado. El ex presidente concluyó.
Esto no puede convertirse en una lucha armada. Dios quiera que no
ocurra cualquier episodio que tengamos que lamentar.
A pesar de la reunión de ayer en el Ministerio de Trabajo (ver
aparte), en el Gobierno explicaban la imposibilidad de llegar a un entendimiento
con los piqueteros. Ponen tres condiciones que no podemos cumplir:
la libertad de los presos sociales, que es un tema de la Justicia. La
anulación del decreto de recorte, algo imposible de hacer. Y más
planes Trabajar: no se van a recortar, podemos conversar la distribución,
pero no tenemos fondos para ampliarlos. Lo que pasa es que ellos ya habían
anunciado el plan de cortes y no querían dar marcha atrás,
evaluaba ayer una alta fuente de Trabajo.
Además, explicaba que la negociación se complica por la
multiplicidad de los organizadores de la protesta. Hay de todo:
desocupados, ex militantes peronistas, partidos de izquierda como el PO,
la Corriente Clasista Combativa, también está la CTA, que
es una central sindical reconocida. Tienen muchos interlocutores y muchas
demandas, a veces muy diferentes, lo que hace muy difícil establecer
un diálogo racional, explicaba un funcionario que participó
de las negociaciones.
El objetivo del Gobierno es, por un lado, recibir a los piqueteros, abrir
un canal de conversación para que como decía ayer
un funcionario no digan que no los escuchamos. Pero
además, ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo concreto,
la idea es tratar de mantener la protesta dentro de un marco de cierta
tranquilidad. Es difícil, porque con poca gente se puede
hacer mucho quilombo, explicaban en la Rosada, aunque agregaban
que los dirigentes piqueteros tampoco quieren que la cosa pase a mayores.
A ellos les conviene mostrar una protesta sin violencia. Tenemos
una coincidencia objetiva, decían.
Tres funcionarios nacionales del Consejo de Seguridad viajarán
a los lugares más sensibles para monitorear de cerca una eventual
represión. La Gendarmería sólo puede intervenir
por pedido de un juez o de un gobernador, pero queremos tener control,
comentaban en Interior. Aunque aún faltan cuatro días, las
estimaciones oficiales basadas en los informes de la SIDE señalan
una serie de posibles focos de conflicto: La Matanza yFlorencio Varela
en el Conurbano, Cutral-Có y Neuquén capital, el departamento
salteño de General Mosconi, Mar del Plata y algunas zonas de Jujuy.
Sin embargo, la política de diálogo con los piqueteros también
genera problemas. Aunque públicamente digan otra cosa, los
gremialistas tradicionales están como locos. Creen que este tipo
de organizaciones son una competencia y lo último que quieren es
que el Gobierno las reconozca como interlocutores. Por eso, recibirlos
también significa resentir la relación con los sindicatos,
que son los que después hacen paros, explicaban en el Gobierno.
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