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EL OBISPO MACCARONE CRITICO EL AJUSTE Y DEFENDIO A LOS POBRES
Cuando la paciencia suena inmoral

Durante una dura homilía
en la catedral de Santiago
del Estero, Maccarone advirtió que �los ajustes van a castigar a la región�.

El obispo de Santiago del Estero, Juan Carlos Maccarone, profundizó la crítica social.

Por Washington Uranga

“No se puede pedir paciencia a los que menos tienen porque la paciencia hasta puede llegar a ser inmoral”, sostuvo ayer Juan Carlos Maccarone, obispo de Santiago del Estero, refiriéndose a que “los ajustes van a castigar duramente a la región”. Las declaraciones del obispo, uno de los más importantes referentes dentro del Episcopado argentino, fueron formuladas en la catedral de Santiago del Estero, un día después de que en Buenos Aires se realizó un encuentro nacional de piqueteros, en el que se decidió programar cortes de ruta en cincuenta ciudades del país y cuando desde el Gobierno se criticó seriamente esta determinación.
El obispo Maccarone, que se alinea dentro del sector episcopal que más ha reclamado soluciones para los problemas sociales, dijo también que “lo inédito es la poca imaginación y generosidad de muchos dirigentes políticos, sociales y económicos, que recurren a los mismos caminos para asegurar, en definitiva, el pago de los intereses de la deuda exterior”. En una misa celebrada en memoria de Santiago Apóstol, Maccarone consideró que “la paciencia no es buena cuando te conviertes en un esclavo pudiendo ser un hombre libre”.
La homilía del obispo de Santiago del Estero se ubica en la misma línea de las críticas formuladas en los últimos meses en los documentos colectivos del Episcopado, donde se puso en tela de juicio la idoneidad de gran parte de la dirigencia y se sostuvo, a su vez, que es necesario que las prioridades estén dirigidas en favor de los más pobres. Maccarone recordó que en la última asamblea de la Conferencia Episcopal, celebrada en el mes de mayo, “declaramos que la Patria requiere algo inédito y, en estos días, saber que la Nación no tiene crédito, es una verdad que destroza ilusiones y sueños de un país que no puede esperar el milagro”.
El titular del obispado santiagueño hizo tales aseveraciones en la víspera de una reunión que realizarán hoy los obispos del noroeste argentino y en la que también se abordarán aspectos relacionados con la problemática social. Un año atrás, este grupo de obispos, entre los que se cuentan también Marcelo Palentini (Jujuy), Pedro Olmedo (Humahuaca), Jorge Lugones (Orán) y Héctor Villalba (Tucumán), había pedido “promover rectificaciones y cambios” criticando “la debilidad institucional de los gobiernos provinciales” que condiciona por sí sola la situación económicosocial. En esa misma oportunidad los obispos denunciaron “un personalismo exagerado” en la acción política, con partidos “que no son escuela de educación cívica y promoción de jóvenes dirigentes con vocación de servicio al bien común y no de servicio personal o sectorial”. Dijeron entonces los obispos del noroeste que los cuerpos legislativos, provinciales y municipales “no siempre son foros de discusión de proyectos que hagan al bien común, sino un lugar de trueque de intereses personales, partidarios o corporativos”. En aquella oportunidad criticaron el tipo de soluciones aportadas desde el Gobierno diciendo que la pobreza y la exclusión “se intenta paliar con planes de trabajo y ayudas que terminan siendo dádivas y ámbitos de corrupción”.
Ahora Maccarone se preguntó si no resulta más equitativo que “las empresas y grupos económicos que se beneficiaron con los créditos se den cuenta y obren en consecuencia para que asuman su responsabilidad, sin distracciones”. Concluyó con que “no se le puede pedir más paciencia a los que menos tienen o a los que ya nada tienen”.

 

OPINION
Por Osvaldo Alvarez Guerrero *

Los radicales

Quién, como en otros tiempos, podría acercase hoy a un comité partidario y afiliarse para militar en la Unión Cívica Radical? ¡Cuántos afiliados no participan en absoluto y más bien critican las ideas y conductas de sus dirigentes y gobernantes! Hoy, por muchas razones, se es radical más por la historia y la de sus grandes figuras (Alem, Yrigoyen, Lebensohn, Larralde, Illia, Balbín, por ejemplo) que por el presente. Las tradiciones democráticas populares, éticas, nacionales de esta centenaria fuerza política se han interrumpido demasiadas veces. En los últimos tiempos y desde cierto punto de vista, hubo demasiadas claudicaciones. Los dirigentes, en buena medida, no son ni creíbles ni convincentes. Sin embargo hay muchos radicales sinceros: los casi anónimos ciudadanos, que fiscalizan los comicios, que participan de las campañas proselitistas, que cuentan las epopeyas radicales, con nostalgia e ilusión, esos que constituyen los componentes de una ancha red de comités, ateneos, al que van no porque crean y confíen en sus jerarquías actuales, sino porque sospechan que en algún momento, de ahí mismo, germinará una nueva dirigencia, con nuevos cuadros. O con el retorno de generaciones de mujeres y hombres probos que están, por decisión propia o por la expulsión implícita de las seudooligarquías internas, marginados y humillados. Padecen al régimen desde adentro y desde afuera.
Estas buenas personas siguen creyendo que el partido, eventualmente, podría ser instrumento insustituible, una vez reparado, para convocar a un gran movimiento político, principalmente de carácter ético. Piensan que el renacimiento hará posible el cambio de las estructuras decadentes de una Nación y de un pueblo decepcionado y empobrecido, y servirá al restablecimiento de la República y sus valores fundantes. Utilicé el término instrumento, porque todo partido, en una democracia moderna, es necesariamente una herramienta, un medio, para impulsar proyectos colectivos y para ponerlos en ejecución. Cuando ese medio se paraliza y funciona sin objetivos orientadores, solo admite “clientes” y “aparato”, y es utilizado con otros fines particulares de esmirriado porvenir.
¿Está el radicalismo muerto? Sí, definitivamente, si lo juzgamos por los cuadros mandones y rapaces, sin ideas y sin conductas coherentes y desinteresadas. No, si valoramos su necesidad actual y la esperanza de su futuro. En todo caso está moribunda una idea y una conducta de una concepción gerencial del partido, no sus integrantes, que vienen a ser algo así como radicales sin partido, pero con la recóndita ilusión de recuperarlo.
¿Será ello posible? No, si se diluye desde dentro de su seno, y por la presión de una sociedad que ya no lo quiere como antes. Sí, cuando se reconstituya sobre la base de una doctrina y un programa, que no admitan la doblez y el engaño. La Unión Cívica Radical nació de una división, por principios y valores que no admitían transacciones y rechazaba las prebendas. Y vivió más de cien años, porque cada vez que se partió, hubo una parte que lo restituyó, renovó e impulsó.
¿Vale la pena intentarlo de nuevo? Si, no simplemente porque se manifieste como voluntarismo nostálgico sino porque la idea siempre vigente de construir la República lo adopte como impulso común.

* Presidente de la Fundación Illia.

 

EL DEFENSOR DEL PUEBLO ADVIERTE SOBRE LA ETICA
“El Gobierno se extralimitó”

El defensor del Pueblo de la Nación, Eduardo Mondino, denunció que el Gobierno se extralimitó en el uso de los superpoderes al modificar por decreto la Ley de Etica Pública para flexibilizar el régimen de incompatibilidades para acceder a cargos públicos. Según Mondino, el decreto es inconstitucional. El Poder Ejecutivo, sostiene, no recibió entre las facultades especiales que le delegó el Congreso la de modificar una ley general a piacere salteando la instancia parlamentaria.
Mondino planteó las objeciones ante el diputado Oscar Lamberto, que preside la Comisión Bicameral de Control y Seguimiento de la Ley 25.414 de superpoderes. El decreto en cuestión fue publicado en el Boletín Oficial el 2 de julio y tal como reveló Página/12 logró que ya no sea un impedimento para acceder a cargos públicos haber trabajado para empresas vinculadas al Estado o reguladas por él durante el año previo a la asunción o desempeñarse en ellas en el año posterior a dejar el puesto.
“Ni las disposiciones de la ley 25.414 ni su espíritu habilitan a que el Poder Ejecutivo Nacional modifique una ley general, tal cual es la que regula Etica de la función pública”, dice la presentación del defensor. El artículo 76 de la Constitución, añade Mondino, permite la delegación legislativa en el Ejecutivo en cuestiones “determinadas de administración o de emergencia pública” pero lo prohíbe “en materia de control”. “El decreto 862/01 es inconstitucional”, concluye.

 

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