Un equipo científico francoargentino
confirmó una relación directa entre el aumento del riesgo
de infertilidad y el uso de pesticidas y solventes. Y lo hizo nada menos
que en un grupo de 225 hombres argentinos, de las provincias de Santa
Fe y Entre Ríos. El trabajo, que aparecerá en el próximo
número de la prestigiosa publicación Human Reproduction,
estuvo encabezado en Argentina por Alejandro Oliva, del Hospital Italiano
de Rosario y en Francia por Luc Multigner, del Inserm. Entre los pesticidas,
los científicos sospechan que los principales responsables son
los órganoclorados del tipo del DDT que, si bien ya
no se utilizan, tienen efectos que pueden perdurar en el organismo más
de 40 años. Pero además encienden una luz roja sobre el
futuro: advierten que Argentina se ha convertido en uno de los principales
usuarios de pesticidas del mundo.
La investigación se realizó en la zona litoral sur de Santa
Fe y el oeste de Entre Ríos, a partir de unos 225 pacientes que
consultaron entre 1995 y 1998 por esterilidad en hospitales de la zona.
El equipo francés, del Instituto Nacional de Salud e Investigaciones
Médicas uno de los pocos grupos expertos en el mundo en medio
ambiente y salud reproductiva se mostró interesado en el
grupo de estudio y se inició la investigación conjunta.
Los hombres analizados son fundamentalmente trabajadores del campo en
zonas agrícolo-ganaderas u obreros de metalúrgicas y plantas
químicas. El equipo científico se propuso estudiar los factores
de riesgo medioamiental: pesticidas, solventes y el calor. Para ello se
dividió a los pacientes en varios grupos, según hubieran
estado expuestos a cada uno de estos factores, o a ninguno.
En el caso del calor (obreros de altos hornos o industrias metalúrgicas),
no se comprobó la relación, pero en cambio los hallazgos
fueron contundentes en cuanto a pesticidas y solventes. Ya había
otros trabajos que aproximaban el problema, pero lo que éste hace
es confirmar que pesticidas y solventes aumentan el riesgo de esterilidad
en tres o cuatro veces, explicó a Página/12 el doctor
Oliva, director del programa Medio ambiente y Salud Reproductiva del Instituto
Universitario Italiano de Rosario.
Concretamente, el contacto con estas sustancias puede producir una disminución
de la calidad del semen. Cuando los pesticidas se absorben se transforman
en hormonas femeninas explica Oliva, se rompe el balance de
estrógeno-andrógeno y al romperse se produce esta disminución
en la calidad seminal.
Por eso los estudios de calidad del esperma en los grupos expuestos a
pesticidas y solventes mostraron, según especifica el estudio,
valores muy por debajo del umbral de fertilidad masculina.
¿Pero cuáles son las sustancias potencialmente capaces de
producir este efecto? Aunque aún no se puede afirmar taxativamente,
los investigadores creen que los responsables son los viejos órganoclorados
que se han usado muy intensamente hasta la década de los 70,
según apunta Oliva. Es cierto que esas sustancias fueron prohibidas
y ya no se utilizan (salvo que se lo haga clandestinamente). Sin embargo,
son bioacumulables en la grasa y su efecto puede perdurar hasta por 40
años. Por otra parte, el efecto de estos tóxicos puede darse
por dos mecanismos: que el individuo haya estado en contacto directo
con la sustancia o bien que los padres los hayan absorbido y lo hayan
trasmitido a través de sus espermatozoides y óvulos a los
hijos; o que la madre embarazada haya tomado contacto con ellos.
¿Es decir que aún un niño nacido hoy podría
sufrir el efecto de esas sustancias?
Exactamente.
De todas formas, los investigadores no pueden confirmar definitivamente
que ésas sean los pesticidas responsables, un objetivo que pretenden
abarcar en próximos estudios. También se proponen trabajar
en este área noya con pacientes que consultan por esterilidad,
sino con población general.
En las conclusiones del trabajo, los científicos plantean una advertencia.
Los testículos son uno de los órganos más vulnerables
a los agentes medioamientales físicos y químicos. Estos
agentes han aumentado sustancialmente desde los años 40, debido
a actividades industriales y agrícolas. Una mayor conciencia en
numerosos países occidentales previenen los efectos nocivos de
los agentes químicos en la reproducción masculina. Ahora
deberían concentrarse los esfuerzos en los países en desarrollo.
En ese sentido, Oliva apunta un dato concreto: según cifras de
la FAO, Argentina ha aumentado en más de un 200 por ciento el uso
de agroquímicos, principalmente en la pampa húmeda, debido
a los herbicidas que se utilizan con la soja transgénica, mientras
que en Estados Unidos y Europa no llega al 60 o 70 por ciento.
Argentina, concluye,es un gran consumidor de todo tipo de agroquímicos.
Deberíamos estudiarlos a todos, pero no hay fondos.
LA
HISTORIA DE LOS ORGANOCLORADOS EN ARGENTINA
Sospechas del uso clandestino
Los contaminantes orgánicos
persistentes (COPs) son compuestos sintéticos que se caracterizan
por su altísima estabilidad química, condición que
los hace altamente perdurables en el medio ambiente y en los organismos
vivos. Dentro de ese grupo, los compuestos organoclorados han despertado
en las últimas décadas la preocupación de los científicos
de todo el mundo: en 1995, el Programa de las Naciones Unidas sobre Medio
Ambiente llamó la atención sobre una docena de organoclorados
que resultan altamente tóxicos para los seres humanos. En 1998,
un grupo de investigadores santafesinos detectó un alto nivel de
residuos órganoclorados en la leche de casi un centenar de mujeres
que acababan de dar a luz y estaban en período de amamantamiento.
Los órganoclorados pueden encontrarse en el ambiente de varias
formas: como plaguicidas, como el DDT, el heptacloro, o el mirex, entre
otros; o como subproductos involuntarios de diversos procesos industriales,
indicó a Página/12 Verónica Odriozola, coordinadora
de la campaña Tóxicos de Greenpeace Argentina. En los países
en desarrollo, la contaminación por órganoclorados se origina
en el uso de plaguicidas cuya aplicación ha sido prohibida hace
años, pero se sospecha que se siguen empleándose por su
amplia toxicidad y su bajo costo. En los países desarrollados,
en cambio, los órganoclorados aparecen en forma de dioxinas, furanos
y PCBs, subproductos originados en procesos industriales: Cuando
una planta de papel blanquea la pulpa de papel utiliza cloro, y el contacto
del producto orgánico con el cloro produce un residuo organoclorado,
ejemplificó Odriozola.
El gran inconveniente es que los órganoclorados, al ser muy estables
químicamente, son biopersistentes, y además son liposolubles:
este último factor hace que, cuando una molécula de alguno
de estos productos ingresa en el organismo, se aloje en los tejidos grasos,
que no poseen mecanismos de defensa ante estas sustancias. Argelia Lenardón,
doctora en química e investigadora del Conicet en Santa Fe, explicó
a este diario que la molécula puede entrar al cuerpo por
vía respiratoria o cutánea, o por ingestión del químico
Lenardón dirigió, en 1998, un estudio del Instituto de Desarrollo
para la Industria Química dependiente del Conicet sobre
la presencia de residuos órganoclorados en la leche materna. De
90 casos relevados en el Hospital de Niños y el Hospital Protomédico
de la ciudad de Santa Fe, el 87 por ciento de las muestras de leche materna
presentaban residuos órganoclorados. Estas sustancias también
se transmiten por sangre o semen, y atraviesan la placenta y el cordón
umbilical. En el bebé pueden producir malformaciones, peso bajo
o defectos en la formación de los leucocitos, explicó
Lenardón. La mayoría de las mamás que participaron
del estudio viven en zonas rurales.
Ahora bien: si en Argentina está prohibido el uso de plaguicidas,
¿por qué los órganoclorados siguen afectando la salud
de los habitantes de zonas rurales? En principio, por la biopersistencia
de la sustancia, y por la transmisión padres-hijos por semen, sangre,
placenta o leche. Y en segunda instancia, porque en algunas localidades,
los órganoclorados se seguirían usando. Hace dos años,
Greenpeace detectó que en el Arroyo del Rey (de la cuenca del río
Matanza) se estaba vertiendo DDT fresco, que alguien estaba usando clandestinamente,
recordó Odriozola. Para Lenardón, más que de uso
clandestino se trata de falta de control: En la provincia hay una
ley muy buena sobre plaguicidas, pero nadie se ocupa de que se cumpla.
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