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Policías que eran �una camarilla
dedicada a la noche y las fiestas�

Así describió el juez a los bonaerenses de Miramar involucrados en la violación y asesinato de Natalia Melmann, al decidir su preventiva. Las nuevas pruebas que incriminan a los policías.

El padre de Natalia, Gustavo Melmann, denunció la participación policial a los pocos días del hecho.

Por Horacio Cecchi

”Una suerte de camarilla vinculada a la noche y a las ‘fiestas’ con mujeres jóvenes.” El giro utilizado por su señoría fue elocuente, y forma parte de sus fundamentos para dictar la prisión preventiva a Oscar Echenique, sargento primero en disponibilidad, y a Ricardo “el Mono” Suárez, sólo sargento primero, ambos de la Bonaerense de Miramar y detenidos por el asesinato de Natalia Melmann. Entre las pruebas aportadas por los investigadores, figura una almohada secuestrada de un aguantadero “policial” en la que se hallaron cabellos del mismo largo, grosor, color y forma que los de Natalia. Falta aún determinar a quién pertenecían los restos de sangre hallados en los autos particulares de Echenique y el Mono, en la casa allanada de otro policía, y en el patrullero que según testimonios participó en el Operativo Natalia. Las autoridades policiales jamás recordaron el recorrido del patrullero durante aquella noche, jamás recordaron los nombres de sus ocupantes. Y, cuando el caso se desató en los medios, curiosamente el móvil perdió el número 35 que lo identificaba bajo una artesanal manita de pintura.
A nadie sorprendió el allanamiento a la casa sin número, sobre la calle sin nombre del barrio Copacabana. A nadie, no por la fuerza de la costumbre, sino porque en medio kilómetro a la redonda sólo hay bosque y campo. La casa, modesta, de paredes blancas y techo a dos aguas, con una pequeña ventana y una puerta de madera en el frente, y un horno de ladrillos en los fondos, es en apariencia una casa abandonada. Alejada del casco urbano miramarense y de cualquier signo de vida, se encuentra en los confines literales de Miramar: a tres cuadras del arroyo Las Brusquitas que separa el partido de Alvarado del de General Pueyrredón, a 2200 metros de la ruta 11 hacia el oeste, y a 200 metros de la única arteria con nombre en el barrio Copacabana y que por carencias imaginativas o por añadidura se llama Boulevar Copacabana.
El origen que filtró el dato de la casa es celosamente guardado por los investigadores. Su uso, no tanto: era un aguantadero policial. El juez Marcelo Riquert consideró que Echenique y Suárez, junto con otros policías (menciona a Anselmini, Abraham y Caravallo), conforman una “suerte de camarilla vinculada a la noche y a las ‘fiestas’ con mujeres jóvenes”.
Dentro de la casa se descubrió una almohada de gomaespuma, entre cuyos poros quedó aprisionada una maraña de cabellos. Se secuestraron dos trozos. Aunque no se determinó aún el ADN, algunos de esos cabellos eran de unos 27 centímetros de largo, tallo rectilíneo, aspecto ligeramente ondulado, color castaño y de 70 micras (una milésima de milímetro) de diámetro. Si hasta recordaban a la malograda Natalia, por la curiosa y exacta coincidencia con los cabellos de la joven.
Los cabellos fueron considerados como parte de la semiplena prueba que fundamentó la prisión preventiva. Los restantes cabellos de la almohada, y otros obtenidos de una rejilla son analizados para determinar si recuerdan alguno o ambos sargentos primero, además de a algún otro colega (ver aparte).
Los dos detenidos negaron terminantemente su participación. En su declaración indagatoria, Echenique ofreció testigos de que había estado de compras en un hipermercado en Mar del Plata y que después durmió en su casa. Pero, sea porque sus testigos no se llamaban Funes ni eran memoriosos, o porque otros testimonios ajenos señalaron a Echenique de compras pero en la zona de los bares de Miramar, y entre la 1.30 y 1.45 del lunes 5 de febrero saliendo en su Peugeot 404 gris del vivero municipal, horas después de la desaparición de Natalia, lo cierto es que Riquert lo consideró involucrado. El juez consideró vinculadas, además, la serie de “irregularidades e ineficiencias detectadas respecto a la actuación policial”. Se refería, entre otros hechos, a la aparición en el vivero de una prenda interior con sangre que nunca fue incorporada al expediente y al hallazgo de la zapatilla desaparecida, que fue incorporada tardíamente. Habrá que agregar otra coincidencia casual: la historia del patrullero que desde un principio fue mencionado en la causa, y que según testimonios (incluyendo el del Gallo Fernández, el primer detenido en el caso) fue utilizado para transportar a Natalia. Hasta que el caso Melmann se desató con furia en las narices de la comisaría local, el auto llevaba el número de identificación 35. Cuando traspasó el silencio, una mano negra pero artesanal decoró con bandas de pintura azul sobre el número del ex 35. Y su interior fue pulcramente aseado. De todos modos, existe el Luminol: un producto químico en aerosol con el que las células sanguíneas (vivas o muertas) reaccionan, volviéndose fluorescente. Y así, algún sector del ex 35 brilló como una marquesina de la vieja avenida Corrientes.
Dentro del Peugeot 404 de Echenique, como dentro del Gol de Suárez, el Luminol volvió a hacer su trabajo. También, en lo de Anselmini, otro suboficial de la misma comisaría, se detectaron algunos intersticios de las baldosas de su casa con un material semejante a la sangre. Las pericias deberán ahora demostrar a quién pertenecen esos restos.
En sus fundamentos, Riquert consideró que tanta coincidencia de equívocos y tanta sumatoria de pruebas, “a esta altura ya no parece casual”.

 

Pericias en duda

Las pruebas de sangre y los cabellos fueron enviados a periciar al Departamento Vucetich de la Policía Científica marplatense. Cuando los abogados de la familia Melmann fueron citados para iniciar la pericia, se toparon con una serie de casualidades que terminaron con la denuncia contra una perito y el pedido de impugnación de pericias.
“Este no porque si lo tironeo lo rompo, éste no porque es de gato o de perro”, comentaba la perito delante de los abogados, mientras seleccionaba qué pelos analizaría de la gomaespuma. “Algunos se le cayeron sobre la mesa y pasó la mano para limpiar el escritorio, tirándolos al piso. Lo que se había tomado de la rejilla directamente no lo quiso analizar”, aseguró Laura Izcovich, abogada de los Melmann a Página/12. La perito fue denunciada. Pocos días después, los defensores de Echenique y Suárez solicitaron que se realizara el ADN de los dos detenidos, para cotejar con los restos hallados en el cuerpo de Natalia y así demostrar su inocencia (la de los detenidos). Casualmente, Izcovich pasó por la Vucetich, y descubrió que la extracción de sangre a los detenidos la realizaba la misma perito denunciada por destruir pruebas. Impugnaron entonces las pericias y solicitaron la utilización de un convenio de la Policía Federal con el FBI, para que las muestras fueran analizadas por los federales del norte. En la fiscalía lo admitieron, pero preguntaron quién se haría cargo de los gastos. “Son pruebas caras –sostuvo Izcovich–, pero esa pregunta me dio a entender que sólo las víctimas con dinero tendrán justicia”. Respecto a los ADN de Echenique y Suárez, solicitaron que se realicen en un lugar “competente”: el hospital Durand, en Buenos Aires.

 

SACARAN DOCE BUQUES HUNDIDOS Y OTROS 78 INACTIVOS
A limpiar de barcos el Riachuelo

A casi tres mil días de la célebre promesa de María Julia, fue relanzado el Plan de Gestión Ambiental de los ríos Matanza y Riachuelo con el reflotamiento del primero de un total de doce barcos hundidos en la desembocadura de la cuenca. El programa también contempla el retiro de 78 barcos que se encuentran inactivos y su traslado a una dársena, y la limpieza de la superficie, de la que se recogen 18 toneladas de basura por día. En un acto realizado en la Vuelta de Rocha, la Prefectura presentó además su barco-laboratorio, que realizará el monitoreo de la contaminación de las aguas, actividad que será financiada con fondos del Comité para el Saneamiento del Matanza-Riachuelo.
El jefe de gobierno porteño, Aníbal Ibarra, y el diputado bonaerense Osvaldo Mercuri presenciaron el reflotamiento del alíscafo Colonia del Sacramento, uno de los buques hundidos en la cuenca. Los cascos rescatados serán desguazados y enviados al horno de la ex-Somisa, donde se convertirán en bienes de uso durables. En cuanto a los barcos inactivos, “son embarcaciones que tienen dueño, pero que están abandonados. A partir de ahora se les cobrará alquiler por el lugar que ocupen y a los que no paguen se les ejecutará la unidad”, dijo a Página/12 Eduardo Epszteyn, director ejecutivo del Comité Matanza Riachuelo.
El Comité tiene a su cargo la ejecución del Plan Ambiental que se lleva a cabo con financiamiento del BID, pero que hasta ahora estuvo virtualmente paralizado. “María Julia gastó 32 millones de dólares en estudios, pero prácticamente no se realizaron obras”, afirmó Epszteyn. El titular del organismo anunció que enviará un proyecto de decreto para que sea ese Comité el encargado del control de la contaminación, hoy diluida en una decena de organismos nacionales, provinciales y municipales.

 

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