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Una policía que trae al ejército

Brasil entró en una nueva crisis por la propuesta de entregar al ejército las funciones de una policía
en que crece la huelga.

Policías militares acuarte-
lados en Salvador de Bahía.
Esta huelga, que se mantiene,
fue el disparo de largada.

El efecto dominó parece, a esta altura, imparable. A la huelga que tiene –hace semanas– tomados varios estados de Brasil, se sumaron ayer los agentes de la Policía Civil del estado de Pará y amenazaron hacerlo los policías civiles del estado de Piaiauí –ambos en el norte brasileño– reclamando un aumento salarial del 30 por ciento. Estos nuevos rebeldes se pronunciaron el mismo día que Fernando Henrique Cardoso tenía previsto reunirse con once gobernadores del oficialismo para acordar una solución a la huelga. En ese encuentro también se planeaba discutir la posibilidad de decretar una ley que conceda poderes policiales a las Fuerzas Armadas. A su vez, esto desembocó en una polémica que incluyó versiones de renuncia del ministro de Justicia, José Gregori, quien se opone a la medida, en abierto enfrentamiento con los ministros de Defensa y del gabinete de Seguridad Institucional.
Casi 2600 policías civiles del estado de Pará iniciaron en la medianoche de ayer una huelga por tiempo indeterminado para reivindicar un aumento salarial. Sin embargo, los huelguistas decidieron mantener en operación a un 30 por ciento de los agentes. El gobierno paraense alega que no podría conceder más que un aumento del cinco por ciento e, incluso, no extensivo a todas las categorías. La oferta fue rechazada de plano: “Es una limosna que nadie quiere”, subrayó el comisario Alves Junior. Lo que más se teme desde el gobierno es lo que, en este estado de cosas, parece casi evidente: el comienzo de una articulación entre los líderes de las policías civiles y militares de las 26 provincias y del Distrito Federal (Brasilia) para realizar una protesta nacional. Los policías del cercano estado Piaiauí, por su parte, amenazaron con parar si no se atiende inmediatamente sus reclamos.
Hasta ahora, cuando la policía militar no se suma a la huelga, oficia de suplente: en Río de Janeiro, tropas de la Policía Militar (PM) asumieron la vigilancia y la seguridad de los 11 presidios del Estado, debido al paro de los agentes penitenciarios iniciado el lunes pasado. Sin embargo, la policía militar se plegó a las medidas de fuerza en Salvador de Bahía hace apenas unas semanas y hace dos meses, en el estado de Tocantins. En el aquel entonces, el gobierno ordenó la militarización temporal del estado y en Bahía la intervención del Ejército. Este escenario abrió en Brasil otra discusión, lanzada por una iniciativa oficial: otorgar a las Fuerzas Armadas potestades hasta ahora reservadas a la policía. El ministro de Justicia, José Gregori, explicó las posturas del debate: “Hay una corriente que entiende que el poder de policía de las Fuerzas Armadas está implícito en la Constitución, pero hay otra que piensa que eso no está tan claro”. Gregori, ante las especulaciones sobre su renuncia aparecidas en el diario O Estado de S. Paulo anunció que la cuestión será decidida por el procurador general del país y desmintió su renuncia. Pero insistió con que los soldados “no fueron formados para detener ciudadanos y no hay cómo cambiar eso”.
Gregori cuenta con el apoyo del ministro jefe de la Secretaría General de la Presidencia, Aloísio Nunes Ferreira pero, del otro lado del ring, están el ministro del Gabinete de Seguridad Institucional, general Alberto Cardoso y el de Defensa, el abogado Geraldo Quintao. Cardoso intenta arbitrar entre ambas posiciones y, a último momento, invitó a la reunión que realizó con los gobernadores a representantes del Ministerio de Defensa y del Comando del Ejército. En rechazo a la militarización del país, el líder del Partido de los Trabajadores, Inacio “Lula” da Silva, aseguró que sospecha del gobierno de Bahía: “Parece que los robos estaban muy orquestados, para demostrar a la opinión pública que cuando la policía está en huelga, no existe ley y todo el mundo es bandido”, explicó.

 

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