Por José
Natanson
Todos y cada uno de los movimientos
del Gobierno durante el difícil día de ayer revelaron urgencia
y desesperación: Fernando de la Rúa venció su desconfianza
histórica y pidió una reunión con Raúl Alfonsín
para convencerlo de que el Senado debía tratar el ajuste cuanto
antes. El jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, se tomó el trabajo
de viajar personalmente a Santa Rosa para convencer al senador peronista
Carlos Verna, presidente de la Comisión de Presupuesto. El ministro
de Economía, Domingo Cavallo, tragó saliva y se comunicó
con algunos senadores para pedirles que traten el proyecto en un tono
más cercano al ruego que al reclamo. A tal punto llegó la
preocupación oficial que hasta Ramón Mestre rompió
su habitual parquedad para hacer declaraciones. Al final, tanto esfuerzo
dio resultado: en la Rosada aseguraban que mañana la Cámara
alta convertirá en ley el ajuste y que, con viento a favor, se
podrá evitar el temido lunes negro.
La crónica de la inquietud oficial comenzó al mediodía,
cuando Alfonsín recibió un llamado de De la Rúa que,
preocupado, lo invitaba de urgencia a la Casa Rosada. Consciente de que
la influencia partidaria del titular del radicalismo es superior a la
suya, De la Rúa quería un gesto de concordia en medio de
la crisis.
El día anterior, el ex presidente se había encontrado con
los senadores radicales: dificultosamente, habían acordado convertir
en ley el texto de Diputados, aunque insistieron en que el piso del recorte
deberá anclarse en los mil pesos. Durante el encuentro de ayer,
De la Rúa describió la gravedad de la crisis, apeló
a la lealtad partidaria y le pidió que convenciera a los senadores
radicales. La situación es muy difícil. Necesitamos
que le ley salga tal cual se votó en Diputados, aseguró
De la Rúa. Y Alfonsín, siempre temeroso de aparecer como
el responsable de profundizar la debacle, prometió hacer todo lo
posible.
Después de la reunión con Alfonsín, y antes de partir
a Perú para la asunción de Alejandro Toledo, De la Rúa
explicó el resultado de la cumbre. El gobierno nacional precisa
la ley. Hay que sancionarla como viene para que entre de inmediato en
vigencia, dijo el Presidente. Un signo contrario significaría
no estar a la altura de la responsabilidad que la circunstancia impone,
advirtió.
Mientras, Colombo apelaba a un recurso extremo: acompañado por
Enrique Coti Nosiglia se subía a uno de los aviones
de Presidencia y viajaba a Santa Rosa, donde los esperaban dos hombres
claves en el mapa del PJ: el senador Carlos Verna, presidente de la Comisión
de Presupuesto del Senado, y Rubén Marín, gobernador pampeano
y vicepresidente del Consejo Nacional Justicialista. En una larga conversación,
el jefe de Gabinete trazó un panorama apocalíptico, mencionó
más de una vez la palabra default y subrayó
una y otra vez la necesidad de que la ley esté lista
antes del lunes.
Pero Verna y Marín no fueron los únicos. A las once de la
mañana, José Luis Gioja, el jefe de la bancada peronista,
participaba de una reunión con intendentes peronistas cuando recibió
un llamado: era De la Rúa, que le pedía por la sanción
de ley. Gioja nunca pudo terminar el encuentro: después lo llamaron
Colombo, Cavallo y Mestre, siempre con el mismo objetivo.
El resto de los legisladores justicialistas también recibieron
llamados de algunos funcionarios. Además, entre vuelo y vuelo,
Colombo se las arregló para conversar con el gobernador de Córdoba,
José Manuel de la Sota, y con Eduardo Duhalde.
El mensaje fue siempre el mismo: el Senado debe aprobar la ley antes del
lunes. Si no, la dinámica de la crisis se haría imparable.
Un senador que recibió ayer una llamado de Cavallo explicó
a Página/12 el tono de la conversación. Era impresionante.
No sólo no tenía la soberbia de siempre sino que además
pedía, casi rogaba, que votemos la ley. Dijo que lasituación
es crítica y que si no se sancionaba el fin de semana estábamos
muy cerca del colapso total.
Como estará de desesperado el Gobierno que hasta Mestre salió
a hablar públicamente. El hecho fundamental de la incertidumbre
es la falta de la aprobación de la ley, porque el mundo entero
espera que de una vez por todas la sociedad argentina actúe con
responsabilidad, que no siga gastando lo que no tiene, aseguró
el hosco ministro del Interior.
Anoche, luego de una larga jornada, en la Rosada tenían un panorama
menos catastrófico. Explicaban que la mayoría de los senadores
peronistas confirmaron que mañana a las cuatro de la tarde se sentarán
en sus bancas para garantizar el quórum y facilitar la sanción
de la ley, y que el radicalismo la votará sin modificaciones.
Los cálculos son los siguientes: el quórum estricto son
37 senadores, por lo que alcanzaría con 19 (el bloque radical llega
a 20) para aprobar el proyecto. Sin embargo, no es tan fácil, ya
que antes se requiere un despacho favorable de comisión o una mayoría
especial para habilitar la sanción (ver aparte).
Lo importante es que se vote tal cual está, porque si no
tiene que volver a Diputados, aseguraba una alta fuente de la Rosada,
en referencia a la intención de algunos senadores de introducirle
alguna modificación para hacer más explícito el piso
de los mil pesos. Que sancionen después una ley aclaratoria,
ofrecían en el Gobierno.
La urgencia se explica por dos razones. La primera, porque el proyecto
incluye una serie de modificaciones impositivas (como la marcha atrás
en la rebaja del impuesto a las naftas) que deben implementarse cuanto
antes. Los impuestos no se pueden empezar a cobrar de un día
para el otro. Si la idea es que el nuevo esquema empiece en agosto la
ley tiene que estar lista lo antes posible, comentaba un funcionario.
Pero las cuestiones prácticas sólo encierran el verdadero
objetivo del Gobierno. Lo central es dar una señal de confianza
antes del lunes. El problema ya no es el cierre de la Bolsa o el riesgo
país, sino el sistema financiero: la desconfianza es alta y, si
no se sanciona la ley el fin de semana, puede profundizarse la fuga de
depósitos, explicaba un funcionario. Y comparaba la situación
con la crisis que generó el Efecto Tequila. El sistema financiero
es más sólido y la corrida, por ahora, es menor. Pero antes
del Tequila veníamos de cinco años de crecimiento y ahora
de tres de recesión. Además, la fortaleza política
de (Carlos) Menem era superior a la que tiene De la Rúa,
concluía.
La mafia financiera
Todo el rigor de la ley y aun la prisión para la
mafia financiera que está generando la incertidumbre en la
Argentina, así se pronunció ayer el ministro
de Desarrollo Social, Juan Pablo Cafiero, en Córdoba donde
inauguró obras y entregó 300 mil pesos de subsidios.
Mientras otros funcionarios nacionales reclaman que el Código
Penal recaiga sobre los desocupados que cortan rutas, el ministro
apuntó sus críticas para el lado contrario. Cafiero
anunció que se recortaron los fondos del Ministerio
de Desarrollo Social en términos economicistas, como si fueran
gastos de Cancillería y afirmó que el
déficit cero no es neutro, porque hay que decidir a quién
se le paga primero. Una sociedad atrapada por el pánico prioriza
que se cumplan primero con los acreedores externos y se postergue
a los jubilados. En condiciones normales jamás hubiéramos
aceptado ese nivel de extorsión de los sectores financieros.
El funcionario hizo estas últimas declaraciones ante sus
colegas de las 24 provincias, en una reunión del Consejo
Federal de Desarrollo Social.
|
LAS
RAZONES QUE DETERMINARON EL CAMBIO DEL PJ
El miedo, motor del consenso
Por Martín
Piqué
Lo que no habían conseguido
los negociadores del Gobierno, lo logró ayer el fantasma del default:
los senadores del PJ tuvieron que rehacer sus planes ante la dimensión
de la crisis, y aceptaron adelantar el tratamiento del proyecto de déficit
cero. En la decisión influyeron las incontables llamadas
del Ejecutivo, que intentaba prevenir un lunes negro en los
mercados, y el temor a que les endilgaran un estallido económico
de consecuencias imprevisibles. Su primera reacción, entonces,
fue convocar a los 14 gobernadores a una reunión de urgencia que
se hará hoy a las 19 en el Congreso.
En ese encuentro se acordará la postura que el peronismo llevará
adelante en la sesión de mañana, donde el oficialismo espera
aprobar sin cambios el proyecto que tiene media sanción de Diputados.
Los mandatarios provinciales tendrán un papel importante: el Gobierno
confía en que podrán subordinar a los senadores y así
se los hizo saber ayer el ministro del Interior. Este será uno
de los temas que conversarán mañana a las 13 en la Casa
de Tucumán, donde se reunirán antes de encontrarse con el
bloque de la Cámara alta.
Pero los gobernadores quieren que el Estado nacional les abone los fondos
atrasados de coparticipación federal. Ayer, el banquero Eduardo
Escasany intentó calmarlos un poco: les anunció que el próximo
lunes estarán disponibles 200 millones de pesos del Fondo Fiduciario
para las provincias. El adelanto tranquilizó los ánimos,
aunque unas horas más tarde el tucumano Julio Miranda deslizó
algún cuestionamiento al destacar que el acuerdo que habían
alcanzado con el Ejecutivo deja librado a que el déficit
cero fuera implementado por cada una de las provincias.
Aunque cada gobernador enfrenta una situación particular, ayer
todos escucharon con atención las voces de alarma del Gobierno.
A los malos augurios que hacían los oficialistas, se sumaban los
indicadores económicos y algunos pronósticos trazados por
voces del establishment (ver páginas 4 a 7). Este escenario les
preocupó tanto que aceptaron adelantar una reunión y programaron
otra, que no estaba en los papeles.
Uno de los más activos fue Rubén Marín, jefe partidario
del peronismo y de Carlos Verna, presidente de la Comisión de Presupuesto
y Hacienda. El pampeano recibió en Santa Rosa al jefe de Gabinete,
Chrystian Colombo, quien viajó para ejercer aún más
presión, y se fue con promesas de respaldo. Otro que tuvo un día
agitado fue José Luis Gioja, quien retornó a Buenos Aires
en un vuelo de las 20 mientras ordenaba por celular que se pusieran cuarenta
sillas en la sede de la bancada peronista para recibir a los mandatarios.
Al mismo tiempo, telefoneaba a los otros senadores para que estuvieran
en Buenos Aires.
A pesar del adelantamiento de la sesión, el compromiso del bloque
peronista deberá verse en la cancha. Para que el proyecto se pueda
aprobar antes del lunes, los senadores tendrán que tratarlo sobre
tablas, para lo cual tendrán que apoyar la moción 2/3 de
los presentes, o sea 25 legisladores, una cantidad que la Alianza y sus
aliados de ninguna manera puede alcanzar. Por lo tanto, algunos peronistas
deberán alzar su mano para permitir que luego se pueda votar la
iniciativa, ya por mayoría simple. Hace unos días, parecían
preferir la muerte antes de colaborar con algo más que el quórum,
pero ahora son otras urgencias. De todas formas, aún cuentan con
una solución intermedia: dar quórum para que se apruebe
el ajuste e impulsar una ley correctiva que acompañe
al proyecto original.
|