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KIOSCO12

PANORAMA ECONOMICO
Por Julio Nudler

MANIPULACIÓN MACRI MERECE MÍNIMA MULTA

Para la Comisión Nacional de Valores, órgano regulador del mercado de capitales argentino, Sevel y sus dueños, con Francisco Macri a la cabeza y su hijo Mauricio, son responsables de una “gravísima infracción”, con la que perjudicaron en más de 30 millones de pesos a quienes compraron en 1992 las acciones licitadas por la automotriz. Sin embargo, por esta millonaria “manipulación” (tal el término que emplea la legislación argentina) sólo pagarán todos los que la habrían cometido una multa conjunta de 7997 pesos, máxima sanción establecida por ley en esa época. La Comisión misma califica esta pena como “carente de sentido y efecto disuasorio, ejemplificador o intimidatorio”, pero por la irretroactividad de la ley no puede aplicar la actual (decreto 677/01), que podría superar los $ 160 millones, ya que el castigo puede hasta quintuplicar el beneficio obtenido o el perjuicio ocasionado. “Pocas cosas hay tan perjudiciales para la confiabilidad de un mercado de capitales, esencial para la canalización del ahorro, la producción y la creación de empleo, con el consiguiente efecto negativo sobre las inversiones, que las prácticas de manipulación, ya que constituyen comportamientos desleales que alteran el mecanismo independiente de formación de precios y perjudican a los restantes inversores”, indicó anteayer la Comisión que preside Carlos Weitz en una resolución, aludiendo claramente a los Macri.
En 1992 ese Grupo decidió salir a Bolsa, con Sevel como empresa insignia (vendida años después y rebautizada desde febrero de 2000). Se lanzaban a oferta pública en total 80 millones de acciones, 30 millones de las cuales del propio Francisco Macri y 10 de su socio Jorge Blanco Villegas, ex presidente de la Unión Industrial Argentina y director también de la compañía. Como banco colocador (underwriter) actuaba el Chase Manhattan Bank. Para la licitación se aplicaba el sistema holandés, que implica un precio de corte único para todos los suscriptores. Estos podían presentar ofertas en el tramo competitivo, proponiendo su propio precio, o en el no competitivo, en cuyo caso acepta el precio que resulte. Del roadshow (promoción ambulante) de esos papeles participó Martín Redrado, quien presidía la CNV en ese tiempo y no pareció hallar impropio de su función de regulador comprometer personalmente su imagen en una subasta accionaria particular. Después, y a pesar del escándalo causado en los medios bursátiles por la operación, la Comisión sólo atinó a iniciar un sumario cinco años después, bajo la presidencia de Guillermo Harteneck. Pero es probable que los responsables del organismo se sintieran atrapados en un terrible dilema: ¿para qué investigar a fondo a un grupo económico tan cercano al poder (menemista para el caso), que los amenazaría mediante una legión de abogados, si al final, de probar su culpabilidad, sólo podrían punirlo con una multa absurda que pagaría con la venta de uno solo de sus autos más baratos? Por de pronto, Macri amenaza ahora querellar a la CNV por haber difundido una resolución que no está firme, aunque en verdad todas las resoluciones se publican y todas pueden ser apeladas.
Nueve años atrás, Daniel Cardoni, presidente del banco mayorista Medefin (quebrado bochornosamente en 1998), le propone al resto del directorio participar en la licitación, a la que describe como “un negocio interesante”, pero obtiene una respuesta a lo Bartleby: preferiríamos no hacerlo. En cambio, accedieron a que él presentase ofertas a título individual a través del banco –que, llamativamente, no le reclamó garantía alguna de oferta–. El supuesto anzuelo fueron las comisiones que embolsaría la entidad. Cardoni interviene efectivamente a través de cuatro firmas suyas, todas situadas en paraísos fiscales, entre ellas BM International Bank (Bahamas), que ofertó en el segmento competitivo $ 20 millones –la postura individual más importante y más de un tercio de todas las recibidas en el tramo competitivo– a precios de entre $ 2,45 y 2,55 por acción, entre 55 y 61% superiores al precio mínimo que había anunciado Sevel como piso. Las otras tres fueron la Inversora Towlin (Uruguay), Financiera Gadsen y Financiera Lansing (ambas de Cayman Islands). Aunque estaba ofertando por unos $ 50 millones, Cardoni dice no haberlos tenido. Pero contaba, según refirió, con el compromiso de un banquero mexicano, a quien rehusó identificar en la investigación, que le aportaba el dinero. Sin embargo, el misterioso azteca se habría retractado a último momento, siempre según Cardoni, asustado por una caída sorpresiva y súbita de las bolsas latinoamericanas hacia el 18 de junio de 1992; esto es, seis días antes de que las cuatro offshore de Cardoni ratificaran sus ofertas en notas dirigidas a Medefin. Lo que en principio consta, por el sellado de su pasaporte y según copias simples presentadas, es que el presidente de este banco estuvo entre el 16 y el 19 en México.
Cardoni fue entonces a plantearle a Franco el trastorno: le iban a adjudicar un enorme paquete de acciones, que debería pagar a partir del día 25, pero no podría hacerlo. Macri, ante esto, en lugar de suspender la adjudicación, acuerda con Cardoni que el dinero sería puesto por Sevel, es decir, la misma sociedad que estaba lanzando los papeles. Todo esto fue admitido por los involucrados. De cualquier forma, Cardoni no presentó actas de las reuniones de directorio de Medefin ni precisó sus fechas, y tampoco probó la realización de otras gestiones para obtener financiamiento.
En la práctica, la oferta de Cardoni, que en los hechos terminaría siendo una aparente antosuscripción de Sevel, según surge de la descripción que la CNV hace del affaire, permitió elevar el precio de corte a $ 2 la acción, 26,6% por arriba del precio mínimo establecido. Textualmente, según el organismo, “de no haber existido la oferta presentada por BM (adjudicataria de 20.004.639 acciones) el precio de corte hubiera alcanzado a $ 1,58 por acción y no a $ 2,00, por la magnitud de su oferta en el segmento competitivo”. En concreto, sin las órdenes del Medefin, Sevel hubiese recibido $ 16,8 millones menos, Francisco Macri $ 12,6 millones menos y Blanco Villegas, $ 4,2 millones menos. Diferencia total: 33,6 millones. Es, vista al revés, la suma que el público pagó en exceso por las acciones compradas. Los perjudicados fueron 636 oferentes del tramo competitivo y todos los del no competitivo.
Consumada la operación, Cardoni, con sus paradisíacas sociedades, debía devolverle a Sevel el dinero que ésta les había anticipado en remplazo del incógnito mexicano arrepentido. Pero como seguía sin tener con qué, esa vez la plata la puso Mauricio Macri, que a la sazón era director de Sevel. Su padre admitió haber dado instrucciones en ese sentido a su hijo (que prefirió no responderles a los investigadores). Mientras tanto, las cuatro compañías de Cardoni le habían cedido todos los derechos sobre las acciones a Lawton International Corporation, de las Islas Vírgenes (otro edén tributario). No está determinado, a todo esto, quién es el dueño de Lawton. Sí que el capital social de esa empresa era de 1 dólar.
En cuanto al dinero, Sevel transfirió 50 millones de dólares el 25 de junio de 1992 a Brown Brothers Harriman, de Nueva York, a través de tres imposiciones financieras a corto plazo, que le fueron devueltas con los respectivos intereses (mediante el dinero que remesó Mauricio Macri). Aquel día 25, Medefin otorgó formal carta de pago a Lawton sin que ésta hubiera desembolsado suma alguna y anticipó el valor del total de las acciones adjudicadas a las cuatro firmas offshore de Cardoni, transfiriendo $ 48 millones de su cuenta en el BCRA a la del Citi, todo esto sin que BM contara siquiera con una carpeta comercial en Medefin.
La información sobre parte de estos movimientos fue provista a la CNV por su homóloga estadounidense, la SEC (Securities and Exchange Commission). Según relata la CNV, Macri objetó las facultades de ésta para requerir documentos provenientes de la SEC por no estar traducidos al español.
En su descargo, Franco arguyó haber aceptado financiarle a Cardoni el pago de las acciones que le fueron adjudicadas ante la irrevocabilidad de las ofertas y para ahorrarse acciones judiciales que podrían demorar años. El dueño de Correo Argentino, Sideco, Pago Fácil y muchos peajes negó haber incurrido en una “manipulación”, sosteniendo que la suya no fue unaoperación de compra de acciones de Sevel, y que su intervención posterior no causó alzas ni bajas en la cotización. Es más: según Macri, una manipulación de mercado no puede tener lugar en una oferta pública de títulos valores como la lanzada por Sevel, sino solamente en el mercado secundario (reventa). Es significativo que uno de los grandes estudios que patrocina a Macri sea el de Héctor Alegría, quien fue largo tiempo presidente de la CNV. Otro es el de Horacio Fargossi. También que Jorge Aguado, vice de Socma (Sociedades Macri), sea vicepresidente de la Bolsa de Comercio, además de presidente de Idea.
Cardoni se defendió en términos sustancialmente idénticos a los de Franco, además de citar sus afanes por conseguir financiación, aunque sin precisar fechas ni nombres. En cuanto a Mauricio Macri, al igual que otros directores de Sevel, afirmó no haber tenido conocimiento de las colocaciones financieras (U$S 50 millones) de la empresa en el BM Bank. Esto significaría que su padre no le informó sobre un asunto de tanta trascendencia, aunque después salió de una cuenta suya la plata con que Cardoni le devolvió el préstamo a Sevel. Mauricio presentó además un desarrollo doctrinario y jurisprudencial de la teoría “de la prohibición de regreso”, cuyo argumento central es que todo favorecimiento imprudente de realizaciones dolosas ajenas es impune. Pero, a juzgar por la multa en juego, la impunidad es mucho más abarcativa que cualquier doctrina. En otras palabras: Franco zafará pagando $ 4300 de multa. A Mauricio le bastarán 500.


 

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