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ARRECIAN LAS PROTESTAS EUROPEAS CONTRA SU POLICIA
Disparen contra Il Cavaliere

El regreso a casa de los manifestantes de Génova levanta pedidos de explicaciones de Francia, Alemania, España y Gran Bretaña.

Abogado: “Nos golpeaban en las heridas, nos golpeaban la cabeza contra la pared. Vi cómo me manaba la sangre y cuando pedí un abogado me volvieron a golpear”.

Silvio Berlusconi habló ayer ante el Senado. Tenso, y sin rastros de la autoconfianza del pasado.

Por Eduardo Febbro
Desde París

“Todavía siento el olor de los excrementos de las personas detenidas a las que les prohibíamos que fueran al baño.” Esta confesión es apenas una parte de la extensa declaración hecha por un policía italiano que contó en detalle la feroz represión policial con que se castigó a los manifestantes antiglobalización detenidos en la pasada cumbre de Génova. El escándalo provocado por lo que muchos llaman ya “la noche chilena” es tal que el conjunto de las capitales europeas comienza a movilizarse para encontrar una respuesta jurídica a los abusos cometidos. Por el lado oficial, el ministro italiano de Interior, Claudio Scajola, ordenó ayer una investigación específica sobre los abusos policiales al tiempo que, presionado por izquierda y derecha, el presidente del Consejo italiano, Silvio Berlusconi, garantizó que su gobierno no protegería a los responsables. De hecho, para muchos observadores y protagonistas, todo apunta a demostrar que los “desórdenes de Génova” son el resultado de una operación policial perfectamente coordinada con el fin de romper la coherencia del movimiento contra la globalización ultraliberal.
Sin embargo, el horror vivido por los militantes detenidos, las pruebas filmadas de la evidente colaboración entre la policía y los grupos de extrema derecha que sembraron el caos, la influencia de las ONG que componen la galaxia protestataria más la intervención de altos responsables políticos del Viejo Continente no auguran días fáciles para Berlusconi. El diputado ecologista alemán Hans-Christian-Strobele está hoy a la cabeza de los partidos políticos que exigen la creación de una comisión de investigación internacional para determinar el grado de “responsabilidad de la policía italiana”. Según Strobele, lo ocurrido en Génova “recuerda las descripciones de los malos tratos que sufrieron los detenidos durante la dictadura militar argentina”. El diputado verde denuncia la saña con que la policía golpeó a decenas de manifestantes indefensos y pacíficos “hasta dejarlos en estado de ir al hospital”. En Francia, el mundillo político de izquierda hierve con las mismas iniciativas. Los verdes, los comunistas y la Liga Comunista Revolucionaria partieron en cruzada contra las fuerzas del orden. El diputado ecologista francés Noël Mamère presentó ayer en la Asamblea Nacional un pedido para que se cree una comisión especial encargada de investigar las condiciones en que un joven manifestante fue asesinado en Génova. Los comunistas se dirigieron expresamente a la presidenta del Parlamento Europeo, Nicole Fontaine, al tiempo que el presidente francés, Jacques Chirac, y el primer ministro socialista Lionel Jospin se encuentran también en el ojo de la tormenta. Diputados y asociaciones les exigen que presionen a Italia y a Europa para que se conozca la verdad.
Los hechos son de una gravedad extrema para un país que pertenece a la Unión Europea, la cual, a su vez, se vende como la cuna de la democracia mundial. Ni Estado de derecho, ni respeto. Fue “simplemente un crimen organizado y planeado desde las esferas del poder”, aseguran los miembros de la Liga Comunista Revolucionaria francesa. Francis Bavay, portavoz de los ecologistas franceses, afirma que “las grandes reuniones no deben ser espacios sin derecho reservados a quienes se toman por los grandes del mundo. Si los manifestantes rompieron bienes, la policía rompió a los manifestantes”. Christophe Aguiton, responsable de relaciones internacionales de la ONG Attac, arguye que pocos días antes de la cumbre del G-8 “todo indicaba que nos dirigíamos hacia una estrategia de la tensión”. Según Aguiton, nada de lo ocurrido en Génova es gratuito. Parael responsable de Attac, “no se puede creer en un simple enfrentamiento policial. La violencia que se de desató en Italia marca la voluntad de los Estados occidentales, cuyas policías se coordinan, de poner término a las protestas contra la globalización liberal”.
Los testimonios no dejan lugar a dudas. Los manifestantes franceses detenidos en Génova y liberados en las últimas horas ofrecieron un relato patético de lo ocurrido en el centro de detención de Bolzaneto, situado a 20 kilómetros de Génova. Vincent Bonnecase, miembro del grupo no violento Pinks, contó que lo llevaron a “un edificio donde había cuatro celdas. en una de ellas muchos jóvenes estaban parados en fila contra el muro. En otra de las celdas había unas 50 personas con la frente y las manos pegadas al muro. Se les había ordenado mantener las piernas abiertas y no moverse. Me dejaron así durante cinco horas. La policía pasaba todo el tiempo y nos golpeaba en las heridas. Nos golpeaban todo el tiempo la cabeza contra la pared. Vi como me manaba la sangre y cuando pedí un abogado me volvieron a golpear”.

 


 

DE MAL GRADO, BERLUSCONI CEDE A SUS CRITICOS
Está bien, voy a investigar

Por Rory Carroll *
Desde Génova

El primer ministro italiano Silvio Berlusconi reconoció ayer la indignación internacional por la brutalidad policial en la cumbre del G-8 del pasado fin de semana en Génova, sugiriendo que purgaría a los comandantes responsables de los hechos. En una nerviosa presentación ante el Parlamento, prometió que no habría un intento de tapar el ensangrentado desastre de relaciones públicas que ha manchado su gobierno de dos meses de existencia. “Si hubo abusos, excesos y violencia, que pueden salir a la luz en investigaciones internas del Ministerio del Interior y del Poder Judicial, no habrá encubrimiento para quienes violaron la ley.”
La presión sobre el gobierno italiano se reforzó cuando el canciller británico Jack Straw amenazó con formular una protesta oficial sobre el trato a los manifestantes británicos. Straw ha preguntado al embajador italiano en Londres por qué los británicos debieron esperar más que los detenidos españoles para poder entrevistarse con su cónsul. Y la presión para protestas oficiales está aumentando también en Alemania, Francia y España. Ayer Berlusconi, visiblemente impactado, dijo que aquellos que cometieron errores pagarán el precio, aunque observó que los jefes de la policía y de los carabinieri (policía militar) habían sido nombrados por el gobierno anterior. Sin embargo, Berlusconi resistió los llamados de la oposición en favor de una comisión parlamentaria de investigación.
Uno de los manifestantes fue asesinado y una multitud fue golpeada por los policías que custodiaban la cumbre del Grupo de los Ocho en Génova, lo que levantó condenas tanto de políticos europeos como de grupos de derechos humanos. Alemania pidió a Roma una explicación a nivel oficial. La Justicia italiana abrió tres investigaciones sobre las acciones de la policía.
Berlusconi dijo que estaba sho- ckeado por lo que vio en televisión: kilómetros de imágenes de la crueldad policial durante el asalto a la escuela que era utilizada como centro de prensa por la principal organización antiglobalización de Génova, el Foro Social de Génova. El magnate mediático también se manifestó furioso de que su propio canal, Canale 5, y la estatal RAI 1 transmitieran imágenes que dañan directamente a su propio gobierno. Sin su ebullición característica, Berlusconi le dijo al Senado italiano que sus predecesores en el gobierno también son culpables de lo ocurrido al elegir como sede de la cumbre a una ciudad portuaria medieval donde era fácil para los grupos anarquistas convertir la protesta antiglobalización en un pandemonium. “Pero creo que todos estamos de acuerdo en que no debería haber confusión entre quienes atacaron y quienes fueron atacados.”
Las miradas de los ministros de gobierno se dirigieron hacia el ministro del Interior, Claudio Scajola, un protegido de Berlusconi, que ya soportó varios pedidos de renuncia. El jefe de policía Gianni de Gennaro dijo que Scajola estuvo informado cada minuto de lo que ocurría en el asalto a la escuela, pero el ministro lo niega. Los gobiernos de Alemania, Francia, España y Gran Bretaña están presionados para que protesten formalmente por el trato que se les dio a sus ciudadanos. Además, la credibilidad de la policía italiana se hizo pedazos cuando la justicia estableció que sólo uno de los 93 detenidos en el asalto era un anarquista violento, y por lo tanto fueron liberados inmediatamente.

* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

 

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