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Coria, semifinalista en Austria, es nuevo número uno

El tenista argentino batió a Stefan Koubek por 6-4 y 6-0 y juega la semifinal de Kitzbuehel ante Albert Costa. La otra, Lapentti-Blanco.

Guillermo Coria y su saludo a la manera del “matador” Salas.
Tras dos meses oscuros, volvió
con todo y está arriba otra vez.

El argentino Guillermo Coria –nuevo número uno del tenis nacional– derrotó al local Stefan Koubek en sets corridos y accedió a las semifinales del torneo de Kitzbuehel, en Austria, que dirimirá hoy con el español Albert Costa. El ecuatoriano Nicolás Lapentti y el español Galo Blanco disputarán la otra.
El torneo se quedó ayer sin su máximo favorito, el español Juan Carlos Ferrero, eliminado por Lapentti en dos sets, por 7-6 (8-6) y 6-2. Por otra parte, Albert Costa, tres veces campeón en el torneo austriaco, superó en los cuartos al sorprendente estadounidense Hugo Armando por 6-4 y 6-4. “Me gusta la gente aquí y las condiciones”, explicó Costa su dominio en Kitzbuehel, donde ganó 20 partidos y sólo perdió uno. Por su parte, el recuperado Coria derrotó al austriaco Stefan Koubek por 6-4 y 6-0 y puso fin así a una racha negativa de más de dos meses sin victoria en el circuito. “Estoy muy contento de salir de esta racha negativa. Ahora disfruto el doble”, dijo Coria en declaraciones tras su victoria.
El argentino, campeón en Viña del Mar y semifinalista en Montecarlo este año, afirma que no extraña la fama de marzo y abril, cuando se convirtió en uno de los jugadores de moda del circuito. En el ranking del próximo lunes recuperará de manos de Guillermo Cañas –que lo ostentó efímeramente al desplazar la semana pasada a Franco Squillari–, el número uno de la Argentina. “Va a ser difícil, se ve que le gusta mucho jugar acá”, reconoció Coria en relación a su semifinal contra Costa. En el último partido de cuartos de final disputado ayer, otro español, Galo Blanco, superó al rumano Andrei Pavel por 5-7, 6-4, 5-1 y abandono.
El torneo de tenis de Kitzbuehel reparte 900.000 dólares y puntos para los rankings de la ATP.
Resultados generales, cuartos de final: Nicolás Lapentti/Ecuador-Juan Carlos Ferrero/España 7-6 (8-6), 6-2; Galo Blanco/España-Andrei Pavel/Rumania 5-7, 6-4, 5-1 y abandono; Albert Costa/España-Hugo Armando/EE.UU. 6-4, 6-4 y Guillermo Coria/Argentina-Stefan Koubek/Austria 6-4, 6-0. Semifinales para hoy: Blanco-Lapentti y Coria-Costa.

 

OPINION
Por Diego Bonadeo

De Génova a Fukuoka

Las imágenes del nadador de Guinea Ecuatorial Eric Moussambani, salpicando y boqueando como un náufrago de la patéticamente ficticia “Expedición Robinson” de Julián Weich y compañía recorrieron el mundo. Fue cuando en las pruebas de natación de los Juegos Olímpicos de Sydney, los organizadores y la televisión malversaban a los competidores de verdad, difundiendo lo deportivamente ridículo, como si lo que “no debiera ser” fuese eso que se da en llamar “nota de color”. “Nota de color... negro” bien podría agregar Marcos Mundstock, si se tratara de un relato paradeportivo pergeñado por Les Luthiers.
Es un poco lo del fútbol, cuando se cuestiona el permanente hincapié en las cuestiones que entornan el fútbol-juego, en lugar de debatir, aunque sea de vez en cuando y en serio, alrededor de cómo se juega.
Las estadísticas y la tradición oral recuerdan que antes de que hayamos nacido la abrumadora mayoría de quienes hoy vivimos en la Tierra, el primer Tarzán reconocido mundialmente por quienes llevaron al cine la novela de Edward Rice Burroughs fue Johnny Weissmüller, un nadador que fue el primero en bajar el minuto en los 100 metros estilo libre. Y esto fue hace ochenta años. La foto de estos días de Moussambani en Fukuoka, Japón, lo muestra boqueando siempre y en estilo “perrito” aunque pareciera que algo más depurado que el de un año atrás. Entonces, en Australia, con treinta y un segundo y ochenta y ocho centésimas (31s88/100) alcanzó el octogésimo octavo (88º) lugar en el campeonato mundial, en el que el mejor nadador argentino, José Meolans, mejoró su mejor marca en los 50 metros libre, aunque después haya quedado eliminado en las semifinales.
Si el bizarro protagonista de esas fotos que dieron la vuelta al mundo por estos días –así como las imágenes de televisión lo hicieron un año atrás– apenas pudo bajar los treinta y dos segundos para los 50 metros, difícil sería suponer que para los 100 metros se tomara menos que un minuto y veinte segundos; esto es, algo menos del doble de lo que los más rápidos del mundo podrían registrar para la distancia.
Todo cierra, grotescamente. Así como en Génova los dueños de todo (embozados en la sigla G8) pretendieron en la semana que terminó -prevención, represión y sangre mediante– imponerle al mundo la consigna del pensamiento único que en definitiva supone que lo único que importa es ganar, es decir que las cuentas cierren –para ellos–; del mismo modo, desde Japón –Fukuoka, en este caso– los mismos personajes embozados detrás de la sigla FINA (Federación Internacional de Natación) utilizan el mensaje contrario. Como si en serio, para ellos, lo único que importara realmente fuese competir.

 

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