Por José
Natanson
Anoche, poco después
de las once, el jefe del bloque del PJ, José Luis Gioja, anunció
que la sesión del Senado que hasta ese momento se iba a desarrollar
ayer quedaba en suspenso. Los funcionarios del Gobierno no lo podían
creer: durante todo el día habían llamado uno por uno a
los senadores, forzado a algunos a volver del exterior, mandado a buscar
a otros con los aviones de Presidencia. Incluso habían realizado
una traspaso de mando desde el aire para liberar a tiempo a Mario Losada.
La explicación radicaría en la molestia de los senadores
peronistas por la falta de apoyo de los gobernadores de su partido (beneficiarios,
en última instancia, del acuerdo con el Gobierno). Por eso, en
la Rosada confiaban en que la cosa no pasará a mayores: hoy el
PJ facilitaría el quórum y el evangelio oficial del déficit
cero quedaría finalmente convertido en ley.
La operación
Con el objetivo de apurar la sanción de la ley, Chrystian Colombo,
Domingo Cavallo y Ramón Mestre dedicaron los últimos días
a fatigar sus teléfonos: llamaron uno a por uno a todos los gobernadores,
senadores y a cualquier dirigente más o menos influyente que anduviera
dando vueltas. El argumento era el mismo: en tono de exigencia, de reclamo
y hasta de ruego, trazaron un panorama apocalíptico, mencionaron
más de una vez la palabra default e insistieron con
que la ley debería estar lista antes del lunes.
Asustados, los senadores del PJ modificaron su decisión inicial
de sesionar el martes y empezaron a prepararse para el fin de semana.
Aunque en principio iba a ser el domingo, la insistencia del Gobierno
y el temor a que les tiren el default por la cabeza pudieron
más: ayer al mediodía los principales referentes del bloque
peronista habían consensuado la sesión de anoche. Nosotros
nos sentamos si controlan a los suyos: no puede ser que los ayudemos y
después (Leopoldo) Moreau y (Pedro) Del Piero se conviertan en
los defensores de los jubilados, le dijo Gioja ayer a un emisario
del Gobierno.
Otra vez, la clave de la estrategia oficial fue Colombo. Desde temprano,
el hiperkinético jefe de Gabinete se contactó con los senadores
y gobernadores peronistas. Por la tarde, Colombo, Mestre y el asesor cavallista
Horacio Liendo se reunieron en la Casa de Tucumán con el gobernador
de esa provincia, Julio Miranda, el riojano Angel Maza, el jujeño
Eduardo Fellner, el santiagueño Carlos Juárez, el formoseño
Gildo Insfrán y los vicegobernadores de La Pampa y de Misiones.
Allí se cerró un preacuerdo: el Gobierno aceptó los
reclamos del PJ (recursos para el Fondo Fiduciario, refinanciación
de deudas en el Banco Nación, entre otros puntos) y a cambio se
llevó un compromiso para que los senadores peronistas faciliten
el quórum.
Colombo y Mestre volvieron a Rosada. En mangas de camisa, los funcionarios
sacaron la lista de senadores y realizaron un último punteo: uno
por uno, querían saber quiénes estaban, quien podrían
llegar en las próximas horas y cómo votaría cada
legislador.
Cerca, el secretario privado de De la Rúa, Leonardo Aiello, coordinaba
la infraestructura de la operación: como muchos peronistas que
estaban en sus provincias tenían dificultades para llegar a tiempo,
el Gobierno organizó una recorrida con los aviones de Presidencia,
que fueron y vinieron trayendo senadores.
En Perú, donde presenció la asunción de Alejandro
Toledo, De la Rúa decidía adelantar su vuelta. Había
que apurarse: para que el Senado sesionara era necesario liberar a Mario
Losada, que hasta que no devolviera el mando no podía sentarse
y votar. Además, en la comitiva estaba el senador justicialista
Ricardo Branda.
Mientras en el bloque peronista, reunido en el Congreso, aparecían
las primeras diferencias, el Tango 01 se acercaba a Buenos Aires. A las
ocho,Losada había llegado al Aeroparque: aprovechando que el avión
ya se encontraba en el espacio aéreo argentino, realizaron el traspaso
de mando desde el aire. Va a tener una repercusión muy favorable
y nos permitirá encausar la situación que viene causando
inquietud, por no decir preocupación, a todos los argentinos,
dijo De la Rúa sobre la ley apenas aterrizó.
Losada ya estaba en el Congreso reunido junto a los senadores de su partido,
a quienes se sumaron Mestre y Colombo para un último repaso. Esperaban
a que el PJ resolviera. A las once de la noche, Losada caminó hasta
el bloque del PJ, donde le informaron que la sesión recién
podría realizarse hoy.
A las once, luego de una larguísima jornada, Gioja apareció
para anunciar, sin dar mayores explicaciones, que la reunión del
bloque del PJ pasaba a cuarto intermedio hasta hoy. Y que recién
entonces evaluarían si contribuirán o no con el quórum.
Razones
¿Por qué, si desde temprano estaba previsto que
la sesión se realice ayer, a último momento el PJ decidió
posponerla? Los senadores peronistas querían un apoyo amplio
de los gobernadores del PJ. Pero en lugar de eso sólo vinieron
tres o cuatro gobernadores de provincias chicas y algún que otro
vicegobernador, explicaba anoche un funcionario del Gobierno. No
querían pagar ellos solos el costo político cuando, en realidad,
los que más se benefician son los gobernadores, que consiguieron
una serie de demandas para sus provincias, agregaba (ver aparte).
De todos modos, en la Rosada aseguraban que hay un compromiso (aunque
inestable) para que la ley del recorte se trate hoy. Nos hicieron
transpirar un poco más, pero la van a aprobar. Si no, no hubieron
venido a Buenos Aires, se esperanzaban ayer en el Gobierno.
Si todo marcha bien, hoy, luego de la reunión de la Comisión
de Labor Parlamentaria, el peronismo aportará sus hombres para
llegar al quórum estricto de 37 senadores. Con el apoyo de sus
aliados provinciales (a quienes podrían sumarse algún peronista
si hiciera falta), el oficialismo reuniría los dos tercios para
habilitar el tratamiento de la ley sobre tablas. El radicalismo tiene
20 senadores y necesita 19 la aprobaría cómodamente
en general. Pasarían entonces al análisis de cada artículo:
en este caso, la estrategia oficial es sumar a algunos legisladores provinciales
como el salteño Roberto Ulloa, el sanjuanino Juan Carlos
Loza, el fueguino Ruggero Pretto o el correntino José Antonio Romero
Feris para compensar a Leopoldo Moreau y Alberto Maglietti, los
últimos rebeldes radicales que quieren introducir modificaciones
al texto de Diputados.
Recién entonces el Gobierno conseguiría la ley tan deseada.
En realidad, el recorte ya está funcionando por decreto,
pero lo que necesitábamos era un gesto de consenso político
antes del lunes, aseguraba ayer un importante funcionario. Con el
ajuste convertido en ley, el Gobierno tendrá la señal que
quería y todo indica que los mercados lo dejarán tranquilo
(al menos por ahora). Desde luego, esto no significa que tenga el futuro
asegurado. Es un parche. Ahora hay que ver cómo seguimos,
decía anoche, exhausto, un importante funcionario.
EL
PERONISMO NEGOCIO, PERO A ULTIMO MOMENTO DIO MARCHA ATRAS
Desacuerdo y bronca de los senadores
Por Martín
Piqué
El entusiasmo del Gobierno,
que ya contaba con una sesión de madrugada, se diluyó rápidamente:
el acuerdo que había conseguido con las provincias chicas no sirvió
para encarrilar la bancada de senadores del PJ, que ayer decidió
no tratar el proyecto de déficit cero e inició
un un cuarto intermedio hasta hoy a las 14, cuando retomará
la discusión con el objetivo de unificar la postura del bloque,
como anoche señaló a Página/12 su titular, el sanjuanino
José Luis Gioja. Nos faltan hacer algunas consultas,
repitió Gioja delante de las cámaras.
El anuncio de última hora terminó con los rumores que habían
llegado a esperanzar al oficialismo: las dos bancadas mayoritarias habrían
estado dispuestas a tratar el ajuste ayer mismo. El acuerdo del Ejecutivo
con ocho provincias gobernadas por el PJ había contribuido a las
especulaciones. Ayer, el propio Gioja se preocupó por desmentir
lo que decían otros y negó a este diario que
a algunos miembros de su bloque les haya molestado la actitud de varios
gobernadores importantes, que se quedaron en sus provincias. Sin embargo,
precisamente ese argumento fue el más repetido por otros senadores
del PJ.
Pese a que el Gobierno los había convocado en medio de los temores
por un derrumbe financiero, los mandatarios provinciales del PJ respondieron
a medias: mientras los gobernadores de las provincias chicas
llegaron en distintos vuelos, los tres con aspiraciones presidenciales
brillaron por su ausencia. La negociación se realizó en
la sede porteña de la Casa de Tucumán. Julio Miranda, el
anfitrión, se encargó de llamar por teléfono a los
que aún no habían llegado: especialmente a Ruckauf, De la
Sota y Reutemann. Mientras el tucumano utilizaba su celular, los demás
trataban de interpretar sus gestos. Estaban Angel Maza (La Rioja), Eduardo
Fellner (Jujuy), Gildo Insfrán (Formosa) y Carlos Juárez
(Santiago del Estero), junto a los vicegobernadores de La Pampa y Misiones,
Heriberto Mediza y Mercedes Oviedo.
Unos dicen que Ruckauf está en Europa, otros que se fue a
Villa Gesell a un encuentro con intendentes, comentó Miranda.
Sus colegas trataron de reprimir la bronca, pero ya no pudieron disimular
el desagrado cuando escucharon que De la Sota había ido a visitar
al diputado Humberto Roggero : Ahora el Gallego se recibió
de enfermero, chanceó uno. Los intentos de ubicar a Reutemann
también fueron vanos: su celular repetía sin cesar la frase
apagado o fuera del área de servicio.
Nos están jodiendo. Dejemos todo y mandémonos a mudar
propuso entonces uno de los presentes, aunque la idea fue dejada
de lado.
La rabia de los gobernadores tenía una explicación: interpretaban
que los grandes habían querido eludir el costo político
de aparecer como responsables del recorte de sueldos y jubilaciones.
De todas formas, los gobernadores que se habían quedado en sus
provincias trataron de hacer llegar su voz de alguna forma. Reutemann
le transmitió su posición al senador Jorge Massat, el salteño
Juan Carlos Romero le comunicó la suya a Fellner, y en el caso
de Ruckauf ayer su portavoz fue el vice Felipe Solá, quien aunque
no asistió a la reunión, habló varias veces con el
senador Gioja.
A pesar de las inasistencias, el jefe de Gabinete Chrystian Colombo se
comunicó desde la Casa Rosada: Vénganse para acá,
les dijo. Nosotros no vamos, vengan ustedes para acá,
le retrucó Insfrán. La comitiva oficial aceptó el
convite, y apareció un rato después. Estaba conformada por
Colombo, el ministro del Interior Ramón Mestre, el secretario de
Provincias del Ministerio de Economía, Hugo Garnero, y el asesor
externo del Ministerio de Economía Horacio Liendo.
La delegación del Gobierno fue directo al grano: ofrecieron un
acuerdo de cinco puntos a cambio de que el proyecto de déficit
cero se tratara ayer en el Senado. Los gobernadores aceptaron rápidamente,
aunque destacaron que su compromiso consistiría en trasladarse
al Congreso (algoque ya estaba previsto) para intentar convencer a los
senadores de que bajaran a sesionar.
El punto más importante del acuerdo es una garantía explícita
de que el Ejecutivo va a cumplir con el pago del Fondo Fiduciario y la
creación del Bono Federal: para esto, se utilizarán los
fondos patrióticos que aportarán los bancos
privados. Al respecto, tras la reunión los operadores provinciales
comentaron que Colombo se comprometió en implementarlo cuanto
antes. La negociación incluye también el reconocimiento
de la deuda por coparticipación de tres puntos del IVA: una suma
que ronda los 1200 millones de pesos. Para pagarla, los funcionarios de
Economía les entregará certificados a 16 años. La
última medida consisten en la refinanciación de deudas que
las provincias tienen con el Banco Nación.
Hoy, cuando se reúna nuevamente, el peronismo tratará de
reunir a la mayoría de los senadores y gobernadores para que, todos
juntos, dejen su mácula en la aprobación de la ley que el
Gobierno pide como el aire.
OPINION
Por Martín Granovsky
|
Carta de Buenos Aires
a París *
N. de la R.: El virus SirCam, que hackea computadoras y, antes
de destruirlas, envía documentos de Word a quien no tiene
que recibirlos, hizo que fuera posible leer un texto adjuntado seguramente
en un e mail. Es difícil saber si se trata de un diplomático,
un periodista, un académico o un simple turista curioso.
Solo firma Claude Daniel, pero vale la pena detenerse en su información.
M.G.
Querido tío Bertrand:
Sé que en París no están obsesionados por lo
que pasa en la Argentina, y los entiendo. A esta altura de la noche,
madrugada tuya, ya deben haber cenado en Montmartre, tomado un café
en la Place de la Contrescarpe y discutido intensamente sobre el
problema que nos ocupaba en los últimos meses, sobre todo
después de la segunda botella de vino: el Sena, ¿seguirá
subiendo? ¿Nos impedirá usar la bicicleta por las
veredas que están junto al río? Como a Jean Paul,
te insisto en que no dejes de fijarte en la cota del agua e informármelo
por mail.
Por aquí he comprobado una vez más que los argentinos
están locos. Para que te dés una idea, es muy tarde
en la noche del sábado, después de un día frío
pero soleado, y ni yo pude despegarme de la televisión, la
radio, la computadora y los llamados para conseguir la última
noticia. Mientras te escribo, el Senado discute si sesionará
hoy o no. Repito: es sábado a la noche. No quiero que tengas
la imagen errada de que los legisladores argentinos, a diferencia
de los nuestros, discuten las leyes en fin de semana. Solo que esta
vez entraron en pánico porque nadie desea quedar con la responsabilidad
de provocar una cesación de pagos. Todo es un poco absurdo,
porque en privado los políticos y los empresarios te comentan
que el default ya está jugado, y que solo es cuestión
de tiempo saber si llegará de una manera más o menos
controlada o bajo la forma de una hecatombe. Pero aunque la realidad
sea tan tozuda, ¿quién quiere pasar a la historia
como el malo de la película? El Gobierno dice que con la
ley de déficit cero recuperará por lo menos un poco
de orden y comprará tiempo. Hasta qué, no se sabe.
Hasta el milagro, tal vez.
Los funcionarios ni siquiera quieren oír hablar del default
ordenado. Le pregunté a un ministro por qué no tenía
en cuenta esa chance. Me miró como si estuviera delante del
diablo y me contestó:
Default es una palabra que no admite adjetivos. Es una tragedia.
Y punto.
Parecía convencido de lo que decía. Le pregunté
por qué en los últimos meses el Gobierno no imaginó
un escenario de devaluación, aunque fuese con la esperanza
de controlar algunas variables que serían incontrolables
en medio de una corrida.
No vamos a devaluar me dijo, y me imaginé que
así debía contestar Robespierre en sus discusiones
con los girondinos.
Ya debés conocer el informe del Bank of America a sus clientes.
Aquí lo publicaron casi todos los diarios. Dice que la Argentina
corre un gran peligro de abandonar la Convertibilidad (una forma
de pronosticar que devaluará) y que en ese caso la paridad
podría pasar de un dólar igual un peso a un dólar
igual dos pesos o cuatro pesos y medio. Hablé del tema con
un embajador. Te le voy a decir con eufemismos, como escriben los
periodistas cuando no quieren dar detalles: un embajador europeo.
¿Ustedes creen que la devaluación es evitable?
le pregunté.
No le voy a contestar directamente dijo, bien diplomático.
Prefiero contarle mi experiencia personal. Cuando llegué
a la Argentina yo también estaba muy intrigado por el uno
a uno. ¿Cómo podía ser posible, si la Argentina
no era Hong Kong? Seis meses después, ya conocía la
historia de la hiperinflación, el pánico a volver
al 89 y también, debo decirle, la falta de un proyecto
industrial. Escribí un informe detalladísimo y lo
envié a mi Cancillería.
¿Y lo leyeron?
Por supuesto, es su trabajo. Pero lo que quiero decirle es
que poca gente en el mundo, sean diplomáticos o financistas,
se toma el trabajo de dedicarle seis meses de estudio a un país
que no es potencia. La mirada es más simple: algunos números,
un esquema político y preguntas como la que yo hice sobre
Hong Kong.
Los últimos días averigüé si alguien en
el Gobierno conocía una frase que, según me habían
contado, dijo Stanley Fischer, del Fondo Monetario Internacional,
hablando con De la Rúa. Encontré tres funcionarios
altísimos funcionarios, diría un
periodista que la conocían perfectamente pero no habían
querido ventilarla por el temor al diablo del que te hablé
antes. Hasta donde sé, es una frase dicha por Fischer a De
la Rúa con testigos delante. Te la consigno tal como me la
dijeron: Usted debe comprender que un país que tiene
un sistema cambiario único en el mundo no puede generar confianza.
Impresionante, ¿no? Me sonó muy práctica, y
emparentada con la frase del embajador europeo preguntándose
por qué la Argentina, que figura número 30 y no número
6 o 7 en el ranking, debería tener derecho a ser considerada
distinta por el resto del mundo.
No creas que aquí la gente ya se habituó a la idea
de una devaluación. La sensación que capté
es que ni siquiera los que la sugerían antes, aun en voz
baja, lo repiten ahora, pero no porque crean que sea el cuco sino
por un motivo peor: piensan que hay cucos mucho más terribles
y no ven que haya economistas ideando soluciones reactivadoras que
cumplan, al mismo tiempo, por ejemplo, con la necesidad de repactar
las tarifas de servicios, defender el peso e impedir la salida de
divisas.
En Buenos Aires, todos parecen economistas fugaces. Cualquiera sabe
cómo se calcula el riesgo país, y ya entendió
que cuando está tan alto no sirve para medir la tasa que
conseguirá la Argentina, porque directamente no conseguirá
ningún crédito a tasas exorbitantes, sino para evaluar
la velocidad con que los tenedores de bonos se desprenden de ellos.
También pregunté por los depósitos en los bancos.
Nada de lo que te voy a decir fue publicado todavía, y prometo
seguir investigando, pero dos datos me sonaron fundamentales:
Un diputado muy importante
me dijo que una compulsa entre banqueros de confianza le permitieron
sacar la conclusión de que el plazo promedio de los depósitos
a plazo fijo es de 43 días. La gente que empezó a
sacar el dinero y lo pasó a dólares o a cajas de seguridad
lo hizo desde el 4 de julio. Esos plazos fijos terminarán
de vencer, en promedio, alrededor del 17 de agosto, o sea que ahí
tendremos una evaluación de la tendencia. Sabremos si, como
dicen los banqueros, la mitad ya no renueva o si las cifras son
distintas (peores o, espero, mejores).
El Gobierno maneja estimaciones
de salida de depósitos mayores a los seis mil y pico de millones
de que se hablaba estos días. Un ministro dijo en una reunión
que él creía en un monto de 7500 millones, pero recomendó
no divulgarlo.
Con esta situación, no es extraño que los brasileños
se hayan puesto psicólogos, o sea argentinos. Leí
en Internet una nota de Humberto Saccomandi en Valor, un diario
económico de Brasil, que se titulaba Del primero al
último de los mundos y decía que la crisis
económica hace que la Argentina enfrente el final de los
sueños de grandeza. Mónica Yanakiew, la periodista
brasileña con más experiencia en coberturas sobre
la Argentina, está alternando sus análisis económicos
con artículos sobre la cumbia villera y las asambleas de
piqueteros porque intuye que hay fenómenos profundos en marcha.
Los corresponsales sufren todas las noches por si hay alguna noticia
que pueda darles vuelta lo que reconstruyeron durante el día.
Al principio también padecían al hiperquinético
de Cavallo, pero ahora están asombrados de lo contrario.
Dicen que lo ven bajoneado y ya no corren como antes cuando los
llaman del Ministerio de Economía. Saben que no habrá
grandes noticias ni grandes desplantes. El último jueves,
Cavallo llamó a una conferencia de prensa a los corresponsales
extranjeros para las ocho y media de la mañana y muchos se
quedaron en su casa.
Acá viven muy pendientes de lo que digan afuera, aunque ahora
es una de las pocas veces que tienen razón. Les cayó
bien la declaración de Jacques Chirac diciendo que Europa
no dejará caer a la Argentina y horriblemente mal la de Paul
ONeill afirmando que los argentinos son como son y que ni
siquiera tienen una industria de exportación para mostrar.
La verdad es que no se ve ningún signo de desesperación
en los norteamericanos. Fijate, si no: James Walsh, el embajador
de los Estados Unidos, se está yendo de vacaciones, y no
tenés idea de cuánto daría por saber si se
trata de un gesto de optimismo o de salud mental.
Te mando un gran abrazo y vigilame el Sena.
Claude Daniel
PD: El Senado pasó la discusión para mañana,
domingo. A cada rato quiero decirles a mis amigos argentinos que
lo siento mucho por todo, pero sospecho que no hay traducción
exacta de nuestro Je suis desolé.
* Aclaración al lector: el texto anterior no tiene ninguna
información novelada,
salvo la situación de la carta. Todos los datos pertenecen
a personajes reales y
fueron dichos por ellos. Incluso la frase de Stanley Fischer.
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