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REPORTAJE EXCLUSIVO AL PRESIDENTE DE LA
COMISION ISRAELI SOBRE DESAPARECIDOS JUDIOS EN ARGENTINA
“Israel debe abrir los archivos para que se sepa la verdad”

Pinjas Avivi fue secretario de
la embajada israelí en Buenos Aires
y luego cónsul durante la dictadura.
Era uno de los encargados de ayudar a detenidos judíos y uno de los responsables de sacar del país a cientos de perseguidos. Pronto volverá al frente de la comisión que investigará el destino de los desaparecidos judíos argentinos. �Espero que podamos aliviar los malos sentimientos contra Israel de las familias judías que tienen desaparecidos�, dice.

Avivi visitaba a detenidos
políticos judíos en las cárceles.

Por Guillermo Lipis *
Desde Jerusalén

Por presión de los argentinos residentes en Israel y por recomendación de la Comisión de Inmigración y Absorción del Parlamento y del entonces asesor legal del gobierno, en junio de 2000 fue creada una comisión que investiga el destino de los desaparecidos judíos en Argentina. Su mandato incluye ubicar sus cuerpos para darles sepultura, identificar a los bebés nacidos en cautiverio y dejar testimonio de lo ocurrido a través de la redacción de un informe. “Hace dos años escuché reclamos en el Parlamento y entendí que había que apoyar la creación de la comisión porque esos familiares tienen derecho a saber la verdad y nosotros tenemos necesidad de saber”, señaló Pinjas Avivi, presidente de la Comisión y director del Area América latina de la Cancillería israelí, un diplomático que tuvo un rol protagónico en la embajada israelí en Argentina durante la dictadura.
“Espero que con esta investigación podamos aliviar los malos sentimientos contra el Estado de Israel de familias judías en las que hay desaparecidos”, definió Avivi, que estuvo destinado en Buenos Aires en los años terribles de la dictadura. “Si vamos a encontrar algo que tenemos que corregir en nuestra historia lo vamos a hacer. Nada que encontremos vamos a ocultarlo. Una de las principales deudas de la embajada israelí en la Argentina es que conociendo la realidad nunca se publicara sobre su acción o inacción, o lo que no pudo hacerse en aquella época.” La Comisión arribará en los primeros días de setiembre y tomará contacto con organizaciones de derechos humanos y recibirá más testimonios que se agregarán a la larga lista ya recabada en Israel.
–¿Cuál era su función en la Embajada de Israel en la Argentina durante la dictadura?
–Fui primer secretario y luego cónsul. Fui una de las dos personas que tenía bajo su responsabilidad la misión de rescatar judíos. Durante más de veinte años no se difundió la información que tiene la Cancillería y tampoco nos dieron a los funcionarios la posibilidad de dar explicaciones sobre lo que hicimos. Y digo esto porque dicen que soy uno de los pocos que hicieron algo, pero con esta postura no se hace justicia con otros. Marshall Meyer, de la Comunidad Bet-El, o Dany Recanati, de la Agencia Judía, también estuvieron en la primera línea del frente de esa lucha. Estamos trabajando para que autoricen la apertura de los archivos antes de los treinta años reglamentarios. Mi recomendación personal es abrir todos los archivos. No creo que esto afecte a nadie, al contrario, el enterarse de la verdad podrá a aliviar a muchas personas.
–¿Para qué serviría disponer de los testimonios de la Comisión: sólo para dejar registro de la historia o Israel podría ejercer alguna acción política o judicial?
–En principio el material que recabemos será de difusión y utilización pública. Muchos se preguntan por qué Israel no tiene un juez Garzón: y resulta que entre Argentina e Israel no existe tratado de extradición. Sin embargo, los interesados en tomar nuestro trabajo van a poder hacer uso de él. Otra cosa que pretendemos es poder localizar los cuerpos de los desaparecidos judíos para poder darles a sus familias la posibilidad de tener una tumba donde recordarlos. La tercera tarea a la que estamos abocados es a compilar un banco de datos genéticos para transferir la información a la Argentina. La cuarta es la localización de los bebés nacidos en cautiverio. Nuestra intención no necesariamente es castigar sino encontrar respuestas.
–Si algún familiar quisiera iniciar acciones legales contra el Estado argentino, ¿el Estado de Israel lo apoyaría?
–La Comisión Israelí por los Desaparecidos Judíos en la Argentina tiene objetivos bien precisos, pero no le quita la alternativa a ningún familiar para que haga otro uso del material que la Comisión aporte a la búsqueda de la verdad. No limitamos nuestro material al uso académico.
–¿Con qué organismos de derechos humanos de la Argentina están en contacto?
–En general con todos, pero también con el Gobierno. El presidente De la Rúa es amigo de Israel y se muestra muy sensible a los problemas de antisemitismo en general. No podemos olvidar que el primer viaje de De la Rúa como presidente fue a Estocolmo, al encuentro internacional sobre la lucha contra el antisemitismo. Una de las primeras acciones que tomamos cuando se creó la Comisión fue explicarle al gobierno argentino que nuestro accionar no tiene intenciones antiargentinas sino de apoyo a la búsqueda de la verdad. Convengamos que a ningún gobierno le gusta que una comisión del exterior se instale o investigue pero, en este caso, el apoyo es completo.
–El trabajo de la Comisión no sería completo si no hay un análisis de cómo fue la posición de los funcionarios de la embajada y del Estado de Israel. Nadie olvida las relaciones de Israel con la dictadura.
–A pesar de que no fue uno de los objetivos con los que el Estado de Israel creó esta comisión, esta pregunta surgió más de una vez y hemos tomado la decisión de tratar de apoyar el afloramiento de la verdad en este tema. Al respecto vamos a recomendar que se abran todos los archivos correspondientes. No veo especialmente ninguna razón como para que cada papel que tenemos no sea publicado.
–¿Qué es lo que no pudo hacer Israel en aquella época?
–Es conocido que mucha gente salió del país gracias a la gestión de gente de la embajada. Creo que nadie se quejó porque no hayamos estado en todas las cárceles desde el norte al sur del país. Yo personalmente traté de entender, en aquella época y también hoy, que nuestros fracasos fueron en relación a quienes ya estaban desaparecidos cuando nos llegaba la denuncia.
–A ver si podemos poner esto en claro: usted dice que el margen de éxito de las gestiones de la embajada fue en casos de presos políticos y no de desaparecidos. ¿Es así?
–Cada vez que estuvimos en las cárceles tratamos de construir una lista con los nombres de todos los judíos que los presos mismos podían aportarnos. Incluso obtuvimos datos de personas cuyas familias no habían recurrido a la embajada. Cuando teníamos el dato íbamos a visitarlos, otorgándoles una especie de carta de seguridad porque pedíamos verlos de nuevo y otra vez, y otra vez, y su situación cambiaba automáticamente. Mucha gente no informó sobre la desaparición de sus familiares o lo hizo mucho tiempo después. En muchos casos se demoraron por consejo de los mismos carceleros, quienes les decían que si querían ver a su hijo libre o en disponibilidad tenían que quedarse quietos. Pasaban una o dos semanas y las familias, por temor, mantenían el silencio. Y ya era tarde para ejercer cualquier acción: llegaban a nuestra embajada dos o tres meses después luego de haber librado un hábeas corpus y haber ido a la embajada americana y la francesa.
–¿Cómo convivía este intento de rescate de personas con el apoyo que el Estado de Israel hacía a la dictadura en la guerra de Malvinas, la venta de armas o el entrenamiento militar?
–No creo que fueran compatibles. Lo que la gente no sabe es que no fue la embajada la que vendió armamento y, a la vez, buscaba gente en las cárceles. La venta de armas no pasó por el Ministerio de Relaciones Exteriores.
–¿Había una política de gobierno al respecto?
–Sí, pero no en esto. Hasta el día de hoy, donde hay un representante de una empresa armamentista, ellos hacen los negocios. No participamos en esta clase de comercio y nos está completamente prohibido hacerlo. A pesar de que le parezca muy, muy raro, la venta de armamento no pasó por la embajada sino que fue directamente entre las empresas y el gobierno de la dictadura.
–¿Qué cantidad de gente sacaron de Argentina?
–Centenares, pero no sé cuántos con certeza. No existe una lista, ni yo sé cuántos fueron.
–¿Cómo era su relación con la DAIA?
–Ellos tenían una situación distinta a la nuestra porque debían garantizar la seguridad de los judíos que no estaban en la cárcel o secuestrados. Habían muchas discusiones sobre lo que se podía o no se podía hacer o sobre lo que hacíamos nosotros, desde la embajada, yendo a las cárceles de manera tan abierta. En la comunidad había muchos que pensaban que, si estaban en la cárcel, “por algo será”. A nosotros no nos importaba si alguno había hecho algo, no tenían al sistema legal de su lado y mientras no hubiera transparencia en la Justicia teníamos el deber de apoyarlos. Tampoco intentábamos saber por qué estaban en la cárcel, sólo queríamos saber si, de verdad, tenían sangre en las manos, fueron arrestados por temas políticos o por figurar en la agenda de alguien. No nos importaba si, al ser liberados llegaban a Israel o a otro lado. Si podíamos ayudar a alguien a salir lo hacíamos. También había diferencias entre la acción de la embajada y la Agencia Judía, que trataba de garantizar que la gente llegara a Israel. Nosotros no exigíamos nada, cualquier judío podía ir a donde quisiera y ésa era la orden que nosotros cumplíamos. Había algunas personas que creían que el trabajo de la embajada podía afectar a toda la comunidad. No recuerdo, fuera de Marshall Meyer, ningún otro rabino que visitara las cárceles. Cuando acompañé a Timerman al aeropuerto le pedí que no atacara al gobierno militar porque corría peligro nuestro trabajo. Sin embargo, cuando llegó a Madrid, dio una conferencia de prensa y la consecuencia inmediata fue la imposibilidad de seguir sacando judíos de las cárceles.
–¿Quién era su contacto en la dictadura?
–Los directores de las cárceles. El embajador de turno trataba con el ministro del Interior y el presidente. La primera vez que fui solo a visitar una cárcel fue al penal de Sierra Chica. Cuando llegué al aeropuerto, el taxi me dejó a unos cinco kilómetros y tuve que ir caminando; llegué, pasé los controles y me dejaron en una habitación encerrado con llave esperando. Ahí me pregunté qué estaba haciendo allí, encerrado en una habitación, habiendo llegado solo y sin testigos. “¿No estaré también yo desaparecido en este momento? Me preguntaba a mí mismo”.
–¿Confiaba en la palabra de los militares argentinos?
–No había ninguna manera de saber, realmente. No nos veían como enemigos del gobierno pero cuando estaban convencidos de que el preso merecía ser castigado, y uno estaba tratando de ayudarlo bueno, no éramos tratados exactamente con amor y delicadeza. Yo intentaba ser justo y gentil para no incentivar hostilidades. Con el tiempo se fue creando una relación correcta, fría, pero nunca franca. Nunca supe si me decían la verdad o no.
–¿Qué derivaciones o resultados concretos cree que tendrán las investigaciones de la Comisión?
–Tenemos razones para pensar que podríamos llegar a obtener los cuerpos de los desaparecidos. Haremos todo lo posible para tratar de cumplir con ello.
–¿Cree que la dictadura fue antisemita?
–No creo que hubo gente arrestada por judía, pero estoy convencido de que fueron mucho peor tratados al saberlo. Los testimonios que tenemos dan prueba de ello.

* Director de la revista Nueva Sión.

 

De la Rúa con Shimon Peres

El presidente Fernando de la Rúa se reunió ayer en Lima con el primer ministro y canciller de Israel, Shimon Peres. En el breve encuentro que mantuvieron, Peres le informó que en breve llegarán a la Argentina los miembros de la comisión israelí que investiga el destino de los argentinos judíos desaparecidos en la última dictadura.
De la Rúa expresó que los recibirá “con gusto” y que tendrán el apoyo de su gobierno. A su vez, los mandatarios hablaron de la situación que atraviesan sus respectivos países. Tras el encuentro, De la Rúa sostuvo que Peres “aprecia los esfuerzos económicos que se están haciendo en el país”.

 

Cómo hacer contacto

“El trabajo de la comisión tiene dos momentos distintos. La recolección de testimonios estará lista para fin de año y la redacción del informe académico llevará otros seis meses”, explica Pinjas Avivi. “Si no logramos que los investigadores se pongan de acuerdo en las conclusiones, decidimos que vamos a publicar las conclusiones individuales a las que cada uno haya arribado.” Toda persona que posea información capaz de echar luz sobre el destino de los desaparecidos judíos en la Argentina entre 1976 y 1983 puede contactarse con la Comisión:
Por teléfono, en español, con Alex Ben Tzví, Ministerio de Relaciones Exteriores, Jerusalén: (00972) 2-5303556. En hebreo con Yael Pressman, Ministerio de Justicia, Jerusalén: (00972) 2-6466686.
Por fax: (00972) 2-5303131.
Por correo: Departamento América latina, Ministerio de Relaciones Exteriores, Hakirya-Romema, Jerusalén.
Por e-mail: [email protected]
Embajada de Israel en Argentina, en castellano, inglés o hebreo: 114338-2500.

 

Quién forma la comisión

La Comisión israelí por los desaparecidos judíos en la Argentina está compuesta por representantes de tres sectores:
Por el Ministerio de Relaciones Exteriores: Pinjas Avivi, director general adjunto para América latina (presidente de la Comisión) y Yoed Magen, América latina, sección 2 (Sudamérica).
Por el Ministerio de Justicia: Irit Kahan, directora del Departamento Internacional, y Yael Pressman.
Por las familias de los desaparecidos: Oscar Jaimovich, Asociación israelí “Memoria”, en recuerdo de los desaparecidos en la Argentina (economista,Ministerio de Defensa), y Efraim Zadoff, representante de las familias de desaparecidos judíos en la Argentina y coordinador de documentación (historiador, Universidad de Haifa).
Investigador académico: Eddy Kaufman, Universidad Hebrea de Jerusalén.

 

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