Por Luke Harding
Desde
Nueva Delhi
Nadie está totalmente
seguro de cuánto tiempo estuvieron esperando los asesinos. Cuando
Phoolan Devi, la ex bandolera más famosa de India, regresó
a su bungalow al mediodía del martes, seguramente no notó
el Maruti verde discretamente estacionado afuera. Tampoco notó
a los tres hombres enmascarados y armados que salieron del auto. Devi
había llegado al portón de adelante cuando la alcanzó
el primer disparo, seguido por cuatro más. Tres disparos le dieron
en el cuerpo, pero dos hicieron blanco directamente en la cabeza. Mientras
caía al suelo, su guardia de seguridad disparó a su vez.
Pero no fue un verdadero duelo: a los pocos segundos él también
yacía en el suelo.
Habiendo completado su tarea, los tres misteriosos asesinos huyeron en
su Maruti, antes de abandonar el vehículo en Connaught Place, el
concurrido centro comercial de Delhi. Escaparon en un vehículo
a tracción humana (rickshaw), una extraña forma de transporte
para una banda de asesinos despiadados. Mientras Devi yacía inmóvil
en el suelo, desangrándose hasta la muerte, oscuras nubes monzónicas
cubrían el cielo. Murió antes de llegar al hospital. Fue,
en todo sentido, un asesinato no convencional. Pero claro, Devi, celebrada
en la India como la Reina de los Bandidos, llevaba una vida no convencional.
Aunque ella no la hubiera elegido, la forma de su muerte fue la apropiada
para una mujer que solía compararse a Durga, la diosa hindú
sedienta de sangre. En sus 38 años, Devi había recorrido
un largo camino desde el salvaje valle del río Chamba en Madhya
Pradesh, donde había nacido, a Ashoka Road, la amable e inocente
escena de su asesinato. Aquí, llevaba la vida de una respetable
miembro del parlamento indio. Y aún no es claro si la responsabilidad
por su muerte recae en su relativamente nueva carrera como política,
o en su antigua encarnación como bandida cruel y vengadora.
Mientras los parientes y amigos llenaban el hospital para darle un último
saludo, los detectives en Delhi armaban una lista de los sospechosos.
La lista, indicaron unas fuentes, era extremadamente larga. Los miembros
de partido Samajwadi de Devi ya estaban cargando las culpas de su asesinato
en los oscuros políticos de Uttar Pradesh, el enorme estado que
ella representó en el Parlamento desde 1996. El partido Samajwadi
es el principal contrincante del partido de derecha nacionalista hindú
Bharatiya Janata, que conduce la fracturada coalición de gobierno
de la India. Pero es más probable que la verdadera razón
de su asesinato esté en la temprana carrera de Devi como bandida,
y en particular su espectacular masacre de 22 personas de campesinos de
alta casta en 1981, una acción que iba a asegurarle instantánea
notoriedad. Sin embargo, su mayor crimen no estaba en los asesinatos per
se, sino en el hecho de que había osado desafiar el riguroso y
antiguo sistema de castas de la India.
El paraíso de los
ladrones
Para las castas más bajas, Devi, cuya carrera fue inmortalizada
en la película Reina de los Bandidos de Shekah Kupar, era la respuesta
india a Robin Hood. Pero para las clases propietarias de tierras, o tharkus,
era una peligrosa amenaza al inmutable orden social. Para entender su
historia hay que regresar al valle del río Chambal, y a su paisaje
surrealista de cañadas gigantes, grietas retorcidas y junglas salvajes.
El valle tiene la reputación de ser la guarida de ladrones armados
o dacoits. Cuando cae la tarde sobre los pueblos del valle, los hombres
armados surgen de las sombras, exigiendo dinero o valores a los desgraciados
viajeros que se cruzan en su camino. Fue en este medio sin ley que Devi
nació en 1963, la segunda hija de un campesino analfabeto de casta
inferior.
El lugar de su nacimiento, Gorha Ka Purwa, es poco más que una
colección de chozas de barro cónicas sobre los bancos del
río Yamuna; no figura en ningún mapa. A la edad de 11 años,
el padre de Devi la vendió en matrimonio a un hombre tres veces
mayor que ella. Recibió una bicicleta yuna vaca a cambio. Luego
se escapó después de haber sido abusada y humillada. Pero
su familia no estaba precisamente encantada con su vuelta. Como una mujer
casada errante, los del pueblo la esquivaban. También la acusaban
de bañarse desnuda en el río y de mala conducta. Finalmente,
su primo hizo que la policía la detuviera después que ella
objetara al hecho que él le había robado la mayor parte
de la pequeña parcela de tierra de su padre. Mientras estuvo detenida,
los oficiales de policía la violaron repetidas veces y abusaron
de ella. Aunque su historia era terrible, de ninguna manera era única
y Devi más tarde señaló que muchas otras mujeres
de castas bajas en la India habían sufrido experiencias similares.
Lo que hace que su historia sea notable es lo que sucedió después.
Como la mayoría de los grandes mitos, algunos de los detalles permanecen
confusos y a Devi misma le gustaba confundirlos más. Pero parece
no haber duda de que a los 20 años fue secuestrada por un líder
de una banda dacoit, Babu Gujar. El hombre lideraba un grupo que vagaba
por las impenetrables cañadas del valle. Gujar abusó de
ella durante 72 horas antes de que su subordinado de casta baja, Vikram
Mallah, lo matara de un tiro. Devi rápidamente se convirtió
en la amante de Mallah. Durante el año siguiente, en un area de
12.000 kilómetros cuadrados, la pareja se convirtió en una
réplica ejemplar de Bonnie y Clyde. Volaron trenes, saquearon hogares
de las castas superiores, y llevaron a cabo una serie de secuestros y
asesinatos. Por primera vez en su vida Devi estaba contenta. Pero este
estado de felicidad no duró. Hubo un ruido muy fuerte, el
sonido de una bala disparada recordó después.
Vikram se sentó de golpe, y yo creí que la policía
nos había rodeado. Quise alcanzar nuestros rifles pero habían
desaparecido. Luego, Vikram cayó hacia adelante. Dos ex miembros
de la banda, Sri Ram y Lala Ram, habían asesinado a Mallah. Estaban
indignados porque un miembro de las castas inferiores se hubiera convertido
en líder de la banda.
Algo peor le esperaba a Devi: fue atada y llevada a un remoto pueblo de
Behmai, donde una sucesión de hombres thakur de una casta alta
la violó y humilló durante varios días. Como indigno
final, la hicieron desfilar desnuda por todo el pueblo. Pero después
de escapar y unirse a otra banda de asaltantes, Devi decidió llevar
a cabo una singular forma de venganza de las castas inferiores.
Varios meses después regresó a Behmai, vestida esta vez
con un saco kaki, jeans azules y usando un brillante rouge de labios.
Una pistola Sten colgaba de su hombro, y en su mano llevaba un megáfono
a pila. Devi llamó a todos los del pueblo y les pidió que
entregaran a Sri Ram y a Lala Ram. Si no me los entregan pondré
mi pistola entre sus nalgas y las haré estallar. La que habla es
Phoolan Dev, Jai Durga Mata (Victoria a Durga, la Diosa Madre),
dijo. Los dos hombres no pudieron ser hallados. Así que Devi tomó
a todos los hombres jóvenes del pueblo y los hizo parar en línea
frente a un pozo de agua. Luego debieron marchar al río en fila
india. En la rivera verde se les ordenó arrodillarse. Hubo una
ráfaga de disparos y los 22 hombres estaban muertos.
Durante los próximos dos años, y mientras su fama crecía,
Devi evitó que la capturaran. Los campesinos de las castas inferiores,
para quienes ella se había convertido en una heroína, la
llamaban Dasyu Sundari (Hermosa Bandida). Los dos grandes dones
de Phoolan eran una astucia furiosa y un encanto fatal, una combinación
irresistible y un gran logro en una mujer que es tan brutal, dijo
Sunil Sethi, uno de sus críticos.
La reina parlamentaria
Dos años más tarde y cuatro después que comenzara
su carrera como delincuente, Devi decidió entregarse. Una
fría noche en febrero de 1983, ella y 12 seguidores salieron de
la cañada. El entonces ministro en jefe de Makhya Pradesh le dio
la bienvenida, junto con una multitud de alrededor de 8000 partidarios.
La mayoría estaba sorprendida de ver que la criminal más
infame de la India medía en realidad menos de un metrocincuenta.
Devi iba a pasar los próximos 11 años de su vida en la prisión
Central en Gwalior, una ciudad bastante agradable al norte de India, famosa
por su fortaleza en torre. Ella describió la experiencia como lo
más parecido a pudrirse. En la cárcel se hizo
amiga del escritor Mala Sen, cuya narración de su vida, La Reina
de los Bandidos, eventualmente se convertiría en una película
que la hizo internacionalmente famosa en la década de 1990.
Después de su liberación en 1994, Devi salió a reinventarse
nuevamente. Se casó, se convirtió a una forma de budismo
y entró en la política, formando un nuevo partido político
para las castas inferiores. La política, aunque le aportó
el privilegio de la inmunidad parlamentaria, resultó ser una profesión
mucho más aburrida que la de asaltante. En los últimos años,
Devi casi no era mencionada en los diarios. Hasta su asesinato esta semana,
había estado llevando una vida de relativa oscuridad y calma. Quizás
estaba sentando cabeza. Su última gran controversia involucró
la película de Kapur, La Reina de los Bandidos, que ella quiso
que se prohibiera. Simplemente no es la historia de mi vida, de
manera que ¿cómo pueden declarar que lo es?, le dijo
a Mary Anne Weaver, de la revista Atlantic Monthly. En la película
estoy retratada como un mujer quejosa, siempre llorando, que nunca en
su vida tomó una decisión consciente. Me muestran como violada
una y otra vez. La violación, añadió, era una
realidad en la vida de las mujeres de las castas bajas en todo el subcontinente,
que eran consideradas por los ricos como su propiedad .
Es probable que pase algún tiempo antes de que se revele el misterio
de su muerte. La policía en Nueva Delhi tiene pocas claves. Tiene
el número de la patente del automóvil, CIM907. Están
buscando huellas dactilares de los asesinos en el automóvil Maruti.
Uno de los asesinos fue herido, y todos los hospitales en Delhi están
en alerta por si llega alguien con heridas de bala sospechosas. Ayer todavía
se podía ver un charco oval de sangre en la puerta de la casa de
Devi, debajo de un cartel dorado que decía: Phoolan Devi
MP (Lok Sabha). Pronto, las lluvias monzónicas lavarán
la sangre y la mujer que sacudió a un subcontinente se desvanecerá
más aún en el mito.
* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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