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UNA HISTORIA DE VEJAMENES, PASION Y ODIO EN LA INDIA DE HOY
Fulgor y muerte de la reina bandida

La vida de Phoolan Devi, la parlamentaria y ex asaltante india asesinada esta semana podría integrar los cuentos borgeanos de la �Historia Universal de la Infamia�. Esta es la crónica, entre la política y las balas.

Miembros de las castas inferiores despiden esta semana los restos
de su heroína.

Por Luke Harding
Desde Nueva Delhi

Nadie está totalmente seguro de cuánto tiempo estuvieron esperando los asesinos. Cuando Phoolan Devi, la ex bandolera más famosa de India, regresó a su bungalow al mediodía del martes, seguramente no notó el Maruti verde discretamente estacionado afuera. Tampoco notó a los tres hombres enmascarados y armados que salieron del auto. Devi había llegado al portón de adelante cuando la alcanzó el primer disparo, seguido por cuatro más. Tres disparos le dieron en el cuerpo, pero dos hicieron blanco directamente en la cabeza. Mientras caía al suelo, su guardia de seguridad disparó a su vez. Pero no fue un verdadero duelo: a los pocos segundos él también yacía en el suelo.
Habiendo completado su tarea, los tres misteriosos asesinos huyeron en su Maruti, antes de abandonar el vehículo en Connaught Place, el concurrido centro comercial de Delhi. Escaparon en un vehículo a tracción humana (rickshaw), una extraña forma de transporte para una banda de asesinos despiadados. Mientras Devi yacía inmóvil en el suelo, desangrándose hasta la muerte, oscuras nubes monzónicas cubrían el cielo. Murió antes de llegar al hospital. Fue, en todo sentido, un asesinato no convencional. Pero claro, Devi, celebrada en la India como la Reina de los Bandidos, llevaba una vida no convencional. Aunque ella no la hubiera elegido, la forma de su muerte fue la apropiada para una mujer que solía compararse a Durga, la diosa hindú sedienta de sangre. En sus 38 años, Devi había recorrido un largo camino desde el salvaje valle del río Chamba en Madhya Pradesh, donde había nacido, a Ashoka Road, la amable e inocente escena de su asesinato. Aquí, llevaba la vida de una respetable miembro del parlamento indio. Y aún no es claro si la responsabilidad por su muerte recae en su relativamente nueva carrera como política, o en su antigua encarnación como bandida cruel y vengadora.
Mientras los parientes y amigos llenaban el hospital para darle un último saludo, los detectives en Delhi armaban una lista de los sospechosos. La lista, indicaron unas fuentes, era extremadamente larga. Los miembros de partido Samajwadi de Devi ya estaban cargando las culpas de su asesinato en los oscuros políticos de Uttar Pradesh, el enorme estado que ella representó en el Parlamento desde 1996. El partido Samajwadi es el principal contrincante del partido de derecha nacionalista hindú Bharatiya Janata, que conduce la fracturada coalición de gobierno de la India. Pero es más probable que la verdadera razón de su asesinato esté en la temprana carrera de Devi como bandida, y en particular su espectacular masacre de 22 personas de campesinos de alta casta en 1981, una acción que iba a asegurarle instantánea notoriedad. Sin embargo, su mayor crimen no estaba en los asesinatos per se, sino en el hecho de que había osado desafiar el riguroso y antiguo sistema de castas de la India.

El paraíso de los ladrones

Para las castas más bajas, Devi, cuya carrera fue inmortalizada en la película Reina de los Bandidos de Shekah Kupar, era la respuesta india a Robin Hood. Pero para las clases propietarias de tierras, o tharkus, era una peligrosa amenaza al inmutable orden social. Para entender su historia hay que regresar al valle del río Chambal, y a su paisaje surrealista de cañadas gigantes, grietas retorcidas y junglas salvajes. El valle tiene la reputación de ser la guarida de ladrones armados o dacoits. Cuando cae la tarde sobre los pueblos del valle, los hombres armados surgen de las sombras, exigiendo dinero o valores a los desgraciados viajeros que se cruzan en su camino. Fue en este medio sin ley que Devi nació en 1963, la segunda hija de un campesino analfabeto de casta inferior.
El lugar de su nacimiento, Gorha Ka Purwa, es poco más que una colección de chozas de barro cónicas sobre los bancos del río Yamuna; no figura en ningún mapa. A la edad de 11 años, el padre de Devi la vendió en matrimonio a un hombre tres veces mayor que ella. Recibió una bicicleta yuna vaca a cambio. Luego se escapó después de haber sido abusada y humillada. Pero su familia no estaba precisamente encantada con su vuelta. Como una mujer casada errante, los del pueblo la esquivaban. También la acusaban de bañarse desnuda en el río y de mala conducta. Finalmente, su primo hizo que la policía la detuviera después que ella objetara al hecho que él le había robado la mayor parte de la pequeña parcela de tierra de su padre. Mientras estuvo detenida, los oficiales de policía la violaron repetidas veces y abusaron de ella. Aunque su historia era terrible, de ninguna manera era única y Devi más tarde señaló que muchas otras mujeres de castas bajas en la India habían sufrido experiencias similares.
Lo que hace que su historia sea notable es lo que sucedió después. Como la mayoría de los grandes mitos, algunos de los detalles permanecen confusos y a Devi misma le gustaba confundirlos más. Pero parece no haber duda de que a los 20 años fue secuestrada por un líder de una banda dacoit, Babu Gujar. El hombre lideraba un grupo que vagaba por las impenetrables cañadas del valle. Gujar abusó de ella durante 72 horas antes de que su subordinado de casta baja, Vikram Mallah, lo matara de un tiro. Devi rápidamente se convirtió en la amante de Mallah. Durante el año siguiente, en un area de 12.000 kilómetros cuadrados, la pareja se convirtió en una réplica ejemplar de Bonnie y Clyde. Volaron trenes, saquearon hogares de las castas superiores, y llevaron a cabo una serie de secuestros y asesinatos. Por primera vez en su vida Devi estaba contenta. Pero este estado de felicidad no duró. “Hubo un ruido muy fuerte, el sonido de una bala disparada –recordó después–. Vikram se sentó de golpe, y yo creí que la policía nos había rodeado. Quise alcanzar nuestros rifles pero habían desaparecido. Luego, Vikram cayó hacia adelante.” Dos ex miembros de la banda, Sri Ram y Lala Ram, habían asesinado a Mallah. Estaban indignados porque un miembro de las castas inferiores se hubiera convertido en líder de la banda.
Algo peor le esperaba a Devi: fue atada y llevada a un remoto pueblo de Behmai, donde una sucesión de hombres thakur de una casta alta la violó y humilló durante varios días. Como indigno final, la hicieron desfilar desnuda por todo el pueblo. Pero después de escapar y unirse a otra banda de asaltantes, Devi decidió llevar a cabo una singular forma de venganza de las castas inferiores.
Varios meses después regresó a Behmai, vestida esta vez con un saco kaki, jeans azules y usando un brillante rouge de labios. Una pistola Sten colgaba de su hombro, y en su mano llevaba un megáfono a pila. Devi llamó a todos los del pueblo y les pidió que entregaran a Sri Ram y a Lala Ram. “Si no me los entregan pondré mi pistola entre sus nalgas y las haré estallar. La que habla es Phoolan Dev, Jai Durga Mata (Victoria a Durga, la Diosa Madre)”, dijo. Los dos hombres no pudieron ser hallados. Así que Devi tomó a todos los hombres jóvenes del pueblo y los hizo parar en línea frente a un pozo de agua. Luego debieron marchar al río en fila india. En la rivera verde se les ordenó arrodillarse. Hubo una ráfaga de disparos y los 22 hombres estaban muertos.
Durante los próximos dos años, y mientras su fama crecía, Devi evitó que la capturaran. Los campesinos de las castas inferiores, para quienes ella se había convertido en una heroína, la llamaban Dasyu Sundari (Hermosa Bandida). “Los dos grandes dones de Phoolan eran una astucia furiosa y un encanto fatal, una combinación irresistible y un gran logro en una mujer que es tan brutal”, dijo Sunil Sethi, uno de sus críticos.

La reina parlamentaria

Dos años más tarde –y cuatro después que comenzara su carrera como delincuente–, Devi decidió entregarse. Una fría noche en febrero de 1983, ella y 12 seguidores salieron de la cañada. El entonces ministro en jefe de Makhya Pradesh le dio la bienvenida, junto con una multitud de alrededor de 8000 partidarios. La mayoría estaba sorprendida de ver que la criminal más infame de la India medía en realidad menos de un metrocincuenta. Devi iba a pasar los próximos 11 años de su vida en la prisión Central en Gwalior, una ciudad bastante agradable al norte de India, famosa por su fortaleza en torre. Ella describió la experiencia como lo más parecido a “pudrirse”. En la cárcel se hizo amiga del escritor Mala Sen, cuya narración de su vida, La Reina de los Bandidos, eventualmente se convertiría en una película que la hizo internacionalmente famosa en la década de 1990.
Después de su liberación en 1994, Devi salió a reinventarse nuevamente. Se casó, se convirtió a una forma de budismo y entró en la política, formando un nuevo partido político para las castas inferiores. La política, aunque le aportó el privilegio de la inmunidad parlamentaria, resultó ser una profesión mucho más aburrida que la de asaltante. En los últimos años, Devi casi no era mencionada en los diarios. Hasta su asesinato esta semana, había estado llevando una vida de relativa oscuridad y calma. Quizás estaba sentando cabeza. Su última gran controversia involucró la película de Kapur, La Reina de los Bandidos, que ella quiso que se prohibiera. “Simplemente no es la historia de mi vida, de manera que ¿cómo pueden declarar que lo es?”, le dijo a Mary Anne Weaver, de la revista Atlantic Monthly. “En la película estoy retratada como un mujer quejosa, siempre llorando, que nunca en su vida tomó una decisión consciente. Me muestran como violada una y otra vez.” La violación, añadió, era una realidad en la vida de las mujeres de las castas bajas en todo el subcontinente, que eran consideradas por los ricos como su “propiedad” .
Es probable que pase algún tiempo antes de que se revele el misterio de su muerte. La policía en Nueva Delhi tiene pocas claves. Tiene el número de la patente del automóvil, CIM907. Están buscando huellas dactilares de los asesinos en el automóvil Maruti. Uno de los asesinos fue herido, y todos los hospitales en Delhi están en alerta por si llega alguien con heridas de bala sospechosas. Ayer todavía se podía ver un charco oval de sangre en la puerta de la casa de Devi, debajo de un cartel dorado que decía: “Phoolan Devi MP (Lok Sabha)”. Pronto, las lluvias monzónicas lavarán la sangre y la mujer que sacudió a un subcontinente se desvanecerá más aún en el mito.

* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

 

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