Por
Martín Granovsky
Una
encuesta a la que tuvo acceso exclusivo Página/12 explica con datos
lo que los senadores radicales y peronistas percibieron por olfato político.
Mientras que por un lado no quisieron pagar el costo de quedar como los
responsables de un default, y dejaron ese rol eventual al Gobierno, por
otro no detectaron en sus distritos un ánimo crítico al
déficit cero.
Un 59,2 cree que el ajuste tendrá éxito, repartido entre
un 45 por ciento persuadido del poco éxito y un 14,2 del mucho
éxito. No tendrá éxito alguno para un 33,7 por ciento.
Domingo Cavallo indiscutiblemente quisiera compartir en su fuero íntimo
de la conclusión que saca el 49,8 por ciento de los consultados:
los mercados apoyarán el nuevo ajuste. Piensa lo contrario el 32,9
por ciento.
La consultora Ibope, con la conducción general de Enrique Zuleta
Puceiro y la dirección técnica de Isidro Adúriz,
elaboró su habitual Monitor de Tendencias Económicas y Sociales
después de encuestar a una muestra de 1800 personas entre el 25
de julio y este fin de semana en 53 localidades de todo el país.
Sólo el 0,5 por ciento piensa que la situación del país
está muy bien, y nada más que el 2,8 opina que está
bien. En cambio, para el 41,3 por ciento las cosas están mal y
para el 43,5 muy mal. Incluso el 62,3 por ciento piensa que todo empeoró
en el último año y medio, poco menos del plazo en que el
gobierno pasó de Carlos Menem a Fernando de la Rúa.
Sin embargo, la mayoría no cree que la situación será
peor. Lo piensa un 27,7 por ciento, contra un 41,7 de esperanzados y un
23,3 convencido de que, al menos, todo seguirá igual. En cuanto
al futuro económico, se destaca el pelotón de los que opinan
que será regular. Los que tienen una opinión positiva de
las perspectivas son el 19,3 y los que tienen una mala casi los mismos,
el 21,9. Pronostica una salida muy mala el 8,2.
La intención del Gobierno al fijar la política de déficit
cero aparece, en este cuadro, con una evaluación muy buena para
el 28,3 y buena para el 44,7, lo cual da una suma de 73 por ciento, contra
un 8 por ciento de opinión regular, un 9,8 de mala y un 7,3 de
muy mala. Sólo el 21,1 por ciento de los consultados cree que la
economía no mejorará nada después del déficit
cero. Para el 25,7 mejorará mucho y para el 48,4 mejorará
poco, pero mejorará.
La idea de que el Gobierno tiene por fin una estrategia definida
el objetivo de déficit cero produce una mejoría
de las expectativas, aun cuando queden sectores importantes que desconozcan,
o que conociendo las medidas discrepen con su contenido, dijo Zuleta.
Los acuerdos fundamentales se producen cuando se pregunta hacia el futuro,
por ejemplo cuando se asocia la reducción del gasto con el mejoramiento
de imagen frente a los inversores y la obtención de crédito
más barato por parte del Estado. Al revés, el desacuerdo
es marcado cuando se menciona la reducción de los salarios estatales,
el pago con bonos y el recorte del presupuesto en programas sociales.
No hay unanimidad sobre las provincias. La polarización es muy
marcada en este punto. El 45,8 por ciento piensa que deben aceptar las
medidas ajustando el gasto público. El 25,8 piensa que las provincias
deben rechazar las medidas y el 25,8 por ciento que deben aceptar las
medidas y ajustar pero en otros rubros diferentes a los que se les proponen.
O sea, un 51,6 del lado de las alternativas.
Otro tramo de la consulta revela que el discurso financiero parece haber
enraizado. El 56,7 por ciento considera importante el cumplimiento de
los pagos de la deuda externa, y el 21,5 muy importante. Para el 13,2
es poco importante y para el 7,5 nada importante. Sería interesante
determinar si calificar de importante el pago de la deuda es un diagnóstico
que implica automáticamente una acción la deuda debe
ser pagada tal como está, sí osí y sin reprogramación
alguna o se trata de la verificación de una realidad tangible
y vital que permite otras políticas.
Los acreedores externos no aparecen como los sectores sobre los que debería
recaer el mayor esfuerzo del ajuste. Lo piensa sólo el 6,3 por
ciento. El 7,8 lo piensa de las AFJP, el 9,9 de los gobiernos provinciales,
el 4,9 de los medios de comunicación. La mayoría, 53,8 por
ciento, se resiste a la aritmética y cree que el esfuerzo mayor
debe ser de los políticos, como si bastara, aunque es interesante
registrar quién ocupa el segundo lugar: las empresas de servicios
públicos privatizados, con el 24,1 por ciento.
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