Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


LA BANDA DE LA RISA VUELVE CON UN NUEVO ESPECTACULO
“Nos embroman como a peleles”

El actor y director Claudio Gallardou y la actriz Diana Lamas sostienen que, en este retorno, la agrupación buscará un compromiso más nítido con la realidad. Para la oportunidad, transformaron una tragicomedia española en un sainete rioplatense.

Por Hilda Cabrera

Después de haber tomado caminos separados, los integrantes de La Banda de la Risa, uno de cuyos trabajos más importantes fue una esmerada y muy creativa versión de Arlequino, servidor de dos patrones, de Carlo Goldoni, se autoconvocaron para presentar un nuevo espectáculo, El Pelele, de Claudio Gallardou. El actor y director del grupo se inspiró esta vez en El señor Badanas (1930), del español Carlos Arniches (1866-1943), autor de sainetes y tragicomedias, género al que pertenece esta obra y otras como El padre Pitillo (1931) y El tío Miserias (1940). El Pelele se estrena en el renovado Teatro El Picadero, del pasaje Enrique Santos Discépolo 1845 (ex Rauch), el próximo jueves, luego de la première destinada a invitados, que se desarrollará mañana.
En esta versión, el título y el nombre del personaje central lo dice todo: Honorato Cordero y Manso. Gallardou, también director de otro espectáculo en cartel (Pobrecitos los tramposos), no halló un mote más apropiado para retratar la problemática del protagonista. Pelele es el muñeco hecho de trapos o paja que se acostumbraba mantear a modo de diversión. Como apunta a Página/12 el director, junto a la actriz Diana Lamas, este entretenimiento ha quedado plasmado en una muy reproducida pintura de Goya. Si bien el germen de El Pelele está en la pieza de Arniches, el motor fue una versión cinematográfica hecha en España, en la década del 30, bajo el título de El más infeliz del pueblo.
–¿Por qué buscó inspiración en el cine?
C. G.: –Me sentía un poco perdido. No encontraba nada que me gustara demasiado. Entonces me puse a ver las películas en las que aparecían Niní Marshall, Pepe Arias y Pepe Iglesias (el Zorro). Me di cuenta que esas comedias no eran atractivas por sí mismas sino por estos artistas. Vi nuevamente las de Luis Sandrini, y me cautivaron Cuando los duendes cazan perdices, El diablo anda en los choclos..., pero no me decidía. Después, todavía buscando, di con El más infeliz del pueblo y me encontré con una historia contemporánea, una farsa que se ajustaba a lo que queríamos para este regreso de La Banda.
–O sea, una comedia con un tinte oscuro, cómica y trágica a la vez...
C. G.: –Sí, como en las películas de Sandrini, y donde en medio de la burla y la risa aparece de pronto una bajada moralista.
D. L.: –Que deje en claro qué cosas queremos decir. Esto es así desde el primer acto, cuando se plantean los problemas de Honorato, y más en el monólogo final que interpreta Claudio.
C. G.: –Honorato se debate entre su moral y la del sistema. ¿Transa o no transa? Esa es su pregunta. Cuando finalmente se decide, su alegato no tiene medias tintas. En esta versión, además, lo rematamos con ritmo de murga: la música es de Eladia Blázquez y la letra de Enrique Pinti.
–¿Cómo adaptaron ese mundo español de Arniches, donde la variedad de caracteres está dada por personajes de una misma nacionalidad o pertenecientes a un mundo cerrado (un pueblo o una clase social), a este otro que quiere mostrar La Banda?
C. G.: –Transformé a la comedia española en un sainete rioplatense. La mayoría de los personajes son argentinos, aunque hay también italianos y españoles, y situé la obra en un pueblo inventado, Buenaventura, a pocos kilómetros de Buenos Aires, donde el intendente es este pelele, por un lado presionado por corruptos y, por otro, por gente que le exige un comportamiento ético.
–¿Por qué rechazaron los sainetes rioplatenses?
C. G.: –Los sainetes de la década del 30 están demasiado hechos. Tampoco sentí que me representaban.
D. L.: –Acá podemos hablar de los problemas de hoy, aunque mantenemos el estilo de la época, también en la ropa que diseñó Renata Schussheim yque cuando nos la ponemos nos enciende. Esta versión es muy nuestra, y hay buenos y malos.
–¿No los asusta que la obra pueda parecer demasiado sentenciosa?
C. G.: –Sí, me asusta, pero también me asustaría seguir haciendo más de lo mismo. Con El Pelele abandonamos las versiones de los clásicos, con las que nos fue bien y nos sentíamos seguros. Pero en este momento no queremos hacer otro Arlequino o Martín Fierro. Los que tenemos la fantasía de ser artistas debemos asumir riesgos, intentar no repetirnos.
–¿Modificaron el lenguaje?
C. G.: –Transportamos. Hablamos como personajes de hoy y del cine argentino de los años 30 y 40, al estilo de Enrique Serrano por ejemplo.
D. L.: –Es un lenguaje de comedia, pero no siempre cómico. Acá hay un melodrama, que es justamente el que desencadena la reflexión de Honorato.
–¿Cómo viven esta vuelta de La Banda?
C. G.: –Estamos todos los de La Banda original, menos Claudio Da Passano, porque está trabajando en Pingüinos.
D. L.: –Teníamos que darnos un tiempito con Claudio (Gallardou). Pasaron los años, hemos crecido, y sentimos que debíamos hacer una obra más comprometida con nuestra realidad. No porque La Banda se hubiera desentendido antes, sino porque nunca lo había hecho desde un lugar tan claro como éste. Creo que en El Pelele está aquello que queremos decir en este momento.
C. G.: –En que una clase dirigente nos embroma como si fuéramos peleles. Creo que la letra que le puso Pinti a una canción que cierra la obra resume con sencillez nuestra propia tragicomedia. Dice: “...En esta tierra rica y divina, noble, y gloriosa como nación, hay tanto chanta que te asesina las esperanzas del corazón”.

 

 

PRINCIPAL