Por
Fernando Cibeira
La
ley del déficit cero se aprobó en la madrugada del lunes
así que, con lo justo, se había abortado la posibilidad
de una catástrofe tan anunciada. Lo que el Gobierno tampoco esperaba
era que los mercados prácticamente no emitieran ninguna señal
positiva luego del empeño puesto para comenzar la semana con la
norma que no duda en reducir sueldos y jubilaciones con tal de bajar el
gasto y asegurar el pago de la deuda externa. No fue como para descorchar
nada, reconocía anoche un vocero de la Rosada. Pero
son días complejos que sabemos que hay que superar: tal vez mañana
o pasado o el viernes, haya mejores noticias, se esperanzaba. Menos
optimista, otro funcionario que solicitó la reserva de su nombre
estrechaba el plazo para una respuesta positiva. Si para el viernes
el riesgo país no baja, el fin de semana vamos a tener que inventar
algo, reconocía.
En la larga noche del domingo, uno de los funcionarios que seguía
por televisión el debate en el Congreso junto al presidente Fernando
de la Rúa en Olivos, ya adelantaba la buena señal
que sería para los siempre ávidos sectores financieros la
votación de la ley que, a esa altura, ya se daba como un hecho.
Ahora hay que completarla con la ayuda que nos tiene que adelantar
el FMI, agregaba. Al parecer, el diálogo con el Fondo también
avanzaría, pero ni lo uno ni lo otro sirvieron para apaciguar a
los mercados que ayer hicieron bajar la Bolsa y mantener estático
el riesgo país por encima de los 1500 puntos.
Ayer, el funcionario tenía preparada una lista de razones por las
que los mercados pueden no haber reaccionado ante la buena nueva de la
sanción del déficit cero:
Que la ley se votó a
las cinco de la mañana cuando ya algunas bolsas estaban operando.
Que la aprobación fue
lo suficientemente dificultosa como para no generar grandes entusiasmos
ni dejar al Gobierno con una imagen recompuesta en lo referente a su crónica
debilidad política, como en algún momento habían
imaginado.
Que los discursos más
duros en el Congreso fueron pronunciados por los propios legisladores
del oficialismo, lo que contribuyó a la endeblez del supuesto triunfo
que significó la aprobación.
Que no hay un solo factor que
haga mantener alto al riesgo país por lo que tampoco puede esperarse
que baje en cuestión de horas.
Que también influye
y mucho la situación social y la protesta prevista
para hoy. Cincuenta rutas cortadas, manifestaciones de acá
a tres semanas y los Montoneros de vuelta en la calle, no es la mejor
fotografía que puede ofrecer el país hacia el exterior,
sostenía un vocero de Presidencia.
Después de detallar la minuta anterior, el funcionario resumía
sus argumentos con un razonamiento similar al que ayer expresaron varios
de los principales analistas del mercado. Que la ley era sólo una
señal y que ahora había que dejar que corriera el tiempo
para que se comprobara cómo ponía en práctica el
recorte el Gobierno, si es que lo hacía. Nuestra actitud
va a ser lo suficientemente elocuente para despejar todas las dudas,
resumía.
Algo de eso admitió el secretario Legal del Ministerio de Economía,
el cavallista Alfredo Castañón, quien consideró razonable
la desconfianza demostrada por los mercados y que de aquí en más
el objetivo del Ejecutivo será demostrar con hechos que la
cosa es así. La actitud de los inversores irá
cambiando a partir de que se consolide el déficit cero, opinó.
El funcionario que más empujó porque la ley saliera, el
jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, ayer hizo toda una demostración
de moderación. Dijo que uno no festeja la sanción
de una ley que establecebaja de jubilaciones pero que le pedía
a los mercados que comprendan y entiendan el esfuerzo de todo el
pueblo argentino.
Tanta puntillosidad de los sectores financieros para admitir una buena
señal, dio pie para que el senador Leopoldo Moreau insistiera en
que ahora los mercados vienen por más. Estamos
al borde del precipicio, adonde nos llevó la intervención
financiera, que actuó como si nada y se puede dar el lujo de seguir
saqueando después del bombardeo, como en las guerras, parangonó
el rebelde senador bonaerense, cuyo nombre ayer era repetido en varios
pasillos de la Casa de Gobierno y no para bien precisamente. Su discurso
durante el debate para muchos de sus colegas, el mejor fundamentado,
superó en dureza al de algunos peronistas.
Incluso, se peleó con el secretario general de la Presidencia,
Nicolás Gallo, quien había sostenido que los senadores sólo
se sentaban en sus bancas para hablar. A todo esto, si se trata
de hablar, todavía estamos esperando su Plan de Infraestructura,
chicaneó Moreau. El bonaerense, junto a Alcides López y
Alberto Maglietti fueron los tres oficialistas que votaron contra el proyecto
(ver asimismo página 6).
Desde el oficialismo, ayer salió a responderle su compañero
de bloque, el delarruista José María García Arecha.
Parecería que le da más crédito al gobierno
ajeno del justicialista Ruckauf que al propio gobierno del presidente
De la Rúa, lo cruzó García Arecha al recordar
que el radicalismo de la provincia había aprobado el ajuste de
Ruckauf. Si los pronósticos apocalípticos que Leopoldo
Moreau expresó en el Senado sobre la cesación de pagos,
la explosión económica y financiera de la Argentina lo tiene
tan convencido, no entiendo por qué acompañó las
decisiones de la UCR bonaerense de tomar medidas parecidas en la provincia,
agregó.
Un poco al costado del moderado optimismo que intentaban instalar desde
la Rosada, un hombre cercano a De la Rúa que pedía reserva
de su nombre reconocía su temor porque los mercados continuaran
impávidos ante el sacrificio político realizado por el Gobierno
para bajar el gasto público. Si para el viernes no hay respuesta,
tenemos que inventar otra cosa, explicaba. El interrogante, a esta
altura, es imaginar qué otra cosa se puede inventar. El funcionario
reconocía que todavía no tenía respuesta.
Dunga-
dunga o muerte
Por
Alfredo Zaiat
Con
el dato de cierre de ayer del riesgo país muchos se acordaron
del dunga-dunga o muerte, chiste que tenía como
protagonista a un explorador perdido en la selva. Ante esa opción
presentada por la primera tribu que encontró en la espesura,
el hombre eligió dunga-dunga, quedando un poco maltrecho,
pero logrando así continuar con la travesía. La siguiente
tribu le propuso lo mismo prefiriendo nuevamente esa primera alternativa.
Ya con el alma lastimada, el explorador se topó con otra
tribu que le planteó igual opción. Muerte,
dijo cansado, con las pocas fuerzas que le quedaban. El cacique
le contestó: Bien, pero antes un poco de dungadunga.
Una vocera calificada de lo que se denomina mercado
tradujo para Argentina ese repetido chiste que se cuenta en rueda
de amigos en los siguientes términos: Este paso del
déficit cero es muy importante en la dirección adecuada,
pero no es condición suficiente. Argentina tiene que reactivar
su economía para poder solucionar algunos problemas fiscales
serios que tiene y para eso hay que tomar una serie de otras medidas.
O sea, para Graciana del Castillo, señora de ese consejo
y directora de calificaciones para América latina de Standard
& Poors, Argentina luego de optar una y otra vez por ajustes
dunga-dunga, gritó muerte con la Ley Déficit
Cero, pero igualmente el mercado le pide antes una entrega
más.
De todos modos, no hay motivos para estar ansiosos después
del dungadunga Déficit Cero si se lee un reciente informe
del departamento de renta fija del Banco Río-Grupo Santander.
Tanto México en 1995 y Brasil en 1999, durante sus respectivas
crisis financieras tuvieron que soportar niveles superiores a 1000
puntos básicos de riesgo soberano, medido a través
del índice JP Morgan EMBI+. Por caso, precisan los analistas
del Río, México registró un máximo de
riesgo país de 2303 puntos 30 ruedas (jornadas hábiles
bursátiles) posteriores al anuncio del salvataje del FMI
debido a que disminuyó la confianza de los inversores
respecto a la política fiscal implementada por la administración
del presidente Zedillo. Recién cuando el gobierno firmó
el acuerdo con el FMI, el riesgo país bajó 1300 puntos
en aproximadamente 30 ruedas.
Para el mercado, entonces, sólo es cuestión
de paciencia y estar dispuestos a aceptar que todavía hay
otros dunga-dunga por venir.
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