Por
Pedro Lipcovich
No
sólo en el cuello muerden los vampiros: ¿dónde suelen
morder? O bien: el murciélago que anida en ese taparrollos, señora,
es uno de los mejores agentes de la ecología urbana, pero, ¿por
qué? O bien, ¿en qué la disposición comunitaria
de los murciélagos supera a la de los seres humanos? O bien, ¿por
qué la draculina es la gran esperanza para combatir
las enfermedades cardíacas? O bien: ¿por qué los
vampiros eligen el escroto como lugar favorito para chupar la sangre?
Sí: todas las preguntas, toda la ciencia y el más oscuro
erotismo en una producción especial de Página/12, el día
después de que los vampiros llegaron a Buenos Aires y se establecieron
en un bulincito sombrío del barrio de Palermo.
El bulincito se llama nocturnario y se inauguró ayer
en el Zoológico porteño. Está habitado por 48 murciélagos:
ocho de ellos son vampiros -se alimentan de sangre y
40 son frugívoros, comedores de fruta. Llegaron desde
Estados Unidos y Canadá, por programas de intercambio con otros
zoológicos. Ayer a la mañana, todos eran como raras flechas
zigzagueantes en la semioscuridad del recinto. Su noche, durante la que
están despiertos, empieza a las 9 de la mañana y termina
a las 19; a esa hora, terminado el horario del Zoo, se encienden las luces
blancas para que, llegado el día, vayan a dormir en sus escondrijos
rocosos.
Los murciélagos son muy sociables observó Margarita
Mas, jefa del Servicio de Veterinaria del Zoo de Buenos Aires. Son
muy limpios: se acicalan unos a otros con la lengua y las uñas.
Viven en comunidades de 200 y hasta 1000 integrantes. Se conocen más
de 1000 especies: los hay que se alimentan del néctar de las flores.
Otros detectan los movimientos de los peces bajo el agua y los apresan
en la superficie con sus garras.
En cuanto a los vampiros, proceden de climas tropicales: en América,
se los encuentra desde México hacia el sur, incluyendo el norte
de la Argentina. La sangre, que obtienen de animales durmientes, especialmente
ganado bovino. En la nariz tienen receptores con los que detectan
las zonas más calientes, que son las de más vasos sanguíneos
superficiales: la cara, el cuello, la zona anal y el escroto. Cauteloso,
para que el animal no se despierte, el vampiro se aproxima: con la lengua,
aparta los pelos y, con sus colmillos, inyecta un anestésico local
que lleva en la saliva; así insensibilizada la zona, los colmillos
hacen una incisión en forma de V hasta los vasos sanguíneos,
explica Mas.
Con sus colmillos el vampiro consigue una verdadera canalización
de los vasos sanguíneos, y en ese lugar inyecta un anticoagulante
llamado draculina, 20 veces más potente que los conocidos
por la farmacología humana y que, por eso mismo, está siendo
estudiado para prevenir enfermedades cardiovasculares. Al vampiro le sirve
para poder chupar sangre durante toda la noche: llega a absorber 20 mililitros,
la mitad de su propio peso, observa la especialista.
Es muy excepcional que el vampiro muerda al hombre: Se han conocido
algunos raros casos, en gente durmiendo al aire libre. Pero es
el principal trasmisor de la rabia en las zonas que habita, con grandes
pérdidas para la ganadería, advierte Mas.
En Buenos Aires, el murciélago que prevalece es el insectívoro:
Puede comer 3000 o 4000 insectos por noche: mariposas, mosquitos,
también cucarachas. No es fácil cazar miles de bichitos
en una noche y, para hacerlo, el murciélago se vale de su radar
biológico, que emite y detecta el eco de sonidos de baja frecuencia,
inaudibles para el humano. El chillido del murciélago, en cambio,
le sirve para comunicarse con congéneres, precisa Mas,
y comenta que además, los murciélagos tienen buena
vista y olfato; no es cierto que sean ciegos, o sordos, como muchos suponen.
No habría que temer a los murciélagos porteños: Absolutamente,
los murciélagos insectívoros no hacen daño: al contrario,
controlan plagasurbanas, destaca Mas. En menor cantidad, en la ciudad
hay también murciélagos comedores de fruta, y éstos,
sí, pueden eventualmente portar el virus de la rabia: La
precaución suficiente consiste en que si uno encuentra un murciélago
muerto o enfermo, no tomarlo nunca con la mano sino con un guante aislante
o una pinza, y llevarlo al Instituto Pasteur, previene Mas.
Los murciélagos viven unos 15 años y hasta 25 en cautiverio.
Pueden volar a más de 90 kilómetros por hora en trayectoria
zigzagueantes, lo cual los hace casi inapresables por enemigos naturales.
Son todos hijos únicos: la gestación dura 3 meses (7 en
los vampiros). Toman la teta durante los tres primeros meses, hasta que
aprenden a cazar o chupar la sangre. Los vampiros del Zoo se alimentan
de sangre de bovino o cerdo que les ponemos en un platito,
precisó Mas.
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