Por
Fabián Lebenglik
Para
Ernesto Ballesteros (1963) el punto de partida es claro y simple: Lápiz,
acrílico, tela y papel. Luego sigue un conjunto de instrucciones
también simples: descargar la mina del lápiz sobre la superficie
de la tela o el papel (o de la pared). Trazar líneas a veces
con los ojos cerrados, a veces con los ojos abiertos durante un
cierto tiempo (media hora, una hora, dos horas, ocho horas...), confinadas
en un superficie. Tratándose de un dibujante, el resultado puede
ser tomado, objetivamente, como un dibujo de composición relativamente
aleatoria.
Ballesteros parte de un saber elemental, indiscutible, que consiste sobre
todo en la constatación de un grado cero: materiales, instrucciones,
premisas y acciones. Así describe el dibujante el proceso de uno
de sus dibujos: Durante 30 minutos se trazó una línea
con los ojos cerrados con dirección caótica, comenzando
por la izquierda y finalizando por la derecha. Luego se resaltaron y contaron
las intersecciones. 50 x 90 cm, lápiz y acrílico sobre tela,
2001.
Entonces el dibujo sería el resultado de una serie de actos objetivos
-nótese el sujeto impersonal de la descripción citada,
así como de una técnica, de una predisposición, de
un procedimiento. La creatividad es el efecto de un procedimiento. Lo
artístico se desprendería casi naturalmente una naturalidad
inscripta en el marco de la situación artificial de producir obras
creativas, obras nuevas, únicas, originales
de una serie de pasos lógicos y mensurables. De materiales, acciones
y constataciones posteriores, incluso de descubrimientos que surgen de
aquellas constataciones.
Lo artístico sería el efecto de una formación, de
una técnica, de una habilidad, de haber invertido tiempo y trabajo
medibles y medidos.
Toda esta materialidad es el producto, también, del confinamiento,
según el término empleado por Ballesteros. En este sentido,
el encierro es un tema recurrente del artista y, sobre todo, del artista
argentino.
Trabajo, técnica, tiempo, encierro: algunos de los ejes que estructuran
la vida de las personas.
Con esa materialidad medible se construye otra, igualmente mensurable:
una serie de cuadros que exhiben trazos, líneas y gestos caóticos,
diferencias en intensidad del trazo y de la presión del lápiz,
múltiples intersecciones, pequeños círculos de color
que las señalan.
Aquí aparece un micromundo que es característico de Ballesteros
desde hace muchos años. El cuentahilos es uno de sus instrumentos
ópticos preferidos, porque genera la mirada sorprendida del niño-científico,
esa que deja ver el mundo de lo ínfimo, que revela texturas y superficies
como por primera vez, que permite sorprenderse de lo infinitesimal casi
como si se tratara de un universo invertido.
En ese universo objetivo de la obra también se incluye, lateralmente,
un campo artístico: Ballesteros llama a participar de su trabajo
a una larga lista de colegas y amigos mencionados dentro de las obras
o en el catálogo. Organiza juegos para realizar dibujos colectivos,
al tiempo que esos colegas constituyen una clase especial, que por diversos
grados de cercanía se congregan como el conjunto de los artistas
allegados, y al mismo tiempo como una breve enciclopedia del arte contemporáneo
actual argentino según Ballesteros. A su vez el vínculo,
el carácter comunitario, las estéticas ajenas o cercanas
que ceden a las premisas del convocante, todo tiende a objetivar el efecto
artístico.
En cada trabajo Ballesteros parte de un saber básico para internarse
en las evoluciones de trazos relativamente inciertos. El dibujo se constituye
a partir de un grado relativo de indeterminación, en el marco de
un azar controlado. Se sabe el punto de partida tanto como se desconoce
los de llegada. El arte como procedimiento es lo contrario del arte como
inspiración y entra en disputa con el arte conceptual. Porque aquí
no hay ideas sino procedimientos. Y de éstos se desprende todo
lo demás.
La materialidad y la objetividad de los procesos en la obra de Ballesteros
tienden a generar una relación de contigüidad con la ciencia
experimental, con la búsqueda de resultados predecibles o inciertos
a partir de intuiciones y de la manipulación de la materia a través
de una técnica. Entonces surge el descubrimiento.
Allí, en el punto en que la obra está terminada, se pierde
el control sobre lo realizado y comienza la indeterminación más
completa, porque entre en juego la mirada del espectador.
Y allí se termina todo control sobre lo realizado porque entra
en juego la percepción de los otros.
Todo este despliegue de objetivación, técnica y materialidad
ofrece a la mirada un mundo incierto y poético. Una serie de trazos
sutiles, a veces casi al borde de la invisibilidad. Se ve, sí,
una maraña de líneas cruzadas, convergentes y divergentes,
redes y texturas, bellos diagramas enloquecidos, con uno o más
centros, que rescatan el carácter subjetivo del trazo. Lo que se
ve es un sistema tan enloquecido como sugerente. De modo que aquello que
suele llamarse estilo aquí es el resultado de un procedimiento
en el que la materialidad es portadora de interioridad.
La supuesta consistencia de los planteos se formula como un reaseguro
a priori propio también de la ficción y el efecto
de esa supuesta consistencia es una serie de dibujos libres, creativos,
impredecibles, que se deshacen y rehacen en los ojos del visitante. (Galería
Ruth Benzacar, Florida 1000, hasta el 18 de agosto).
MUESTRA
EN SALTA AUSPICIADA POR PAGINA/12
Los
retratos del interior
Por
F. L.
Mañana,
en el Museo Provincial de Salta, se inaugura una exposición de
pinturas y collages de Susana Rodríguez. La exhibición,
auspiciada por Página/12, lleva el título Retratos del alma
y fue presentada en la Pinacoteca del Estado de San Pablo, Brasil (donde
ayer se inauguró De Picasso a Barceló), y luego
en el Fondo Nacional, en Buenos Aires. En esta nueva versión se
agregan algunas obras de producción más reciente.
La pintora, grabadora y dibujante reside entre Buenos Aires y Nueva York
y su obra formó parte, recientemente, de dos muestras en EE.UU.
La primera, un panorama de la gráfica en los Estados Unidos, fue
organizada por The Boston Printmakers, en Boston, Massachusetts. La segunda,
un homenaje a Roy Lichtenstein, Cig art en el Art Museum
of South Texas, en el que participaron, entre otros, Sol LeWitt,
Sandro Chia, Arman, Milton Glaser y Andrés Serrano. En este homenaje
que podría tomarse como la contrapartida visual del libro
Holly Smoke, de Guillermo Cabrera Infante, editado el año pasado
en español con el título Puro humo, en el que
el escritor narra a su manera la historia del tabaco y del puro,
cada artista convocado realizó un obra utilizando una caja de cigarros.
Susana Rodríguez combina en su obra secuencias barrocas y orgánicas
con el mundo de la niñez y la familia. Es decir que las cadenas
de matriz biológica donde se intuye un erotismo siniestro
se cruzaron con imágenes de memorias propias y ajenas. Hay una
suerte de biografía o autobiografía coral, donde el trabajo
de la artista se propone como mediación, evocación y transformación
de la memoria, el placer y el dolor individual y social.
En la obra de Susana Rodríguez la memoria no necesariamente lima
los recuerdos ríspidos sino que, éstos se purifican y destilan
de manera tan tierna como impiadosa.
Detrás de cierta imagen caótica el espectador observa el
rigor formal el cuidado compositivo, marcado por la obsesión y
el virtuosismo. Así, cada trabajo busca equilibrar la tensión
de la imagen y las formas, el barroquismo de los espacios cargados con
las zonas de vacío.
La idea de la muestra según explica la artista
es que, así como se pintan retratos de cuerpo entero o de la cara,
quiero reunir objetos, fotos, memorias y papeles de la existencia de otros
y realizar algo así como retratos de vida.
Tanto en sus pinturas como en su obra sobre papel escribió
sobre esta muestra Berta Sichel, del Museo Reina Sofía, la
artista fue capaz de encontrar la manera de narrar a través de
composiciones híbridas en las que se combina lo real con lo imaginario,
en un estilo no literal. Retratos del alma hace presente la sensación
de náusea que la nostalgia inspira, provocando una colisión
entre la orientación estética y las cualidades viscerales
de la obra. (Museo Provincial de Salta, Florida 20, desde el 1º
hasta el 15 de agosto).
Inauguran
en la semana
- Silvia
Rivas, videoinstalaciones, hoy, en el Centro Recoleta, Junín
1930.
- Sergio Vila, pinturas, hoy, en la galería Cecilia Caballero,
Suipacha 1151.
- Fabián Vendramini, Tránsito, muestra
de fotografías curada por Juan Travnik, mañana, en
el BAC, Suipacha 1333.
- Michel Marcu, fotografías de escultores trabajando, el
jueves 2, en el Centro Recoleta en el marco de la muestra Pica
pica escultura contemporánea, donde los escultores
mostrarán sus obras.
- Alberto Febres, fotos, mañana en la Galería del
Foto Club Argentino, Perón 1606/08.
Muestra
por la memoria
El jueves
2 de agosto se inaugura en la sala 13 del Centro Recoleta (Junín
1930), la muestra de pinturas La mirada de la memoria,
de Malou Cerutti, en homenaje a Omar Masera Pincolini y los 30.000
desaparecidos. La pintora, nacida en Mendoza hija de padres
italianos, sufrió la desaparición de su padre,
Victorio Cerutti, y de su esposo, Omar Masera Pincolini, en manos
de un grupo de tareas comandado por Ricardo Miguel Cavallo, el represor
detenido en México. Durante la inauguración de la
muestra, a las 19, se presentará el libro Los nombres sin
tumba, una compilación de textos de Mariana Masera Cerutti
sobre los desaparecidos y la lucha por la conservación de
la memoria, en base a las ponencias presentadas por Juan Gelman
en el Museo de San Angel, de México D.F. en 1997, con ilustraciones
de la arista. La presentación estará a cargo de Noé
Jitrik y del Fiscal General de La Plata, Hugo Cañón,
miembro permanente de la Comisión por la Memoria. La exposición
cuenta con el auspicio de la Asociación Argentina Pro Derechos
Humanos de Madrid y por Abuelas de Plaza de Mayo.
Más
memoria, en La Plata
En el marco
del Segundo Encuentro Internacional sobre la Construcción
de la Memoria Colectiva, que se realizará a partir del próximo
viernes 3 de agosto en el Teatro Argentino de La Plata, se llevará
a cabo un Festival Artístico musical y se presentará,
en la Sala Petorutti, la impactante muestra Manos anónimas,
de Carlos Alonso, parte de la cual fue exhibida en la última
Arte Ba. Para esta ocasión Alonso mostrará obra inédita
perteneciente a esta serie muy elogiada durante la Feria de Galerías.
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