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�Se cortan calles porque las fábricas desaparecen�

Luis Alberto Quevedo, Alicia Entel, Artemio López y Enrique Zuleta Puceiro analizaron en diálogo con Página/12 las características positivas y negativas del �fenómeno piquetero�.

�Lo importante es que todos estamos interesados en ver qué pasa porque afecta nuestra vida cotidiana.�

Por Romina Calderaro

La protesta se trasladó a las calles porque no puede hacerse en las fábricas: la desindustrialización de los últimos años acabó con ellas. La gente ya no lucha para que mejoren sus condiciones de trabajo, sino para tener uno. Los piquetes no son nuevos: surgieron en la época de las privatizaciones, pero se multiplicaron y cada vez están mejor organizados. En esos puntos coincidieron ayer el sociólogo Luis Alberto Quevedo, la especialista en comunicación Alicia Entel, y los consultores Enrique Zuleta Puceiro y Artemio López a la hora de hablar del fenómeno de los piqueteros. Sin embargo, los especialistas opinaron distinto al analizar el futuro de ese tipo de protesta: ¿Sirve? ¿Va a integrar a otros sectores? ¿Nace una nueva forma de hacer política? ¿Cuánto influye el factor mediático? A continuación, las principales reflexiones.
“La protesta de ayer se funda en dos modalidades una que combina elementos positivos y negativos y otra netamente positiva. Lo positivo es que se recupera el asentamiento, la tradición territorial de mediados de los ochenta y se recupera una tradición ancestral del sindicalismo que es el piquete para impedir que pasen a su lugar de trabajo los que quieren ‘carnerear’ una huelga”, dijo a Página/12 Artemio López, director de la consultora Equis, y agregó que la modalidad negativa es que “la desindustrialización del país ha hecho que la resistencia se haga cortando caminos y no en las fábricas, porque las fábricas han desaparecido”. Respecto del éxito del reclamo, López se mostró pesimista: “no creo que el gobierno tenga respuestas porque el gobierno sólo tiene respuestas para el sector financiero”, dijo, y contó una anécdota que sirve para ilustrar cómo ve el futuro de Fernando de la Rúa si no modifica el rumbo: “Cuando Perón hablaba de Raúl Matera decía `se ríe como Perón, se peina como Perón, pero no es Perón’. Bueno, De la Rúa se ríe como los mercados, se peina como los mercados, pero no es el poder financiero. El gobierno va a elecciones y Escasany no”, graficó.
El sociólogo Luis Alberto Quevedo no cree que el piquete haya logrado gran convocatoria, pero tampoco considera que haya que circunscribir el análisis a lo numérico. “Lo importante de esta propuesta –que ahora es mayor, pero empezó en los ‘90– es que todos estamos interesados en ver qué pasa porque afecta nuestra vida cotidiana. La multiplicación de los cortes es un hallazgo porque nos obliga a estar atentos”, dijo, pero agregó que a la vez ésa puede ser un arma de doble filo. “Puede dañar demasiado la vida de la gente que tiene que ir a trabajar y no sería bueno que se ganen la antipatía del ciudadano”, advirtió.
Alicia Entel, docente en la carrera de Comunicación de la UBA, escribió a principio de los noventa el libro La ciudad bajo sospecha. Comunicación y protesta urbana. En ese relato, Entel relevaba las primeras respuestas de los sectores perjudicados por las privatizaciones. “En la década del noventa empezaron a gestarse a raíz de la resistencia al movimiento privatizador una serie de expresiones de protesta que yo denominé prerrelatos de la crisis. Creo que ahora se está hilando el relato, que ya no puede ser el del obrero de una fábrica por la destrucción de la industria, pero que es el de los desocupados”, dijo Entel a este diario. Y agregó que, a su entender, podría sumarse a esta modalidad de protesta la clase media, “que, siempre tan pacífica, ha llegado ahora a una situación en la que necesita llegar a las calles y ya no tiene miedo de juntarse con los sectores más carenciados”. Zuleta Puceiro, en cambio, no cree que los trabajadores del sector privado vayan a sumarse al movimiento piquetero. “Los piqueteros representan una nueva forma de hacer política en la que la televisión es indispensable. No hay piquete si no hay TV. Pero es básicamente una protesta de estatales. Es imposible que se sume el sector privado porque esos empleados tienen mucho que perder y viven con el miedo de que su empresa cierre o que los echen, cosa que no les pasa a los estatales”, comentó. Luego, enumeró los ingredientes que debe tener un piquete: “mujeres con niños en los brazos, integrantes de la Corriente Clasista y Combativa, un discurso muy concreto, muy ideológico”.
En lo que todos coincidieron es en que estamos frente a una modalidad que ha crecido. “Yo viajaba a Jujuy en 1993 y ya había piqueteros que protestaban por la situación de Altos Hornos Zapla. Ha crecido esta modalidad porque cada vez más se pelea por ingresar al mundo del trabajo y menos por mejorar las condiciones del trabajo”, sintetizó Quevedo.

 


 

PIBES, ARTISTAS Y OLLA POPULAR EN LA BOCA
Piquete de locos bajitos

Por Victoria Ginzberg

Algunos jugaban a las figuritas, otros a las cartas. Unos metros más atrás dibujaban con crayones y marcadores y saltaban a la soga. Los más grandes trataban de esquivar la pelota en un quemado y también organizaron un dígalo con mímica. El “piquete” que se realizó en el barrio de La Boca, en la intersección de Almirante Brown y Benito Pérez Galdós tuvo como protagonistas a los chicos y estuvo muy lejos de la imagen de “sedición” que durante los últimos días pretendió difundir el Gobierno.
Desde el escenario montado en La Boca, el piquete se convirtió en un festival popular. Por allí pasaron el periodista Quique Pesoa, la cantante Liliana Herrero, Los Caballeros de la Quema y otros grupos del barrio. También se hicieron presentes representantes de partidos de izquierda, como Lía Méndez, del Humanismo y Miguel Santín, del Polo Social, además de Luis Bordón, el papá de Sebastián, asesinado por la policía mendocina.
Sobre el cruce de Almirante Brown y Pérez Galdós se instalaron tres carpas pequeñas. Pero la mayoría de los que participaban simplemente acomodaban una frazada y se sentaban con su vianda –los que llevaron– y su termo. Allí estaba Sonia, que tiene 38 años, siete hijos y dos nietos. Ella solía trabajar como empleada doméstica pero desde hace cuatro años no consigue nada. Con su nena menor en brazos, explicó que se mantiene con la ayuda del comedor “Los Pibes” y que está luchando por obtener un plan trabajar.
Varios chicos repartían volantes. Una nena afirmó a Página/12 que “nos quieren dejar en la calle”. Era parte de las familias del Hotel Abril, que le mandaron una carta documento a Aníbal Ibarra debido al cambio en las condiciones del plan de asistencia del Gobierno de la Ciudad. Lucas, de diez años, entregaba una gacetilla que se titula “paremos el genocidio” y dijo que fue al corte con sus cuatro hermanos y su mamá porque iba a haber “tortas fritas”.
La protesta fue organizado por la Mesa de Enlace Barrial de La Boca cuya bandera, como no podía ser de otra manera, era amarilla con letras azules. Allí se concentran el comedor Copitos, la asociación Pro Techo, el Centro de Actividades Sociales (CAS), la agrupación Aukache, el comedor Los Pibes y el Centro de Estudios Nacionales Arturo Jauretche.
De acuerdo con lo que habían reclamado los líderes piqueteros Luis D’Elia y Juan Carlos Alderete, no se interrumpió el tránsito en el puente Avellaneda, como se había hecho hace un par de meses, en apoyo al corte de ruta de La Matanza. Los pocos autos que circulaban por Almirante Brown eran desviados una cuadra antes del “piquete”.
“Nosotros nos movemos siempre en familia”, dijo Rubén Rosmarino que desde Aukade trabaja dando apoyo escolar y merienda a los chicos del barrio y tratando de conseguir planes trabajar para los padres desempleados. Lito Borello, del comedor Los Pibes, aseguró que “existen sectores diferentes que se están incorporando a las protestas sociales”. Ambos relataron que durante el fin de semana visitaron a los vecinos y comerciantes para explicarles las razones de la protesta. “Hay gente que todavía no se anima a venir pero colabora con lo que puede; nos entregaron carne y paquetes de fideos abiertos”, aseguró Borello. El reclamo de La Boca fue tan tranquilo que entre banderas y uniformes azul y oro y a pocas cuadras de la Bombonera, había dos niños vestidos con la camiseta de River.
Luego de que se cantara el Himno Nacional, el padre Pedro, de la Iglesia de San Pedro, bendijo la olla popular. Después de arengar a los manifestantes a recitar el Padrenuestro, todos levantaron los panes repartidos junto con la bandeja de guiso y el cura expresó: “que Dios nos dé pan conquistado con digno trabajo”.
Por la tarde, una delegación boquense fue hasta el Gobierno de la Ciudad y entregó un petitorio en el que, entre otras cosas, se reclama mejoras en las condiciones de asistencia de los hoteles que albergan a familias con problemas de vivienda, habilitación de materiales y planes trabajar paraampliar el comedor Los Pibes, el pago de las cuotas atrasadas de los planes de trabajo, exención de impuestos para locales donde se desarrollan actividades comunitarias y becas para alumnos de primaria y secundaria.

 

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