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Defensores de los derechos humanos
en alerta contra el déficit cero

Ocho organismos defensores de los derechos humanos denunciaron en una rueda de prensa en el Congreso que el decreto de ajuste y la ley de déficit cero son �inconstitucionales�.

Estela de Carlotto (Abuelas), Mabel Gutiérrez (Familiares) y Horacio Verbitsky (CELS).

El decreto de ajuste y la ley de déficit cero son “inconstitucionales” y “no hacen más que convalidar una larga serie de reformas legales que han precarizado a lo largo de los últimos años los derechos sociales”, advirtieron ayer representantes de ocho organismos de derechos humanos en la Cámara de Diputados. Al manifestar su solidaridad con la protesta de los piqueteros, exhortaron “a los poderes del Estado para que implementen un modelo de país que contemple las necesidades de todos”.
“Las medidas económicas adoptadas en esta última semana por el gobierno de (Fernando) de la Rúa, precedidas por megacanjes, blindajes y seis ajustes, profundizan la desigualdad entre los pocos que acumulan riquezas inimaginables y los cada vez más numerosos que no alcanzan ni siquiera a una canasta alimentaria de subsistencia y, nuevamente, ponen la carga sobre las espaldas de trabajadores y jubilados”, dice un comunicado que firman Abuelas de Plaza de Mayo, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Familiares de Detenidos y Desaparecidos, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH) y el Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ).
El titular del CELS, Horacio Verbitsky, dijo que ese organismo dará asesoramiento jurídico a los piqueteros, para “impedir que sean reprimidos con el uso del Código Penal aplicado por jueces que ignoran la vigencia de derechos superiores garantizados en la Constitución”, como el de peticionar y de expresarse libremente. Recordó, además, que tiempo atrás denunció ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos “lo que veíamos como una política estatal de criminalizar la protesta”. Mabel Gutiérrez, de Familiares de Detenidos y Desaparecidos, añadió que están estudiando denunciar por inconstitucional la ley de ajuste que votó el Congreso.
El texto de los organismos recuerda también que en 1999 el Comité de Derechos Económicos Sociales y Culturales de Naciones Unidas le recomendó a la Argentina “asegurar que el régimen de seguridad social garantice al trabajador una pensión mínima adecuada que no deberá ser ni cercenada ni aplazada unilateralmente, especialmente en tiempos de crisis económica”.

 

OPINION
Por Miguel Bonasso

D�Elía y el senador Mc Carthy

Escuché con irritación y amargura la declaración macartista que el concejal Luis D’Elía formuló ayer ante Crónica TV y otros medios audiovisuales mientras se cumplían las medidas de fuerza dispuestas por el movimiento piquetero del cual el edil matancero es un destacado dirigente. D’Elía equiparó a Mario Firmenich con el genocida Jorge Rafael Videla, sostuvo que el regreso del ex guerrillero a la palestra era una maniobra del ministro del Interior, deslizó que a esa maniobra no debía ser ajena la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich (en su carácter de ex montonera) y remató afirmando que no hay un solo montonero en el movimiento piquetero. En pocas palabras sumó demasiados errores. Veamos:
Al equiparar a Firmenich con Videla como corresponsable de la represión, D’Elía retrocedió a la teoría de los dos demonios que hoy no sustenta ningún organismo defensor de los derechos humanos. Se ubicó, en rigor, a la derecha del teniente general (RE) Martín Balza para quien hubo un solo demonio: el que generalizó el terrorismo desde el Estado.
El mentado regreso de Firmenich obedece más a la desubicación política del ex jefe montonero residente en Barcelona que a una maniobra oficial. Desde su autoimpuesto retiro en una universidad catalana, el “Pepe” sueña con un hipotético ascenso a la Presidencia de la República que se da de patadas con la realidad. No creo para nada que su propuesta alucinante sea una maniobra de Ramón Mestre. Por dos razones: a Mestre no se le podría ocurrir algo tan ingenioso y Firmenich no necesita de apoyo oficial para propiciar despropósitos. Tampoco cabe atribuírselo a Patricia Bullrich, quien sí fue montonera pero hace mucho tiempo que eligió volver a la familia, el apellido y el pescado crudo a la japonesa.
Al rechazar con estilo macartista la presencia de “montoneros” en el movimiento piquetero, D’Elía avanza tácitamente de la crítica a Firmenich a la crítica de los montoneros, de cualquier montonero. Y éste es, tal vez, el error más imperdonable. Porque equivale a negar el sacrificio de miles de argentinos que pelearon (con errores, sin duda, como se suele pelear) contra lo que hoy impera con ropajes democráticos: la dictadura del capital financiero nacional e internacional. Al hacerlo D’Elía le falta el respeto a la memoria de Rodolfo Walsh, Vicky Walsh, Dardo Cabo, Francisco Urondo, Julio Iván Roqué, Fernando Abal Medina, Norma Arrostito, Bernardo y Alejo Levenson, Carlos y Liliana Goldemberg, Marcos Osatinsky, Mariano Pujadas, Susana y Adriana Lesgart, Carlos Capuano Martínez, Tulio Valenzuela, Raquel Negro, Horacio Domingo Maggio, para citar solamente algunos nombres que acuden desordenadamente a la memoria en un océano de cinco mil montoneros que murieron combatiendo a la dictadura o desaparecieron para siempre en las mazmorras del terrorismo de Estado.
Comete, además, uno de los errores que Walsh le reprochaba a Firmenich y la conducción de Montoneros: el creer que la lucha popular es un cine continuado en el que el espectáculo comienza cuando usted llega. El pecado de ahistoricidad es un pecado mortal para los luchadores y duele ver que se sigue repitiendo en el tercer milenio. D’Elía encierra a los montoneros en el armario de la historia y se queda muy contento ante las cámaras constatando que él es el protagonista del presente. El es protagonista del presente por la razón que sintetizaba Bismarck con verdadero genio: “todo dirigente llega a la altura de la ola que tiene abajo”. Y le faltó agregar que algunos son revolcados por esa misma ola. Hoy hay piqueteros en la Argentina, porque este país tuvo el movimiento sindical más importante de América Latina, porque desarrolló el movimiento de masas más grande de la región, porque hubo anarquistas, socialistas, comunistas que ayudaron a construir una conciencia política y social. Y también porque en los setenta hubo decenas de organizaciones revolucionarias que pelearon contra la oligarquía y los militares con o sin las armas en la mano.
Franz Fanon decía, en Los condenados de la tierra, que uno de los triunfos más importantes del colonizador suele ser que los colonizados se vean como enemigos entre sí y copien el lenguaje del opresor. No me parece que D’Elía haya leído a Fanon. En todo caso no lo aplica. Al hacermacartismo antimontonero copia en rigor los códigos del general Ricardo Brinzoni que es quien, en una eventual Semana Trágica, sería el llamado a reprimir con violencia el conflicto social, como ya ocurrió en el segundo gobierno radical del siglo pasado. Si el general fuera llamado a reprimir, ojalá que no, distinguirá poco entre piqueteros y presuntos montoneros.
Con estas declaraciones, por último, D’Elía demuestra que no conoce bien el movimiento que conduce. Si yo me sumara a su estilo Mc Carthy, podría indicarle más de un compañero piquetero de origen montonero. Un origen del cual la gente decente, que mantiene sus principios, no tiene por qué avergonzarse.

 

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