El decreto de ajuste y la ley
de déficit cero son inconstitucionales y no hacen
más que convalidar una larga serie de reformas legales que han
precarizado a lo largo de los últimos años los derechos
sociales, advirtieron ayer representantes de ocho organismos de
derechos humanos en la Cámara de Diputados. Al manifestar su solidaridad
con la protesta de los piqueteros, exhortaron a los poderes del
Estado para que implementen un modelo de país que contemple las
necesidades de todos.
Las medidas económicas adoptadas en esta última semana
por el gobierno de (Fernando) de la Rúa, precedidas por megacanjes,
blindajes y seis ajustes, profundizan la desigualdad entre los pocos que
acumulan riquezas inimaginables y los cada vez más numerosos que
no alcanzan ni siquiera a una canasta alimentaria de subsistencia y, nuevamente,
ponen la carga sobre las espaldas de trabajadores y jubilados, dice
un comunicado que firman Abuelas de Plaza de Mayo, la Asamblea Permanente
por los Derechos Humanos (APDH), el Centro de Estudios Legales y Sociales
(CELS), Familiares de Detenidos y Desaparecidos, la Liga Argentina por
los Derechos del Hombre, Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora,
el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH) y el Servicio
de Paz y Justicia (SERPAJ).
El titular del CELS, Horacio Verbitsky, dijo que ese organismo dará
asesoramiento jurídico a los piqueteros, para impedir que
sean reprimidos con el uso del Código Penal aplicado por jueces
que ignoran la vigencia de derechos superiores garantizados en la Constitución,
como el de peticionar y de expresarse libremente. Recordó, además,
que tiempo atrás denunció ante la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos lo que veíamos como una política
estatal de criminalizar la protesta. Mabel Gutiérrez, de
Familiares de Detenidos y Desaparecidos, añadió que están
estudiando denunciar por inconstitucional la ley de ajuste que votó
el Congreso.
El texto de los organismos recuerda también que en 1999 el Comité
de Derechos Económicos Sociales y Culturales de Naciones Unidas
le recomendó a la Argentina asegurar que el régimen
de seguridad social garantice al trabajador una pensión mínima
adecuada que no deberá ser ni cercenada ni aplazada unilateralmente,
especialmente en tiempos de crisis económica.
OPINION
Por Miguel Bonasso
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D�Elía y el senador
Mc Carthy
Escuché con irritación y amargura la declaración
macartista que el concejal Luis DElía formuló
ayer ante Crónica TV y otros medios audiovisuales mientras
se cumplían las medidas de fuerza dispuestas por el movimiento
piquetero del cual el edil matancero es un destacado dirigente.
DElía equiparó a Mario Firmenich con el genocida
Jorge Rafael Videla, sostuvo que el regreso del ex guerrillero a
la palestra era una maniobra del ministro del Interior, deslizó
que a esa maniobra no debía ser ajena la ministra de Trabajo,
Patricia Bullrich (en su carácter de ex montonera) y remató
afirmando que no hay un solo montonero en el movimiento piquetero.
En pocas palabras sumó demasiados errores. Veamos:
Al equiparar a Firmenich con Videla como corresponsable de la represión,
DElía retrocedió a la teoría de los dos
demonios que hoy no sustenta ningún organismo defensor de
los derechos humanos. Se ubicó, en rigor, a la derecha del
teniente general (RE) Martín Balza para quien hubo un solo
demonio: el que generalizó el terrorismo desde el Estado.
El mentado regreso de Firmenich obedece más a la desubicación
política del ex jefe montonero residente en Barcelona que
a una maniobra oficial. Desde su autoimpuesto retiro en una universidad
catalana, el Pepe sueña con un hipotético
ascenso a la Presidencia de la República que se da de patadas
con la realidad. No creo para nada que su propuesta alucinante sea
una maniobra de Ramón Mestre. Por dos razones: a Mestre no
se le podría ocurrir algo tan ingenioso y Firmenich no necesita
de apoyo oficial para propiciar despropósitos. Tampoco cabe
atribuírselo a Patricia Bullrich, quien sí fue montonera
pero hace mucho tiempo que eligió volver a la familia, el
apellido y el pescado crudo a la japonesa.
Al rechazar con estilo macartista la presencia de montoneros
en el movimiento piquetero, DElía avanza tácitamente
de la crítica a Firmenich a la crítica de los montoneros,
de cualquier montonero. Y éste es, tal vez, el error más
imperdonable. Porque equivale a negar el sacrificio de miles de
argentinos que pelearon (con errores, sin duda, como se suele pelear)
contra lo que hoy impera con ropajes democráticos: la dictadura
del capital financiero nacional e internacional. Al hacerlo DElía
le falta el respeto a la memoria de Rodolfo Walsh, Vicky Walsh,
Dardo Cabo, Francisco Urondo, Julio Iván Roqué, Fernando
Abal Medina, Norma Arrostito, Bernardo y Alejo Levenson, Carlos
y Liliana Goldemberg, Marcos Osatinsky, Mariano Pujadas, Susana
y Adriana Lesgart, Carlos Capuano Martínez, Tulio Valenzuela,
Raquel Negro, Horacio Domingo Maggio, para citar solamente algunos
nombres que acuden desordenadamente a la memoria en un océano
de cinco mil montoneros que murieron combatiendo a la dictadura
o desaparecieron para siempre en las mazmorras del terrorismo de
Estado.
Comete, además, uno de los errores que Walsh le reprochaba
a Firmenich y la conducción de Montoneros: el creer que la
lucha popular es un cine continuado en el que el espectáculo
comienza cuando usted llega. El pecado de ahistoricidad es un pecado
mortal para los luchadores y duele ver que se sigue repitiendo en
el tercer milenio. DElía encierra a los montoneros
en el armario de la historia y se queda muy contento ante las cámaras
constatando que él es el protagonista del presente. El es
protagonista del presente por la razón que sintetizaba Bismarck
con verdadero genio: todo dirigente llega a la altura de la
ola que tiene abajo. Y le faltó agregar que algunos
son revolcados por esa misma ola. Hoy hay piqueteros en la Argentina,
porque este país tuvo el movimiento sindical más importante
de América Latina, porque desarrolló el movimiento
de masas más grande de la región, porque hubo anarquistas,
socialistas, comunistas que ayudaron a construir una conciencia
política y social. Y también porque en los setenta
hubo decenas de organizaciones revolucionarias que pelearon contra
la oligarquía y los militares con o sin las armas en la mano.
Franz Fanon decía, en Los condenados de la tierra, que uno
de los triunfos más importantes del colonizador suele ser
que los colonizados se vean como enemigos entre sí y copien
el lenguaje del opresor. No me parece que DElía haya
leído a Fanon. En todo caso no lo aplica. Al hacermacartismo
antimontonero copia en rigor los códigos del general Ricardo
Brinzoni que es quien, en una eventual Semana Trágica, sería
el llamado a reprimir con violencia el conflicto social, como ya
ocurrió en el segundo gobierno radical del siglo pasado.
Si el general fuera llamado a reprimir, ojalá que no, distinguirá
poco entre piqueteros y presuntos montoneros.
Con estas declaraciones, por último, DElía demuestra
que no conoce bien el movimiento que conduce. Si yo me sumara a
su estilo Mc Carthy, podría indicarle más de un compañero
piquetero de origen montonero. Un origen del cual la gente decente,
que mantiene sus principios, no tiene por qué avergonzarse.
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