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PROBLEMAS CON EL “PATACON”. IMPULSAN EL “FEDERAL”
Bonos de todos los colores

Ruckauf quiere diluir el impacto negativo de pagar con bonos en su provincia convenciendo a Economía
de la necesidad de un �Bono Federal�, papeles que aceptarían once provincias con problemas fiscales.

Carlos Ruckauf, gobernador de la provincia de Buenos Aires, mostrando los �bonos basura� que lo hizo retroceder en las encuestas.

Por Claudio Scaletta

Frente a la segura desvalorización de los bonos emitidos por once estados provinciales, cuatro de ellos ya en circulación, el Ministerio de Economía estudia la unificación de los papeles en un único “Bono Federal”. Aunque Domingo Cavallo escuchó la propuesta, en el Palacio de Hacienda analizan cómo instrumentar la emisión para que no parezca creación monetaria, al menos ante el FMI. El temor del ministro es que ese organismo multilateral pueda argumentar que se está emitiendo para no desembolsar anticipadamente los 1200 millones de dólares comprometidos por el “blindaje”. En tanto, el gobernador bonaerense Carlos Ruckauf, uno de los principales impulsores del Federal, no podrá mañana pagar la totalidad de los salarios provinciales por demoras en la impresión de los “Patacones”. Sin embargo, esto no le impidió ofrecer los bonos a otras provincias que los necesiten hasta tanto consigan emitir sus propios papeles.
Los bonos impresos por provincias como medio de pago ya se utilizan en Tucumán, Catamarca, Corrientes y Misiones. Este mes comenzarán a circular 600 millones de los Patacones de Carlos Ruckauf, los que ya consiguieron una caída en la imagen pública del gobernador de más de 20 puntos. También anunciaron que se sumarán al ruedo Córdoba, donde el prolijo Juan Manuel de la Sota tendrá un déficit superior a los 150 millones anunciados, Entre Ríos, que analiza emitir 450 millones, La Rioja y Río Negro. Jujuy y San Juan, que no consideran emisiones autónomas, sí se sumarían al Federal. En conjunto, las provincias en problemas suman 11.
Buenos Aires aparece como la provincia más ansiosa por repartir el costo político de esta emisión secundaria. Agotada la estrategia de hacer subir la responsabilidad al gobierno nacional, se transformó en la principal impulsora de un instrumento de alcance interprovincial. Puertas adentro, la estrategia parece ser minimizar el impacto de la medida. El argumento es que el límite salarial de 740 pesos sobre el cual se empieza a pagar con papeles sólo es superado por el 27 por ciento de los 450 mil agentes públicos. Así, la resistencia de la mayoría responderían a las pérdidas de los sobresueldos encubiertos a través del pago de horas extras y viáticos. En otro orden, y según anunció el vicegobernador Felipe Solá, la provincia no podrá pagar hoy la parte de las retribuciones en Patacones por demoras en la impresión de los títulos, por lo que se estima que los pagos podrán hacerse efectivos recién el jueves de la próxima semana.
Aunque tanto Ruckauf como Solá insistan en acuerdos con distintos sectores privados para que acepten los Patacones a su valor nominal, hasta ahora sólo consiguieron un sí parcial. Hipermercados y prestatarias de servicios privatizadas confirmaron que recibirán los bonos, pero en la misma proporción en que podrán deshacerse de ellos vía pago de impuestos. Sin embargo, estas dificultades en la aceptación de los papeles dentro de su propia provincia no inhibieron a Ruckauf jactarse del valor de cambio de los títulos en otros estados. El mandatario se mostró dispuesto a prestar Patacones a las provincias que los necesiten y no tengan tiempo de emitir los títulos propios, siempre y cuando “después los devuelvan”. La humorada del gobernador representa, no obstante, una clara muestra de su deseo de que se apruebe lo más rápido posible el bono Federal, alternativa que ya fue tratada el fin de semana con el propio Cavallo.
Los gobernadores que prestaron su acuerdo a que el Senado apruebe la ley de déficit cero, saben que la argucia no servirá para contener en lo inmediato sus desfasajes y que frente a la ausencia de préstamos o recursos genuinos deberán encontrar algún mecanismo para cumplir con sus pagos. Si se espera un desagio en los papeles bonaerenses, la devaluación sería aun mayor en las provincias más chicas, de ahí la necesidad de un “bono federal”. Sin embargo, en Economía saben que esto sería visto por el FMI como lisa y llana emisión. La alternativa que se estudia entonces, es emitir los bonos con el respaldo del menguado “Fondo Fiduciario para el Desarrollo de las Provincias”. Tal vez el disfraz funcione.

 


 

LE HACEN PRECIO O COMPRA MENOS
El Estado apaga la luz

Por Julio Nudler

“Nos bajan el precio o compramos menos.” Así será el planteo de todas las áreas del sector público a sus proveedores, como manera de amoldarse al recorte en las partidas, sobre una base mensual. Nada de surtirse para períodos más extensos. Pero esa disyuntiva no resultará con los servicios privatizados, cuyas tarifas son sagradas, de modo que en el caso del teléfono o la luz, cada repartición deberá hallar el mejor método para gastar menos pulsos y kilovatios. El Ministerio de Economía ya aplica uno: cada teléfono tiene un responsable, y éste debe explicar a fin de mes las llamadas efectuadas desde su aparato, aunque se le permite identificar tres o cuatro números personales (la familia) y comunicarse con ellos razonablemente. El 15 que permite llamar a celulares se reserva a teléfonos jerárquicos.
La idea de rebanar las facturas de los proveedores como se ha resuelto hacer con sueldos, asignaciones familiares, honorarios de contratados y jubilados se demostró rápidamente irrealizable. Si un organismo pretendiera comprar papel o cartuchos de impresora, advirtiendo que al pago descontará 13 por ciento del precio, éste saltaría preventivamente de 100 a 114,9, para terminar en los mismos 100 después de la quita. Para colmo, la Sindicatura General de la Nación, que determina los precios testigo, no podría objetar la mayor cotización porque aquéllos no son precios en abstracto sino bajo determinadas condiciones.
Los valores que proporciona la Sigen parten del supuesto de que el Estado paga sus compras a 30 días (aunque después se atrase) y, obviamente, el precio convenido. Si esto se altera, las cotizaciones inobjetablemente suben, lo cual ya comenzó a ocurrir, puesto que durante semanas circuló la intención oficial de pagar menos de lo comprometido, tal como se hace con los perceptores de ingresos fijos, y algunos proveedores abrieron el paraguas. Sin embargo, fueron pocos los casos porque, en realidad, el Estado está comprando lo mínimo indispensable, y aún menos.
La razón es que Hacienda no les viene dando a las dependencias estatales la llamada cuota de compromiso, que es la parte del crédito presupuestario autorizado que los organismos pueden gastar en el mes, y sin la cual ni siquiera tienen chance de endeudar hacia el futuro al Estado mediante licitaciones, concursos o compras directas. A través del sistema informático SAF, Economía controla de cerca cualquier compromiso. De suerte que para convivir con esta estrechez, las áreas optan por agenciarse insumos para períodos más breves. Las Fuerzas Armadas, por ejemplo, ahora adquieren mensualmente la carne y el pan con que alimentan a sus tropas, cuando antes abrían sólo dos licitaciones al año.
Aprovisionarse para menos tiempo implica en muchos casos caer por debajo de los 75.000 pesos en contrataciones directas, por encima de los cuales deben pedírsele precios testigo a la Sigen. Por debajo es optativo. Es decir, ni licitación, obligatoria cuando se superan los 100.000 pesos, ni valores de referencia, todo lo cual reduce los resguardos contra eventuales sobreprecios. En ciertos niveles oficiales ya hay preocupación por el relajo a que daría lugar este hábito de comprar todos los días cincuenta de fiambre y cincuenta de queso, como quien no junta plata para ir al supermercado.

 

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