Por Martín Granovsky
Aunque Domingo Cavallo rechazó
hablar de última oportunidad porque eso, dijo, es para
los muertos, el Gobierno está inquieto porque el riesgo país
no baja y el drenaje de depósitos continúa e imagina una
sola forma de revertir el declive: sueña convertir el apoyo externo
que ayer dieron George Bush y Tony Blair en un OK de los Estados Unidos
y Gran Bretaña a sus representantes en el Fondo Monetario Internacional
para apurar un desembolso urgente hacia la Argentina.
Los funcionarios oficiales se recostaron ayer en un llamado del presidente
norteamericano en el que, según la versión del Gobierno,
Bush le dijo a De la Rúa que el éxito de la Argentina es
importante para el resto del hemisferio. No es el primer gesto verbal
de apoyo proveniente de Washington, pero la administración argentina
le atribuye un valor especial sobre todo en estos días porque cualquier
manifestación no crítica sobre las finanzas domésticas
son vistas como un salvavidas para escapar del ahogo provocado por las
altas tasas y la falta de crédito. La apuesta oficial consiste
en que el FMI acelere los tiempos y envíe nuevos fondos frescos
que puedan ser utilizados de manera directa o aprovechados como colchón
para ahuyentar en el establishment financiero el pánico a una corrida
y a un crack. Cavallo espera nutrirse de 4500 millones de dólares
entre los recursos aportados por el FMI, el Banco Mundial y el Banco Interamericano
de Desarrollo.
Todas las esperanzas están puestas ahora en la inminente visita
a Buenos Aires de John Taylor, el subsecretario para asuntos internacionales
del Departamento del Tesoro, el virtual ministerio de Economía
y Finanzas de los Estados Unidos. Taylor, que llegaría mañana,
es el número dos de Paul ONeill, el riquísimo empresario
devenido funcionario de Bush que hace 10 días dijo que el país
está como está porque a los argentinos les gusta ser
como son y porque, por ejemplo, ni siquiera pueden hablar
de una industria de exportación. Es cierto que luego de esas
declaraciones ONeill se puso en sintonía con el Departamento
de Estado, es decir que cedió a los marcos de lo diplomático
correcto, pero nada disipó la primera impresión en analistas
y ministros: el mayor interés de ONeill no había sido
discutir la historia argentina sino representar al norteamericano medio
en su negativa a socorrer con fondos propios economías remotas
como la Argentina.
La semana pasada una serie de entrevistas entre el viceministro Daniel
Marx con Taylor fue presentada en el Ministerio de Economía como
un triunfo, y ayer las expectativas puestas sobre Taylor se habían
acrecentado tanto que el Gobierno se asemejaba a una familia en pascua
judía esperando al Mesías.
Cavallo cree que una inmersión del funcionario en la realidad argentina
servirá para que se vaya convencido de que los representantes norteamericanos
en el Fondo Monetario deben apretar las clavijas. La tarea del ministro
no será fácil. Necesita que, al mismo tiempo, crezca en
el Departamento del Tesoro la percepción de que un default argentino
se extendería como un dominó haciendo caer fichas desde
aquí hasta Oriente. En esa tarea puede haberlo ayudado ayer el
editorial de The New York Times (ver aparte), que es sin duda influyente
pero no tanto, en términos económicos, como The Financial
Times o The Wall Street Journal, dos diarios que hasta el momento analizaron
un eventual contagio pero no llamaron a frenarlo vacunando a la Argentina
con una inyección de dólares. La sensación de ahogo
del Gobierno es tan grande que ayer hasta estuvo seguro de que nadie le
haría pagar a De la Rúa el costo de haber mantenido un encuentro
con Blair el primero en territorio argentino desde la guerra de
Malvinas de 1982 en el que las Malvinas fueron un tema más
que menor. También en este caso los funcionarios puntean apoyos
como contaron el domingo los votos para el Déficit Cero en el Senado.
A ese conteo pueden sumar declaraciones del ex secretario del Tesoro Nicholas
Brady. Lo que están haciendo De la Rúa y Cavallo es
increíble,es algo que debería haberse hecho hace 10 años,
pero reducir el costo de las pensines es un paso muy importante,
dijo. No estoy prediciendo nada, pero tengo confianza de que la
Argentina saldrá adelante, dijo Brady, y criticó a
los consultores de Wall Street que se manejan como si el default y la
devaluación fuesen inevitables. Es lo que yo llamo bailar
sobre la tumba, definió.
Cuando era miembro del gabinete de Bush padre, Brady negoció con
Cavallo el plan de reconversión de la deuda externa argentina que
tuvo como eje el pago de parte del capital adeudado bajo la forma de conversión
de títulos de deuda en activos físicos de empresas de servicios,
hasta entonces estatales y luego privatizadas. En ese tiempo Marx (Daniel)
era el negociador externo de Cavallo, después de haber ocupado
el mismo cargo con Raúl Alfonsín y de volver a ejercerlo
ahora, con el revival de Cavallo. Entre el Cavallo I y II Marx vivió
en Washington, trabajando en el sector financiero. Y uno de sus socios
fue Brady.
Bush, Taylor, Brady y Blair son, en los papeles, la carta para que el
FMI convierta rapidez en vértigo. Ya está acordado
avanzar la fecha de la revisión, dijo ayer a la agencia Reuters
un miembro del Fondo que pidió reserva de su nombre. Lo que
no tenemos es la fecha exacta. Estamos hablando de los primeros días
de septiembre, el 1, 2, 3 o 4, dijo. Si ese plazo se mantiene, el
adelanto no sería notable, porque hasta ahora se venía hablando
del 17 de septiembre como fecha para discutir sobre la Argentina. En público
el Gobierno quiere aparecer desentendido del riesgo país, y en
su conferencia de prensa Cavallo colocó la opinión de la
consultora Moodys solo como éso, como una opinión
más, pero su verdadera invocación apunta a que no se extienda
la salida de depósitos, que están recorriendo el circuito
que va de los pesos a los dólares, de los dólares a las
cajas de seguridad y de ahí al exterior. Y como todo lo que hace
crack es boom, los desembolsos deberían llegar en los próximos
días para evitar que, igual que aquellas papas, todos queden fritos.
Haz lo que yo digo,
pero...
En la conferencia de prensa que ofreció anoche, Domingo
Cavallo pidió una chance a los argentinos para
demostrar que se superará la crisis. Su pedido a los ciudadanos
fue que tengan confianza en que, pese a las presiones de los mercados,
no habrá devaluación ni default.
Usted les pide a los ahorristas que tengan confianza, que
le den una chance. ¿Cómo se condice ese reclamo con
el hecho de que usted tiene sus ahorros en el exterior? preguntó
Página/12.
Quién le dijo que tengo mi dinero en el exterior retrucó
Cavallo.
Figura en su declaración jurada ante la Oficina Anticorrupción.
El ministro ensayó entonces una respuesta. Dijo que cuando
me perseguía el menemismo, me embargaban mis ganancias, invertí
mi dinero en un fondo del exterior por una cuestión de protección.
Y ese fondo invierte en bonos argentinos. No sé si se venció
y ya se rescató el dinero, porque las inversiones familiares
las administra mi mujer.
Concretamente, ¿ya trajo la plata al país o
la sigue teniendo en el exterior? insistió este diario.
Eso lo administra Sonia. Pero no voy a responder cosas para
hacerles el juego a los que difunden esas cosas porque quieren el
caos dijo, esquivando la respuesta.
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CONVOCAN
FANTASMAS ANTE EL FRACASO DEL DEFICIT CERO PARA CAMBIAR EL CLIMA
En Economía ven conspiradores en la city
Por
David Cufré
La persistente
suba del riesgo país tiene una sola explicación para el
equipo económico: se ha desatado un ataque especulativo contra
los bonos y nada de lo que haga el Gobierno para contentar a los mercados
lo detendrá. Por lo tanto, más allá de alguna medida
defensiva para frenar la salida de depósitos, Domingo Cavallo no
hará nuevos anuncios. Se plantará en la defensa del déficit
cero y concentrará todos sus esfuerzos en conseguir el auxilio
financiero del FMI, los Estados Unidos y Europa. En la conferencia de
prensa que ofreció anoche, el ministro dijo varias veces que necesita
la ayuda del mundo y, otras tantas, que hay sectores financieros
que están apostando contra la Argentina, pero que serán
derrotados.
Vamos a derrotar a las fuerzas que generan la inestabilidad financiera,
a los que apuestan en contra de la Argentina, enfatizó, sugiriendo
que la puja con los especuladores es algo así como la madre de
las batallas. En Economía están convencidos que existen
maniobras especulativas para forzar el default (cesación de pagos),
llevadas a cabo por poderosos rivales: bancos de inversión de Estados
Unidos, algunos inversores brasileños y otros europeos. Su jugada
consistiría en forzar la quiebra de Argentina para sacar ganancias
millonarias por sus apuestas. A ese grupo de inversores en Economía
le dieron el calificativo de conspiradores. Pero también
señalan a otros sectores que pretenden obtener réditos apostando
a la caída de los títulos públicos, aunque en este
caso en el Palacio de Hacienda justifican que lo harían por una
cuestión defensiva.
Hay empresas y bancos extranjeros que han invertido en bienes en
Argentina, y si vamos al default, sus activos se depreciarán. Para
que la pérdida no sea tan grande, se suman a los que especulan
en contra del país para sacar alguna tajada junto a ellos. Juegan
a dos puntas, comentó a Página/12 una fuente cercana
a Cavallo. En conclusión, unos y otros se siguen desprendiendo
de títulos públicos y por tanto inflando el
nivel de riesgo país. El equipo económico asegura que la
sanción de la ley que instaura el déficit cero fracasó
en bajar el riesgo porque a esta altura ya no importa qué haga
el Gobierno para congraciarse con los mercados, porque lo que ocurre es
que está librando una pulseada con ellos.
Para no sucumbir ante el ataque, Cavallo busca parapetarse detrás
de aliados a los que los mercados puedan temer. Su gran esperanza es que
el FMI encabece un nuevo salvataje, con aportes de otros organismos multilaterales,
y si es posible, de los Estados Unidos y de países europeos. El
ministro consiguió que lo acompañen en las gestiones lobbistas
también poderosos: los bancos minoristas que operan en la plaza
local, que comparten el riesgo argentino, por tener en sus carteras fuertes
sumas en títulos públicos, y porque sus negocios dependen
de las operaciones que hagan con consumidores y empresarios argentinos.
Los bancos españoles radicados en el país están operando
en Madrid para que el gobierno español se comprometa en el rescate.
Y Repsol-YPF fue la primera en aportar capitales para constituir el Fondo
Patriótico.
Tenemos que conseguir apoyo desde el exterior y aguantar el ataque,
explicándole a la gente que acá hay una maniobra especulativa
y que no se tiene que asustar, describió un alto funcionario
del Palacio de Hacienda la estrategia oficial. Cavallo hizo
hincapié anoche en pedir a los argentinos que confíen
en nuestras capacidades para resolver la crisis. Aunque no lo puso
en palabras, el ministro lo que pretende de los argentinos es que dejen
su dinero en los bancos, ya que si se acentúa la corrida contra
los depósitos, toda la estantería puede caer. Con los fondos
que desembolsará el FMI por el blindaje financiero (el que se acordó
en diciembre del año pasado), más la postergación
de vencimientos que se logró con el megacanje, más el nuevo
canje de Letras de Tesorería (Letes), más la política
de déficit cero, el Gobierno se encuentra bastante a resguardo
del default en lo que queda del año. Pero de nadaservirá
toda la nueva ayuda que pueda conseguir si los ahorristas se llevan la
plata de los bancos.
Además del temor al comportamiento de los ahorristas, en Economía
admiten que el otro gran riesgo es político. Si la recaudación
de impuestos sigue en picada, será inevitable un nuevo recorte
a salarios y jubilaciones para cumplir con el déficit cero. En
público, el equipo económico sostiene que el ajuste será
todo lo duro que sea necesario, pero en privado reconoce que resultará
casi imposible sobreponerse a la resistencia política y social
a un nuevo apriete fiscal.
ALZA
SIN TECHO DEL RIESGO PAIS
Conspiración o simple negocio
Por
Julio Nudler
Un nuevo respaldo
externo (G-7 vía FMI) y el cese de la corrida interna contra los
depósitos. Sin explicitarlas, ésas son las dos interrelacionadas
claves de la salvación (si es posible aún creer en ella)
a las que Domingo Cavallo aludió anoche en su mensaje introductorio
a la rueda de prensa . Lo hizo cuando demandó a los argentinos
y al mundo una nueva chance. Son las condiciones para que la caída
sin fondo de los títulos de deuda no conduzca, a través
del impacto que causa sobre el público local el alza imparable
del riesgo país, al hundimiento de la convertibilidad y a la cesación
de pagos.
Pero lo que a cualquiera le cuesta entender con la mente fría es
la razón por la que cierto número de especuladores internacionales
(administradores de fondos, banqueros, etcétera) están conspirando
-según el término acusador que utilizan privadamente desde
el Jefe de Gabinete hasta varios miembros del equipo económico
oficial- para forzar la quiebra de este país meridional. En otros
términos, cuál sería el negocio para ellos. Trasladándole
esta cuestión a José Siaba Serrate, un reconocido experto
en mercados financieros, se obtiene una visión un tanto más
objetiva pero no menos descarnada de la situación:
Es verdad que especulan contra
la Argentina. Pero uno podría preguntarse por qué no especulan
a favor. Será porque hacerlo en contra promete más, dada
la situación del país.
La realidad del mercado para
la deuda argentina es que se ha reducido mucho en liquidez y avanza por
un solo carril: el de la baja, sin nadie a la vista que talle para ponerle
un piso, nadie dispuesto a jugar a la otra punta. En un escenario de escasas
transacciones se facilita, además, la manipulación del mercado.
Los bancos que nadie menciona,
ni Cavallo, son los que a menudo le absorben los bonos que necesita colocar.
El parece haber tardado en entender (si es que realmente lo ha entendido)
que cuando coloca un bono en los doce bancos que obran como market makers
(armamercado), ello no significa que dichos títulos terminen en
los libros de esos bancos. El apetito por el riesgo argentino disminuyó
en todos los actores del mercado, incluyendo al conjunto de los bancos,
operen o no en el país. Y con más razón en los que
están presentes en esta plaza porque el hecho de tener negocios
en la Argentina ya implica para ellos una gran exposición, imposible
de rehuir. Entonces procuran bajarla por la parte más flexible,
que son las tenencias de bonos.
Cuando Cavallo acude a ese
club financiero para que le absorban -digamos una letra a un año,
eso no significa que vayan a sumarla a todos los papeles argentinos que
ya poseen. Esto también vale para los canjes de títulos,
con los que se alarga el perfil de vencimientos. Si alguien manejara de
otra forma su banco se estaría arriesgando a quebrar en caso de
que esta historia termine mal. El hecho de que un banco funcione aquí
como market maker no excluye que haya tomado la decisión de bajar
a la mitad, o menos aún, su exposición al riesgo argentino.
El canje de Letes anunciado
el martes se inscribe en la misma lógica: los bancos que aceptaron
tomar papeles mucho más largos obviamente han debido salir a deshacer
otras posiciones. Y esto sólo puede lograrse hoy aceptando precios
más bajos. Por ende, mientras el anuncio del trueque induce a creer
que provocará un retroceso del riesgo país al aliviar el
calendario de vencimientos, lo que termina ocurriendo es una nueva suba.
Este efecto, sólo en
apariencia sorprendente, sobrevino cada vez que Cavallo consiguió
que le comprasen un bono, o le aceptasen uno largo en permuta por otros
cortos. El precio de la deuda argentina reaccionaba a la baja porque la
realidad era y es que, desde hace rato, el mercado no quiere más
bonos del país. Todo el mundo llegó a la conclusión
de que la Argentina está en una situación como mínimo
muy delicada, y que se impone disminuir la exposición a este riesgo,
lo cual es independiente de que se tengan o no negocios en el país,
o de que se sea o no market maker.
Los bancos de este club tienen
un compromiso que los ha llevado a presentarse formalmente cada vez que
el Gobierno los ha necesitado. Esas casas financieras se sintieron atraídas
por el negocio de participar en la colocación de deuda, con las
jugosas comisiones consiguientes. Y en este sentido no se equivocaron.
Pero hasta ahí.
Las famosas declaraciones de
Paul ONeill a The Economist, lapidarias respecto de la Argentina,
fueron fatales por ser mucho más creíbles que cualquier
número de expresiones de apoyo, que siempre suenan a hueco. Lo
del secretario del Tesoro estadounidense equivalió a darles piedra
libre a los especuladores que jugaban a la baja de los bonos argentinos.
Contra eso, el arma del Déficit Cero resulta débil por parcial
y porque lleva tiempo cumplirlo y convencer de que podrá mantenerse.
Los tiempos del mercado son mucho más vertiginosos al acelerar
la caída de depósitos, la pérdida de reservas y la
necesidad del Banco Central de liberar liquidez.
El especulador jugado a la
baja vende millones de títulos argentinos que no tiene, pero los
alquila a ese fin o efectúa un pase, entregando plata a cambio
de los bonos que debe entregar a su comprador. Si el precio del papel
en cuestión el 2008, por ejemplo cae, el especulador
gana al haberlo vendido a un precio superior y deberlo reponer a uno inferior.
El mismo hecho de vender bonos en un mercado chico e inapetente provoca
la caída de su precio. El timbero sólo debe preocuparse
por realimentar la oferta para asegurarse que el precio siga descendiendo.
Por supuesto que corre un riesgo, porque estas jugadas siempre pueden
salir mal, por ejemplo si sobreviniese un Blindaje II para la Argentina.
De nuevo, las palabras de ONeill transmitieron el mensaje opuesto:
que no habría conmiseración con la víctima porque
ésta según el republicano es culpable de todo
lo que le sucede.
En síntesis, un país sediento ante un mercado inapetente.
El país jura no volver a beber, mientras los financistas se sienten
ahítos de tanto bono argentino. Por ahora, su falta de apetito
manda sobre el estaño del mostrador.
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