Por Laura Vales
Las organizaciones de desocupados
empezaron a estudiar la posibilidad de convocar a un cacerolazo o un apagón
para acompañar los piquetes del próximo martes. La idea
es evaluada como una buena estrategia para sumar a otros sectores de la
sociedad a la segunda etapa de la protesta. Básicamente, a aquella
parte de la clase media que rechaza el ajuste pero que difícilmente
participaría de un corte de rutas. En un cacerolazo pueden
expresarse todos, hasta los que no quieren salir de su casa, dijo
ayer Luis DElía sobre el método de protesta que dio
buenos resultados en el pasado. Juan Carlos Alderete confirmó que
ya se empezaron a hacer consultas sobre el cacerolazo a los piqueteros
del interior. También que le pedirán una entrevista a Hugo
Moyano para retomar la posibilidad del llamado a un paro conjunto de la
CGT Rebelde y la CTA.
Los piqueteros saben que a partir de ahora, pasada la novedad del primer
día de manifestaciones con alcance nacional, les será más
difícil mantener la atención de los medios de comunicación
y sostener en primer plano su pulseada con el Gobierno. Consideran que
parte de sus esfuerzos deben centrarse en incorporar paulatinamente a
otros grupos sociales afectados por el rumbo económico. También
en aumentar la presencia de los gremios (y su visibilidad) en los piquetes.
Ayer, desde el conurbano, se hicieron las primeras consultas telefónicas
sobre el cacerolazo con los delegados del interior del país y esta
tarde el grupo que coordinó las distintas manifestaciones del martes
(en el que están DElía, Alderete y representantes
de otras agrupaciones de desocupados como el Futrade, el Polo Obrero y
el Movimiento Teresa Rodríguez) volverá a reunirse para
hacer una evaluación del camino andado y delinear los pasos de
la semana próxima.
DElía y Alderete dicen que quieren, además, recomponer
las relaciones con Moyano, con el que habían empezado a hablar
sobre la realización de un paro general junto a la central que
conduce Víctor De Gennaro. Se suponía que la medida serviría
para coronaría las tres semanas de piquetes. Pero las conversaciones
tuvieron un mal comienzo: cuando Moyano fue al congreso nacional de desocupados
de La Matanza los asambleístas lo silbaron. Apenas pudo hablar,
con un abucheo continuo como cortina de fondo. Desde entonces, aseguran,
no volvieron a verse.
Está enojado. Se fue convencido de que detrás de los
silbidos estuvo la CTA, admitió ayer DElía.
También contó que junto con Alderete le habían
pedido especialmente al camionero que concurriera a la asamblea
y evaluó la silbatina como un error.
Aún así, las relaciones no parecen estar tan frías
como describe DElía. Consultado por los medios, ayer Moyano
tuvo elogios para la jornada de cortes. Definió a los piqueteros
como representantes de un sector importante de la sociedad
y consideró que aunque los sindicatos representamos otro
sector, en determinado momento habría que aunar voluntades.
Al menú de cacerolazo (o apagón) se agregarán seguramente,
nuevos apoyos de los gremios más afectados por el recorte. Los
piqueteros mantienen un diálogo abierto con los docentes y los
estatales, que el martes podrían volver a salir a la calle. También
con los médicos de los hospitales públicos (que integran
la Cicop) y participaron de los piquetes, en contra del ajuste y para
denunciar la falta de insumos básicos en los centros de salud del
conurbano bonaerense.
Libertad a piqueteros
El secretario de Empleo, Horacio Viqueira, invitó a los
piqueteros a retomar el diálogo e inició una serie
de gestiones para interiorizarse sobre la situación de los
detenidos sociales. Viqueira se comunicó por la mañana
con la Subsecretaria de Derechos Humanos, Diana Conti, con quien
analizó las posibles respuestas al pedido de las organizaciones
de desocupados, que como primer punto reclaman la libertad de quienes
están presos (o procesados) por haber cortado rutas o pedido
comida.
Conti dijo a Página/12 que su intención es reunirse
con los desocupados y conocer cada caso para detectar si hay situaciones
en las que se vulneraron los derechos humanos. Vamos a elevar
pedidos de información a jueces y fiscales para analizar
si se criminalizó a quienes hicieron reclamos sociales,
explicó la subsecretaria. En esa línea, Conti consideró
como ideal que los desocupados redactasen una presentación
global (es decir sobre todos los procesados) ante su repartición,
para facilitar su intervención oficial ante los tribunales.
En el caso de José Barraza ya se cursó un pedido de
información al juez federal de Salta.
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SONDEO
DE OPINION DE ZULETA PUCEIRO SOBRE LOS CORTES DE RUTA
A la mayoría no le gusta el método
Por Raúl
Kollmann
La gente no mira con buenos
ojos el método del corte de rutas, aunque de alguna manera reconoce
que esa forma de protesta se origina en motivos reales: básicamente
la desocupación y la pobreza. La percepción es que el corte
de ruta es un obstáculo para el trabajo y el desplazamiento de
los demás ciudadanos y por ello el nivel de rechazo es alto. El
argentino promedio desconfía de los dirigentes gremiales y por
lo tanto no le gusta nada que los sindicalistas apoyen los cortes, en
tanto que sobre la nueva conducción piquetera, tal vez concentrada
en Luis DElía y Juan Carlos Alderete, los hombres de La Matanza,
no hay una opinión muy formada: los porcentajes son parecidos entre
quienes los respaldan y quienes los rechazan.
Las conclusiones surgen de una encuesta realizada por la consultora Ibope
OPSM, que lidera el conocido consultor Enrique Zuleta Puceiro. En total
fueron relevadas 1200 personas en 53 localidades de todo el país.
El estudio es un adelanto del relevamiento mensual que realiza Ibope y
que se denomina Monitor de Tendencias Económicas y Sociales. Se
sumaron las opiniones de todas las personas encuestadas hasta las 16 del
día 31 de julio, es decir el día en que se realizó
el plan nacional de corte de rutas.
Como se puede ver nítidamente, la gente se opone al método
de los piquetes y también al plan puesto en marcha por los dirigentes
de La Matanza. Ya hubo otros estudios, especialmente realizados en base
a los llamados grupos motivaciones se seleccionan al azar 30 o 40
personas a las que se reúne y se les pide opinión sobre
un determinado tema, en los que se venía percibiendo un claro
rechazo a los cortes de ruta. En general, debe decirse que en la mayor
parte de los casos, a la gente no les gusta ningún tipo de conflicto,
ni las huelgas ni los paros generales ni los piquetes, pero se aprecia
en el estudio de Ibope que hay un rechazo especial, muy mayoritario, a
los cortes de ruta. Es un clásico, y también se percibe
en la encuesta que lideró Zuleta, que el consultado dice que no
se va a arreglar nada de esta manera. En concreto, un 82 por ciento
de los encuestados por Ibope consideraron que con los cortes de rutas
no se conseguirán los objetivos buscados.
De todas maneras, la gente reconoce que las protestas se producen por
la desocupación, la pobreza o la injusticia social. De alguna manera
con esa afirmación justifican la movilización, aunque no
acuerden para nada con los métodos. A esto hay que agregarle los
cuestionamientos a los dirigentes. Ya se sabe que los sindicalistas son
el sector más desprestigiado del país y no resulta extraño
que el 70 por ciento de los consultados sostengan que apoyan los cortes
de ruta porque quieren seguir acumulando dinero o poder.
Un párrafo aparte merece la conducción de los piqueteros.
Allí las posturas se dividen: casi un 30 por ciento de los consultados
dijeron que los dirigentes piqueteros tienen buena intención, mientras
que un 44 por ciento piensa que tienen intereses oscuros. Hay un 18 por
ciento que los evalúa con un más o menos.
Los datos de Ibope llaman la atención. Aunque la crisis es de gran
envergadura, todavía no se percibe que la gente se ponga a favor
de una confrontación fuerte y dura. Cuando opinan contra los cortes
de ruta están diciendo que todavía tienen alguna expectativa
en que se puede salir del atolladero sin chocar, casi a todo o nada, con
el Gobierno.
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