Por Eduardo Fabregat
En 1993, Argentina vivía
una auténtica primavera del espectáculo. Las visitas internacionales
eran moneda corriente, cada fin de semana era una fiesta diferente en
un lugar diferente y el país menemista vivía su ilusión
de Primer Mundo. A tal punto era común ver grupos y solistas de
toda clase, que a nadie extrañó que Living Colour, un grupo
celebrado por la crítica y el público pero que en Argentina
parecía limitado a la categoría de culto, llegara a Obras
Sanitarias y diera un show para el recuerdo. Dos años después,
Living Colour anunciaba su separación, lo cual le daba a esa visita
un carácter aún más relevante. Pero los muchachos
de Vernon Reid volvieron a la ruta, y con sólo siete presentaciones
en sus espaldas retornaron el 10 de junio pasado a Obras, donde congregaron
más gente que en su debut y brindaron otra noche demoledora. Mejor
aún: la primera parte de este show podrá verse esta noche
a las 23, por Much Music (la segunda parte será emitida este domingo,
en el mismo horario).
Las cosas en la industria musical argentina cambiaron tanto, que el segundo
show del cuarteto afroamericano en esta tierra debe ser considerado como
algo excepcional. Un momento imperdible de una temporada deprimida como
pocas, que arrancó a lo grande con el Hot Festival del Campo de
Polo pero sucumbió a la sucesión de ajustes y reajustes.
Living Colour es un proyecto en donde el virtuosísimo guitarrista
Vernon Reid lleva buena parte de los laureles, pero eso no desmerece en
absoluto a sus compañeros. Doug Wimbish es uno de los bajistas
más sorprendentes que puede encontrarse en el funk moderno, con
una técnica de slap arrolladora y un sentido del ritmo como solo
puede tenerlo un músico afroamericano, tanto como su mejor socio,
el baterista Will Calhoun. El panorama se completa con Corey Glover, con
buena voz y el carisma necesario para manejar al público que celebró
cada arenga, cada trepada a las columnas de sonido y su zambullida a las
primeras filas. Pero, y ahí está la cereza, Living Colour
no es sólo una colección de personajes e instrumentistas
inspirados: también están las canciones.
¿Qué es, entonces, lo que obliga a sintonizar las emisiones
de Much Music de esta noche y el domingo, e incluso tener un VHS a mano?
Las arrolladoras versiones de Elvis is dead y Times
up, por ejemplo. O las sutilezas de Reid en la guitarra para Love
rears its ugly head, la incendiaria lectura del Should I stay
or should I go de los Clash, o la reactualización de su primer
hit, Cult of personality, de 1989, la época en que
la banda saltó a las primeras planas como telonera del Steel Wheels
Tour de los Rolling Stones. En suma, la oportunidad de ver, en este 2001
de escenarios y bolsillos flacos, a una banda de rock que supo volver
con la salud intacta. Al menos hay algo para festejar.
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