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Un cantante para el que los tangos son canciones

Horacio Molina es uno de los intérpretes de tango más detallistas y sutiles. En su primer disco, hace 40 años, hacía canciones de amor. A partir de este sábado recorrerá en vivo su trayectoria.

En 1961 Horacio Molina
grabó un disco por primera vez.
Junto a importantes invitados
recordará 40 años de carrera.

Por Diego Fischerman

Podría poner la boca de costado, como siempre que parafrasea a Gardel, delinear la voz con la precisión que lo caracteriza y cantar “40 años no es nada”. Sin embargo, en el caso de Horacio Molina, esas cuatro décadas son ni más ni menos que la distancia entre la primera prueba (y la primera aceptación) para grabar un disco profesional y una serie de actuaciones que empezará este fin de semana y que funcionará como un doble homenaje: a su trayectoria y a muchos de los músicos y amigos que la compartieron por un lado; por el otro, a quien iba a ser el acompañante y arreglador del espectáculo, Oscar Cardozo Ocampo, el músico y amigo fallecido la semana pasada. “El va estar ahí aunque no esté”, dice Molina. “El hecho de que no esté ya marca de una manera especial su presencia en el proyecto”.
En ese disco de 1961 lo acompañó el pianista y compositor Sergio Mihanovich (autor de “Sometime Ago”, un tema que grabaron Bill Evans, Jim Hall, Art Farmer y Ella Fitzgerald entre muchos otros). En este ciclo de la Casona del Teatro de Beatriz Urtubey (Corrientes 1975) que se presentará todos los sábados a las 23.30, Mihanovich será de la partida nuevamente. Junto a él habrá otros invitados: Eladia Blázquez, Agustín Pereyra Lucena, Galo García, Donna Carroll, Julia Zenko, Teresa Parodi, Oscar Alem y la violinista suiza Annette Rüegg. El equipo estable, por su parte, estará integrado por los guitarristas Jorge Guliano y Analía Rego y la bandoneonista Susana Ratcliff. Pero la separación con ese álbum fundante –en el que Molina cantaba canciones de amor “que me siguen gustando muchísimo y por las que no siento ninguna vergüenza” porque el tango “no estaba demasiado bien visto”– se mide, también, en las diferencias entre un mercado discográfico en ese momento en expansión y la virtual desaparición actual de la industria local. “Creo, además, que el nivel ha bajado muchísimo”, argumenta Molina. “Los productores discográficos de ese momento eran tipos que sabían música y aunque hicieran cosas comerciales tenían su corazoncito y sabían darse cuenta cuándo un tipo afinaba y cuándo no. En el momento en que yo grabé por primera vez, en el estudio, detrás del vidrio, estaban escuchando Virgilio Expósito y Jorge López Ruiz. Eso marca una diferencia, ¿no?”
El nombre de este espectáculo es explícito y conciso: 40 años. Y en gran parte debido a esa condición de recorrida por un largo trayecto artístico es que, según Molina, “abre el juego”. Aquí no habrá sólo tangos sino, también, canciones. O, mejor, otras canciones. “Porque los tangos también lo son y, en particular, Gardel, Mores, casi todo Cobián, fueron grandes autores de canciones”. La tanguedad de cierto repertorio es, para el cantante que ha hecho un culto del fraseo, la afinación y la buena dicción (aún a expensas de los resquemores de algunos fundamentalistas del tango que suelen extrañar las exageraciones pintoresquistas), “una cuestión de estilo”. Molina asegura que “un tango es un tango y un bolero es un bolero. Las diferencias no están tanto en la melodía o en la armonía. Con una pequeña modificación en el acompañamiento rítmico muchos tangos podrían convertirse en boleros y viceversa. Lo distinto pasa mucho más por cómo uno lo canto. Hay ciertos giros melódicos, cierto fraseo más ligado, más cantabile, que pertenecen al bolero y que en el tango suenan espantosos. Yo creo que cada cosa la canto como corresponde pero, en realidad, a ambas –y en otras también– las siento mías. En este espectáculo me encuentro un poco con mis orígenes musicales, con ese ambiente de la noche y el jazz, con el Gato Barbieri, con Sergio Mihanovich, con Lalo Schiffrin. Ese también soy yo”.

 


 

FESTIVAL DE MUSICA DE BUENOS AIRES
Siga el baile en la ciudad

El IV Festival Internacional de Música de Buenos Aires sigue su curso. Con Paquito D’Rivera y su actuación junto a una big band santafesina, sumada a la charla que mantuvo con los asistentes al Teatro Alvear la noche del martes, este encuentro que ha transformado la vida cultural de la ciudad tuvo uno de sus puntos altos. La programación prevé para hoy la actuación, a las 17.30 y en el Salón Dorado del Teatro Colón, del gran guitarrista uruguayo Eduardo Fernández, junto al contrabajista Oscar Carnero y el pianista Fernando Pérez. A las 18.15, en la misma sala, actuarán Fernando Hasaj en violín y Claudio Baraviera en cello, junto a Carnero y Pérez. A las 19 habrá un concierto, con participantes del festival, en el Centro Experimental del Colón y a las 9 de la noche, en la Sala AB del San Martín estarán Manolo Juárez, Jorge Mockert y el Trío La Posta. Mañana habrá varios platos fuertes, entre ellos la actuación de Paquito D’Rivera en clarinete junto a la fagotista argentina Andrea Merenzon (además organizadora del festival) y Pérez en piano, haciendo obras de Mendelssohn, D’Rivera y Mariano Mores entre otros. A las 21, en la Sala AB, habrá una clínica de tango, dictada por Jorge Retamoza y su grupo Tango XXX, el trío Siglo Treinta y un pianista Horacio Salgán que asegura a quien quiera oírlo (nadie le cree, en realidad) que no tiene nada que enseñar.

 

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