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DINAR LINEAS AEREAS


LLEGA JOHN TAYLOR, LA PALANCA PARA MOVER AL FONDO MONETARIO INTERNACIONAL
La sonrisa que más le interesa al Gobierno

Hoy llega el subsecretario del Tesoro de los Estados Unidos John Taylor, que según el Gobierno es el hombre clave para que Washington presione al FMI
y el organismo apure los desembolsos que necesita la exhausta economía argentina. Igual, los funcionarios buscan aparentar tranquilidad.

Horst Kohler, director ejecutivo del Fondo Monetario Internacional, y
diario de cabecera.

Por David Cufré

Por ahora hay miradas, gestos, sonrisas. Todo muy sugerente, pero también muy medido. El Gobierno siguió acumulando ayer muestras de apoyo desde Estados Unidos, Europa y de las autoridades del FMI, pero sin que ninguno de esos mensajes estuviera acompañado por el anuncio concreto de un próximo socorro financiero. “El mundo no se maneja como un almacén”, dijo el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, cuando le preguntaron por tercera vez si habrá o no ayuda internacional. Con desdén, explicó que “hay reglas diplomáticos que seguir, no se arregla todo por teléfono”. “Pero es muy malo crear tantas expectativas”, agregó, en referencia a lo que se convirtió en el tema excluyente de la economía para hoy: si el subsecretario del Tesoro de Estados Unidos, John Taylor, comunicará a su llegada al país que su gobierno está dispuesto a poner fondos, o que lo recomendará al FMI.
Ayer desde Washington, antes de partir, Taylor aseguró que “hay buenas chances” de que el Fondo, por lo menos, adelante desembolsos previstos para setiembre. También afirmó que “hay una amplia gama de discusiones en desarrollo”, y que el Gobierno ha tomado “decisiones extraordinariamente buenas”.
Taylor estará desde la mañana y hasta el almuerzo reunido con Domingo Cavallo y el equipo económico. Por la tarde se encontrará con las autoridades del Banco Central y luego con otros funcionarios de gobierno. Después que el presidente George Bush le transmitió a Fernando de la Rúa sus congratulaciones por la ley de déficit cero, y le informó que enviaría a Taylor como señal de respaldo, los mercados se apaciguaron. El riesgo país terminó ayer en 1601 puntos, 87 por debajo del día anterior. Pero la expectativa se trasladó a si el apoyo se materializará en dinero contante y sonante. Una alta fuente de Economía le dijo a Página/12 que “la apuesta de algunos actores financieros contra la Argentina es muy fuerte. En estos momentos es cuando debemos ser más consistentes y reafirmar lo que hemos aprobado. Obviamente, seríamos aún más fuertes para enfrentar la corrida si tuviéramos dinero desde el exterior”.
Pero en Economía sostienen que si los fondos no llegan, de todos modos podrán aguantar los embates especulativos. Entre consultores económicos y voceros de la city, en cambio, el ambiente es más pesimista. En su mayoría opinan que sin un refuerzo de capitales desde el exterior, la base de sustentación del Gobierno será muy endeble. El Gobierno maneja distintos escenarios en sus negociaciones con el FMI, el Tesoro de Estados Unidos y países europeos:
La expectativa más conservadora es que el FMI adelante los desembolsos previstos para setiembre y noviembre, cada uno por 1250 millones de dólares. Son fondos acordados en el blindaje financiero, por lo que no habría un socorro adicional. Como el FMI apuraría sus envíos, el Banco Mundial y el BID harían lo mismo, constituyendo un paquete de 4 mil millones. Como gesto de ayuda, sería bastante débil. Ayer el vocero de Horst Kohler, director gerente del Fondo, sostuvo que por ahora no hay nada definido, aunque sí podría adelantarse el envió del desembolso pautado para setiembre.
La opción intermedia es que Estados Unidos y los miembros europeos del FMI, encabezados por España y Alemania, hagan aportes al FMI para ampliar el blindaje financiero en 5 mil millones de dólares. El gobierno estadounidense insinuó que aceptaría colaborar, pero las declaraciones son demasiado cautas para extraer conclusiones en uno un otro sentido. Con algo menos de cautela, el gobierno alemán está dejando entrever su escasa disposición a sumarse al eventual rescate. El ministro de Finanzas, Hans Eichel, sostuvo ayer desde Berlín que su gobierno respaldaría el pedido de Argentina de acelerar los desembolsos del FMI (aquellos 2500 millones), pero se negó a adelantar su posición en cuanto a un aporte adicional.
El mejor acuerdo imaginable es que los mismos participantes del punto anterior integren 10 mil millones de dólares. Si Argentina tuviera esosfondos a su disposición, en la city afirman que ganaría la pulseada con el mercado.
Pero mientras estas negociaciones se definen, el Gobierno sigue procurando instalar en la opinión pública la dicotomía “ellos o nosotros”. La ventaja de poner las cosas en esos términos es que, si la gente lo cree, estará más dispuesta a tolerar sacrificios, los ya impuestos y otros adicionales, si hiciera falta. Colombo enfatizó anoche tras una reunión de gabinete que “la Argentina está sufriendo una corrida especulativa contra sus bonos de deuda”. “No estamos dispuestos a perder esta batalla, y les vamos a ganar porque muchos no creían que los argentinos seríamos capaces de reaccionar a este ataque especulativo como lo hicimos”, subrayó. Ante la pregunta de si el recorte de salarios y jubilaciones, actualmente de 13 por ciento, podría elevarse al 20 o a cualquier otro nivel en caso de que la recaudación siga en picada, el jefe de Gabinete respondió que se harán todos los esfuerzos para que la recaudación no caiga, pero que “se tomarán todas las medidas que sean necesarias para cumplir con el déficit cero”.
El Gobierno se muestra cohesionado en la defensa de esa política. Desde Economía señalaron a Página/12 que “estamos trabajando con una regla y la vamos a mantener. Queremos que aumente la recaudación, pero llegada la circunstancia de que haya que profundizar el ajuste de jubilaciones y salarios, lo haremos”.
–No parece posible que puedan sostenerlo política y socialmente. ¿Cómo harán? –preguntó este diario al funcionario.
–Somos conscientes de la resistencia, de que será difícil, y sobre todo de que no nos resulta nada placentero. Pero la sociedad también es consciente del momento que se está viviendo. Y si le explicamos que las consecuencias del default serían mucho peores, nos va a comprender –se esperanzó.

 

Datos de la crisis
Hoy llega John Taylor, el subsecretario del Tesoro estadounidense.
Anunciaría la liberación de fondos para superar la crisis. “Existen posibilidades” de que    ello suceda, anticipó.
Hubo alivio en la city: el riesgo país cayó 87 puntos, a 1601.
También mejoraron las acciones: 1,8 en promedio.
Entre lunes y martes disminuyeron 505 millones en plazos fijos, pero los depósitos totales    subieron 94 millones. Bajó la tasa interbancaria al 20%.
Economía estudia mecanismos contra los especuladores: podrían pagarse moratorias y    deudas impositivas con bonos de la deuda.

 

Conozca al amigo americano

¿Quién es John B.Taylor? Es el subsecretario para Asuntos Internacionales del Departamento del Tesoro, cargo que ocupa desde el 1º de junio de este año cuando prestó juramento ante el secretario Paul O’Neill. Taylor es considerado el principal asesor de O’Neill en una amplia gama de temas internacionales. Asimismo, tiene a su cargo el desarrollo de políticas y conducción de actividades en las áreas de finanzas internacionales, asuntos económicos y monetarios, comercio y política de inversiones, deuda internacional y participación de EE.UU. en instituciones financieras. Taylor, un economista egresado de la Universidad de Stanford, es reconocido como un experto en política monetaria internacional. Previamente, se desempeñó como economista ejecutivo en el Consejo de Asesores Económicos del presidente Henry Ford, en 1976, y como miembro del Consejo de Asesores Económicos del presidente George Bush (padre), entre 1989 y 1991. Fue integrante además del Consejo de Asesores Económicos del Gobernador de California, entre 1996 y 1998. Anteriormente a su incorporación como académico en la Universidad de Stanford, en 1984; Taylor fue profesor de economía de las Universidades de Princeton y Columbia. En tanto, recibió una beca de la Fundación Guggenheim para realizar investigaciones y fue integrante de la Academia Norteamericana de Artes y Ciencias y de la Sociedad Econométrica. Taylor, casado con dos hijos, nació el 8 de diciembre de 1946 en Yonkers, Nueva York.

 

OPINION
Por Julio Nudler

Argentina, presa fácil

Los partidarios del moral hazard o riesgo moral siempre condenaron los salvatajes a países subdesarrollados con un argumento antipático: no alentar conductas irresponsables de endeudamiento por parte de los gobiernos periféricos, y otro simpático: no hacerles el caldo gordo a los prestamistas, porque salvar al deudor es en última instancia rescatar al acreedor, convirtiéndole en seguro un negocio que debiera ser azaroso, y ello a costa de fondos públicos. Ahora, sin embargo, la cuestión es exactamente la inversa: si las potencias centrales y su herramienta predilecta, el Fondo Monetario, no acuden en auxilio de la Argentina, los especuladores que juegan a tumbarla van a salirse con la suya, sencillamente porque el país no tiene cómo defenderse demasiado tiempo más del acoso.
Para comprender esto es preciso distinguir entre la Argentina y los argentinos, o al menos aquellos argentinos con ahorros acumulados, cualquiera sea su origen. Es decir, de la clase media para arriba. Como la presión especulativa contra los bonos nacionales se traduce, vía riesgo país, en una corrida de depositantes locales, éstos terminarán oficiando de verdugos del conjunto en su lógico afán por salvarse individualmente.
En realidad, quienes ahora retiran su dinero fueron precedidos en la estampida por otros más opulentos y avisados y, mucho antes de esta crisis, por los compatriotas que mantienen en el exterior por lo menos tantos dólares como toda la deuda del Estado nacional.
La extensión de la fuga a estratos sociales más amplios da una medida de la fractura que existe entre la sociedad y los gobernantes, con consecuencias que castigan con especial dureza a los estratos más bajos, que ni cancelan plazos fijos ni gobiernan, y que volverán a pagar el peor precio si la marea especulativa finalmente doblega a la Argentina. Ahora lo único que puede cambiar el final de esta película es alguna acción concreta de Washington y el resto del G-7, aunque sea porque comprendan que les resultará más barato blindar a la Argentina que montar un cordón sanitario que ataje el contagio de Brasil y otros emergentes, y de ese modo evite que se complique aún más una economía global en desaceleración.
En este sentido, y aunque suene desmedido, la visita de John Taylor implica una acción autodefensiva de los gobiernos de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón, y de protección de las ganancias de las multinacionales, que están sufriendo con los asomos recesivos. Ninguno de ellos quiere experimentar el moral hazard en carne propia.

 

MORATORIAS Y DEUDAS CON EL FISCO SE PAGARIAN CON BONOS
Estrategia antiespeculadores

En Economía están convencidos de que en esta fase de la crisis financiera, la Argentina está padeciendo una fuerte corrida especulativa que derrumba artificialmente las cotizaciones de los títulos públicos y, por lo tanto, dispara el riesgo país a niveles astronómicos. Así lo expresó públicamente el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo: el país “está sufriendo una corrida especulativa contra sus bonos de deuda”, asegurando que “no estamos dispuestos a perder esta batalla”. Para ello, Cavallo está estudiando una serie de medidas antiespeculación, entre las que se destaca la posibilidad de pagar moratorias y deudas con la DGI con títulos públicos.
En un renovado y particular mecanismo de capitalización de deuda, sistema que se utilizó a fines del ‘89 para financiar proyectos productivos y luego en los ‘90 para comprar empresas estatales, Cavallo vendería activos públicos (acreencias del fisco) recibiendo a cambio bonos. La idea de Economía es fijar un piso a las cotizaciones de los bonos puesto que con esa iniciativa se incrementaría supuestamente la demanda por esos papeles. Y así se daría un fuerte golpe a los operadores que especulaban a la baja con los bonos argentinos, en operaciones que, según estimaciones, superarían los 12 mil millones. “Cavallo tiene en su escritorio la idea de que las moratorias impositivas o deudas ya tomadas puedan ser abonadas con bonos”, afirmó un colaborador del ministro, aunque aclaró que “aún hay que ver el valor con que se tomarían esos títulos”. Dato, este último, clave para el éxito o fracaso de esa operación.
Además, Cavallo evaluó otras alternativas destinadas a frenar la ola especulativa a través de la venta masiva de títulos públicos alquilados, que posteriormente son recomprados a precios más baratos. Junto con técnicos del Palacio de Hacienda, estudia dos alternativas para frenar y detectar quienes provocan esta especulación:
Implementar una norma que establezca la obligatoriedad de registrar todos los bonos en la Caja de Valores, donde al existir subcuentas, es fácil detectar quien compró y quien vendió. Actualmente la mayoría de los bonos globales están registrados en las instituciones de custodia extranjeras: Euroclear y ClearStream, y en menor medida en la estadounidense DTC, a través de la Caja de Valores.
Emitir una instrucción al Banco Central y a la Superintendencia de AFJP para que los títulos que esténdepositados para su cobro en el vencimiento (a finish) queden congelados y no puedan ser alquilados.

 


 

ELSZTAIN, DE IRSA, CONTRA O’NEILL
“Bocas cerradas”

No es lo más común ver a grandes empresarios produciendo hechos políticos. Mucho menos si se trata de criticar a otros gobiernos. Y menos aún si ese otro gobierno es el de los Estados Unidos. Pero las últimas declaraciones del secretario del Tesoro estadounidense, Paul O’Neill, sobre la Argentina (dijo que el país está como está “porque a los argentinos les gusta ser como son”) provocaron la reacción de Eduardo Elsztain, presidente del grupo Irsa, que tuvo como socio a George Soros y ahora a otro inversor americano. A continuación, los párrafos más destacados de una carta que el empresario envió al Financial Times.
“Hemos tomado un camino sin precedentes para reducir los salarios de los empleados públicos y hemos hecho de los pagos de intereses de la deuda una prioridad.”
“Funcionarios de los Estados Unidos no deberían forzar a la Argentina para hacer cosas que no quiere. Pareciera que quieren que la Argentina sea un ejemplo de país que colapsa.”
“Apreciamos la ayuda y el dinero que hemos recibido en el pasado y entendemos que la ayuda financiera y económica no será por siempre. Pero esta vez sería suficiente mantener ciertas bocas cerradas.”
“Cuando importantes funcionarios como Powell, Greenspan y O’Neill, el mismo día, repiten que el mundo no sufrirá un efecto contagio, es cuando nosotros más tememos que esto efectivamente pase.”
“Todos conocemos la importancia de las expectativas en eventos económicos y también sobre profecías auto cumplidas. Esperamos que las observaciones del Sr. O’Neill no se conviertan en eso.”
“Muchas crisis se originaron desde lugares lejanos. ¿Será ésta una más?”.

 


 

Entre la depresión y el golpe final del mercado

Aun si la Argentina se salva del default, en Economía manejan cifras que muestran que la recesión es brutal.

Si todo sale bien para Cavallo, en tres años el producto caerá casi 6 por ciento. Podría ser peor.

Por Maximiliano Montenegro

Cuando llegó al Ministerio, Domingo Cavallo decía que en los últimos meses del año la economía crecería a ritmo superior al 5 por ciento, alcanzando para todo el 2001 un incremento del PBI de 2,5 por ciento. Hace un mes, el equipo de Cavallo, en secreto, revisó los números con funcionarios del Fondo Monetario. Y acordaron que no había chances ya de que la economía creciera: -0,1 por ciento fue el nuevo pronóstico que fijaron para todo este año. Hace dos semanas, cuando diseñaron el recorte de salarios y jubilaciones consistente con el déficit cero, terminaron de blanquear el asunto: asumieron que, en el mejor de los casos, el producto caería 1,4 por ciento. En este último escenario, por supuesto, no hay default ni devaluación. Pero supone, además, que la fuga de depósitos de los bancos se detiene y que la tasa de interés baja lo suficiente como para permitir el repunte de la recaudación. Es decir, en el mejor de los casos, según los propios cálculos del Ministerio, la economía argentina se achicaría casi 6 por ciento en los últimos tres años. El “consuelo” es que podría ser peor.
En los últimos días, la preocupación de Cavallo dejó de ser cómo hacer para encontrar la autopista del crecimiento para focalizarse en cómo tirarse a la banquina del camino del default. Sin embargo, quienes en el equipo económico piensan más allá la crisis financiera del día a día no ven donde está la salida de la recesión. Más aún, en el mejor de los escenarios posibles, manejan los siguientes pronósticos para este año:
El producto se contraería otro 1,4 por ciento; sobre el 0,5 por ciento del año pasado; y 3,6 por ciento en el ‘99.
Esto significa que Argentina concluiría el año con el mismo nivel de producto que a mediados de 1997, una involución de cinco años.
Como la población crece a razón de 1,9 por ciento anual, el PBI per cápita, un indicador más aproximado del nivel de vida de la población, caería más del 10 por ciento en tres años.
En este contexto, más de un funcionario hoy se plantea las siguientes preguntas. ¿Por qué Brasil con 900 puntos de riesgo país crece y Argentina con 600 puntos, que había después del blindaje de Machinea, no podía salir de la recesión? ¿Cuánto tendría que caer el riesgo país –o sea, la tasa de interés–, que ahora ronda los 1600 puntos, para que la economía arranque? El punto no es trivial, porque de ello depende también que el plan Cavallo no termine derrumbándose con una imparable corrida bancaria y cambiaria. De otro modo: como los acreedores tampoco ven crecimiento en el horizonte, aunque el gobierno diga que tiene cerrado el financiamiento para cubrir los vencimientos de la deuda hasta fin de año, nadie confía en que Argentina pueda conseguir en el futuro los recursos necesarios para “honrar” la deuda sin el respirador artificial del Fondo Monetario o el Tesoro norteamericano, que –se sabe– se enciende solo por poco tiempo.
Si la economía no repunta, la recaudación seguirá en el tobogán porque todos impuestos son superdependientes del nivel de actividad. Así, para cumplir la regla del déficit cero –se gasta sólo que se recauda– sería necesario un ajuste extra sobre salarios y jubilaciones, lo que sería inviable política y socialmente, o profundizaría la recesión, y así hasta que el golpe final del “mercado” acabe con el juego. Pero la crisis financiera de las últimas semanas, con la fuga de depósitos incluida, le agrega un elemento adicional a ese círculo vicioso. Con tasas de interés tan elevadas, a las empresas les conviene financiarse contra el fisco –pagando los punitorios por mora de la AFIP–, con lo cual la recaudación se derrumba mucho más rápido.
En este punto, en Economía saben que o se frena la huida de depósitos y bajan las tasas de interés, o es cuestión de semanas para que se dispare la corrida final. Y a esta altura, creen que eso solo puede lograrse con un paquete de asistencia financiera internacional encabezado por el Fondoy el Tesoro norteamericano, con el fin de calmar a inversores y depositantes.
Pero una vez pasado el alivio temporal de alejarse unos pasos del precipicio, como ocurrió después del blindaje y del megacanje, las preguntas serían las mismas que al principio.
La respuesta de por qué, a diferencia de Brasil, el país no podía crecer ni siquiera con un riesgo país a la mitad del actual es, según los técnicos de Economía, un problema de expectativas y de dinero en el bolsillo. Para que la gente consumo y los empresarios inviertan, en Argentina se necesita mucho más que una baja de la tasa de interés. Antes que obsesionarse con bajar algunos puntos el riesgo país, admiten que falta un proyecto para los argentinos.
Entre los economistas del Ministerio circula un chiste que no debe hacer nada de gracia al ministro. Con tal de convencer a los acreedores, en el ‘95, Cavallo se paseó por todo el mundo proclamando que “Argentina no es México”. En el ‘98, Roque Fernández se cansó de repetir “Argentina no es Rusia”. Ahora, hay funcionarios que se quejan de que “Argentina no es Nigeria”. ¿Quién se atreverá a decir que “Argentina no es Argentina”?

 

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