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LA DEFENSA DE MENEM CONFIA EN ALIGERAR SU PRISION
Las ventajas de tener setenta

El escrito fue presentado ayer ante
la Cámara. Los defensores aseguran
que Urso se ensañó con el procesado y confían en que la Cámara les dará razón. La ley no es precisa sino muy genérica.

Oscar Salvi y su tocayo Roger, los defensores del ex presidente que le pegan muy duro a Urso.

Por Eduardo Tagliaferro

Los abogados de experiencia suelen afirmar que en las causas en las cuales “el cliente” está detenido, el primer objetivo debe ser obtener su libertad; para después quedan las cuestiones de fondo, discutir la culpabilidad o la inocencia. Los defensores de Carlos Menem sumaron a este mandato una nueva variante: mejorar las condiciones de arresto de su defendido. En un escrito de once páginas que, en una brevísima audiencia, entregaron ayer a la Sala II de la Cámara Federal porteña, solicitaron la flexibilidad del régimen de detención y calificaron de “vejatorias” las condiciones que le impuso el juez federal Jorge Urso.
A pesar de la vigencia de la feria judicial, los camaristas, Martín Irurzun, Horacio Cattani y Eduardo Luraschi, habilitaron una audiencia para escuchar a los defensores del ex presidente, quienes optaron por entregar un escrito en lugar de un informe “in voce”. En Tribunales se asegura que probablemente los miembros del tribunal de alzada harán lugar al requerimiento de Menem, y finalmente flexibilicen su detención.
En diálogo con Página/12, Roger precisó que “tiene confianza en que la presentación sea aceptada por los camaristas. No estamos pidiendo que se autorice el funcionamiento de una unidad básica en Don Torcuato, sino de cuestiones lógicas”.
En su trabajo, Oscar Roger y Oscar Salvi, afirman que Urso modificó las condiciones del arresto “sin explicación o motivación alguna, dado que estando el Dr. Menem cumpliendo un irreprochable respeto de las condiciones de la prisión domiciliaria fijada por el juez, éste en forma sorpresiva, intempestivamente, modifica tal situación”.
Los letrados no desconocen y así lo señalan, que la decisión sucedió tras dictarse el procesamiento de Menem, por considerarlo jefe de la asociación ilícita que realizó la venta ilegal de armas. En este punto, los defensores argumentaron que el magistrado “olvida” que Menem “es un ciudadano para quien la detención preventiva no deja de lado la presunción de inocencia”.
Si bien el eje de la presentación discurre por la necesidad de que se flexibilicen las condiciones del arresto, los defensores no desperdician la oportunidad de criticar a Urso. Afirman primero que el régimen de detención “establecido por el Sr. Juez carece de fundamento legal”; luego recuerdan que Menem no es “un condenado” y párrafo siguiente arremeten contra el estilo de las resoluciones judiciales. Calificaron de “ditirámbico resolutorio”, el dictamen del 4 de julio pasado en el que Urso modificó las normas de la prisión de Menem. Incluso dedicaron unas líneas al estilo literario del juez al que no dudan en definirlo como “barroco”. El estilo de Urso obsesiona a los hombres del ex presidente, Carlos Corach lo había descripto como “macarrónico”.
La ley que contempla el beneficio de arresto domiciliario, tiene tan solo unos pocos articulados muy generales. Es lógico que sea el juez competente quien especifique lo que la ley no define. Por las dudas, los defensores recuerdan a la Cámara que “el arresto domiciliario se concede a personas mayores de setenta años de edad con la finalidad de preservar el estado psicofísico del justiciable”.
Luego de reivindicar la “Convención Interamericana de los Derechos Humanos y el Pacto para los Derechos Políticos y Civiles” y abundar en citas constitucionales en las que sobrevuela el reiterado e incumplido precepto garantista de que las cárceles serán para rehabilitación y no para castigo, los abogados afirman que detrás de la norma, que beneficia a los mayores de 70 con la posibilidad de cumplir su detención en forma domiciliaria, “están ciertas preferencias a este grupo de personas en el entendimiento de su debilidad y en sola protección de las mismas”. Menem no parece ser la persona “débil” en cuya protección se estableció la norma, pero sus abogados omiten toda reflexión al respecto.
Como al pasar, insisten en un viejo reclamo de Menem: que se autorice convivir en Don Torcuato a una mayor cantidad de personas. A Urso ya le habían pedido que se autorizara la convivencia en la quinta de Don Torcuato de 22 personas. El listado, presentado en aquella ocasión, además de variado personal de servicio, incluía un calderista y un arquitecto: Eduardo Colacilli, quien como publicó Página/12 es un empleado “tiempo completo” del BCRA, que percibe un sueldo bruto de 2800 pesos y que fue efectivizado en el Central luego de una gestión de uno de sus directores, el menemista Marcos Saúl.

 

Debate sobre el número

Cuando procesó a Carlos Menem, el juez federal Jorge Urso estableció un régimen de detención domiciliario que, entre otras cuestionas, precisa que con el ex presidente pueden convivir tres personas más. El periodista del diario británico The Guardian, que anteayer entrevistó a Menem, señaló que éste era atendido por “unos doce sirvientes”. Cuando Página/12 le preguntó al abogado Oscar Roger, por la presencia de tantas personas en el lugar, éste respondió “debe haberse confundido, al sumar al personal que cumple con la custodia policial”. Por las dudas señaló que “el máximo de tres personas, sólo corre para los horarios nocturnos”. Los letrados suelen insistir en que debido a las restricciones, el personal encargado del mantenimiento de la quinta corre el riesgo de perder su trabajo.

 

LA IGLESIA ACUSA EN SAN LUIS
El destino de la ayuda

El mecanismo de distribución de la ayuda social siempre es motivo de suspicacias. El vicepresidente de Cáritas en San Luis, el padre Alberto Olivera, volvió a poner el tema sobre el tapete, al asegurar que hay un “mal manejo de los planes sociales” de parte del Ejecutivo puntano, y pidió que se reviera la política “de entregar cajas de alimentos a través de centros políticos o unidades básicas”, una costumbre arraigada en numerosos distritos del país.
Olivera, además de su cargo en Cáritas, pertenece al Consejo Social, un organismo intermedio que nuclea a grupos vecinales, profesionales y civiles sin fines de lucro, que se dedican a coordinar alternativas para solucionar los problemas sociales de San Luis. Este tipo de organizaciones se multiplicaron durante los últimos años, en un intento por tratar de garantizar que la ayuda alimentaria realmente llegue a quienes la necesitan. Desde ese lugar, el religioso afirmó: “Me preocupa no ser escuchado por el Gobierno”.
El vice de Cáritas señaló que “los programas sociales provinciales se reparten según la voluntad de las unidades básicas”, y consideró que de ese modo “no se logra un fin comunitario sino uno político, y eso es absolutamente denigrante”. Por este manejo de la ayuda alimentaria, el sacerdote denunció ante la Gobernación local al Defensor del Pueblo de San Luis, Jorge Sopeña, por supuesta “malversación de fondos de planes sociales”. Además, responsabilizó al ministro de Salud provincial, Luis Russo, por la entrega “política” de la ayuda.
“Ese tipo de entregas constituyen una actitud espuria e irresponsable”, dijo Olivera, y recordó que “hace seis meses” que le reclama a Rodríguez Saá la entrega de los módulos alimentarios al Consejo Social. “Y cuando se consiguen finalmente los alimentos, se reparten sin tener en cuenta para nada las reales necesidades de la gente y convierten al hambre y la carencia en los hogares en un mero botín político de una interna partidaria”, agregó.

 

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