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UNA DE CADA TRES PODRIA DESARROLLAR CANCER DE CUELLO DE UTERO
El riesgo mujer de la Argentina

Un estudio del Hospital de
Clínicas reveló que el 35 por ciento de las jóvenes tiene el virus que produce ese cáncer. La mitad de ellas, con alto riesgo de enfermar. Es un cáncer prevenible: en el país se experimentará una vacuna. El nuevo método quirúrgico.

Silvio Tatti, jefe de la Sección
Patología Cervical en la Primera
Cátedra de Ginecología de Medicina.

Por Pedro Lipcovich

De cada cien adolescentes, 17 están en “alto riesgo” de enfermar de cáncer de cuello de útero, según se infiere de una estadística elaborada en el Hospital de Clínicas; 35 de cada cien están infectadas con el “papiloma virus”, que es la principal causa de esa enfermedad. La proporción de mujeres con cáncer de cuello quintuplica la de regiones con buenos sistemas sanitarios y se acerca a la de países cuyo gasto en salud es mucho menor que el de la Argentina. Sin embargo, la enfermedad es fácil de prevenir, mediante consultas ginecológicas periódicas. Al mismo tiempo –en una paradoja típicamente argentina–, el Clínicas es uno de los pocos centros de excelencia del mundo donde se practica un nuevo método quirúrgico que permite conservar el útero y, con él, la posibilidad de tener hijos. Y hay más noticias: entró en su última fase de investigación la que probablemente será la primera vacuna efectiva contra una forma de cáncer; prevendrá el cáncer de cuello uterino y uno de los grupos de voluntarias funcionará en la Argentina.
El Servicio de Ginecología del Clínicas hizo un relevamiento que abarcó 1200 mujeres de entre 15 y 23 años, quienes habían concurrido espontáneamente, sin presentar síntomas, para examinarse. “El 35 por ciento de estas adolescentes tenían virus del papiloma humano. Y, de éstas, la mitad tenía virus de alto riesgo”, contó Silvio Tatti, jefe de la Sección Patología Cervical en la Primera Cátedra de Ginecología de la Facultad de Medicina de la UBA. Alto riesgo quiere decir que “se prevé que un 15 por ciento de ellas tendrá lesiones precancerosas en los próximos cinco años”, precisó el especialista.
El 99,7 por ciento de los cánceres de cuello de útero se vinculan con la infección por papiloma virus humano (HPV): “Prácticamente no hay cáncer de cuello donde no esté presente”, señaló Tatti. El HPV puede trasmitirse por vía sexual. Está presente en la piel del pene de muchos hombres, generalmente sin presentar síntomas. También puede trasmitirse entre mujeres, incluso por compartir la ropa, o por instrumental ginecológico mal esterilizado. En algunos casos provoca verrugas (papilomas) en los genitales, fácilmente curables. Un estudio del Registro Poblacional de Tumores estableció que el virus está más difundido entre las mujeres jóvenes que entre las mayores de 45.
En rigor, no es grave que una mujer tenga el HPV: lo grave es que no se controle. Tatti advirtió que “la proporción de mujeres que se hacen exámenes ginecológicos periódicos está entre el 20 y el 25 por ciento en la Argentina, mientras que en Europa occidental supera el 80 por ciento”. El resultado es que el cáncer de cuello de útero afecta a 32,5 de cada 100.000 mujeres, proporción que quintuplica a la de otros países . Y el promedio sube en las regiones más pobres. “En Abra Pampa, Jujuy, llega a 150 por 100.000: por la exclusión social, que niega el acceso a los servicios de ginecología y porque las mujeres tienen su sistema inmunitario afectado por la desnutrición y la miseria”, destacó Tatti.
Hace un par de años, la ciudad de Buenos logró desarrollar una campaña de prevención, con el resultado de que 35.000 mujeres se examinaron. Pero no hay en el país programas estables eficaces. Oscar Contreras Ortiz –titular de la Primera Cátedra de Ginecología en la Facultad de Medicina de la UBA y jefe del Servicio de Ginecología del Hospital de Clínicas– señaló que “no hay campañas de prevención y, cuando las hay, son demasiado simplistas. En otros países se hacen campañas por radio y televisión e, incluso, cuando alguien llama a una repartición oficial, en lugar de la musiquita de espera en el teléfono se incluyen mensajes preventivos”.
De hecho, el cáncer de cuello de útero puede compararse con la trasmisión madre-hijo del VIH-sida: ambas son perfectamente prevenibles, y efectivamente se previenen en otros países, mientras que, en la Argentina, se mantienen tasas inusualmente altas porque muchas mujeres no se acercana los servicios de salud, o, para decirlo con propiedad, porque los servicios de salud no se acercan a las mujeres.

Operación mamá

Así las cosas, a menudo hay que operar. Silvio Tatti obtuvo el Premio de la Academia Nacional de Medicina por haber demostrado que, en determinados casos, el cáncer de cuello se puede curar sin extirpar el útero completo. La operación se efectúa en el Hospital de Clínicas “por vía vaginal, con anestesia local; dura una hora y no suele requerir más que un día de internación”, precisa el cirujano. La técnica tradicional requiere en cambio abrir el abdomen para extirpar el útero y, en muchos casos, los ganglios de la pelvis. Como la nueva técnica se limita a retirar parte de la porción inicial del útero, “las pacientes, muchas de las cuales están en la etapa fértil de la vida, conservan su fecundidad”, destaca el profesor de la UBA.
El trabajo premiado incluyó la cirugía de 20 pacientes con un seguimiento que duró cinco años sin que reaparecieran la enfermedad. El método es válido para tumores no superiores a cinco milímetros, y se inscribe en una tendencia internacional conservacionista para este tipo de cirugías. Este mes, la revista British Journal of Obstetrics and Gynaecology publica un trabajo de un equipo conjunto del St. Bartholomew’s Hospital y el Royal Marsden Hospital, de Londres, en el mismo sentido y para el mismo tipo de cáncer. John Shepherd, quien dirigió este trabajo, afirmó que “es un cambio importante en la forma de pensar, parecido al que ocurrió hace 25 años, cuando se llegó a la conclusión de que no hacía falta practicar una mastectomía a las mujeres con cáncer de mama”.
De todos modos, tal como observó Contreras Ortiz, “estos métodos sólo deben aplicarse a algunos casos, que deben ser muy cuidadosamente seleccionados”, y estos casos, “lamentablemente no son los que se presentan en América latina y la Argentina en particular”.
Federico Coló, especialista en cirugía ginecológica del Instituto Alexander Fleming, señaló que “en la Argentina, y especialmente en el interior del país, el cáncer de cuello de útero suele diagnosticarse cuando ya está mucho más avanzado. A veces, ni siquiera admite tratamiento quirúrgico”.

 

Una vacuna en siete años

Por P. L.
“En los próximos meses se iniciarán los ensayos de ‘fase 3’ (última fase de investigación, que incluye a miles de voluntarios) de una vacuna para evitar la infección por papiloma virus humano, causante del cáncer de cuello de útero”, anunció a este diario Silvio Tatti, jefe de Patología Cervical en la Primera Cátedra de Ginecología de la Facultad de Medicina de la UBA. El vasto ensayo clínico abarcará más de 6000 mujeres en distintos países, incluidos, de Latinoamérica, Brasil y la Argentina. En Brasil, ya se efectuó el reclutamiento de voluntarias, seleccionadas en especial de entre mujeres jóvenes, que todavía no hayan tenido exposición al virus. El ensayo tiene “muy buenas perspectivas”, según el especialista, quien prevé que la vacuna estará en el mercado dentro de siete años. De todos modos, ello no justificará bajar la guardia en cuanto a que el sistema sanitario promueva las consultas ginecológicas periódicas (ver nota principal). Sucede que existen diversos tipos de papiloma virus, y la vacuna sólo prevendrá contra el 80 por ciento de ellos. Por otra parte, en Gran Bretaña, se investiga una vacuna terapéutica, aplicable a pacientes graves, para inducir una respuesta inmunológica contra el tumor. “Sucede que en las metástasis del cáncer de cuello de útero también está presente el papiloma virus: entonces, la vacuna podría controlar las metástasis y mantener limitada la enfermedad”, explicó Tatti. Entretanto, y aun cuando se haya logrado la vacuna, los necesarios controles anuales, que incluyen el test de Papanicolaou –para detectar células anormales– y si es necesario la colposcopía –mediante un aparato, el colposcopio, que permite ver con aumento el cuello del útero.

 

Las altas tasas del mal

Por P. L.
De cada 100.000, 32,5 mujeres enferman de cáncer de cuello de útero, cada año, en la Argentina. En Ginebra, Suiza, ya en 1986 la tasa anual había descendido a 6,64 por cada 100.000. Pero también en Granada, España, la proporción de casos nuevos es de sólo 6,64 por cada 100.000 anualmente. Es que en esta ciudad “funciona una escuela de salud pública que generó un sistema de salud espectacular en materia de prevención, observa Liliana Herrera, directora adjunta del Registro Poblacional de Tumores, que funciona en Concordia, Entre Ríos.
“En Cuba, ya en 1986 la tasa era mucho menor que en la Argentina: del 19,97 por ciento”, cuenta la especialista. “En ese país cuentan con un sistema de salud muy eficiente, sobre todo en cuanto a la atención preventiva”, explica. En cambio, la proporción se eleva al 54,69 por ciento en Perú, “donde gran parte de la población está fuera de los sistemas de salud”, destaca la doctora Herrera. La localidad brasileña de Porto Alegre tiene una tasa parecida a la verificada en Concordia: 31,15 por ciento. San Francisco, en Estados Unidos, llega al 7,22.
En la Argentina, el cáncer de cuello de útero ocupa el segundo lugar luego del de mama, que afecta a 58,5 de cada 100.000 mujeres cada año. La mortalidad por cáncer de cuello llega a 6,7 por cada 100.000 mujeres, cada año, lo cual delata que en la mayoría de los casos no se detecta a tiempo. En la Argentina no hay estadísticas generales confiables sobre cáncer. El Registro Poblacional de Tumores de Concordia es el único organismo especializado que funciona bajo normas y supervisión de la Organización Mundial de la Salud.

 

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