Por Ian Black *
Desde
La Haya
El culpable del mayor genocidio
cometido en Europa desde el nazismo fue condenado ayer en La Haya. La
pena para el general serbio-bosnio Radislav Krstic, que supervisó
la masacre de Srebrenica, fue un record de 46 años de prisión.
Krstic, de 53 años, permaneció en silencio e inmóvil
en el banquillo de los acusados mientras el juez Almiro Rodrigues, que
presidía el tribunal de la ONU para crímenes de guerra en
la ex Yugoslavia, le dijo: Usted dio su consentimiento al mal.
En un fallo sin precedentes, el ex jefe de Estado Mayor del Cuerpo Drina
del ejército serbio-bosnio se convirtió en el primer participante
en las guerras yugoslavas en ser condenado por genocidio.
Krstic, un veterano del ejército yugoslavo, fue acusado de asesinar
hasta 8000 hombres y niños después de la caída del
área segura de Srebrenica (designada por la ONU en
Bosnia oriental) durante lo que la corte llamó 10 días
fatales de julio de 1995. Se considera que el genocidio, definido
por la ONU como la intención de destruir, en su totalidad
o en parte, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso,
es muy difícil de probar. Los jueces de los tribunales de La Haya
han liberado a otros dos acusados de genocidio, aunque ocho personas han
sido convictas de genocidio en la guerra de Ruanda por el tribunal de
crímenes en Tanzania. Hay poca jurisprudencia en esta área,
admitió el juez Rodrigues, un portugués. Pero dijo categóricamente:
Lo que fue limpieza étnica se convirtió en genocidio.
Krstic, que perdió parte de una pierna por la explosión
de una mina terrestre en la guerra, y a quien se le permitió permanecer
sentado mientras se leía la sentencia, fue capturado por tropas
de la OTAN en diciembre de 1998. También fue condenado por persecución,
asesinato, trato cruel e inhumano y violación de las leyes y costumbres
de la guerra. El caso IT-98-33 terminó con la sentencia más
larga dada por el tribunal desde que comenzó en 1994. Tihomir Blaskic,
un general bosnio croata, recibió una sentencia de 45 años
por crímenes contra la humanidad.
Sorprendentemente, el juez Rodrigues señaló que otros acarreaban
una responsabilidad individual... mucho mayor que la suya.
Se refería a Radovan Karadzic y Ratko Mladic, ex líderes
serbio-bosnios político y militar respectivamente,
y los acusados más buscados por el tribunal desde que Slobodan
Milosevic, el ex presidente de Yugoslavia, fue entregado en junio. Ambos
enfrentan cargos de genocidio el fiscal en jefe, Carla del Ponte, indicó
que Milosevic, acusado de crímenes contra la humanidad en Kosovo
en 1999, también podría enfrentar cargos de genocidio que
surgen de la guerra de Bosnia.
Durante los 17 meses del juicio, la corte escuchó las pruebas,
todas ellas estremecedoras, de ejecuciones y torturas cometidas después
que la ciudad cayó en poder de los serbio-bosnios. En escenas que
recuerdan la Segunda Guerra Mundial, hombres de 13 a 70 años eran
separados de las mujeres y los niños y subidos a ómnibus
que los llevaban a lugares donde eran asesinados. Otros eran decapitados
sumariamente en el lugar.
En un incidente en Kravica, 1500 hombres fueron encerrados en un depósito
mientras los serbios los ametrallaban y tiraban granadas. Los fiscales
citaron un llamado telefónico interceptado entre Krstic y otro
oficial que se quejaba el 15 de julio que tenía 3500 paquetes
para distribuir y le pedía a Krstic más hombres para hacer
la tarea. Paquetes era el código para hombres musulmanes,
y distribuir código para asesinato. Krstic se quejaba
en la conversación interceptada: ¡Carajo! Veré
qué puedo hacer.
Las mujeres musulmanas que perdieron a sus maridos en la masacre dijeron
que Krstic debería haber recibido la sentencia máxima, de
cadena perpetua, tal como pedía la fiscalía. Hoy,
entre las madres con las almas heridas,no veo ni un poquito de satisfacción
en la extensión de su sentencia, dijo Zumra Sehomerovic,
cuyo marido fue llevado bajo sus ojos y asesinado.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
HABLA
EL CONSTITUCIONALISTA JORGE REYNALDO VANOSSI
Este es un proceso gradual
Por Mercedes López
Esta es la primera condena
por genocidio del Tribunal Penal Internacional con sede en La Haya a un
general, de 46 años de prisión. ¿Qué significado
tiene?
Las tendencias que se observan en el derecho contemporáneo,
en las vertientes democráticas son las de arrasar día a
día hacia la más amplia y plena justicia. Es también
visible la tendencia a la creación de una jurisdicción internacional,
que desde el punto de vista instrumental puede estar compuesta por uno
o más tribunales, aunque no faltará mucho para que llegue
el día en que todo se concentre en un tribunal internacional amplio.
¿Y se está cerca de ese día?
Es un proceso gradual. Lo ideal hubiera sido que la Corte Internacional
de justicia de La Haya dejara de ser un tribunal limitado a dirimir pleitos
entre estados o evacuar opiniones consultivas y que a partir de la creación
de las Naciones Unidas, ya, en ese momento, se hubiera erigido en un tribunal
de plena jurisdicción. Es irreversible la tendencia iniciada por
Juan Bautista Alberdi en 1870 en el sentido de erigir al hombre, directamente,
como sujeto de derecho internacional; de tal modo que pueda de por sí
presentarse ante esos tribunales y requerir la condena de los causantes
de los delitos que ha sufrido y de reparación pertinente por el
sufrimiento material, psíquico y moral que le hubieran causado.
Todo esto requiere una agilización del trámite de los tratados
internacionales pendientes y sobre todo, la Corte Penal Internacional
creada recientemente por el tratado de Roma, para lo cual hace falta es
fundamental que esas dos grandes potencias, Estados Unidos y China,
se decidan a adherir a esa jurisdicción. Hoy por hoy los más
poderosos no quieren someterse a ninguna jurisdicción supranacional,
con lo cual la sed de justicia y ansias de reparación muchas veces
se diluyen en los sueños de los más débiles.
Igualmente, ¿es un paso adelante?
Por supuesto, pero ni China, ni Estados Unidos firmaron el tratado
de Roma, y menos lo van a ratificar, con lo que aun si se consiguieran
las firmas suficientes, si hubiera inculpados provenientes de China o
Estados Unidos, no van a acceder a que sean sometidos.
¿Qué falta?
Primero que los tribunales tengan fuerza propia para poder capturar
y someter a juzgamiento a los acusados, segundo que cuenten con establecimientos
penales propios bajo su jurisdicción para que el cumplimiento de
las penas sea real. La marcha es ésa. Lo ideal, repito, sería
que la Corte Internacional de La Haya se transformara en un tribunal que
reúna todas las jurisdicciones.
HABLA
EL CAMARISTA LEOPOLDO SCHIFFRIN
Renace el viejo espíritu de Nuremberg
Por M. L. S. M.
¿Qué representa
la condena por genocidio a un ex general serbio-bosnio por parte del Tribunal
Penal Internacional de la antigua Yugoslavia en La Haya?
Representa un perfecto caso de aplicación de la justicia
universal. Es importante porque desde hace mucho tiempo no se aplicaba
de esa manera. Desde el principio de jurisdicción universal en
el que sustentaron los tribunales de Nuremberg no hubo un caso nuevo.
O sea, que retoma algo que ya existía con las Naciones Unidas con
los tribunales de Nuremberg.
¿Qué camino abre?
Lo que hace es retomar el buen camino: se retomó el precedente
que dejó Nuremberg para el castigo contra crímenes de guerra.
El tribunal de La Haya fue creado por un convenio aprobado por Naciones
Unidas en 1945 y la Argentina también lo aprobó y constituye
la base de los tribunales que se crearon luego: el de Yugoslavia, Ruanda,
etc. Pese a todas las dificultades en cierta medida se avanza en este
sentido, hacia un Nuremberg revivido.
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