Por Fernando DAddario
Moreno Veloso habla un español
casi perfecto. El dato, que por un lado acrecentaría la presunción
de computadora andante que se le atribuye, responde más a la flexibilidad
de un oído intuitivo que al rigor académico: aprendió
escuchando canciones mexicanas, venezolanas, uruguayas y colombianas.
Su mimetización con el espíritu latino llegó al punto
de que, en su adolescencia punk, adoptó la personalidad de un tal
Nino de la Pata, un improbable percusionista llegado de Puerto
Rico. Aunque experto en mutaciones, este músico de 28 años
encontró prematuramente su identidad artística, obediente
al mandato genético de su padre, Caetano Veloso, y en consecuencia,
disparadora de nuevas búsquedas expresivas. Su primer disco, Máquina
de escrever música, (el proyecto, absolutamente independiente,
es compartido por Kassim y Domenico) es una de las revelaciones de la
temporada, posicionándose en un terreno de equidistancia entre
la fidelidad a las fuentes brasileñas y sus inquietudes generacionales,
más afines a la vanguardia tecnológica. Como si hubiese
apostado con éxito a una ruptura controlada. En cualquier
caso, parece que Moreno quiso ser él mismo. Y ser él mismo
no escapa a la realidad de ser hijo de Caetano.
Desde su casa en Río de Janeiro, Moreno revela en la entrevista
con Página/12 una personalidad introspectiva, como si solo se permitiera
la expansión cuando compone, o cuando toca. Señala que en
el disco buscó algo así como una síntesis de
mi vida. Mucho de lo que me pasó en mis 28 años está
ahí, una explicación que, tal vez, reafirme la sensación
de que Máquina... podría haber sido su cuarto o quinto disco
y no su cd debut. Una síntesis de su vida, además, no debería
eludir un dato: Moreno dedicó buena parte de su juventud al estudio
de la física. La música, hasta ahora, no parecía
exceder la frontera de un hobby. Pero la edición del disco arruinó
sus planes de amateurismo eterno. Está por editar un cd con versiones
remixadas de Máquina... y luego saldrá el álbum correspondiente
a su compañero Domenico. Estuvieron de gira por Canadá,
Japón, y varios países europeos. El sábado y domingo
de la semana próxima, en el salón San Telmo del Sheraton,
actuará por primera vez en Buenos Aires, excluyendo su participación
en la banda de su padre. Demasiado para un amateur. Y sí,
tendré que aceptar que estoy haciendo una carrera artística,
pero no puedo pensar mi vida en esos términos. Me asusta pensar
en ser artista. Soy tímido y aunque tocar en vivo me gusta, hay
un poco de dolor en todo esto. Me cuesta exponerme: pasé casi toda
mi vida encerrado entre computadoras.
¿Cómo conviven la física y la música?
Son mundos diferentes. Dos formas de expresar lenguajes para decir
las mismas cosas. Uno puede parecer más sentimental, el otro más
frío, pero no hay manera de compararlos.
¿Cuándo decidió que la música podía
formar parte de su vida?
Hace siete años estaba trabajando con dos amigos y montamos
un estudio de grabación casero. Hicimos bandas sonoras para televisión,
teatro, cine, así que de algún modo ya era un músico
profesional. Al mismo tiempo, me fui alejando de la física. Sigo
trabajando en un laboratorio, aunque nunca llegué a diplomarme.
Mis temas específicos son la óptica y la criogenia. Me gusta
mucho, pero la música cada vez me lleva más tiempo.
Da la sensación de que el ámbito científico
exige otro rigor, que en la música puede permitirse más
libertades.
Trato de ser libre en todo lo que hago en mi vida. Y no soy obsesivo
ni en la música ni en nada.
¿Con las computadoras tampoco?
Es distinto, porque vivo con ellas. Desde chico me crié rodeado
de máquinas. Después crecí y en las escuelas trabajé
con computadoras, en el laboratorio también, en casa hay computadoras.
No hay razón para que no las use también para la música.
Para mí es lo más natural. Entonces a la hora de grabar
el disco, no fue una rareza que grabáramos todos sus instrumentos
en mi PC.
¿La revolución tecnológica hace que algunos
preceptos punks, como el hacelo vos mismo, puedan aggiornarse?
Sí, porque las computadoras hacen más sencilla la
música y sobre todo la manera de comunicarla. Hoy, cualquier persona
que tenga una en su casa puede escribir sus canciones, grabarlas y editarlas.
Pero para mí no es una transgresión. Tampoco en mi adolescencia
hacer punk era una rebelión. Yo no renegaba ni del folklore brasileño
ni de mi padre ni de las generaciones pasadas. Era solo una búsqueda.
Y de ese concepto punk todavía quedan algunas cosas. Por ejemplo
empezar un concierto y no saber cómo va terminar. Siempre hay tres
o cuatro canciones que nunca hemos tocado. No ser previsibles es una manera
de mantener aquél espíritu.
¿En qué aspectos le sirvió aquella experimentación?
Mis amigos de esa época eran algo así como punks experimentales.
Ser punks nos enseñó a trabajar con los errores, a descubrir
que los sonidos malos también sirven. Hacíamos una mezcla
rara, covers, ruidos, capoeira. Teníamos tres bandas, y nos presentábamos
con distintos nombres. Pero mis gustos no eran tan raros: Titas, Paralamas,
Café Tacuba. Mis amigos eran más punks que yo. Pero yo también
escuchaba Kraftwerk, Aphex Twin.
¿Y a su padre le hacía escuchar Aphex Twin?
No, con él hablábamos mucho de música brasileña,
y también de música vieja de los Estados Unidos, de los
años 30, y esas cosas.
Cuando le dicen que su música se parece a la de Caetano,
¿cómo lo toma?
Como un gran elogio. A mí no me molesta que me comparen con
mi padre, ni que me pregunten por él. Me gusta ser hijo de Caetano
Veloso. Soy realmente hijo de él, no tengo problemas con mi padre,
admiro su música y también a él. Ser hijo de Caetano
Veloso es algo muy normal para mí.
El hecho de que la primera canción del disco lleve la firma
de ambos parece corroborarlo.
Sertao es un tema que yo había hecho para una
obra de teatro infantil. Era instrumental. Le pedí a mi padre si
podía hacerle una letra y la hizo. Inclusive la había grabado
mi madrina, Gal Costa. También le pedí que me ayudara con
las voces, porque no me sentía muy seguro.
¿Y qué le dijo cuando el disco estuvo listo?
Parece que le gustó, porque me invitó para que yo
lo ayudara a él en la mezcla de su disco.
¿Adhiere a su noción de antropofagia cultural que
practica Brasil?
Es natural. Escuchamos música brasileña y también
otras cosas y es lógico todo eso aparezca en lo que hacemos. Heredé
la antropofagia de mi padre, pero es algo común al Brasil. Todas
las naciones tienen una tendencia a la antropofagia, pero en algunas prevalece
esto y en otras prevalece la xenofobia.
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