Por Sergio Moreno
y Santiago Rodríguez
Hay que discutir todo
lo que tenga que ver con la deuda, con los intereses, con vencimientos,
así como discutimos la situación económico-financiera
y planes de competitividad. Con estas palabras, Aníbal Ibarra,
jefe de Gobierno porteño, se transformó en el primer gobernador
(en su caso de la Alianza) que pide abrir la discusión sobre la
deuda externa, el gran tabú del Gobierno nacional, el tótem
al cual, dicen, hay que honrar, en los términos preestablecidos.
Antes lo habían planteado, con diferencias de matices, el radical
Rodolfo Terragno, el peronista Eduardo Duhalde y Gustavo Beliz, de Nueva
Dirigencia. La rediscusión de la deuda externa es una idea que
comienza a crecer en la dirigencia política argentina. En el Gobierno,
en tanto, tiemblan de sólo pensarlo, sostienen que ello llevaría
a una devaluación y que devaluar sería abrir las puertas
del infierno de la hiperinflación.
Ayer, en una conversación que mantuvo con Página/12, Ibarra
fue cuidadoso cuando se introdujo (tras una pregunta de este diario) en
el asunto. Como caminando entre cristales, el gobernador porteño
fue cauteloso en sus movimientos, pero no se privó de decir las
palabras que -parece les cuesta decir a los políticos con
responsabilidad de gobierno. Veamos un tramo del diálogo de marras:
¿Qué hay que hacer con la deuda externa? preguntó
Página/12.
Argentina es un país superavitario en términos de
balanza comercial. Nuestro problema es como el de alguien que gana 1000,
gasta 800, pero tiene una deuda de 1500. El problema de la deuda externa
debe incorporarse seriamente y no desde un punto de vista dogmático,
consignista. Hay quienes llegan al éxtasis proclamando consignas,
pero yo no participo de eso, nunca lo hice y más desde que asumí
responsabilidades de gobierno. El asunto de la deuda debe estar incluido
en la agenda, lo toman los mismos organismos internacionales. Pero insisto:
no como un tema de consigna sino de pensar la Argentina hacia adelante.
¿Qué significa concretamente incluir en la agenda
el tema de la deuda externa?
Que no debe ser una mala palabra que no pueda mencionarse. Hay que
discutir todo lo que tenga que ver con la deuda, con los intereses, con
vencimientos, así como discutimos la situación económicofinanciera
y planes de competitividad. Los organismos internacionales hablan de esto
y, por lo tanto, la Argentina también puede hablarlo. No cuenten
conmigo, insisto, para discutirlo en términos de consigna política,
para ponerlo en un panfleto o para decir somos progresistas porque
planteamos esto; sí, porque es una realidad que nos condiciona
como país y como toda realidad que condiciona y es central a un
país debe asumirse y discutirse con racionalidad en el marco de
un consenso político.
Terragno había pedido, desde las páginas de este medio,
que la dirigencia política acuerde la renegociación de los
términos de la deuda con los organismos financieros internacionales.
Su voz apareció apenas acompañado, hasta entonces, por la
de Beliz. El candidato a senador sostuvo que había que concertar
la cesación de pagos y replantear los plazos de los vencimientos.
Antes que eso, ya desde la campaña presidencial de 1999, Duhalde
había puesto el ojo sobre la deuda, describiéndola como
la asfixiante carga que debía soportar la democracia argentina.
Desde ese entonces, Duhalde volvió algunas veces sobre el asunto,
pero no revisitó el énfasis que había otorgado a
su arenga antes de octubre de 1999.
De eso ni hablar
En el Gobierno se acostumbraron a sellar su labios cuando imaginan la
posibilidad de renegociar la deuda. Esta gimnasia se practica desde temprana
hora, cuando apenas la Alianza se hizo con el Gobierno nacional. Cuenta
un allegado muy cercano a Terragno que cuando el hoy precandidato a senador
porteño era jefe de Gabinete, expuso la posibilidad ante unaltísimo
funcionario del equipo económico, por ese entonces conducido por
José Luis Machinea. La primera reacción del Machi
boy ante la consulta de Terragno fue mirar si las puertas del despacho
estaban bien cerradas y si alguien había escuchado. Pálido,
fijó sus ojos en el jefe de Gabinete y le espetó:
Ni se te ocurra repetir eso. ¡Nunca! ¡Ante nadie! Si
alguien te escucha, se nos va el riesgo país a 1000 puntos y no
nos levantamos más.
El tiempo pasó, la cifra ahora se asemeja más a un sueño
que al paisaje pesadillesco que intuyó el hombre de Machinea, pero
la costumbre de esquivar el asunto en las dependencias oficiales nacionales
no se ha perdido. Ayer mismo, un funcionario que goza, desde hace años,
de la plena confianza del presidente Fernando de la Rúa, decía
a este diario:
La renegociación es cesación de pagos y eso nos llevaría
directamente a la devaluación. En este país hay que evitar
la devaluación a cualquier costo. No estamos preparados psicológicamente
para ella. Devaluar un uno por ciento en este país equivale a ingresar
en un espiral inflacionario que nos llevaría a la híper.
No se olvide de que los argentinos somos muy poco solidarios.
El alto funcionario sostenía que el camino, el único camino,
era el que se comenzó a recorrer tras la aprobación de la
ley de déficit cero, y que la llegada del subsecretario del Tesoro
norteamericano John Taylor (una especie de viceministro de Economía
de su país) era una buena señal que permitiría mantener
a raya a los especuladores por un tiempo.
Soy optimista ahora porque fui pesimista hace poco se confesó
el confidente del Presidente; hace dos semanas pensé, seriamente,
que nos ganaban, que nos llevaban puestos.
En las antípodas del apocalíptico pensamiento oficial, Ibarra
responde sobre escenarios para discutir qué hacer con la deuda:
¿La discusión sobre la deuda externa podría
servir para redefinir en ese tema la unidad nacional que plantea Raúl
Alfonsín? le preguntó este diario a Ibarra.
Podría servir porque lo importante es unidad nacional
para qué. No se puede considerar una unidad nacional detrás
de un ajuste permanente sujeto a una espiral descendente atado a una recaudación
que cae; sobre eso no se puede obtener un consenso nacional ni mucho menos.
No hay que endiosar o sacralizar tampoco el déficit cero; es importante
cuidar las cuentas, es fundamental para tener una economía sana,
pero no tenemos que perder de vista que es un instrumento que en todo
caso debe estar directamente relacionado con temas sociales y de crecimiento.
Sacralizar el déficit cero sobre la base de un ajuste permanente
y sin otro contenido no sólo no logra el consenso sino creo que
además no es viable.
Alessandro quiere
contenido
El titular del bloque de diputados de la Alianza, Darío
Alessandro, respaldó la propuesta de Raúl Alfonsín
de avanzar en un gobierno de unión nacional, pero advirtió
que hay que empezar a darle contenido a esa idea a fin
de evitar que sea nada más que una foto de los dirigentes,
sin resultados prácticos. En términos
generales el planteo me parece correcto. Ahora hay que darle contenido
porque buscar la unidad nacional así, en abstracto, creo
que no mueve y no conmueve demasiado. Creo que éste es un
objetivo bueno, se lo dije al doctor Alfonsín, lo compartimos
y vamos a trabajar para eso. Pero me parece que tiene que tener
algunos puntos claves de partida: para mí eso significa que
no puede y no debe haber más recortes sobre la gente, debe
haber un sesgo de equidad, que es un seguro de desempleo, que también
es una forma de comenzar a salir de la recesión que, para
mí, es un problema fundamental, dijo Alessandro.
|
otras voces
|
Daniel Marx (viceministro de Economía): Ellos
(Estados Unidos) también porque efectivamente tiene repercusiones
sobre el resto del mundo, es que él (John Taylor) viene con
la idea de estudiar el caso con interés en ver cuál
va a ser la política fundamental de Estados Unidos, especialmente
en la relación con los organismos internacionales de ayuda
y asistencia.
Rodolfo Terragno (ex jefe de Gabinete): Ahora estamos
celebrando que ayer el riesgo país bajó a 1600. El
ministro (de Economía) ya dijo que nos quedamos sin crédito
externo, y no tenemos quita de la deuda. Y no hicimos renegociación
y no tuvimos quita. Mi defraudación fue el megacanje, después
del cual los mercados reaccionaron con más inquietud y subió
el riesgo país, lo cual no es casual.
Mario Vicens (economista): Creo que había un
cortocircuito importante en la relación entre la Argentina
y el Tesoro de los Estados Unidos a partir de las declaraciones
de ONeill la semana pasada. Me parece que este viaje está
en el marco de un esfuerzo que ha pedido Argentina y que está
haciendo el Tesoro americano para conocer qué sucede en la
Argentina, para que no se repita el efecto dañino de ONeill.
Manuel Solanet (economista): Es una muy buena señal
la venida de Taylor. No viene como Papá Noel para armar un
paquete de ayuda. Taylor ha sido quien desde la cátedra se
oponía a este tipo de ayudas basado en el contribuyente americano.
No quería que el Fondo Monetario fuera vehículo de
programas de ayuda basados en grandes aportes a países que
no habían hecho bien los deberes.
Emilio Cárdenas (ex embajador argentino en las Naciones
Unidas): Estados Unidos está haciendo un movimiento
importantísimo. Estoy convencido de que no habrá devaluación,
pase lo que pase con la visita de Taylor. Mi sensación es
que Estados Unidos va a priorizar que la asistencia financiera venga
canalizada a través del Fondo Monetario Internacional, aunque
también podría venir de Europa.
José Luis Espert (economista): Ahora vamos a
morir con el déficit cero. Entonces cuidado cuando uno pierde
la credibilidad y lanza ajustes ortodoxos; yo lo que pido, por el
amor de Dios, no la engañemos a la gente con la ilusión
de que esto implica crecimiento rápido. Acá hay que
hacer una purga dolorosa porque si el Gobierno quiere mantener déficit
fiscal cero el gasto público tiene que bajar 50 por ciento,
no 13. Esa es una purga dolorosísima.
|
|