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“Vamos a seguir con los saqueos”

Anteayer, el diario �Folha de
Sao Paulo� divulgó que el Ejército brasileño considera a los Sin Tierra como peligros de seguridad nacional. Aquí, un dirigente del movimiento amplía esas denuncias y ratifica su voluntad de lucha frente a la crisis del modelo.

Una indígena sin tierra ante
un policía, en una marcha.

Por Darío Pignotti
Desde San Pablo

“La CIA está espiando a los Sin Tierra y ha espiado al Foro Mundial Social de Porto Alegre en enero de 2001”. La revelación es de Gilmar Mauro, líder del MST nacional, y fue realizada en exclusiva a Página/12.
—¿Están en la mira del ejército?
–Hay elementos de guerra de baja intensidad contra los movimientos populares y en especial contra el MST porque somos el enemigo principal de este gobierno. Lo que publicó la Folha sólo confirma lo que nosotros habíamos denunciado cuando decíamos que nos fotografiaban los asentamientos, que seguían a nuestros compañeros. Los militares están entre nosotros, vigilándonos. Están de vuelta.
–Estarían de vuelta si hubiera habido un golpe.
–No quise decir eso. No creemos que ellos quieran eso, ni que haya condiciones políticas para algo así. Lo que estamos viendo es una forma de avance de las tesis duras, represivas.
–¿Se refiere al general Alberto Cardoso, ministro de Seguridad Institucional?
–El general Cardoso ejecuta lo que le manda el presidente Cardoso.
–El general se impuso al ministro de Justicia José Gregori, quien criticó la militarización de la seguridad interna.
–Son parte del mismo proyecto, aunque tengan divergencias de método. Es una divergencia por ver quién comanda ese trabajo. La policía federal también está todo el tiempo vigilando al movimiento sin tierra. Cardoso y Grégori cumplen sus roles en una estructura de poder arcaica. Es la vieja historia del desprecio de las elites brasileñas por el pueblo y los campesinos, que tiene muchísimos antecedentes en la historia del Brasil.
–Ahora la prensa denunció el espionaje militar.
–No sé cuál es la estrategia de la prensa ahora. En Brasil los medios siempre aportaron para las campanas sucias contra el MST. Nos quisieron mezclar con el cultivo de marihuana en el nordeste hasta que vieron que eso era burdo. Luego el gobierno nos criminalizó al tipificar como delito las ocupaciones de predios públicos y la prensa fue a hacerle el coro. Después procuraron vincularnos con todos los movimientos guerrilleros del mundo. Dijeron que importábamos armas, que entrenábamos cuadros armados.
–Según el informe de Folha los militares también hacen inteligencia urbana.
–Hay una propensión a la multiplicación de conflictos abiertos en muchas partes del país. El estallido de Bahía no fue solo porque los policías se acuartelaron y la calle se llenó de delincuentes: fue el “povao” (pueblazo) que salió a hacer saqueos por hambre. Ocurrió en Bahía pero con certeza puede ocurrir en San Pablo si hay un apagón cualquier día de estos. ¿Usted cree que el pueblo se va a quedar quietito frente a los supermercados y los bancos si se corta la luz?
–En los saqueos también son víctimas los almacenes.
–Los saqueos deben tener una acción política organizada, esa es la tarea que nos corresponde hacer. Debe ser una acción de masas contra el modelo, las elites y el imperio. Si logramos hacer eso habremos dado un paso cualitativo en las luchas sociales.
–¿Cómo se articulan con lo urbano?
–Pensamos que existen problemas que no tienen solución en el marco de esta estructura de poder. O sea que si queremos la reforma agraria o la reforma urbana debemos cambiar esa estructura. Para dar esa pelea el MST hace alianzas defensivas en las ciudades, por ejemplo con los Sin Techo, oel movimiento sindical, y a partir de allí libramos la disputa política, no sólo electoral, contra esas elites.
–¿Cuál será la política del MST al saber que es probable la militarización abierta?
–Haya o no haya militarización la política del MST sigue invariable, mucho más donde ahora la seca está matando, en las provincias del nordeste. Pero la seca, en verdad, es solo la manifestación más aguda del problema. En el Brasil no sólo luchamos por derechos humanos; también luchamos por derechos animales, luchamos por comida y lugar donde protegernos de la intemperie.
–¿Seguirán los saqueos?
–Seguiremos haciéndolos sin prestarnos a provocaciones, ni haciendo el juego a quienes quieren descargar la violencia contra el pueblo organizado. Pero seguiremos estimulando ese tipo de lucha porque es justa.
–Usted asegura que la CIA los espía. ¿Por que lo haría?
–Nuestro enemigo principal es el sistema financiero internacional, el proyecto neoliberal y el imperio norteamericano. La CIA lo sabe. Brasil es un país muy importante, cualquier cambio profundo que ocurra aquí tendrá una repercusión muy grande en todo el mundo.
–¿Son agentes americanos quienes los siguen?
–Pueden ser norteamericanos o también brasileños al servicio de ellos, pero es ingenuo ignorar que lo hacen, y que lo han hecho en Porto Alegre, por ejemplo, durante el Foro Social Mundial, de enero. Ellos ponen también el ojo en el Foro porque allí está surgiendo una unidad internacional contra el modelo neoliberal y contra el imperialismo. La lógica de la CIA y del imperio es seguir todo lo peligroso.
–¿Cuales serían esos actores “peligrosos” en la región?
–El imperio está siguiendo lo que ocurre con los campesinos bolivianos, los piqueteros argentinos, las FARC, los Sin Tierra. Para erradicar esos peligros el imperio quiere desembarcar en Colombia, con el Plan Colombia, que nada tiene de lucha contra el narco. Estando en Colombia esperan tener librado el paso a los demás países donde crece el descontento y crece la lucha social. Pero no debemos sobreestimar la capacidad del imperio, ellos tienen sus contradicciones.
–Se los criticó mucho en Brasil por sus relación con los zapatistas.
–No tenemos vergüenza ninguna de hacerlo, tenemos orgullo de nuestras relaciones. Las elites siempre nos van a atacar, como atacan a los campesinos en Paraguay, a los zapatistas en México o a los piqueteros en la Argentina. No podemos guiarnos por los grandes medios, debemos guiarnos por la estrategia de unidad latinoamericana

 

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