Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


TRES MILITARES MUSULMANES BOSNIOS ANTE LA “JUSTICIA GLOBALIZADA”
La Haya es una cárcel internacional

Anteayer fue la primera condena
por genocidio desde los procesos de Nuremberg y Tokio en 1945 y ayer extraditaron a tres musulmanes bosnios. La justicia de La Haya
sigue su curso, entre polémicas por
el verdadero alcance de su acción.

El coronel Amir Kabura (izq.) junto
a un hombre no identificado, rumbo
al aeropuerto de Sarajevo.

Toda la ex Yugoslavia al banquillo. No se salvan ni los serbios, ni los croatas, ni los musulmanes. Luego de las extradiciones del ex presidente yugoslavo, el serbio Slobodan Milosevic, de los ex generales croatas Ante Gotovina y Rahim Ademi y de la condena, anteayer, del ex general serbiobosnio Radislav Krstic, ayer fue el turno de los generales bosnios musulmanes Enver Hadzihasanovic y Mehmed Alagic y del coronel Amir Kubura. Los tres fueron extraditados al Tribunal Penal Internacional de La Haya para los crímenes de la ex Yugoslavia, acusados por la matanza de 200 civiles serbios y croatas durante la guerra de Bosnia (1992-95).
Una delegación de La Haya viajó a Sarajevo y entregó al gobierno de Bosnia-Herzegovina, en sobre sellado, las acusaciones contra
Hadzihasanovic, Alagic y Kubura. A partir del momento en que el gobierno bosnio aceptó que los tres sean extraditados, los cargos se hicieron públicos: asesinatos premeditados, matanzas de civiles, tratamiento inhumano, encarcelamientos ilegales, destrucción de propiedad y numerosos crímenes graves. Todo eso, en un período de un año, entre enero de 1993 y enero de 1994, y en una zona muy específica, al noroeste de Sarajevo, entre las localidades de Bugojno y Zepce.
Hadzihasanovic fue hasta noviembre de 1993 comandante del Tercer Cuerpo del Ejército de Bosnia-Herzegovina. Alagic fue comandante del Tercer Cuerpo del grupo operativo del Ejército y fue quien reemplazó a Hadzihasanovic. El coronel Kubura fue comandante de la séptima brigada de montaña del mismo cuerpo militar. La fiscalía del Tribunal de La Haya, encabezada por la italiana Carla del Ponte, afirma que los tres “masacraron a civiles de las ciudades y pueblos que cayeron en sus manos, torturaron y mataron a prisioneros y les utilizaron como rehenes o ‘escudos humanos’ o para cavar trincheras en pleno fragor del combate”. También especifica que parte de los crímenes fueron cometidos por “combatientes musulmanes extranjeros”, conocidos como “mujaidines”.
Hadzihasanovic, que se retiró del Ejército en abril del año pasado, fue casualmente testigo en el caso del general serbio-bosnio Krstic, condenado anteayer a 46 años de prisión en lo que constituye la primera condena por genocidio desde los tribunales de Nuremberg y Tokio, luego de la Segunda Guerra Mundial. La carrera de Alagic fue más extensa: en 1994 llegó a general de brigada, luego fue diputado y después fue destituido en su propio distrito, Sanski Most, por abuso de cargo y condenado en abril pasado a cuatro años de cárcel. El fiscal adjunto de la ONU, Graham Blewitt, dijo que el Tribunal de La Haya estaba muy satisfecho y alentado por el rápido arresto. “Este es el segundo procesamiento contra bosnios musulmanes. No será el último. Hay otras investigaciones en marcha que a su debido tiempo darán como resultado más procesamientos”.
Antes del serbio-bosnio Krstic, el único condenado en La Haya, y por crímenes de guerra, era el general croata Tihomir Blaskic, que cumple 45 años de cárcel. El propio arresto de Krstic es importante porque representa un símbolo y una cadena de líderes muy buscados por La Haya. El símbolo es la masacre de 6000 musulmanes en la localidad bosnia de Srebrenica, que se convirtió en la imagen prototípica de las salvajadas de la guerra de Bosnia (1992-1995), y de la cual Krstic es el responsable directo. Y la cadena de líderes, porque Krstic estaba a las órdenes del líder militar serbio-bosnio Ratko Mladic, a su vez a las órdenes de su jefe político, Radovan Karadzic, a su vez a las órdenes de Milosevic. Los extremos de la cadena ya están arrestados. Faltan Mladic y Karadzic, refugiados en algún lugar de la república serbia de Bosnia.
Pero hay otra historia detrás de la meramente legal en este proceso a todos los grupos nacionales y étnicos que se enfrentaron en los 10 años que lleva el desmembramiento de la ex Yugoslavia. Es una historia política, y consiste en que el procesamiento en La Haya está provocando crisis en la región. Primero fue Milosevic, entregado casualmente el día en el que una conferencia de donantes debía aprobar o rechazar el desembolso de 1800 millones de dólares para la reconstrucción de Serbialuego del bombardeo de la OTAN en 1999. Su entrega provocó un enfrentamiento entre el gobierno yugoslavo y la república de Serbia, que aún no se saldó y que puede derivar en el fin de lo que hoy es Yugoslavia: Serbia y Montenegro. Después fue la extradición de los croatas Ademi y Gotovina, que provocó la ruptura de la coalición prooccidental en el gobierno. Y los Balcanes, en sí, ni siquiera están “pacificados” del todo. La provincia serbia de Kosovo y los combates en la República de Macedonia así lo muestran. Todavía en guerra, juzgados por guerras pasadas y mendigando la ayuda económica de Occidente, los Balcanes miran cómo en La Haya festejan por la llegada de la justicia internacional.

 


 

EXPERTO WALDO VILLALPANDO
“Es un antecedente”

Por M. L. S. M.

–¿Qué representa la primera condena internacional por genocidio desde Nuremberg?
–Es un paso más dentro de un proceso que ha comenzado. El crimen de genocidio es un crimen diferenciado en las legislaciones internacionales: alguna vez fue llamado el crimen de los crímenes, el mayor que puede haber. Este tribunal internacional penal para la ex Yugoslavia es distinto a la Corte de La Haya, en el primero se juzgan individuos con responsabilidad penal de haber cometido crímenes contra el derecho internacional. El Tribunal de la ex Yugoslavia significa un cambio muy importante dentro del derecho internacional penal. Hasta ahora ha habido sólo dos antecedentes de condenas similares que fueron (después de la Segunda Guerra) los tribunales de Nuremberg y Tokio. Aquél fija una línea –que se está aplicando– para la situación en Yugoslavia y otro similar en Ruanda –con motivo de los crímenes cometidos en 1994–. Estos son cortes penales que van fijando criterios que serán la base de la futura Corte Internacional, que todavía no ha sido sancionada.
–¿Cuál sería la diferencia entre el tribunal de La Haya y la Corte Internacional?
–Lo importante de la condena del tribunal penal de la ex Yugoslavia es que establece un antecedente para una justicia universal. Sin embargo, este tribunal se restringe a una zona muy específica: los delitos internacionales cometidos durante la guerra –después de 1991– y que prosiguen con otros hechos bélicos incluso más recientes, como el caso de Kosovo. La Corte Penal Internacional, en cambio, va a tener un fundamento universal, esto es, tendrá una competencia para todo tipo de delitos que sucedan en cualquier lugar del mundo, no necesariamente sólo en Yugoslavia. En síntesis, es un antecedente muy importante que responde a un proceso que empezó con la creación del tribunal en 1993, de modo que tiene ya una trayectoria en gestión de ocho años. Es un precedente fundamental para la creación de una justicia universal, que no va a arrasar con las justicias nacionales. Por el contrario: cualquier tribunal nacional podrá aplicar condenas a los grandes crímenes internacionales en sus territorios, y solamente si los acusados son absueltos mediante procesos-farsa, entonces intervendrá la Corte penal Internacional. Es el caso de Milosevic, que en su propio país no ha sido procesado y tampoco condenado: entonces intervino el Tribunal Penal de La Haya. Salvando las distancias –técnicamente la situación es distinta– es lo que pasó con Pinochet, de él se pidió su proceso sobre la base de convenios internacionales porque no había sido procesado en Chile.

 


 

CONSTITUCIONALISTA DANIEL SABSAY
“Igualdad ante todo”

Por Mercedes López
San Miguel

–El Tribunal Penal de La Haya ha condenado por genocidio a un ex general serbio-bosnio que participó en la masacre de Srebrenica, de 1995. Es la primera condena por ese delito de la justicia internacional desde Nuremberg. ¿Qué significaría en materia de juzgamientos a delitos contra la humanidad?
–En primer lugar, la celebro como un avance extraordinario del derecho y la justicia; pienso que la globalización no puede estar circunscripta a los temas de comercio e intercambio, sino también debe estar enmarcada en aquellos límites que provienen de organismos jurídicos e institucionales que permitan un control sobre todos los aspectos de la vida humana, pero que en particular faciliten la internacionalización de un concepto común de civilización que viene de la mano de la vigencia de los derechos humanos de un mismo modo en todo el planeta. En particular, si lo que se trata es de la lucha contra la impunidad de hechos tan graves como son el genocidio, la tortura, la desaparición de personas, entre los muchos otros delitos internacionales contenidos en la letra de tratados. En este caso se trata de uno de los hechos más horribles que pudo ocurrir en un país, el genocidio perpetrado en el marco de una operación de limpieza étnica.
El poder tomar conocimiento que a través de un tribunal internacional, que goza de legitimidad –por el modo de constitución y por sus integrantes– con todas las garantía aplica un derecho internacional, es completamente positivo.
–¿Qué le sigue?
–Comprobar que estos actos de juzgamiento no sólo van dirigidos a personas que provienen de países emergentes o Tercer Mundo, sino que la eficacia de estos procedimientos de justicia puede ser aplicada a personas que pertenecen a los países centrales. Recién cuando eso sea posible, vamos a celebrar un acontecimiento aún mayor: la igualdad ante la ley internacional en un sentido transversal e íntegro.
–De todos modos, ¿esto es un precedente?
–Claro, esto que es tan estimulante lo planteo a futuro: ¿podría también ser eficaz para una persona del Primer Mundo? Y tengo mis dudas. Sólo vamos a lograr la cima de un sistema internacional de lucha contra la impunidad en materia de crímenes de lesa humanidad cuando se demuestre en los hechos que es posible. Creo que no podemos dejar de destacar, de todos modos, lo que le ocurrió en Londres a Pinochet, otro modo de llegar a la eficacia de la justicia internacional. Aunque no terminó de concretarse, el fenómeno Pinochet marcó un antes y un después.

 

PRINCIPAL