Toda la ex Yugoslavia al banquillo.
No se salvan ni los serbios, ni los croatas, ni los musulmanes. Luego
de las extradiciones del ex presidente yugoslavo, el serbio Slobodan Milosevic,
de los ex generales croatas Ante Gotovina y Rahim Ademi y de la condena,
anteayer, del ex general serbiobosnio Radislav Krstic, ayer fue el turno
de los generales bosnios musulmanes Enver Hadzihasanovic y Mehmed Alagic
y del coronel Amir Kubura. Los tres fueron extraditados al Tribunal Penal
Internacional de La Haya para los crímenes de la ex Yugoslavia,
acusados por la matanza de 200 civiles serbios y croatas durante la guerra
de Bosnia (1992-95).
Una delegación de La Haya viajó a Sarajevo y entregó
al gobierno de Bosnia-Herzegovina, en sobre sellado, las acusaciones contra
Hadzihasanovic, Alagic y Kubura. A partir del momento en que el gobierno
bosnio aceptó que los tres sean extraditados, los cargos se hicieron
públicos: asesinatos premeditados, matanzas de civiles, tratamiento
inhumano, encarcelamientos ilegales, destrucción de propiedad y
numerosos crímenes graves. Todo eso, en un período de un
año, entre enero de 1993 y enero de 1994, y en una zona muy específica,
al noroeste de Sarajevo, entre las localidades de Bugojno y Zepce.
Hadzihasanovic fue hasta noviembre de 1993 comandante del Tercer Cuerpo
del Ejército de Bosnia-Herzegovina. Alagic fue comandante del Tercer
Cuerpo del grupo operativo del Ejército y fue quien reemplazó
a Hadzihasanovic. El coronel Kubura fue comandante de la séptima
brigada de montaña del mismo cuerpo militar. La fiscalía
del Tribunal de La Haya, encabezada por la italiana Carla del Ponte, afirma
que los tres masacraron a civiles de las ciudades y pueblos que
cayeron en sus manos, torturaron y mataron a prisioneros y les utilizaron
como rehenes o escudos humanos o para cavar trincheras en
pleno fragor del combate. También especifica que parte de
los crímenes fueron cometidos por combatientes musulmanes
extranjeros, conocidos como mujaidines.
Hadzihasanovic, que se retiró del Ejército en abril del
año pasado, fue casualmente testigo en el caso del general serbio-bosnio
Krstic, condenado anteayer a 46 años de prisión en lo que
constituye la primera condena por genocidio desde los tribunales de Nuremberg
y Tokio, luego de la Segunda Guerra Mundial. La carrera de Alagic fue
más extensa: en 1994 llegó a general de brigada, luego fue
diputado y después fue destituido en su propio distrito, Sanski
Most, por abuso de cargo y condenado en abril pasado a cuatro años
de cárcel. El fiscal adjunto de la ONU, Graham Blewitt, dijo que
el Tribunal de La Haya estaba muy satisfecho y alentado por el rápido
arresto. Este es el segundo procesamiento contra bosnios musulmanes.
No será el último. Hay otras investigaciones en marcha que
a su debido tiempo darán como resultado más procesamientos.
Antes del serbio-bosnio Krstic, el único condenado en La Haya,
y por crímenes de guerra, era el general croata Tihomir Blaskic,
que cumple 45 años de cárcel. El propio arresto de Krstic
es importante porque representa un símbolo y una cadena de líderes
muy buscados por La Haya. El símbolo es la masacre de 6000 musulmanes
en la localidad bosnia de Srebrenica, que se convirtió en la imagen
prototípica de las salvajadas de la guerra de Bosnia (1992-1995),
y de la cual Krstic es el responsable directo. Y la cadena de líderes,
porque Krstic estaba a las órdenes del líder militar serbio-bosnio
Ratko Mladic, a su vez a las órdenes de su jefe político,
Radovan Karadzic, a su vez a las órdenes de Milosevic. Los extremos
de la cadena ya están arrestados. Faltan Mladic y Karadzic, refugiados
en algún lugar de la república serbia de Bosnia.
Pero hay otra historia detrás de la meramente legal en este proceso
a todos los grupos nacionales y étnicos que se enfrentaron en los
10 años que lleva el desmembramiento de la ex Yugoslavia. Es una
historia política, y consiste en que el procesamiento en La Haya
está provocando crisis en la región. Primero fue Milosevic,
entregado casualmente el día en el que una conferencia de donantes
debía aprobar o rechazar el desembolso de 1800 millones de dólares
para la reconstrucción de Serbialuego del bombardeo de la OTAN
en 1999. Su entrega provocó un enfrentamiento entre el gobierno
yugoslavo y la república de Serbia, que aún no se saldó
y que puede derivar en el fin de lo que hoy es Yugoslavia: Serbia y Montenegro.
Después fue la extradición de los croatas Ademi y Gotovina,
que provocó la ruptura de la coalición prooccidental en
el gobierno. Y los Balcanes, en sí, ni siquiera están pacificados
del todo. La provincia serbia de Kosovo y los combates en la República
de Macedonia así lo muestran. Todavía en guerra, juzgados
por guerras pasadas y mendigando la ayuda económica de Occidente,
los Balcanes miran cómo en La Haya festejan por la llegada de la
justicia internacional.
EXPERTO
WALDO VILLALPANDO
Es un antecedente
Por M. L. S. M.
¿Qué representa
la primera condena internacional por genocidio desde Nuremberg?
Es un paso más dentro de un proceso que ha comenzado. El
crimen de genocidio es un crimen diferenciado en las legislaciones internacionales:
alguna vez fue llamado el crimen de los crímenes, el mayor que
puede haber. Este tribunal internacional penal para la ex Yugoslavia es
distinto a la Corte de La Haya, en el primero se juzgan individuos con
responsabilidad penal de haber cometido crímenes contra el derecho
internacional. El Tribunal de la ex Yugoslavia significa un cambio muy
importante dentro del derecho internacional penal. Hasta ahora ha habido
sólo dos antecedentes de condenas similares que fueron (después
de la Segunda Guerra) los tribunales de Nuremberg y Tokio. Aquél
fija una línea que se está aplicando para la
situación en Yugoslavia y otro similar en Ruanda con motivo
de los crímenes cometidos en 1994. Estos son cortes penales
que van fijando criterios que serán la base de la futura Corte
Internacional, que todavía no ha sido sancionada.
¿Cuál sería la diferencia entre el tribunal
de La Haya y la Corte Internacional?
Lo importante de la condena del tribunal penal de la ex Yugoslavia
es que establece un antecedente para una justicia universal. Sin embargo,
este tribunal se restringe a una zona muy específica: los delitos
internacionales cometidos durante la guerra después de 1991
y que prosiguen con otros hechos bélicos incluso más recientes,
como el caso de Kosovo. La Corte Penal Internacional, en cambio, va a
tener un fundamento universal, esto es, tendrá una competencia
para todo tipo de delitos que sucedan en cualquier lugar del mundo, no
necesariamente sólo en Yugoslavia. En síntesis, es un antecedente
muy importante que responde a un proceso que empezó con la creación
del tribunal en 1993, de modo que tiene ya una trayectoria en gestión
de ocho años. Es un precedente fundamental para la creación
de una justicia universal, que no va a arrasar con las justicias nacionales.
Por el contrario: cualquier tribunal nacional podrá aplicar condenas
a los grandes crímenes internacionales en sus territorios, y solamente
si los acusados son absueltos mediante procesos-farsa, entonces intervendrá
la Corte penal Internacional. Es el caso de Milosevic, que en su propio
país no ha sido procesado y tampoco condenado: entonces intervino
el Tribunal Penal de La Haya. Salvando las distancias técnicamente
la situación es distinta es lo que pasó con Pinochet,
de él se pidió su proceso sobre la base de convenios internacionales
porque no había sido procesado en Chile.
CONSTITUCIONALISTA
DANIEL SABSAY
Igualdad ante todo
Por Mercedes López
San Miguel
El Tribunal Penal de La
Haya ha condenado por genocidio a un ex general serbio-bosnio que participó
en la masacre de Srebrenica, de 1995. Es la primera condena por ese delito
de la justicia internacional desde Nuremberg. ¿Qué significaría
en materia de juzgamientos a delitos contra la humanidad?
En primer lugar, la celebro como un avance extraordinario del derecho
y la justicia; pienso que la globalización no puede estar circunscripta
a los temas de comercio e intercambio, sino también debe estar
enmarcada en aquellos límites que provienen de organismos jurídicos
e institucionales que permitan un control sobre todos los aspectos de
la vida humana, pero que en particular faciliten la internacionalización
de un concepto común de civilización que viene de la mano
de la vigencia de los derechos humanos de un mismo modo en todo el planeta.
En particular, si lo que se trata es de la lucha contra la impunidad de
hechos tan graves como son el genocidio, la tortura, la desaparición
de personas, entre los muchos otros delitos internacionales contenidos
en la letra de tratados. En este caso se trata de uno de los hechos más
horribles que pudo ocurrir en un país, el genocidio perpetrado
en el marco de una operación de limpieza étnica.
El poder tomar conocimiento que a través de un tribunal internacional,
que goza de legitimidad por el modo de constitución y por
sus integrantes con todas las garantía aplica un derecho
internacional, es completamente positivo.
¿Qué le sigue?
Comprobar que estos actos de juzgamiento no sólo van dirigidos
a personas que provienen de países emergentes o Tercer Mundo, sino
que la eficacia de estos procedimientos de justicia puede ser aplicada
a personas que pertenecen a los países centrales. Recién
cuando eso sea posible, vamos a celebrar un acontecimiento aún
mayor: la igualdad ante la ley internacional en un sentido transversal
e íntegro.
De todos modos, ¿esto es un precedente?
Claro, esto que es tan estimulante lo planteo a futuro: ¿podría
también ser eficaz para una persona del Primer Mundo? Y tengo mis
dudas. Sólo vamos a lograr la cima de un sistema internacional
de lucha contra la impunidad en materia de crímenes de lesa humanidad
cuando se demuestre en los hechos que es posible. Creo que no podemos
dejar de destacar, de todos modos, lo que le ocurrió en Londres
a Pinochet, otro modo de llegar a la eficacia de la justicia internacional.
Aunque no terminó de concretarse, el fenómeno Pinochet marcó
un antes y un después.
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