Por Felipe Yapur
Con el ceño fruncido,
mirando fijo al frente, firmes, tan firmes que parece que apenas respiran,
luciendo los flamantes uniformes, esperan la orden del superior. Cuando
ésta llega, comienza a desplazarse. Marcan el paso con indisimulable
imperfección. Al pasar frente a la bandera, giran sus cabezas con
un movimiento seco. No son soldados. No se trata de un desfile de militares,
aunque estén vestidos como tales. Son niños y niñas,
un grupo donde los más jóvenes tienen 5 años y los
más veteranos apenas 16. Son, en realidad, el nuevo emblema, las
nuevas mascotas, del retirado teniente coronel Horacio Gentiluomo, a la
sazón jefe de Policía de Jujuy. Minutos antes, el militar
había confesado ante la tropa el objetivo de lo que denominó
Agrupaciones de Policía Infantil: Estamos trabajando así
porque en su momento perdimos la oportunidad histórica de cambiar
las cosas definitivamente. Sin duda, una velada reivindicación
al terrorismo de Estado de 1976 que secuestró y desapareció
a 30.000 argentinos que esconde, además, un disimulado control
social sobre la población.
La escena relatada, más cercana a una imagen extraída de
algunas de las dictaduras de los años setenta en cualquier país
del tercer mundo, ocurrió el 25 de julio pasado en la localidad
jujeña de San Francisco. Este pequeño caserío, que
se extiende por la ladera de una tupida montaña, está ubicado
a dos horas de camino de Calilegua y Libertador General San Martín.
El pueblito estaba de festejo. Era el día del santo patrono del
lugar, por lo que en lo que sería la calle principal se organizó
el acto central que contó, además de con el cura que celebró
la misa, con una parada policial. Junto a los efectivos ya adultos hacía
su primera aparición una de las 18 agrupaciones de Policía
Infantil que existen en la provincia. El estreno fue motivo suficiente
para que Gentiluomo abandonara la capital jujeña y, frente a los
niños y niñas vestidos con uniformes de combate camuflados,
acordes a esta zona montañosa y de tupida vegetación, arengara
a la población: No quiero que estos niños tengan ni
en su sangre, ni en su memoria, el pasado argentino que debería
ser olvidado, dijo. Inmediatamente después se realizó
el desfile de los pequeños policías que portaban, a manera
de fusil, unos palitos de escoba de unos 50 centímetros de largo,
forrados de celeste y blanco.
Servicios escolares
Este tipo de agrupaciones es moneda corriente en Jujuy. Los periódicos
y canales de televisión locales suelen dedicar bastante espacio
a destacar la importancia de esta especie de escuelas paralelas
que funcionan a contra turno de los establecimientos educacionales para
brindar, entre otros servicios, apoyo escolar. Porque, como
dijo una periodista jujeña a este diario, acá los
maestros viven de paro.
Gentiluomo las promueve con el aval del ministro de Gobierno, Francisco
Zamar, quien suele acompañar al jefe policial a las inauguraciones
de las nuevas agrupaciones y con gusto se deja fotografiar
rodeado de niños con disfraz de policías, si es en una ciudad,
o con uniforme camuflado del Ejército si es un la zona de montaña.
Oficialmente, al menos así lo aseguró una fuente policial
a Página/12 (ver nota aparte), el objetivo de estas escuelitas
es sacar a los chicos de la calle para inculcarles normas civiles
y morales. En la capital jujeña, los destinatarios del proyecto
son aquellos chicos que viven en las villas miseria. En estas, las agrupaciones
reúnen a más de 200 niños organizadas por la comisaría
del lugar. Sin duda, una forma efectiva de realizar un control social
sobre la población excluida. En el interior de la provincia, la
dinámica es similar. En todos los casos, la comida y los uniformes
que reciben los chicos al fin al cabo, un tipo de ropa son
un fuerte argumento para los padres. Para Olga Arédez, integrante
de Madres de Desaparecidos de Jujuy, éstas escuelas
representan el autoritarismo que todavía subyace en la sociedad
jujeña y el peligro que ellas implican.
Esta actividad de control social de la policía de Jujuy no es para
nada improvisada: tiene un reglamento unificador para las 18 agrupaciones;
tiene objetivos claros, que Gentiluomo anunció llegar a 36
escuelas que cubran la totalidad de la geografía de la provincia;
y tiene un responsable general, el comisario inspector Luis Antonio Ponce,
al que acompaña un Grupo de Trabajo (sic).
El reglamento de las agrupaciones es detallado. Son 56 artículos
donde se describe la naturaleza del proyecto, sus objetivos, su organización,
los requisitos para incorporarse, el sistema de ascensos, el uniforme
y un disimulado sistema de premios y castigos que denominan conducta
del niño. También describe el tipo de actividades
de los niños policías, los contenidos de dichas actividades
y, como no podía ser de otra manera, la instrucción policial.
Claro, este es un reglamento general y, como tal, prevé que cada
agrupación pueda elaborar uno propio, de acuerdo a la idiosincrasia
de cada lugar.
El reglamento, (ver facsímil), lleva la firma de una psicóloga,
una abogada, una asistente social, tres oficiales y la del comisario Luis
Ponce, director del Comando Radioeléctrico jujeño.
El reglamento explica además las razones para la creación
de los niñospolicías: El incremento de la deserción
escolar, las fugas del hogar, integración de pandillas, maternidad
y paternidad precoz, alcoholismo, drogadicción, vagancia y mendicidad
de menores, es que la institución policial, en su afán de
prevenir delitos en la población infanto-juvenil pretende colaborar
en la formación de dichas agrupaciones para la contención,
recuperación y educación de las jóvenes generaciones.
Notable: la policía de Jujuy reemplaza a la escuela y al sistema
de protección social del Estado.
Pero hay más. El reglamento dice que las agrupaciones deberán
promover y estimular el desarrollo pleno de valores éticos, morales
y espirituales, que hacen a la conformación del hombre, la naturaleza
y las instituciones. Valores como la familia, el amor, el trabajo, el
respeto, la solidaridad. Y agrega -.dándole un toque de actualidad-.
la conservación ambiental, la vida democrática y la
defensa de los derechos del hombre.
El 27 de octubre de 1977, hace veinticuatro años, el entonces ministro
de Educación de la dictadura, Juan José Catalán,
ordenaba la distribución de un folleto denominado Subversión
en el ámbito educativo (conozcamos a nuestro enemigo). En
él se podía leer que la docencia cumplía un rol similar
al que promueven estas escuelas de niños policías. Catalán,
en el folleto, sostenía que los docentes eran los custodios
de nuestra soberanía ideológica y que ello significaba
que la educación debía responder a la consolidación
de los valores básicos de nuestra civilización a la luz
de la Constitución y los principios republicanos en que se funda
la democracia y sus instituciones libres; el significado trascendente
de la ley; la moral pública y privada y el sentido de los derechos
y responsabilidades del individuo frente al Estado y la sociedad.
En Jujuy los custodios de las jóvenes generaciones son los policías
de Gentiluomo.
El paso por estas agrupaciones policiales no es breve. El reglamento prevé
varios años de estadía en ellas y, por lo tanto, hay entre
sus integrantes diferentes escalafones. El recién llegado es un
Aspirante durante el primer año. Si le va bien, se transformará
en Auxiliar durante los siguientes tres años. Ayudante es el próximo
rango, que lo acompañará hasta que cumpla la edad máxima,
17 años. Cuando el joven abandone la agrupación se convertirá
inmediatamente en un Reservista que, si lo deseapodrá devolverle
a la institución los favores recibidos convirtiéndose en
un Instructor que trabajará, según reza el reglamento, ad
honorem. Pero un instructor no puede ser cualquiera, tiene que dominar
el arte de enseñar pero sobre todo ser un MODELO DE
POLICIA, puesto que será un espejo donde se mirarán los
educandos (sic, incluyendo las mayúsculas).
El reglamento es bastante general y amplio en lo que respecta a los contenidos
que se imparten en las escuelas de niños policías. Con respecto
a la instrucción policial dice que ésta se limitará
sólo a formaciones y desfiles y aclara que la
enseñanza deberá realizarse con mucho tacto y sutileza no
debiendo ser rígida ni autoritaria, teniendo en cuenta que se está
enseñando a niños, toda una sutileza. Sobre todo si
se tiene en cuenta que también advierte que los programas de actividades
incluirán el desarrollo de nociones básicas sobre
derechos de los niños que, dicho sea de paso, en su articulado
dice que el niño debe ser protegido contra las prácticas
que puedan fomentar la discriminación racial, religiosa o de cualquier
otra índole.
Colimbas del Paraguay
A diferencia de la Policía jujeña, en el Paraguay
a los niños los incorpora el Ejército. Hay una diferencia
más con los jujeños: en ese país los conscriptos
menores de edad portan el fusil reglamentario y muchas veces son
estas mismas armas las que terminan con la vida de esos niñossoldados.
Ese fue el caso de Pedro Antonio Centurión, un jovencito
argentino de apenas 14 años que estaba cumpliendo a la fuerza
el servicio militar obligatorio de ese vecino país.
Pedro había nacido en Clorinda, Formosa, el 5 de mayo de
1986. Allí vivió hasta los cinco años, cuando
su madre, Cemproniana, se había vuelto a casar radicándose
en Luque, una localidad paraguaya ubicada a unos 14 kilómetros
de Asunción. En marzo de 2000, cuando Pedro aún no
había cumplido los 14, fue virtualmente secuestrado un día
en que su madre estaba ausente. Cuando se enteró, Cemproniana
fue hasta el cuartel donde estaba su hijo. Habló con el capitán
Rodríguez, el mismo que se lo llevó de su casa.
La mujer dijo al militar que el chico era menor, pero a Rodríguez
poco le importó: Ya tiene la estatura para hacer el
cuartel (la conscripción), fue su respuesta. En setiembre
de ese año, a la mujer le informaron que su hijo se había
suicidado. Para poder retirar el cuerpo de Pedro Antonio, Cemproniana
firmó un documento que los militares le exigían, en
él se comprometía a no solicitar una autopsia. Pedro
fue enterrado con un balazo en la cabeza que había ingresado
de arriba hacia abajo y con un certificado de nacimiento paraguayo
falsificado que entregó el mismo Ejército.
Pedro Antonio se convirtió así en el conscripto 103
que muere durante el servicio militar paraguayo desde que en 1989
el dictador Alfredo Stroessner fue derrocado. No fue el último.
El caso más reciente fue el 13 de abril de este año,
cuando murió Héctor Maciel, de 16 años. La
víctima 106 de la colimba paraguaya.
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LA
POLICIA DE JUJUY EXPLICA LAS AGRUPACIONES
Con el apoyo de la comunidad
Viernes 3 de agosto, 16.30.
Página/12 llama al 0388-423-7764, número que pertenece a
Relaciones Policiales de Jujuy, una especie de oficina de prensa de la
Policía provincial. Atiende una mujer, que no se identifica.
Buenas tardes, Relaciones Policiales, ¿en qué lo podemos
ayudar?
Señorita, le hablo del diario Página/12. Queríamos
pedir algunas precisiones sobre las escuelas de niños policías
que funcionan en su provincia.
Bueno, tenemos una 18 en total. En la próxima semana inauguramos
dos más. Pero permítame que lo corrija, en realidad se denominan
Agrupaciones de Policía Infantil. La primera de ellas creo que
se fundó en 1995 en la localidad de La Quiaca. Fue por iniciativa
de un oficial de la zona que contaba con el apoyo inestimable de la comunidad.
¿Y cuál es el objetivo de estas agrupaciones?
Fundamentalmente es la contención de los menores en riesgo.
Se busca sacarlos de la calle, inculcarles normas civiles, morales y actividades
deportivas.
¿A qué tipo de poblaciones está destinado?
Bueno, en general viven en barrios humildes y poblaciones del interior
de la provincia.
¿Los chicos reciben algún tipo de instrucción
policial?
Sí, por supuesto. Es lo que llamamos nosotros orden cerrado.
¿Qué es el orden cerrado?
Orden militar. Realizan movimientos continuos, abdominales, lagartijas
y, por supuesto, práctica de formación y desfiles.
Imagino que esta práctica no se realiza con armas.
Nooo, jamás haríamos tal cosa. Señor, se trata
de niños.
Entonces, ¿qué representan esos palos blancos que
utilizan para desfilar?
Bueno, estee. Esos palitos parecen armas, pero sirven para que los
niños puedan desfilar correctamente. Sólo para eso los utilizan.
Le aclaro que no son blancos, están forrados con los colores de
la bandera.
En unas fotos que tenemos, los chicos llevan un uniforme más
parecido a lo que utiliza el Ejército. ¿Por qué?
En general, los uniformes los hacen los padres. Ellos hacen de todo
para conseguirlos, hacen rifas, ferias de plato. Es muy emocionante.
¿De qué edades son los niños?
Chicos y chicas. Y hay desde los cinco hasta los 16 años.
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