Por Julio Nudler
¿Qué piensa
(John) Taylor? Imposible saberlo. Tiraba temas, daba la palabra, pero
no dijo nada ni gesticuló, describió a Página/12
uno de los economistas que ayer, entre las 12 y las 13.45, acudieron a
reunirse con el subsecretario del Tesoro estadounidense en el living de
la residencia del embajador James Walsh. Toda la plática, un tanto
errática e inconsistente, se desarrolló en inglés,
destacándose el consultor estrella Miguel Angel Broda como el menos
hábil en ese plano. La selección de invitados, que realizaron
los anfitriones, no incluyó a ningún radical ni frepasista
ni justicialista. Predominaron ampliamente los liberales puros, como Carlos
Rodríguez (CEMA) y Ricardo Arriazu (consultor), que negaron que
la Argentina tenga problemas de competitividad, mientras Daniel Artana
(FIEL) y Orlando Ferreres (consultor) adjudicaban la crisis al aumento
del gasto público y despotricaban contra Raúl Alfonsín.
Por su parte, Adolfo Sturzenegger (cavallista, Fundación Novum
Millenium) admitió la descolocación del país, pero
aduciendo que ya fue corregida en parte por el factor de empalme (devaluación
del 7 por ciento en el tipo de cambio comercial) y los planes de competitividad.
Aunque no se nombró a Domingo Cavallo, Arriazu aludió muy
críticamente a él al fustigar el presunto manoseo de dos
instituciones sagradas, como la independencia del Banco Central, por la
defenestración de Pedro Pou, y la convertibilidad, por su ampliación
al euro. Ferreres aprovechó esta mención para sugerir que
se anule la canasta, volviéndose al dólar como ancla única,
lo cual dio pie a su vez a Rodríguez, ex mano derecha de Roque
Fernández, para abogar por la dolarización, bandera de Carlos
Menem.
Una nota sorprendente fue aportada por Arriazu, quien con profusión
de números intentó quitar importancia a la corrida contra
los depósitos, que en general es vista como la guillotina que viene
bajando, filosa e implacable, hacia la nuca de la convertibilidad. Hay
bastante consenso en torno de que el sistema bancario puede aguantar a
lo sumo tres semanas más de hemorragia antes de cerrar sus ventanillas.
La fuga neta de depósitos, según Arriazu, sólo habría
sido de unos 2500 millones en las últimas tres semanas, pero Broda,
que se mantuvo bastante callado, le replicó que las reservas del
sistema se evaporaron aún más velozmente que los depósitos,
lo cual prueba cuán dramática es la situación.
Pedro Lacoste (consultor) pulsó una cuerda diferente al afirmar
que el problema argentino no es fiscal sino de crecimiento. Su argumento
que sostienen también, con variantes, economistas como Jorge
Gaggero y Javier González Fraga fue, en esencia, que si se
excluye la merma de recursos tributarios causada por la reforma previsional
de 1994 y por la recesión iniciada hace tres años, el país
tiene un claro superávit fiscal. Por ende, las cuentas del sector
público no son la causa sino la consecuencia de los problemas.
Aunque palmariamente en desacuerdo con esta postura, Artana y Rodríguez
criticaron la vía elegida para llegar al déficit cero, mediante
cortes horizontales practicadas a todo lo ancho, en lugar de una reforma
del Estado (como la postulada por Manuel Solanet, de FIEL). De todas formas,
Broda adujo que es tan profunda la recesión (el ritmo de caída
del PBI rondaría, según estimó, el 4 a 5 por ciento
anual en este tercer trimestre) que el recorte de sueldos y jubilaciones
deberá ser de por lo menos 20 o 25 por ciento en los meses finales
del año. No acompañó esa acotación con ningún
comentario sobre la explosión social que provocaría, y por
ende su inviabilidad política.
Quien se encargó de realizar una apasionada defensa de la convertibilidad
fue Carlos Melconián (M&S). Fue una imposición
de la gente, aseguró, mientras que Vladimir Werning (economista
para la Argentina y Chile del JP Morgan), sumando su entusiasmo, advirtió
que aquella no debe ser juzgada solamente por sus dificultades de estos
últimos años. Juan José Llach (Universidad Austral),
quien fuera Secretario de Programación con Cavallo, expresó
su respaldo al currencyboard, mientras Lacoste sugería que es precisamente
por mantener la convertibilidad que hoy los inversores castigan a la Argentina.
Werning, en otro orden, recibió inesperadamente una andanada, al
reprochársele la actitud de la banca norteamericana en esta crisis
argentina. Pero lo cierto es que aún no se ha visto lo peor.
Los que en cambio se esmeraron por halagar a los dueños de casa
fueron Artana y Arriazu, al coincidir en que el problema de la Argentina
se llama Brasil. Su receta: abrir la economía (más de lo
que está) y asociarnos comercialmente con ustedes (o
sea Estados Unidos). Llach previno, por su parte, que si Washington no
apoyaba a la Argentina en estas dramáticas circunstancias corría
el riesgo de provocar que triunfe Lula (el líder del Partido de
los Trabajadores) en Brasil y de que aquí surja otro Hugo Chávez
(por el presidente venezolano).
Taylor, que había escuchado a sus huéspedes mencionar más
de una vez las reformas estructurales, preguntó a cuáles
aludían, señalando Sturzenegger la laboral y Artana la del
régimen impositivo. Pero en relación a lo inmediato, la
idea prevaleciente fue atribuirle poderes mágicos a la confianza
como arma contra la crisis, considerando como condiciones para lograrla
que se cumpla a rajatabla con el déficit cero y que Alfonsín
no abra más la boca. Lo que pese a todo no consiguieron transmitir
los economistas invitados, entre los cuales también figuró
Martín Redrado (Fundación Capital), fue una explicación
coherente de esta abismal crisis económica argentina.
Ferreres se felicitó por el hecho de que el país se ha dado
con el déficit cero otra institución clave,
que se suma a la de la convertibilidad, que acabó con la emisión.
Ante ello, Lacoste cuestionó que fijar esa regla como definitiva,
en lugar de verla como un recurso de corto plazo, implica imaginar un
país (la Argentina) que, además de carecer de política
cambiaria y monetaria, también se prive de política fiscal,
de modo que todo ajuste debería ser social, para lo cual tendría
que imponerse una extrema flexibilidad a la baja en este campo. La Argentina
se convertiría, además, en un caso único: ninguna
nación renuncia a todo instrumento de política económica.
Hacer algo con la
deuda
Entre los analistas de la crisis domina el pesimismo. Después
de la caída del 23 por ciento en la recaudación del
IVA durante julio, al Déficit Cero se le abre la tierra bajo
los pies, porque es obvio que no se podrá amoldar el gasto
público a esta pulverización de los recursos. La única
esperanza queda colocada en que, por alguna razón, se detenga
la sangría de depósitos, lo cual dependería
de un auxilio externo tan voluminoso que espante a quienes están
especulando a la caída de los bonos de deuda argentinos.
Ello permitiría descomprimir las tasas de interés
y, quizá, despejaría la desconfianza extrema. No obstante,
quienes no quieren dejarse llevar por ilusiones creen inevitable
asumir la decisión de hacer algo con la deuda, dado que ésta
es la clave para afrontar dos de los mayores problemas: el fiscal,
donde la cuenta de intereses supera el déficit combinado
de Nación y provincias, y el externo, donde a su vez esos
intereses determinan el rojo en la cuenta corriente del balance
de pagos. En cambio, si replantear la deuda no parece haber ninguna
salida.
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EL
MARTES PODRIA SER DIA DE ANUNCIOS EN WASHINGTON
Se fue very impresionado
Por
J. N.
Es impensable
que Bush haya mandado a Taylor para decirnos que no, argumentó
anoche ante este diario una alta fuente del equipo económico. Y
añadió que hacer algo así le acarrearía a
Washington un alto costo político en América latina, ya
que se le echaría la culpa a Estados Unidos de lo que pudiese ocurrir
con la Argentina y de las consecuencias que tendría para toda la
región. Ahora que el gobierno norteamericano se involucró
en el problema, está como quien se mete a tercear en una pelea,
añadió. Taylor es hoy lo que (Alexander) Haig fue
cuando la guerra de Malvinas, comparó.
Aquella vez Estados Unidos se involucró, pero a favor del
enemigo de la Argentina. No parece una comparación esperanzadora.
No creemos que esta vez resulte así.
En concreto, John Taylor, el número dos del Tesoro norteamericano,
partió anoche dejando como estela una tensa expectativa centrada,
según diversas fuente, en el martes. Pasado mañana, si no
mañana mismo, debería haber noticias provenientes de Washington.
Es decir, saber si todo lo que obtendrá la Argentina será
el desembolso anticipado por parte del Fondo Monetario de algo más
de U$S 1200 millones, que forman parte del blindaje, o si la cifra siempre
a través de organismos multilaterales, incluyendo el Banco Mundial
trepará a algún número entre 5 y 7 mil millones,
en su mayoría para reforzar las reservas, desangradas por la fuga
de depósitos.
En el primero de los casos, el presagio casi unánime es que el
parche no serviría de nada. La situación tocaría
fondo en pocas semanas, o incluso días.
Por el momento, sin embargo, Taylor dejó saber, a través
de un comunicado difundido ayer por la embajada norteamericana, que estaba
muy impresionado por las firmes medidas que el gobierno argentino
está tomando para alcanzar el objetivo del déficit fiscal
cero. El texto incluye una mención, también elogiosa,
a las medidas para promover el crecimiento económico mediante
una reforma impositiva y la reducción de las barreras comerciales.
Esto último resulta un tanto sorprendente, ya que las decisiones
de Domingo Cavallo respecto de los aranceles no fueron todas liberalizadoras.
En cuanto a Cavallo mismo, anoche se refirió a Taylor como un
economista de altísimo nivel, diciendo confiar en que el
informe que rendirá en su país contribuirá a que
Estados Unidos respalde a la Argentina ante el FMI. Según la alta
fuente de Economía que habló ayer con Página/12,
lo peor de la situación actual es la fuga de depósitos,
que a su vez provoca la pérdida de reservas, porque la fuerte caída
en la recaudación impositiva es una consecuencia de las altas tasas
de interés. Es ilusorio esperar que la recaudación mejore
con el riesgo país en 1600 puntos.
¿Qué esperan en concreto?
Taylor no vino a pasear. Cavallo requirió un apoyo adicional,
porque con una señal contundente se disipará la corrida.
¿Ese apoyo puede ser bilateral?
No. Estados Unidos sólo apoya de modo directo a Israel. La
ayuda vendrá a través de los organismos multilaterales.
Pero quizá no resulte inmediata, aunque sea para guardar las formas.
Si no va a parecer que Cavallo lo apretó a Taylor.
Los optimistas aguardan, de todas formas, que el Fondo, bajo presión
de Washington y Berlín, resuelva rápidamente, a pesar de
estar yéndose todo el mundo de vacaciones, porque al regreso sería
demasiado tarde.
UN NUEVO ESCANDALO
ASOMA EN EL SENADO
La libertad de Menem y el déficit cero
Por Miguel
Bonasso
Una alta fuente del Senado
reveló a Página/12 que el Gobierno ofreció
la libertad de Carlos Menem a cambio del apoyo de los senadores
justicialistas a la promulgación de la ley del déficit
cero. Según esta fuente las negociaciones se habrían
llevado a cabo entre el dirigente radical Enrique Coti
Nosiglia, un hombre ubicuo del poder que suele ocuparse de los menesteres
reservados, y los senadores Eduardo Menem, Eduardo Bauzá
y Carlos Vladimiro Corach.
Las conversaciones fueron reveladas parcialmente por el mismo Corach
al bloque justicialista del Senado el mismo domingo en que terminó
votándose la Ley de Déficit Cero tras la maratónica
sesión que duró hasta el lunes a la madrugada. La
misma sesión que siguieron con visible ansiedad desde los
palcos el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo; el ministro del Interior,
Ramón Mestre, y el secretario general de la Presidencia,
Nicolás Gallo. Sin embargo, al relatar el encuentro con el
Coti, Corach bajó los decibeles del acuerdo secreto al afirmar
que los senadores del PJ sólo hablaron con enviados del oficialismo
sobre un levantamiento de las restricciones impuestas por el juez
Jorge Urso al preso de Don Torcuato.
El rumor de que la Ley Vaquir o Ley trueque
como se llama ya al último ajustazo había supuesto
prebendas de diversa índole para la mayoría justicialista
circuló tan pronto la ley se aprobó al vapor, sin
dictamen de comisión. Pero hasta ahora nadie había
mencionado que el gobierno pensara ejercer toda su influencia sobre
la Sala Segunda de la Cámara Federal en lo Penal para lograr
que Carlos Menem saliera en libertad.
La posibilidad de que el Gobierno hubiera mencionado esa intención
mientras trataba de convencer a los senadores peronistas de que
dieran quórum y no obstruyeran la Ley de Déficit Cero
se combina con otro dato clave. El ex asesor presidencial Emir Yoma
está furioso con su ex cuñado y considera cada vez
más la hipótesis de una traición, percepción
que se redoblaría si Menem cambia su situación procesal.
En efecto, si continuara procesado pero la Cámara lo dejase
esperar en libertad el juicio oral por la venta de armas, significaría
que los jueces habrán dejado de considerarlo jefe de la asociación
ilícita. En ese caso (por ahora hipotético), la situación
de Emir Yoma se agravaría considerablemente pues ya no aparecería
como un cajero de su antiguo amigo y protegido, sino
como el capo mafia que organizó la operación al margen
del Presidente.
Emir está al tanto de la reunión entre los tres senadores
y Nosiglia y para él ya está todo cerrado.
Su indignación dicen no tiene límites.
No es el único Yoma contrariado. Su primo, el senador justicialista
Jorge Yoma, que votó en contra de la ley y desafía
en La Rioja al aparato electoral de sus antiguos socios los Menem,
atajó el domingo pasado al jefe de Gabinete Chrystian Colombo
y le preguntó a boca de jarro cuánto le habían
dado al gobierno de La Rioja para que Eduardo Menem apoyara, en
una curiosa maniobra, el proyecto oficial.
No te equivoqués no fue por plata, fue por otra cosa,
respondió suelto de cuerpo el funcionario, dejando al senador
riojano sumido en un mar de incógnitas. Pensó que
el arreglo debía consistir en algo muy grande para que un
peronista pudiera votar una ley que él, como presidente de
la Comisión de Asuntos Constitucionales, consideró
un mamarracho jurídico.
Según la fuente de Página/12 se trata, efectivamente,
de algo muy grande. Tan grande que Nosiglia habría
actuado con instrucciones directas del propio presidente Fernando
de la Rúa. El informante dijo que el Coti es, entre otras
cosas, uno de los dos grandes operadores judiciales del radicalismo
y tendría aceitadas relaciones con Martín Irurzun,
presidente de la Sala Segunda que integran además Horacio
Cattani (el intelectual del trío) y Eduardo Luraschi, que
llegó de la mano del ultramenemista César Arias. Habitualmente,
explicó el garganta profunda, Irurzun lidera y maneja la
relación con el poder político, Cattani aporta el
marco teórico y Luraschi se suma al criterio de sus pares.
Para esta fuente, los magistrados podrían escuchar con atención
una discreta recomendación del presidente de la República
que, en este caso, vendría avalada por su eterno rival partidario,
Raúl Alfonsín, también deseoso de sacar a Menem
del encierro, aunque sea cómodo.
Otras fuentes, en cambio, aseguran que a la Sala Segunda no le va
a resultar muy fácil desmontar la resolución de Urso
cuando el juez, para disponer la prisión del ex presidente,
se apoyó justamente en una resolución de los camaristas
que le ordenaron investigar más arriba del nivel del ex jefe
del Ejército Martín Balza.
La Sala Segunda goza de una reputación garantista y seria.
Funcionarios de Tribunales recordaron que mantuvo su independencia
de criterio incluso bajo presión durante el gobierno de Menem
y el imperio de los jueces de la servilleta. Estas fuentes sostienen
que si los camaristas decidieran cambiar la acusación sobre
Menem y dejarlo en libertad, deberían escribir una pieza
jurídica intachable, más intachable que nunca, que
los deje a salvo de cualquier sospecha de haber participado en negociaciones
bajo cuerda. Su posición es incómoda en cualquier
caso, así fuera la variante más liviana, según
la que los emisarios oficiales ofrecieron incluso salidas que no
pueden controlar del todo.
Menem, Bauzá y Corach no han sido opositores sistemáticos
del gobierno de De la Rúa. Además, ninguno de los
tres quiso, igual que sus otros colegas del bloque del PJ, quedar
como los eventuales responsables de un default imaginado para el
lunes 30 de julio. Pero su actitud tan diligente el día de
la votación del Déficit Cero parecería abonar
la versión del trueque relatado a Página/12 por fuentes
responsables, que enlodaría nuevamente a un Senado altamente
desprestigiado por el tema de los sobornos.
El mecanismo elegido esta vez por los justicialistas para apoyar
al oficialismo consistió en dar quórum para que la
sesión de urgencia pudiera realizarse en los términos
que determina el reglamento del Senado y retirarse en el momento
de votar para no tener que hacerlo en contra. Por momentos la votación
estuvo muy reñida. Hasta hubo empate por un artículo
y tuvo que desempatar el mismo presidente del cuerpo, el radical
Mario Losada. En un momento dado, el propio jefe del bloque del
PJ, José Luis Gioja, encargado de hacer salir a los que votarían
en contra, intentó lo mismo con la senadora por Córdoba
Beatriz Raijer, que le contestó airada: Yo me voy a
quedar, no me rompas las pelotas.
La actitud de Eduardo Menem es particularmente significativa. En
su largo discurso, que le valió como ironía el mote
de senador piquetero endilgado por algún colega,
afirmó que nunca en sus 18 años como senador nacional
había experimentado esta angustia existencial en torno
a la votación a favor o en contra de una determinada ley.
Luego, cuando hubo que votar, perdió la oportunidad de oponerse
a la Ley de Déficit Cero.
Una de las fuentes consultadas explica estas incongruencias también
desde el simple terreno de los intereses personales. En su visión
éste es un Senado terminal al cual sólo regresarían
después de los temidos comicios de octubre unos
seis senadores: probablemente cuatro justicialistas y dos radicales.
El resto debería enfrentarse a una calle cada vez más
dura gracias a las concesiones que ellos mismos hacen al poder financiero.
Por eso explica pueden aparecer diversas recompensas:
puestos en los entes reguladores, en las embajadas, en el Banco
Central. Según la fuente, Gerardo Palacios y José
Carbonell podrían ir a los entes y el discutido Ricardo A.
Branda iría a cubrir una de las tres direcciones vacantes
del Banco Central. Sería él y no (Carlos) Verna,
como dijo un colega suyo, agregó la fuente. Branda
se ha dedicado en el Consejo de laMagistratura a complicarle la
vida al juez mendocino Luis Leiva, el mismo que procesó al
banquero menemista Raúl Moneta.
Ninguna de estas afirmaciones es comprobable hasta que los senadores
dejen sus bancas, y un legislador que pidió reserva
de su identidad sugirió agregar entre los motivos del
quórum o del no voto en contra lo que llamó inversión.
Una suerte de buena conducta que podría ser utilizada
en el futuro para un toma y daca más palpable que la negociación
política de un voto. Resulta altamente sugestivo lo ocurrido
con el senador Omar Muhamad Vaquir, que votó la ley el día
30 de julio a pesar de que había sido designado embajador
en Kuwait el día 27. El hecho de que esa designación
no hubiera sido publicada en el Boletín Oficial en el momento
de votar no absuelve al votante, que violó reglas elementales
de ética y el principio republicano de la división
de poderes.
Vaquir, que se había despedido del Senado un mes antes, regresó
para votar a favor del ajustazo. Una actitud congruente con el currículum
de este urólogo rosarino que se inició en política
con el Brujo José López Rega, quien lo hizo embajador
en Libia. Más tarde Vaquir, que siempre flota, fue asesor
del dictador militar Roberto Viola, el cerebro del plan
de exterminio del Ejército. Que el presidente De la Rúa
lo haya elegido para ir a Kuwait, donde ya fue embajador de Isabel
Perón, arroja una nueva sombra en la oscura relación
entre el primer magistrado y el Senado.
Cuando la causa de los sobornos está a punto de ser archivada
y no se investiga la pista de la SIDE, crece lo que una de las fuentes
llama el nuevo escándalo del Senado. A su juicio,
mucho más grave que el anterior.
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