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“Arafat dejó sin discurso a la
izquierda, y Sharon no va a ceder”

Jerusalén es uno de los
nudos problemáticos más irreductibles del conflicto palestino-israelí, y su alcalde Ehud Olmert es un dirigente del frente centroderechista Likud. En este reportaje exclusivo, da su balance del proceso de paz y guerra en una ciudad polarizada.
El Domo de la Roca en Jerusalén, donde se congregan los musulmanes para orar los viernes. Es en la explosiva Explanada de las Mezquitas, dentro de los límites de la Ciudad Vieja.


Por G.L.
Desde Jerusalén

El Medio Oriente está plagado de metáforas y, como alcalde de la ciudad de Jerusalén, Ehud Olmert hizo gala de esa proclividad, afirmando, por ejemplo, que en su ciudad “no se puede trazar una frontera en zigzag, como un tallarín. Barak, tal vez, entendía de estrategia militar, pero no de la vida cotidiana en Jerusalén”.
–¿Cómo es gobernar Jerusalén?
–Tiene niveles diferentes. Uno es la administración ejecutiva cotidiana, y el otro es su dimensión espiritual, que hace de Jerusalén una ciudad diferente a cualquier otra en el mundo.
–¿Y la dimensión política?
–La dimensión política deriva de la situación particular de Jerusalén como ciudad histórica, religiosa y cultural que hace que toda la humanidad confluya acá. Y eso implica estar continuamente oscilando entre dos extremos como la vida cotidiana y la eternidad.
–¿También los judíos y los palestinos son dos extremos para usted?
–No. Ellos aman Jerusalén y yo también la amo. Ellos quieren que la ciudad esté unificada, y no estoy hablando de Arafat, que para mí es un terrorista que vive afuera. Estoy hablando de los palestinos que conviven conmigo y para los que soy su alcalde. Ellos quieren la ciudad, les importa entera, la quieren unificada y quieren seguir conviviendo con nosotros. Con ellos no hay confrontación.
–¿Cómo fue su gestión de gobierno en relación con los anteriores primeros ministros de Israel?
–Me peleé con todos.
–¿Con Barak se peleó un poco más?
–No, al contrario; lo ayudé a que lo eligieran primer ministro.
–¿Y cuando ofreció la partición de Jerusalén?
–Cuando empezó con eso clamé porque se volviera a su casa.
–¿Y ayudó para que se fuera?
–Ciertamente. Organicé la manifestación más grande en toda la historia de Israel. Esa manifestación fue el puño de hierro que expulsó a Barak y su gobierno.
–Caminando por Jerusalén se nota que no hay una igualdad de relaciones y de calidad de vida entre la comunidad árabe y la israelí. ¿Qué puede decir al respecto?
–Es cierto, pero hay que entender que no es que no haya igualdad –porque es cierto que la calidad de vida de los árabes es inferior– sino que hay que sopesar circunstancias históricas. Durante 100 años la parte oriental de Jerusalén se desarrolló menos. Y el fracaso de Israel en los últimos 35 años fue que no hicimos lo suficiente para elevar el nivel y la calidad de vida en Jerusalén oriental. Yo en cinco años hice más que lo que hizo Teddy Kollek en 28. Creo que necesitamos otros cinco años para equiparar el nivel de desarrollo del sector occidental en el sector oriental.
–¿Qué cree que hubiera sucedido si la propuesta de Barak se consumaba?
–Habría habido sangre y fuego todos los días. Lo que Barak propuso no era la receta para la paz sino para combates cotidianos. Nos salvamos de eso por milagro. En política no todo puede ser soluciones de alta tecnología. En una ciudad no se puede trazar una frontera en zigzag como un tallarín. Barak, tal vez, entienda de estrategia militar, pero no de la vida cotidiana en Jerusalén.
–¿Existen del lado palestino alternativas de liderazgo a Arafat?
–Sí, muchas.
–¿Puede dar nombres?
–No, no quiero hacerles daño. Pero ninguno de ellos tiene poder de decisión. En la democracia palestina de hoy en día hay una sola persona que toma decisiones. Y por casualidad esa persona no quiere la paz.
–¿Cómo evalúa el Plan Mitchell?
–Como plan es bueno, pero puedo mencionar otros 100. De todos modos no tiene importancia porque Arafat no quiere la paz.
–¿Y Sharon la quiere? ¿A qué precio?
–¿Qué importa lo que Sharon quiera? Nunca va a ofrecer más que Barak. Barak ofreció casi un 100 por ciento de los territorios, luego las fronteras del ‘67, propuso dejar algo en la Cisjordania y renunciar a parte del Neguev. Yo pienso que Sharon sí quiere la paz, pero la pregunta no es relevante porque Arafat destruyó esa posibilidad y quebró la confianza de muchos israelíes que creían en la buena voluntad de los palestinos. Destruyó a la izquierda israelí que estaba estructurada sobre esa concepción. Ahora ya no tienen qué decir. Tenemos que entender que la paz no está en los planes de la realidad que Arafat impuso.
–La sensación que se vive sobre lo que se viene en la región no es una nueva Intifada sino una guerra. ¿Coincide con esta hipótesis?
–Tenemos que tratar de que no suceda. Va a llevar muchos años resolver esta situación. No es la primera vez en la historia que vivimos entre treguas y agresiones.
–¿Cómo se imagina una Jerusalén pacificada?
–Jerusalén no vive de acuerdo con las normas de la realidad cotidiana. Cuando haya paz éste será el lugar donde sucedan las cosas más apasionantes. Yo tengo mucha paciencia, toda la vida es una negociación.
–Parece que está entre los intereses judíos y los palestinos, como el fiambre de un sandwich.
–Si el fiambre es sabroso y está bien condimentado entonces se puede comer.
–Sí, pero el problema es que el fiambre parece ser usted y hay que ver quién se lo come primero.
–Bueno, como puede darse cuenta nadie me comió hasta ahora, y no soy ningún fiambre.
–Lo que quiero decir es, ¿cómo debe hacer equilibrio para gobernar?
–Hace falta mucha experiencia y fuerza para resistir. Siempre digo que no quiero ser popular sino hacer las cosas correctamente. No hago lo que la gente de la ciudad quiere, fui elegido para hacer lo que se debe hacer. No importa lo que haga, siempre va a haber alguien que se enoje.
–Entonces hay que ser un buen jugador de ajedrez. ¿Con qué pieza se siente más cómodo para jugar?
–Un buen jugador de ajedrez nunca revela qué pieza va a mover.
–¿Prefiere ir por las diagonales, como el alfil?
–A veces.
–¿O avanzar fuerte con las torres? ¿Le gusta hacer jaque mate o busca hacer tablas?
–Juego en todo el terreno, con todas las piezas, con las negras o las blancas.
–¿Cree que el agua y el aceite pueden juntarse?
–Todo es cuestión de proporciones. Si están solos seguramente se rechazan, pero con la combinación adecuada y la integración de otros ingredientes se pueden combinar elementos que, por esencia, son totalmente opuestos.

 

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