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HABLA YOSSI SARID, LIDER DEL FRENTE DE IZQUIERDA PACIFISTA MERETZ
“Hace falta presencia internacional”

Yossi Sarid, líder del bloque
izquierdista Meretz, participó ayer de una manifestación en Tel Aviv reclamando observadores internacionales para mediar en el conflicto. En este diálogo exclusivo con Página/12, explica por qué eso es necesario y terminará ocurriendo.

Una activista del Movimiento Paz Ahora sostiene una pancarta diciendo que ése es el camino.

Por Guillermo Lipis *
Desde Tel Aviv

“Recibí una carta, una de las tantas que nos llegan, acerca de la imagen israelí en el mundo, que no es buena. El que me escribe (que no sé por qué me escribe a mí), dice que la imagen no ayudará mientras la situación básica no cambie. Mientras nosotros sigamos estando en el lugar de conquistadores y ellos, los palestinos, en el de conquistados, no hay nada que hacer. Puede cambiar un poco la posición de la opinión pública cuando ocurren cosas terribles, como el atentado en la discoteca en Tel Aviv, allí el péndulo oscila un poquito. Pero hay que modificar la situación básica y no ocuparse tanto de la imagen. Esto implica poner término a la ocupación israelí en los territorios. La imagen del chico con una piedra frente a un tanque es también parte de esta situación”. Yossi Sarid, líder de Meretz, sostuvo su visión particular de la izquierda respecto al conflicto con el pueblo palestino y su relación con Ariel Sharon.
–¿Qué puede hacer la izquierda ante este problema de imagen?
–Dejar oír otras voces además de la oficial. Lamentablemente este gobierno es demasiado grande y la oposición demasiado chica, pero nuestra función es poner al descubierto la otra cara de Israel y dejar oír la otra voz de Israel.
–¿Y cómo lo están haciendo?
–Lo hacemos todo el tiempo. Nuestra voz se escucha todos los días tanto ante la opinión pública israelí como ante la opinión pública mundial y tenemos cierto grado de influencia. En el mundo se sabe que si en Israel existe un consenso total con respecto a un tema determinado ya no hay nada que hacer al respecto, pero, si el consenso es aunque sea de un 80 por ciento, entonces sí puede hacerse algo. Por ejemplo, nadie en el exterior nos dice nada sobre el derecho de retorno de los palestinos dentro de los límites del Estado de Israel. Todas las semanas llegan acá gobernantes, dirigentes, ministros de otros países y ninguno dice nada con respecto a este tema, porque saben que hay consenso, quizá no de un 100 por ciento, pero sí del 99,9 por ciento. Pero en cambio, cuando surge una iniciativa como la egipcio-jordana o el Informe Mitchell, cuando estaba en su etapa de preparación, y hubo una reacción del gobierno que lo rechazaba de plano, hicimos oír nuestra voz y la situación cambió. Un ejemplo aún más claro: el congelamiento total de los asentamientos, como es un tema en el que no hay ni un 100 por ciento, ni un 90 ni un 80 por ciento de consenso, en parte porque nosotros intervenimos, la opinión pública mundial sabe que hay un punto de apoyo para la palanca y que se puede hacer algo. El problema de la izquierda es que muchos han perdido la confianza en Yasser Arafat y la Autoridad Palestina.
–¿Usted la perdió?
–Digamos que se debilitó. Nunca tuve una confianza demasiado grande. En realidad no es una cuestión de confianza sino de intereses.
–¿Hay alguna alternativa en materia de interlocutores?
–No, pero por eso no se trata de una cuestión de confianza. No le creo a Sharon, pero fue elegido por una mayoría muy amplia. Es una postura ingenua hablar de confianza. En cuestiones de guerra y de paz no hay confianza porque está totalmente prohibido confiar en nadie. Hay que analizar la situación y los intereses de cada una de las partes involucradas. Cuando Beguin hizo la paz con Sadat no mandó su firma al pie del acuerdo a un análisis grafológico para saber si podía confiar en él o no. ¿Por qué le voy a creer a Arafat?: no tiene antecedentes demasiado buenos, y no sólo con respecto a Israel. En mi opinión, en Israel lamayoría de la gente está dispuesta a hacer todas las concesiones necesarias: retirada de los territorios ocupados, división de Jerusalén... el problema es decirle al ciudadano israelí que después de todas estas concesiones llegaremos a un punto final. Y como ese punto es el que tambalea, y nadie puede decir que algún punto sea definitivamente final (por ejemplo ahora se está hablando del tema del derecho al retorno de los palestinos) entonces mucha gente –incluso en nuestro sector– dirá: “Bueno, renunciamos a todo pero esta situación no se termina”.
–¿Estuvo cerca, realmente, Barak de producir la paz con los palestinos?
–Lo más cerca del mundo. Tendremos que esperar otros 50 años para llegar a otro momento como ése.
–¿Qué pasó?
–Por lo visto Arafat no estaba maduro para tomar una decisión que, para él, no era nada fácil tampoco. En 1947 cuando Ben Gurion tuvo que tomar la decisión de aceptar el Programa de Partición de Palestina, se trataba de una disyuntiva aún más difícil que ésta. Pero qué podemos hacer, Arafat no es Ben Gurion, y yo no tengo la culpa de eso. Cometió un error muy grave al no aceptar esa propuesta. Porque mire lo que salió de todo esto: nuestro gobierno cayó, Sharon fue elegido primer ministro y no hay ninguna perspectiva para que aborde la devolución del 95 por ciento de los territorios. No fue una propuesta perfecta pero es la mejor de todas las que, alguna vez, se pusieron sobre la mesa.
–¿Alguien dentro del campo palestino apoyó fuertemente esto e hizo presiones en la interna como para que Arafat aceptara?
–Ese es uno de los problemas que tenemos, porque en conversaciones privadas se pueden decir muchas cosas, pero nadie se puede enfrentar a Arafat. No es como en nuestro caso que, si bien hay un primer ministro que decide, los demás pueden proponer. Por ejemplo yo, que participé en las conversaciones de Taba, propuse cosas que Barak no aceptaba, pero desde el momento en que lo hicimos y Meretz no niega haberlo propuesto, se transforma en una propuesta israelí. Por eso no tiene importancia si hubo alguien que sí aceptó o que no aceptó; desde el momento en que Arafat no lo acepta todos lo siguieron. Una vez que se quiebra la confianza casi es imposible reconstruirla. En este momento no tenemos tiempo de ocuparnos ni de los errores de Arafat ni de los nuestros. Cometió un error que no es pequeño, pero en este momento el objetivo primordial es tratar de detener el deterioro, porque de lo contrario el conflicto se va a generalizar.
Los historiadores en algún momento podrán ocuparse de los errores de Arafat.
–Si parar el deterioro es la primera parte de la estrategia, ¿hacia dónde se dirige la segunda? ¿Cuál es el futuro sabiendo que hoy la derecha es intransigente?
–Nadie puede saber qué va a pasar. En primer lugar hay que estabilizar la situación. Tenemos el Informe Mitchell que no es un invento genial porque es una serie de ideas que todos ya habíamos mencionado antes, pero es muy importante para empezar a tratar de estabilizar la situación.
–Es casi como conducir en la neblina...
–Algo así, pero una vez que se reduzca el nivel de violencia y los asentamientos se congelen por completo se podrá volver a la mesa de negociaciones. Yo no creo que se pueda volver al punto de partida de las conversaciones de Taba, porque es otro gobierno el que está en funciones, pero veremos qué pasa.
–¿Cree que la presión internacional puede ayudar?
–No hay que hablar de presiones, porque cuando hay presiones se produce el efecto boomerang, la clave es la participación internacional. La participación internacional es fundamental, sin ella no habrá nada. Cuando la crisis de confianza es tan absoluta es obvio que hace falta un tercer factor que actúe como intermediario. Por eso estamos a favor de laparticipación y la presencia internacional. La primera función de esta presencia internacional tiene que ser el seguimiento de los acuerdos que se logren.
–¿El actual gobierno acepta esa posición?
–No, pero va a aceptar. Si se prepara el terreno y los corazones tanto por parte de los factores internacionales como de los factores internos finalmente se logrará.
–¿Qué diferencias nota, si es que las hay, en el pasado y presente de Sharon?
–Cuando nosotros desde hace décadas venimos hablando de la moderación nos acusan de derrotistas. Ahora que Sharon habla de lo mismo, se lo interpreta como muestra de fuerza, de inteligencia y de sabiduría.
Esa es la ventaja de una persona destinada a las grandes calamidades; cuando no reacciona de inmediato todos dicen: “Pero qué maravilla, cómo se contiene”. Con un atraso de varias décadas Sharon entendió, finalmente, que no hay que reaccionar siempre de inmediato. Estamos muy contentos pero no nos parece que sea algo para asombrarse; tiene una percepción un poco lenta. En las escuelas hay chicos que captan rápido y otros más lentamente; Sharon es de los lentos. La pregunta es cuánto tiempo esto se va a mantener.

* Director de Nueva Sión

 

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