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EL FUTBOL ARGENTINO SIEMPRE TUVO NUEVES EXTRAVAGANTES
¿El primero? Takahara mentiroso...

No es el primer centrodelantero exótico que llega a Boca. Ya hubo nueves de Camerún, Escocia, México y hasta de las islas Malvinas.

La presentación de Takahara, ayer en la Bombonera, junto al presidente Mauricio Macri.

Por Ariel Greco

La llegada del japonés Naohiro Takahara a Boca causó gran sorpresa. Sin embargo, de acuerdo con los antecedentes del fútbol argentino y en especial de Boca, no es tan llamativo que se busquen goles en mercados no habituales. Casi desde el inicio mismo del profesionalismo, a la Argentina llegaron goleadores de lugares tan extravangantes como Guatemala, Angola, Escocia, Camerún, Bulgaria o las islas Malvinas. Incluso, dos delanteros japoneses ya actuaron en el fútbol de ascenso.
Boca es uno de los clubes que más ha apostado a goleadores extranjeros, y en muchos casos, de países no tradicionales para el mercado argentino. En los últimos diez años la tendencia fue llamativa. En 1995, con Silvio Marzolini como técnico, las esperanzas de gol quedaron depositadas en el camerunés Alphonse Tchami. Luego de un comienzo promisorio, el africano mostró un rendimiento desparejo que nunca le permitió afirmarse como titular. Sin embargo, por su personalidad se ganó el cariño de la hinchada. Ya con Héctor Veira como entrenador, al club llegó el mexicano Luis Hernández, goleador de la Copa América Bolivia ‘97. En medio de una negociación en la que estuvo involucrada la empresa Televisa, el jugador no contó demasiadas chances por el cupo de extranjeros y apenas pudo disputar algunos amistosos y encuentros por la Supercopa. Además pasaron sin éxito los brasileños Gaúcho y Charles, el chileno Ivo Basay y el colombiano John Jairo Tréllez, todos nueve goleadores que no pudieron revalidar sus antecedentes en Boca.
Una excentricidad que se permitió Boca fue tener en sus divisiones inferiores al malvinense Martyn Clark, un aspirante a sucesor de Martín Palermo. A pesar de la resonancia que tuvo su caso, Clark nunca alcanzó a debutar en Primera y luego se incorporó a Defensores de Belgrano. Otra rareza se remonta a la década del 60, cuando por la Bombonera apareció el escocés Miller. El delantero británico apenas alcanzó a mostrar su escasas habilidades en la reserva, sin llegar a debutar en Primera.
La obsesión por conseguir goles baratos también llevó a otros equipos a buscar delanteros en mercados futbolísticos no comunes. San Lorenzo apostó por el hondureño Eduardo Bennett, que se ganó un lugar en el fútbol argentino y ya lleva siete años en el país. En la década del ‘80 Argentinos trajo al panameño Armando Dely Valdés, que logró alguna continuidad en primera. Sin embargo, la historia más increíble la protagonizó su primo Julio César, que casi no tuvo repercusión en su paso por el país. Luego de cumplir una actuación muy efectiva en Deportivo Paraguayo, en Primera D, llegó a Nacional de Montevideo. Ese fue el trampolín que le sirvió para llegar al fútbol europeo, donde desarrolló una importante campaña en Francia, Italia y ahora en España.
En los últimos años, la tendencia se incrementó. Velko Iotov, un atacante búlgaro que se compró a la gente de Newell’s con su temperamento, cumplió con su rendimiento, pero una serie lesiones le restó posibilidades. Unión buscó al venezolano Daniel Noriega y Lanús incorporó al boliviano Milton Coimbra, aunque ninguno de los dos trajo los goles que se esperaban. Y en la última temporada Argentinos contrató primero al guatemalteco Dwight Pezzarossi y luego al ecuatoriano Eduardo Hurtado.
Más allá de la trascendencia que tomó su pase a Boca, Takahara no será el primer goleador japonés en jugar en las canchas argentinas. Su compatriota Kinjo se destacó en Colegiales hace tres temporadas en la Primera C. Menor suceso tuvo Ryosuke Kijima, otro delantero japonés que llegó a Defensores de Belgrano como parte de un intercambio, que se frustró a los pocos meses. Un gol a Flandria en 1999 fue su aporte en el fútbol argentino.
Otro ejemplo curioso fue el del angoleño Hugo Da Silva. Tras ascender con Defensa y Justicia al Nacional B, explotó en Excursionistas en la C, donde se convirtió en el jugador más importante de la categoría. Pretendido por varios clubes, prefirió emigrar a Grecia. Pero la moda de contratar goleadores exóticos es antigua. En 1940, Vélez trajo al mexicano Luis García Cortina, que anotó seis tantos en el equipo de Liniers. Un par de años más tarde, Newell’s incorporó al centrodelantero escocés William Kilpatrick, aunque su llegada pasó inadvertida. Apenas disputó un encuentro con la camiseta rojinegra. En cambio, la llegada del español Isidro Lángara a San Lorenzo fue una revolución. En su primer partido, ante River, el vasco marcó cuatro goles. Ya en la década del 60, con la aparición del fútbol espectáculo, River conformó una línea delantera con todos jugadores extranjeros, aunque lo más llamativo era la presencia del español Pepillo. Por más que se lo presentó como el suplente de Alfredo Di Stefano en el Real Madrid, su actuación fue un verdadero fracaso y nunca justificó su llegada.
En 1966, los hinchas de Huracán se encontraron con una sorpresa. El centrodelantero del equipo era el guatemalteco Ricardo Alexander Clark. Por más que cantaban que era el hermano de Pelé, apenas pudieron festejar un gol en los diez partidos que jugó. Ya en los ‘80, el portugués Adriano Custodio Mendes aportó sus goles en Chacarita y Estudiantes, para luego desarrollar una larga tarea en el ascenso. Ahora le llegó el turno a Takahara. A él le tocará demostrar que su arribo a Boca no es un pase japonés.

 

Por ahora no puede jugar

Si bien ayer fue presentado como nuevo jugador de Boca, el delantero japonés Naohiro Takahara todavía no podrá debutar en el equipo, ya que debe solucionar un inconveniente con su visa de trabajo y tal vez tenga que retornar a su país para completar el trámite. Así lo comunicó el presidente de Boca, Mauricio Macri, durante la presentación oficial de la nueva incorporación.
Durante la ceremonia, Takahara remarcó que se decidió por Boca luego de ver al equipo de Carlos Bianchi en Tokio. “Quedé muy impresionado por el desempeño de Boca en la Copa Intercontinental. Ante la oportunidad de recibir un ofrecimiento de esta institución, no dudé en aceptarla. Para mí es un buen augurio empezar mi experiencia internacional en una institución de la magnitud de Boca”, comentó el japonés a través de un intérprete. Por un año de contrato, Takahara percibirá 300 mil dólares entre prima y sueldo, y su opción de compra es de 4 millones de dólares.
Mientras tanto, Macri señaló que la iniciativa de contratar a Takahara es “un serio intento de Boca para ser un club cada vez más internacional, popular y conocido en todo el mundo. Hemos tenido el coraje de pensar que un refuerzo para nuestro equipo podía venir desde el Japón y así lo hicimos”, dijo el presidente.
Tras el amistoso que Boca le ganó 1-0 a Chicago, con gol de Marcelo Delgado, Carlos Bianchi se mostró contento con la llegada del japonés. “Yo lo conocía. Es un jugador que elegí yo”, aseguró el entrenador.

 

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Parece una extravagancia, pero la movida de Boca sigue una tendencia que en el último mes han emprendido clubes de Inglaterra, Italia y Holanda, integrantes del Primer Mundo futbolístico. En definitiva, Naohiro Takahara vino a Boca por 300.000 dólares, bastante menos que los 6 millones de dólares plus que el Arsenal pagó por el volante Junichi Inamoto, del Gamba Osaka; los 4 millones que el Feyenoord le pagó al Urawa Reds por el pase del enganche Shinji Ono o, sin ir más lejos, los casi 35 millones con los que el Parma le arrancó a la Roma a Hidetoshi Nakata, el futbolista más famoso del Japón. El único equipo que hizo un negocio parecido al del club argentino fue el Bolton Wanderers, que se consiguió el préstamo de Akinori Nishizawa, del Cerezo Osaka, por una suma cercana al millón de dólares.
¿Fiebre amarilla en el fútbol? Takahara no es el único de los nipones de exportación que juega en la Selección japonesa: Nakata, a los 24 años, es todo un habitué de la nacional; con 21, Ono fue figura en el Sub-20 que fue subcampeón en Nigeria 1999, y ahora fue promovido a la mayor; a la misma edad, Inamoto ya jugó 22 partidos con la Selección; a los 25 años, Nishizawa marcó 9 goles con el equipo nacional en 22 partidos. Suena enigmático también que, a diez meses del Mundial 2002, Japón exporte a algunos de sus mejores jugadores. En realidad, no tanto...
El entrenador de la Selección es el francés Philippe Troussier, que en el Mundial de su país, hace tres años, condujo a Sudáfrica. Carlos Bianchi, cuya francofilia está fuera de dudas, contó ya que fue Troussier quien le recomendó a Takahara. Dado que el técnico del Arsenal es otro galo, Arsene Wenger, no debe ser raro que en el caso de Inamoto haya sucedido algo similar. Wenger, además, fue manager del Grampus Eight Nagoya antes de ser entrenador del club de Highbury. La movida de Troussier es, evidentemente, intencional: actuando en ligas más competitivas, los japoneses experimentarán un fogueo acelerado de cara a la Copa del Mundo.
Esa razón podría sonar más convincente que las sesudas explicaciones en tono marketinero que se han venido disparando en los últimos días en torno a Takahara. Según reporta el Sunday Times, el manager del Arsenal, David Dein, fue consultado sobre si la contratación de Inamoto servía para “abrir mercados”, la tilinguería de uso común en los medios para justificar la incorporación de Takahara a Boca. La respuesta resultó terminante: “La gente agranda el tema del dinero y las ganancias. El Arsenal es un club que, fundamentalmente, busca el éxito. Si jugamos bien, las ganancias vendrán a continuación”.

 

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