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Otra semana de calmar mercados

Esta semana, el Gobierno se dedicará a lo que ya es su actividad excluyente: dar señales positivas. El riesgo país y un Taylor deslumbrado. La mala onda con Alfonsín.

Por Fernando Cibeira

“Orden y recortes.” Tal la fórmula –no muy excitante por cierto– con la que un funcionario describía ayer la actitud que tomaría el Gobierno durante esta semana que, por culpa del recurrente estado de crisis, es tan decisiva como todas las anteriores y donde enfrentarán varias protestas. La apuesta es la misma de siempre: dar señales a los mercados. En este caso, de que el déficit cero se cumplirá a rajatabla. El funcionario dejaba en claro que en esta premisa oficial no entraba la propuesta del ex presidente Raúl Alfonsín de convocar a un gobierno de unión nacional, una idea que ya es rechazada abiertamente en el entorno de Fernando de la Rúa, siempre atentos a todo lo que interpretan que menoscaba la autoridad presidencial. “Acá ya hay una unidad de hecho: los peronistas nos ayudan a votar las leyes que necesitamos. Las unidades nacionales virtuales que se arman desde los partidos políticos no sirven para nada”, sostenía el funcionario.
La permanencia de la crisis ya no da lugar para optimismos desbordados. Con todo, desde la Rosada insisten en emitir una señal de “buena onda” que, esperan, algún día terminará por sacar de la depresión a la economía. “Vencimos el Síndrome Rusia”, aseguraba en tono victorioso un integrante del gabinete. Con eso quería decir que le habían ganado la pulseada a quienes apostaron contra el mantenimiento de la paridad peso-dólar. Para dar por terminada esa etapa, el funcionario ponía el acento en el saldo de la visita del subsecretario del Tesoro de los Estados Unidos, John Taylor. “Taylor se fue sorprendido”, sostenía. “Todos los interlocutores con los que se reunió le hablaron de lo mismo, le hicieron el mismo pronóstico y le dieron la misma solución. En este país, eso es histórico”, añadía.
Supuestamente, lo que el delegado de George Bush escuchó tanto que llegó a memorizarlo fue que el Gobierno no gastaría más allá de sus ingresos, que no necesitaría pedir más prestado y que se mantendría la Convertibilidad. De acuerdo a la visión que imperaba ayer en el entorno presidencial, tanta unanimidad de criterio habría maravillado a Taylor que ahora, ya convencido, recomendaría al FMI un desembolso extra para reforzar el blindaje. Con ese suplemento, Domingo Cavallo espera aventar el fantasma del default, al menos hasta el año que viene.
Con un horizonte un poco más calmo que el de la semana anterior cuando todavía debía lidiar en el Congreso con la ley de déficit cero, en el Gobierno sólo piensan en cómo emitir más señales de austeridad. Se habla de una reestructuración estatal en ciernes, y nuevos anuncios que ofrecerán los ministros Patricia Bullrich y Horacio Jaunarena. Entre las reformas, se avanzaría en la privatización parcial del PAMI y la ANSES -tal como ayer anticipó este diario–, una exigencia de los organismos internacionales de crédito.
Entre la materialización del ajuste o déficit cero, el saldo positivo de la visita de Taylor y la ayuda adicional del Fondo, en Gobierno imaginaban un cóctel de hechos más que atractivo para los mercados que, si bien no se abalanzarían a comprar títulos argentinos, sí podrían darle un respiro al índice de riesgo país. Sin embargo, mañana y el miércoles habrá nuevamente piquetes, mientras que la CTA convocó al paro –en solitario, hasta ahora- y los docentes siguen su protesta.
Entre tanta puntillosidad de la Rosada por dar señales en un mismo sentido, desentona la idea de Raúl Alfonsín de comenzar a negociar el armado de un gobierno de unión nacional. Del silencio inicial con el que fue recibida la propuesta, en las cercanías de De la Rúa pasaron a detestarla ya que, entienden, sólo sirve para echar más sombras sobre la firmeza de la autoridad presidencial justo en un momento en que hace falta una conducción fuerte.
El ex presidente prometió que esta semana tendría lista la iniciativa que le alcanzaría a De la Rúa para que sea él en definitiva quien haga la convocatoria. “La propuesta de Alfonsín será recibida como cualquierotra”, respondía un vocero de Presidencia. “Pero se equivocan los que creen que el problema de este gobierno es político: el problema es económico y financiero, y sólo político en la medida que no se acompañen las medidas para combatir esos inconvenientes”, agregaba.
En diálogo con Página/12, un dirigente alfonsinista se asombraba ayer por el cambio de actitud demostrada por algunos integrantes del entorno presidencial. “No entiendo porqué se hacen los ofendidos. ¿O no fue Cavallo el que hizo una convocatoria muy parecida cuando internaron a De la Rúa? ¿Servía sólo si De la Rúa seguía enfermo?”, se preguntaba. También recordaba que el primero en convocar a una administración de unidad nacional fue el Presidente, el mismo fin de semana que sumó a Cavallo. Y que lo que los opositores siempre reclamaron fue que se le diera contenido a ese llamado. “Lo que Alfonsín propone es hacer reuniones para ir completando esos contenidos y que después De la Rúa haga lo que le parezca”, explicaba.
Con todo, los alfonsinistas reconocían que había funcionarios más receptivos a la idea como el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, y el ministro del Interior, Ramón Mestre, quienes en los últimos tiempos se preocuparon en crear una relación fluida con la principal oposición. Al fin y al cabo, fue Colombo quien intento, sin éxito, armar una agenda de cinco temas que se tomarían como política de Estado y se dejarían fuera de los debates de la campaña electoral. Colombo continúa con la misma idea, pero no está muy convencido de que ahora haya margen para concretarla.
Pero es evidente que el delarruismo duro la imagen que menos desea ver en los próximos días es la de un Alfonsín hiperactivo reuniéndose con políticos, gremialistas y empresarios, armando el programa de un gobierno casi paralelo. Porque para el entorno presidencial la unión nacional que pregona Alfonsín no sería “complementaria” sino “alternativa” a la que propone De la Rúa. “La unidad nacional ya existe. Cuando tenemos que votar una ley sí o sí, el apoyo del peronismo siempre aparece aunque no estén de acuerdo con las medidas”, argumentaba el vocero de un gobierno que, por momentos, parece más cómodo negociando con los opositores que lidiando con algunos oficialistas.
En la Rosada entienden que, a apenas dos meses de las elecciones, pretender más apoyo del justicialismo es absurdo. Y que la unidad hay que conseguirla, sí, pero sin apartarse de la línea marcada por los últimos recortes oficiales. “La única unidad que sirve, es si se apoyan las medidas que tomó el Gobierno que son las que tienen más apoyo externo e interno”, aseguraba.

 

 

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