Siempre
había odiado las Torres Gemelas tan altas, tan lejos
de la escala humana del Empire State,
tan peligrosas desde las bombas en el garage pero el viernes
al mediodía se alegró con la vista de la Estatua de
la Libertad desde su oficina en el piso 88. Afuera, los barcos circulaban
como puntitos en la bahía, seguramente achicharrando turistas
bajo el sol de agosto. Sobre su escritorio de la consultora Woodys,
otro puntito comenzaba a fastidiarlo. En las curvas aparecía
nombrado como Argentina. Preocupado por interpretar
la fusión de Pirelli, Olivetti y Telecom en Italia e inquieto
por traducir a Alan Greenspan, siempre tan irritantemente sutil
para deslizar sus pronósticos sobre si la economía
norteamericana crecería menos o eran solo temores, el economista
jefe de Woodys decidió cerrar la semana antes de huir
de Manhattan sabiendo un poco más sobre el eslabón
más débil de los mercados emergentes. Ordenó
que dos de sus expertos se reportaran. Diez segundos después
entraron un hombre y una mujer que no pasaban los 25 y se hablaban
mencionando las iniciales. Al economista jefe sus nombres siempre
le sonaban como diyéi o yeiar, pero en lugar de burlarse
de los dos prefirió pensar que la vista de ella era más
interesante que la estatua al otro lado de la bahía.
Háblenme de la Argentina pidió mirando
un par de anteojos culo de botella que parecían de miope
o de chasco. Disponemos de diez minutos.
Un país imprevisible. Jefe, esos anteojos son por lo
que dijo Domingo Cavallo de los consultores, ¿no?
¿Como cual otro? preguntó ignorando el
comentario mientras recordaba que George W. gobernaba gracias a
una diferencia de 300 votos en un escrutinio sospechoso.
No se nos ocurre ninguno. Ni Turquía. Allí no
hay piquetes como los que esta semana cortaron calles y rutas.
Hubo en Génova.
Pero Génova queda en Italia.
Ya sé: un país con tres por ciento de déficit
sobre el producto bruto. ¿Cuánto tiene la Argentina?
Menos: 2,4. Pero no queda en Europa.
En Italia murió un manifestante.
Ese es el problema de la Argentina, jefe: la imprevisibilidad.
Quiero datos.
Nuestros informes pronosticaban cortes en por lo menos 100
rutas y calles (y no hubo más de siete importantes) y cientos
de muertos y heridos (no hubo ninguno). No se puede creer en ellos.
Ya recomendamos desprendernos de bonos argentinos.
Y subió el riesgo país, supongo.
Claro. Allí el EMBI+ siempre sube. Va a subir mientras
esté Alfonsín de presidente de los radicales.
¿Radicals?
No tienen que ver con los izquierdistas que usted conoció
en Berkeley. Alfonsín es más bien un socialdemócrata.
Blair también.
Pero Alfonsín es argentino.
¿Y De la Rúa no era miembro de la Internacional
Socialista?
Sí, claro. Pero él es menos socialista.
¿Cómo menos? ¿Es socialista o no es socialista?
Aquí tenemos recortes con columnas de un periodista
argentino, Mariano Grondona. Dice que la Argentina vivió
en el socialismo hasta 1989.
No sabía. ¿Y cuál era el modelo? ¿Cubano,
soviético o chino?
No está claro. Pero permítanos darle otro nombre:
Pernasetti, Horacio Pernasetti.
Un italiano. Mmm... ¿Sicilia, Calabria, Nápoles?
Piense más bien en Vanzetti. Otro rojo peligroso, creemos.
Presidente de los diputados radicales. Fue el que impulsó
el voto contra el déficit cero.
¿No era que los radicales votaron a favor?
Sí. Pero le pusieron un piso más alto al recorte.
¿Y estuvieron de acuerdo con recortar?
Efectivamente. Inclusive los sueldos y las jubilaciones tendrán
valores diferentes cada mes.
Eso es extraordinario. Ya mismo lo llamo a mi viejo profesor
Milton Friedman. Se pondrá eufórico. Mercado puro
en tiempo real: si la oferta de trabajadores es muy grande, es lógico
que los trabajadores en actividad ganen menos. Y si es más
chica, que ganen más. Fabuloso.
Sí. Le confesamos que es lo único previsible
de la Argentina en los últimos años. Afortunadamente
para la racionalidad, el salario real cada vez pesa menos en el
producto bruto. Algunos del oficialismo se quejaron de los recortes
tal como salieron. Anote: Aníbal Ibarra y Darío Alessandro.
¿Son rojos?
Peores que Pernasetti. No querían ni recortar. Ahora
Ibarra incluso dijo que quiere discutir la deuda.
¿Tiene una hipoteca impagable?
La deuda de la Argentina. Es jefe de Gobierno. El y Alessandro
pertenecen al Frepaso.
¿El Fre...?
Frepaso. Ya consultamos a un grupo de arqueólogos.
Nos dijeron que alguna vez sacó cinco millones de votos en
elecciones. Pero debe ser hace mucho, porque hoy están en
plena dispersión.
Y obviamente no comparten el déficit cero.
No. Tampoco Juan Pablo Cafiero, el ministro de Desarrollo
Social.
Ya empiezo a entenderlos: De la Rúa no tiene apoyo
político.
Tal cual. Ni los piqueteros están con él.
Hasta que los piqueteros no apoyen el déficit cero,
la Argentina no será confiable.
¿Y después sí?
Después no sé. Los jubilados, ¿apoyan
el déficit cero?
Suponemos que no. A ellos les descuentan. Leímos una
encuesta. El 70 por ciento de los argentinos está con el
déficit cero.
Ya veo. El 30 por ciento no lo apoya. Sin racionalidad, ese
país no tiene destino. ¿Cómo le fue a Taylor
en Buenos Aires?
Quedó encantado con la Recoleta y un lugar con más
restaurantes que el Pier 17 de NY. Puerto Madera, o algo así.
Dice que la próxima vez que viaje desembarcará en
elefante desde la bodega del avión. En Buenos Aires se sintió
como un virrey inglés en la India. Y eso que solo anunció
que el Fondo Monetario adelantaría el desembolso de 1250
millones de dólares que ya estaba acordado. Le hicieron reverencias.
Es poca plata. ¿O es mucha para la Argentina?
Más o menos la tercera parte de lo que recaudaron por
impuestos en julio.
¿Y recaudan mucho?
No. Además, la recaudación bajó un 8.7
por ciento.
Nada. ¿Taylor soportó a muchos populistas?
Se salvó. Hizo una reunión con economistas donde
todos salvo uno, Pedro Lacoste, hablaron más de finanzas
que de industria y crecimiento.
¿Y los otros?
No fueron invitados los economistas afines al radicalismo,
al Frepaso y a la izquierda, y tampoco académicos de la Universidad
de Buenos Aires. No están entusiasmados con el nuevo plan.
Imprevisibilidad pura. Hasta que todos se entusiasmen, recomienden
desprenderse de los bonos argentinos.
Mire que así el riesgo país va a subir y la
Argentina puede contagiar a otros mercados emergentes.
Claro: por falta de apoyo político y descreimiento
de los mercados.
Pero los mercados, ¿no somos nosotros?
No sean tan arrogantes. Nosotros solo encarnamos la Providencia,
la razón financiera que inexorablemente busca su rumbo. Miren,
ustedes soy jóvenes, pero les voy a contar algo. Hay un tango
muy famoso que se llama Naranjo en flor. Una vez me
tradujeron un verso. Dice: Primero hay que saber sufrir.
Justo lo que necesitan los argentinos. Eso sí que es racional.
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