Según
los últimos datos disparados por insospechables
consultoras privadas, el aumento del gasto público de cinco
años a esta parte no llega a 300 millones de dólares
si se excluye el pago de los intereses de la deuda. Cifra lapidaria
para quienes sostienen, a sabiendas o ingenuamente, que el drama
nacional es el tamaño del Estado.
La batalla en los medios de comunicación, de todos modos,
la va ganando el Poder con el aporte de un grueso de corsarios metidos
a periodistas. En la inmensa mayoría de los diarios, publicaciones,
emisoras de radio y televisión, convencen a la gente de que
la agonía argentina es producto de políticos y sindicalistas,
jubilaciones de privilegio, ñoquis y amantes de ingreso fijo.
Pero en la cancha donde se juega el partido en serio esas estupideces
no cuentan más que para seguir asegurándose un poco
de soga en el cobro de sus acreencias, gracias al asalto a jubilados,
empleados públicos y otras especies en extinción.
Los ganadores bancos, fondos de inversión, administradores
jubilatorios, etcétera saben que son responsables de
un saqueo inaudito. Montaron una economía de puro servicio,
con tarifas estratosféricas, unida a la primarización
de los recursos naturales, la infinita estupidez de la convertibilidad
y alrededor de veinte millones de habitantes que, como consecuencia,
sobran. La pregunta es de qué manera podrían cobrarse
lo que calcularon continuar ganando. Y la respuesta es: ninguna.
No hay forma de que el volumen de esta economía les permita
allegarse lo que tienen firmado y prometido a sus accionistas. Saben
de sobra que Argentina cae en cesación de pagos en el corto
plazo y que deberán afrontar una quita de la deuda, para
después devaluación y/o dolarización
mediante retomar la ofensiva con los negocios que quedan.
No demasiados. La salud, esencialmente, y la seguridad social. Pero
ni aun así les cierra, en términos de su ambición.
La cantidad de excluidos no les garantiza (su tipo de) reproducción
de la tasa de ganancia.
El Poder centra esperanzas en la ausencia de conducción política
de la protesta popular. Llegan a imaginar así una libanización
a la Argentina, pero sin mayores peligros para la apropiación
central de riqueza.
Por enésima vez, entonces, el interrogante es cuál
y corajuda consigna refundante necesita este país para no
seguir siendo violado, en masa, por quienes ahora intentan convencerlo
de que esta catástrofe proviene del costo de la política.
La política: justamente lo que más se necesita en
este momento.
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