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OPINION

Se juega el partido

Por Eduardo Aliverti

Según los últimos datos disparados por “insospechables” consultoras privadas, el aumento del gasto público de cinco años a esta parte no llega a 300 millones de dólares si se excluye el pago de los intereses de la deuda. Cifra lapidaria para quienes sostienen, a sabiendas o ingenuamente, que el drama nacional es el tamaño del Estado.
La batalla en los medios de comunicación, de todos modos, la va ganando el Poder con el aporte de un grueso de corsarios metidos a periodistas. En la inmensa mayoría de los diarios, publicaciones, emisoras de radio y televisión, convencen a la gente de que la agonía argentina es producto de políticos y sindicalistas, jubilaciones de privilegio, ñoquis y amantes de ingreso fijo. Pero en la cancha donde se juega el partido en serio esas estupideces no cuentan más que para seguir asegurándose un poco de soga en el cobro de sus acreencias, gracias al asalto a jubilados, empleados públicos y otras especies en extinción.
Los ganadores –bancos, fondos de inversión, administradores jubilatorios, etcétera– saben que son responsables de un saqueo inaudito. Montaron una economía de puro servicio, con tarifas estratosféricas, unida a la primarización de los recursos naturales, la infinita estupidez de la convertibilidad y alrededor de veinte millones de habitantes que, como consecuencia, sobran. La pregunta es de qué manera podrían cobrarse lo que calcularon continuar ganando. Y la respuesta es: ninguna.
No hay forma de que el volumen de esta economía les permita allegarse lo que tienen firmado y prometido a sus accionistas. Saben de sobra que Argentina cae en cesación de pagos en el corto plazo y que deberán afrontar una quita de la deuda, para después –devaluación y/o dolarización mediante– retomar la ofensiva con los negocios que quedan. No demasiados. La salud, esencialmente, y la seguridad social. Pero ni aun así les cierra, en términos de su ambición. La cantidad de excluidos no les garantiza (su tipo de) reproducción de la tasa de ganancia.
El Poder centra esperanzas en la ausencia de conducción política de la protesta popular. Llegan a imaginar así una libanización a la Argentina, pero sin mayores peligros para la apropiación central de riqueza.
Por enésima vez, entonces, el interrogante es cuál y corajuda consigna refundante necesita este país para no seguir siendo violado, en masa, por quienes ahora intentan convencerlo de que esta catástrofe proviene del costo de la política.
La política: justamente lo que más se necesita en este momento.


 

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