OPINION
La
apuesta de Arafat
Por
Claudio Uriarte
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La
estrategia del líder palestino Yasser Arafat cabe en una sola
frase: insistir en que la aceleración de la violencia y del
círculo vicioso entre ataques y represalias sólo puede
detenerse con una fuerza de observadores internacionales que incluya
en su composición a delegados de Europa Occidental visceral
y estructuralmente antiisraelí, por su alta dependencia del
petróleo árabe, además de participantes
de Estados Unidos principal aliado internacional de Israel.
Desde luego, la presencia de esos observadores que el primer
ministro Ariel Sharon rechazó durante toda la semana pasada
y volvió a rechazar ayer sería para Arafat solamente
el borrador de un diseño más amplio, en que las fuerzas
de observación podrían convertirse en fuerzas de interposición,
y éstas en la matriz de un mandato internacional que imponga
desde afuera una paz que los antagonistas en el terreno no pueden
o no quieren alcanzar por sí solos. Los modelos son Bosnia
y Kosovo, que es la razón por la cual los voceros palestinos
presentan la política israelí de asesinatos selectivos
de líderes palestinos como proyectos de limpieza étnica
y de solución final.
Hasta mediados de la semana pasada, pareció como si la versión
menos exuberante de este plan pudiera llegar rápidamente a
una suerte de cristalización, con Estados Unidos imponiéndole
a Israel un equipo de observadores que incluiría cierta presencia
europea al menos británica-. Página/12 publicó
el viernes 3 un artículo del diario británico The Guardian
dando cuenta de gestiones norteamericanas en esa dirección
en varias capitales europeas. El Departamento de Estado de Colin Powell
que ha condenado sistemáticamente tanto las represalias
israelíes como su política de asesinatos selectivos
bien pudo haber estado desarrollando esas gestiones, pero en el medio
su labor fue interceptada por un tercer actor: el poderoso vicepresidente
Dick Cheney, quien en un programa de televisión en su país
afirmó que la política de los asesinatos selectivos
podía comprenderse bajo ciertas circunstancias. Desautorización
más pública a los propósitos de intervención
de Powell no podía existir, repitiendo una cercana presentación
por TV en que el secretario de Defensa Donald Rumsfeld describió
a Europa como una no entidad en el mismo momento en que
George W. Bush asistía a la cumbre del G8 en Bélgica.
Y Cheney y Rumsfeld integran el núcleo duro de la administración,
que hasta ahora ha ganado todas las batallas. Tal vez por eso Sharon
sonó tan seguro ayer. |
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