Por
Felipe Yapur
Tras
la publicación en Página/12 de los contenidos y actividades
que tienen las agrupaciones infanto-juveniles que promueve la Policía
de Jujuy, como una forma de garantizar el control social, el ministro
de Desarrollo Social, Juan Pablo Cafiero, fue el funcionario de mayor
rango que las repudió. Aseguró que es bastante difícil
pensar que se podrían impartir nociones de respeto a los derechos
humanos y contra la violencia, haciendo marchar a los chicos con trajes
de combate y con palos que simulan armas. El gobierno jujeño
en manos del peronista Eduardo Fellner, en cambio, prefirió el
silencio y le cedió el protagonismo al jefe de esa fuerza, el retirado
teniente coronel Horacio Gentiluomo, quien sólo atinó a
sostener que las críticas a sus escuelas representan una afrenta
al pueblo.
Cafiero consideró que estas escuelitas no significan otra cosa
que la militarización de la niñez que parte
del supuesto de que la infancia y la adolescencia son en sí
peligrosas. Y fue un poco más allá, al advertir que
aquella idea de señalar a los niños pobres como potenciales
delincuentes no es nueva: Durante la última dictadura las
expresiones contra los niños y los jóvenes eran de todos
los días, dijo y agregó que repudia este mecanismo
que se monta sobre la necesidad de muchas familias de contar con
vestido y alimento para sus hijos, que no es otra cosa que un dispositivo
de control social sobre los pequeños excluidos.
El ministro de Desarrollo Social el único frepasista que
sobrevive en el gabinete nacional advirtió que el cambio
de ropa y comida por adoctrinamiento es una extorsión
frente a la cual los argentinos, porque tenemos memoria, debemos dar una
contundente respuesta.
En la Cámara de Diputados, en tanto, el jefe del bloque aliancista,
Darío Alessandro, instruyó a sus asesores la redacción
de un pedido de informes para conocer los alcances de estas agrupaciones
y si no violan el articulado de la Declaración Universal de los
Derechos del Niño que integran la Constitución Nacional.
Son más de mil chicos jujeños que día a día
concurren a estas escuelitas a contraturno de aquellas donde aprenden
a leer y escribir. Reciben instrucción policial que consiste en
el tradicional orden cerrado: abdominales, lagartijas y práctica
de desfiles y formación. Pero también los instructores realizan
un control de la educación recibida en las escuelas y brindan
apoyo escolar. A cambio de concurrir a las escuelas, los chicos
reciben comida, uniformes y protección.
Es también cierto que estas agrupaciones son comunes en esa provincia
y no despiertan la más mínima sospecha. Para los diarios
jujeños, por ejemplo, es una noticia más y no dudan en dar
cuenta de la inauguración de una nueva escuelita de niños
policías. Gentiluomo así lo cree y dijo que no hay
nada que ocultar porque nuestro objetivo es dar contención a los
menores en riesgo, sacarlos de la calle e inculcarles normas civiles,
morales y actividades deportivas.
Según el propio Gentiluomo, son más de 1000 los chicos que
pueblan estas agrupaciones. Todos provienen de los sectores más
humildes y hasta ahora son 17 las escuelitas pero la conducción
de la Policía prevé que estas sean 36, cubriendo así
la totalidad del territorio. Ayer, el jefe policial rechazó las
críticas porque son una afrenta al pueblo de Jujuy,
pero igual cambió y atemperó su discurso sobre la dictadura
que había pronunciado el 25 de julio en la localidad de San Francisco
cuando reconoció que perdimos la oportunidad histórica
de cambiar las cosas. Ahora, Gentiluomo prefirió algo más
leve: Todos debemos admitir nuestra culpa por los viejos desencuentros
de los argentinos. Respeto a las personas que no quieren olvidar el pasado,
pero que simplemente piensen que debemos unirnos para que nuestros hijos
y nietos tengan una Argentina mejor, para no repetir el pasado.
Igual, Gentiluomo buscó salirse del ojo de la tormenta. En declaraciones
radiales aseguró que Jujuy no es la única provincia que
promueve este tipo de escuelas y agregó, para más datos,
que la Gendarmería Nacional tiene en su organigrama algo similar:
la Gendarmería Infantil. Y no se equivocó (ver nota aparte).
Pero, claro, se vuelve un poco difícil contemplar su condición
de jefe de las agrupaciones de niños policías que pretenden
darle a los chicos de 5 y 17 años apoyo y contención
con la causa por abuso de autoridad que le instruye la justicia provincial,
a partir de un violento desalojo que realizaron sus subordinados durante
los primeros días de junio a piqueteros de la Corriente Clasista
y Combativa.
Cómo
aprender a espiar
Olga
Márquez de Arédez, de Madres de Desaparecidos de Jujuy,
denunció que las autoridades policiales de la región
no brindaron información alguna sobre los contenidos que se
imparten a los pequeños que asisten a las escuelas de policías,
pero remarcó que les enseñan a hacer inteligencia:
cómo sacar información, les piden que cuenten qué
pasa en sus casas, qué es lo que dicen, si toman alcohol.
No nos explicamos de dónde sale ese dinero cuando, al
mismo tiempo, dicen que no hay plata para pagar los sueldos de junio,
julio y el aguinaldo de los maestros provinciales, dijo Arédez,
que a pesar de los reclamos no recibió respuestas acerca del
plan de estudio de los niños policías. La
mujer explicó que los chicos que asisten a estas escuelas
provienen de barrios marginales, aunque no todos y que
les dicen que ante la cantidad de paros les van a dar apoyo
escolar, pero lo brindan los mismos policías. Tienen días
y horarios fijos y los padres los acompañan. Los concejales
están de acuerdo, así que es una orden del gobierno
de la provincia, razonó. |
CINCO
MIL CHICOS PARTICIPAN EN ESCUADRONES DE GENDARMERIA
Batallón
Chiquititos de Gendarmería
Por
F.Y.
Cuando
el jefe de Policía de Jujuy, Horacio Gentiluomo, buscó demostrar
que su fuerza no era la única que promueve la creación de
escuelas para niños, señaló con nombre y apellido
a la Gendarmería Nacional. Efectivamente, en la página en
Internet que posee esta fuerza de seguridad se destaca la existencia de
la Gendarmería Infantil. El objetivo de la GI, como la llaman familiarmente,
es similar a la jujeña, pero más antigua. Su origen se remonta
a 1944 aunque durante la dictadura militar recién se crean de manera
organizada. El objetivo es uno solo y está destinada al segmento
de población que carecía de apoyo, ayuda material y espiritual,
encontrándose expuesto a las influencias negativas del medio.
Hoy participan en todo el país algo más de 5000 niños,
todos provenientes de sectores humildes y excluidos de la sociedad donde
esta fuerza de seguridad realiza un efectivo control social.
Sin duda, el reglamento de las agrupaciones de policía infantil
de Jujuy se inspiró en el de Gendarmería: son prácticamente
similares. Pero entre ésta y la que promueven los jujeños
hay una diferencia fundamental: la Gendarmería firmó un
convenio con el Ministerio de Educación de la Nación. Este
les permite educar a los integrantes (léase niños de 8 a
16 años) de los Escuadrones de la GI en la preservación
de los sentimientos patrióticos, en el fomento al apego del lugar
de origen, lograr el desarrollo integral y armónico de la personalidad
basada en concepción cristiana del hombre, de la vida, así
como capacitarlos en el aprendizaje de oficios y manualidades.
Si bien estas agrupaciones cobraron impulso en 1976, recién en
1979 la conducción nacional de la fuerza dispone la creación
en todo el ámbito institucional de estas particulares escuelitas.
En la página web, gendarmería.gov.ar, se ofrecen no sólo
datos y justificativos de los motivos de la creación de la GI,
también hay fotos de niños uniformados donde se los ve participando
de las diferentes actividades que le ofrece la institución. Así
es posible ver a chicos realizando tareas de carpintería, aprendiendo
a manejar cámaras fotográficas, primeros auxilios, jardinería,
mecánica y, por supuesto, apoyo religioso cristiano.
Eso sí, como los jujeños, se preocupan por dejar bien en
claro la GI no constituye una organización militar ni paramilitar,
por lo que no va más allá de lo necesario para intervenir
en desfiles y campamentos de manera uniforme. De todas formas, en
las fotografías, los pequeños están realizando actividades
típicas de un entrenamiento militar como el salto de muros o prácticas
de defensa personal.
Meticulosos hasta el hartazgo, los gendarmes no sólo dicen que
al 22 de junio de 2001 tienen 5276 niños bajo su custodia, también
describen la cantidad de pequeños efectivos que cuenta cada una
de los 60 agrupamientos. El más numeroso es el sanjuanino, con
381 niños. Le sigue el ubicado en Concordia, Entre Ríos,
con 259 pequeños. Un dato que no aporta la Gendarmería,
por ejemplo, es que la ciudad entrerriana tiene el mayor índice
de desocupados de la provincia y, siguiendo el razonamiento de los objetivos
de estas agrupaciones, seguramente los niños estarán expuestos
a las influencias negativas del medio.
Como las escuelitas jujeñas, la Gendarmería se preocupa
en informar que las agrupaciones no reciben apoyo económico
oficial ni privado. Pero para poder solventar los gastos aceptan
la participación de padrinos. Son pocas, apenas seis
de las 60, y se preocupan en destacarlas. Por ejemplo, la GI de la localidad
chubutense de Esquel fue la más afortunada. La Fundación
Fortabat les entregó camperas de abrigo, chaquetillas, pantalones,
equipos de gimnasia.borceguíes y zapatillas. Como muestra del agradecimiento,
la agrupación de Esquel lleva el nombre de Alfredo Fortabat, cuál
otro podría ser.
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