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FALLECIO JORGE AMADO, UNO DE LOS MAS GRANDES ESCRITORES LATINOAMERICANOS
El escritor de las putas y los vagabundos

El escritor murió tras una batalla de cuatro años con sus problemas cardíacos, que lo habían privado de leer y escribir, sus mayores placeres. Autor de 33 novelas, referente inevitable de la literatura de su país, Amado no dudó en retratar a los marginados de la sociedad con una prosa que, según la coincidencia general, merecía el Nobel.

Si la exuberante belleza de Bahía funciona casi como amable y sensual carta de presentación de Brasil, no es menos cierto que Jorge Amado fue su espejo más certero, el que indagó en sus contradicciones más profundas, en sus misterios de candomblé y en sus urgencias de miseria tercermundista, obteniendo como síntesis literaria eso que se dio en llamar identidad brasileña. El hombre que estaba a punto de cumplir 89 años, uno de los escritores más importantes que dio la lengua portuguesa en el siglo XX (vendió alrededor de 80 millones de ejemplares de sus libros) y uno de los más injustamente relegados por el Premio Nobel, murió ayer minutos después de haber ingresado de urgencia en el Hospital Alianza, por una crisis aguda de insuficiencia cardiorrespiratoria. Amado enfrentaba graves problemas cardíacos desde hacía cuatro años y recientemente había pasado 26 días internado debido a un problema de hiperglucemia, que le generó trastornos en el corazón e infecciones en los pulmones y en el hígado. Estaba, además, muy deprimido, porque la pérdida del 80 por ciento de la visión, que lo aquejaba desde hacía unos cinco años, lo alejó de sus dos grandes pasiones: la lectura y la escritura.
La noticia sacudió los ámbitos intelectuales de todo el mundo, pero decretó un duelo espontáneo en Brasil y, más puntualmente, en su querida Bahía. Uno de sus admiradores más fervientes, Caetano Veloso, se enteró de su muerte mientras actuaba en el reinaugurado teatro Castro Alves, del barrio bahiano de Pelourinho. Le dedicó dos canciones, y su hermana Maria Bethania, también presente en el recital, expresó: “Se va el escritor que llevó nuestra historia, la del pueblo bahiano, a todo el mundo”. No estaba mintiendo: sus libros han sido traducidos a medio centenar de idiomas y dialectos y publicados en 52 países. Un reduccionismo a la escala de premios y castigos obligaría a precisar que Amado es el Borges de las letras brasileñas. Del mismo modo que le ocurrió al escritor argentino, sus innumerables premios y distinciones no desembocaron en la obtención del Nobel. Estilísticamente, y en lo que se refiere a la “función del escritor en la sociedad”, sin embargo, los diferenciaba un abismo conceptual. Y si aquí la dicotomía pasaba por estar más o menos cerca del grupo de Boedo o el de Florida, en Brasil la crítica enmarcó la narrativa contemporánea de ese país a partir de dos polos tal vez arbitrarios: el “populista” de Amado y el “vanguardista” de Joao Guimaraes Rosa.
Las “acusaciones”, de todos modos, solían causarle placer, así como muchos elogios obtenían de Amado una mueca recelosa. Pocos minutos después de su muerte, el presidente de la Academia Brasileña de Letras, Arnaldo Niskier, declaró que el autor de Doña Flor y sus dos maridos fue “el padre de la literatura electrónica”. Será imposible adivinar la reacción de Amado ante semejantes palabras, que en definitiva reflejen solo una parte de su universo narrativo. Si se tiene en cuenta que publicó su primera novela, El país del carnaval, a los 18 años, en 1931, no debe extrañar que su vida, proyectada en forma de novelas, describió las parábolas culturales e ideológicas que fueron significando al siglo XX. Amado fue comunista cuando el comunismo era mala palabra en Brasil y todo Latinoamérica. Cacao (1933), fue la primera de una serie de “novelas de denuncia social”, y acaso la mejor de todas ellas haya sido Capitanes de arena (1937), cuya publicación, sumada al hecho de que estuviese afiliado al Partido Comunista Brasileño (PCB), fue germen de arrestos y exilios. Vivió en Argentina y Uruguay (1940-42), Francia (194850) y Checoslovaquia (1951-52). Durante el breve período de legalidad del PCB (1945-46), fue elegido diputado en la Asamblea Nacional Constituyente, y logró hacer aprobar varios proyectos relacionados con la vida cultural.
Desencantos y desviaciones doctrinarias fueron minando su apego a la militancia partidaria. La década del 60, que marcó, entre otras cosas, el boom de la literatura latinoamericana, decretó también su alejamiento definitivo de eso que él llamaba estalinismo cultural. Sus búsquedas artísticas fueron acompañando esos cambios, más relativos a los matices estilísticos que a un eje conceptual: dedicó su pluma a una literaturamenos solemne, más permeable al humor, la ironía y los conflictos sexuales. A este período pertenecen muchas de sus obras más famosas, las que trascendieron el ghetto literario: Doña Flor... (1966), La tienda de los milagros (1969), Teresa Batista, cansada de guerra (1972), Tieta do agreste (1977), entre otras. En cualquier caso, sus héroes y antihéroes siempre giraron alrededor de la marginación: obreros, pescadores, campesinos, prostitutas, le dieron vida a las sagas épicas que imaginaba en su tierra bendita Bahía, dominada, también siempre, por la sensualidad y la opresión. Las adaptaciones al cine de varias de sus novelas (ver aparte) intentaron traducir este sincretismo cultural en imágenes.
Amado no abandonaba casi su casa en el barrio Rio Vermelho, donde vivía con la escritora Zelia Gattai, de 85 años, su compañera durante más de medio siglo. Allí vivía en plenitud, cuando podía escribir. Dejó sin terminar el proyecto del que sería su trigesimocuarto libro, titulado Boris, el Rojo, una novela urbana sobre un joven que vivió las turbulencias culturales y políticas de Bahía en la década del 70. Dejó también dos hijos –Joao Jorge y Paloma–, seis nietos, y una profunda sensación de luto para todos los que se acercaron a su particularísimo universo.

Los experimentos en la pantalla
El cine brasileño cortejó a Amado con la misma intensidad con que el escritor se dejó seducir por San Salvador de Bahía. El encuentro más apasionado entre ambos fue, por supuesto, Doña Flor y sus dos maridos (1976). La película de Bruno Barreto, protagonizada por Sonia Braga y José Wilker (en sus apogeos), sigue siendo al día de hoy la más famosa y popular del cine brasileño, y todavía se tararea la inolvidable canción de Chico Buarque. Sobre ese modelo de color local, desenfado y erotismo, fueron muchos los directores que trataron de repetir la fórmula del éxito, pero nunca con la misma suerte. El propio Barreto lo volvió a intentar con Gabriela (1983) y, más cerca en el almanaque, Carlos “Caça” Diegues, nuevamente con Sonia Braga al frente, probó con Tieta do Agreste (1996), adornada con música de Caetano Veloso. Pero ninguna de estas superproducciones, pensadas para un mercado internacional, pudo acercarse siquiera a repetir el fenómeno de Doña Flor.
Rede O Globo y Manchete, por su parte, se ocuparon de adaptar todas y cada una de sus novelas, entre ellas Tereza Batista cansada de guerra, Tocaia grande, Capitaes da Areia y Mar Morto, que se conoció esta misma temporada en la televisión brasileña como “Porto dos Milagres”. El propio Amado no encontraba una explicación de esta pasión del cine y la TV por su obra, pero en cada entrevista se ocupaba de aclarar que “en todas las películas sobre mis obras preferí mantenerme al margen, porque una adaptación debe ser una recreación; puede ser una síntesis, pero necesariamente debe convertirse en una obra diferente de la versión literaria, con nuevos elementos, y en la que determinados aspectos adquieran mayor o menor relevancia que en el libro. Nadie debe pretender que el cine repita el texto original: se conserva lo fundamental, el sustento, y se concibe una nueva forma de contar la historia. De lo contrario, lo único que se lograría sería un pastiche sin sentido”. De esos hubo varios –incluida una versión made in Hollywood de Doña Flor– pero quien se atrevió a buscar al Amado más complejo y menos folklórico fue sin duda Nelson Pereira dos Santos en Tienda de los milagros (1977) y Jubiabá (1987).

 

�Escribir es como un parto�

Amado, en sus propias palabras:
- “Yo no me canso de leer, nunca. Especialmente, leer a Rabelais... y Cervantes, claro. Y Dickens, con quien aprendí que nadie es completamente malo, que hasta el más miserable de los seres humanos tiene siempre una luz, aunque sea una luz pequeñita. Con él aprendí a amar a los vagabundos, a los desposeídos de la vida.”
- “Los jóvenes no tienen facilidad para sentir el humor. Son serios, graves y, en general, radicales. Tienen compromisos con las cosas serias. El humor llega con la edad madura.”
- “Creo que toda mi obra literaria tiene una cierta unidad, que proviene de mi posición frente a los problemas del pueblo brasileño, y que fue siempre la posición de los que están al lado de los pobres, los desheredados, los desposeídos, los maltratados. Alguien, cierta vez, quiso agredirme diciendo que soy el escritor de las putas y de los vagabundos. No fue ninguna agresión, fue un elogio.”
- “Me divierto mucho escribiendo. Pero sufro horrores, porque escribir es un parto. Además, terminar es como salir de una amistad, de un romance. Se produce un corte doloroso, porque todo sale de tus tripas, de tu corazón. Se sufre mucho en la creación, porque es la creación de una vida.”
- “El escritor que escribe para ganar un premio no es un escritor. Es un desgraciado y un pobre hombre. Pero todas las lenguas recibieron el Nobel, menos la nuestra. Si un escritor de Brasil, Portugal, Mozambique, Angola y Cabo Verde ganara el premio, todos los escritores en portugués nos sentiríamos premiados.”
- “No existe una literatura latinoamericana. Eso es una inversión colonialista de los europeos para hacer un ghetto. ¿Cuál es el parecido entre un escritor argentino y uno brasileño?”
- “No soy un comunista de ‘larga edad’, como algunos pretenden. Milité en el partido cuando era joven y dejé de hacerlo cuando fuimos un régimen democrático. Pero sigo creyendo que un escritor, un patriota y un hombre que ame a su país y a la humanidad debe luchar por el socialismo. Me refiero al socialismo con democracia; sin ella, será la falsificación del socialismo, como la tuvo la U.R.S.S. El socialismo es el futuro del hombre, no esa porquería que es el capitalismo.”

 

OPINION

Por Jorge Amado *

La música de la ciudad

La música es parte de la atmósfera de la ciudad. Llega del mar, del canto de los pescadores, en el grave sonido de las sirenas anunciando la partida de los saveiros. Llega de los caminos, de las encrucijadas, de los callejones escondidos donde roncan los atabales, de las orquestas de los candomblés saludando a los encantados. Llega de las escuelas de capoeira angola, de los berimbaus erguidos en combate. Se eleva de las rodas de samba, del samba de roda de Bahía, llevado a Río por las viejas tías, nació el samba brasileño. Del mismo modo como los colores del mar, del cielo y de la montaña, los aromas orientales, los sabores dulces y picantes, la música es parte integrante de la ciudad, vive en el aire, vibra en las calles, resuena en el corazón de cada uno.
En el seno de Yemanyá tuvo su lecho nupcial Dorival Caymmi, hijo y amante, pescador y poeta. Calmo trovador, establecido en la Pedra da Sereia, destilando música, la voz suelta en la dulce brisa de la tarde.
El padre Caymmi fue pariendo a todos los demás, comenzando por Joao Gilberto, a quien descubrió en las orillas del río Sao Francisco. El dramático Joao Gilberto, a quien le cupo comenzar un tiempo nuevo, señalar el comienzo de una época. De los hijos de Caymmi el más loco y el más original. De los secretos de las alcobas salió Gilberto Gil, acento negro de límpida voz, melodía que baja de la senzata a conquistar la plaza y el poder. De la fiesta de la Nossa Senhora da Purificao en Santo Amaro, de un mitin imposible, prohibido, salió Caetano Veloso, barco en el mar tempestuoso. Vinieron los Novos Bahianos, se impusieron sin pedir permiso a nadie, un torbellino. Antonio Carlos y Jocafi, tan iguales, tan diferentes, complementándose en perfecto entendimiento. Cosme y Damiao, los mellizos. Raúl Seixas, sin parentesco con ningún otro, anunciando su cruda verdad. Walter Queiroz, la vivencia de la ciudad, el talento de la familia. María Bethania, la gran intérprete de Bahía; Gal Costa, tan hermana suya que parecen de la misma sangre o todavía más, iguales; María Creuza, de voz tan bella y pura. Para tan grandes compositores, las mejores cantantes.

* Texto publicado en Página/12 el 22 de enero de 1995.

 

Palabras de despedida

- “Yo leí a Amado cuando era chico porque mi padre lo leía: el primer libro que me llegó a las manos fue Jubiabá, en el que hablaba de los rebeldes y oprimidos. Ellos se tatuaban en el pecho la J de Jubiabá, y yo pensaba que cuando fuera grande también me atrevería a tatuarme la J en el pecho. Ya mayor, lo empecé a estudiar y descubrí que su literatura es la fusión del compromiso social, el humor y una fuerte dosis de erotismo. Para mí sus libros son sinónimo de la libertad que puede tener un hombre al escribir.” (Pedro Orgambide)
- “La muerte de Amado supone la pérdida de un valor importante de la narrativa latinoamericana. Lo lamento mucho, porque fue el escritor más importante de Brasil no sólo por la fecundidad de sus obras sino por su calidad humana. Siempre me impresionó por eso y porque supo combinar la literatura culta con la popular. No tiene equivalencia en su país, porque adoptó un estilo propio, una manera de escribir la narrativa muy original y valiosa.” (Augusto Roa Bastos)
- “Amado hizo crecer, como su talento de creador de historias, una humanidad generosa y franca, brindada a puñados. Creaba a su alrededor, donde quuiera que estuviese, un clima cálido y estimulante que, para quien tuvo la suerte de disfrutarlo, lo reconciliaba con la vida y lo hacía pensar que, a pesar de todo, los hombres y mujeres de este planeta tal vez sean mejores de lo que aparentan (...) Cuando era joven, yo jugaba con un amigo adivinando cuáles escritores de este tiempo encontraríamos en el cielo, si existiese. En mi lista actual, hecha hace mucho tiempo, queda un solo nombre. Y apuesto a que ninguna persona que haya conocido y leído a Jorge Amado es capaz de removerlo de la lista.” (Mario Vargas Llosa)
- “La literatura sufrió una pérdida irreparable. Hace 16 años, cada vez que la Academia Sueca pedía la indicación de un nombre para el Premio Nobel de Literatura apuntábamos a Amado porque queríamos que un día lo ganase, pero no sucedió. De todos modos, para nosotros, fue sin duda un Premio Nobel.” (Arnaldo Niskler, ex presidente de la Academia Brasileña de Letras)
- “La lengua de Jorge Amado es un portugués que seduce a los cinco sentidos, lleno de colores, sonidos, perfumes, sabores y texturas. Amado deja una lección de un combatiente, de alguien que siempre estuvo a favor de la justicia, del lado de los oprimidos: un creador que tuvo el coraje de pintar a Brasil en sus colores reales, para proponer su propia utopía.” (Fernando Henrique Cardoso, presidente de Brasil)
- “Perdí a un gran amigo, pero ante todo a un grande de la literatura. Su obra es luminosa como su ser, y nos acompañará en ésta y en otras vidas. Un hombre de la jerarquía de Jorge Amado no desaparece, se afinca y perdura.” (Pablo Armando Fernández, poeta cubano)

 

 

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