Por
Fabián Lebenglik
Mientras
que la Argentina está siendo disciplinada y sometida
al tiempo único, continuo, espasmódico y vertiginoso de
las cotizaciones on line, desde el campo de las artes visuales se demuestra
que hay otros modos de pensar la temporalidad y de especular sobre el
tiempo. Contra el tiempo uniforme y especulativo del mercado, Silvia Rivas
(Buenos Aires, 1957) reflexiona sobre varias clases de temporalidades
en su excelente exposición Notas sobre el tiempo, que
en estos días se presenta en la Sala Cronopios del Centro Cultural
Recoleta. Con este proyecto de video instalación en el que viene
trabajando hace dos años, Silvia Rivas ganó la prestigiosa
Beca de la Fundación Guggenheim. El otro argentino que la obtuvo
en artes visuales en esta edición es Jorge Macchi, de quien también
se puede ver obra en una sala contigua del mismo Centro, donde se muestra
el envío argentino a la última Bienal de La Habana.
Lo primero que atrapa al visitante de la muestra es la potencia de las
imágenes, las distintas clases de sincronía con los sonidos,
el despliegue técnico y la gran originalidad con que la artista
trabajó el total del volumen de la enorme Sala Cronopios. La muestra
transformó completamente la distribución del espacio, tanto
por el aprovechamiento, bien diferente a lo usual, como por los distintos
niveles, sectores y superficies en los que se proyectan los videos digitales.
De entrada, por la precisión del montaje, la gran escala de las
proyecciones y la mezcla visual y sonora, la muestra se gana al espectador.
Y en este sentido, la puesta en sala de un proyecto tan complejo no tiene
nada que envidiar a los envíos internacionales que se presentan
en los distintos pabellones y secciones de la actual Bienal de Venecia.
Notas sobre el tiempo consiste en una serie de proyecciones
sobre las paredes, el piso y techo de la sala, así como en varios
monitores, que en conjunto van estableciendo secuencias y recorridos,
dentro de ese espacio único y a la vez múltiple y fragmentado
que el espectador va descubriendo.
La segunda impresión es que todo se trata de un gigantesco mecanismo,
hecho de notables sincronías y sutiles desfasajes. A esta precaria
conclusión se llega al situarse en un punto, hacia la mitad de
la sala, detrás de un inmenso panel/pantalla, que se transforma
en el punto neurálgico de la muestra. Allí se advierte que
la muestra fue, en parte, pensada como un panóptico, esa clase
de construcciones (como las antiguas escuelas, cárceles y cuarteles)
cuyo interior se podía ver completo desde un único punto.
Pero la visibilidad y su opuesto, también son tema de exposición.
La tercera impresión se relaciona con el contenido rítmico
de lo que se ve y lo que se oye: es el costado musical, sinfónico
e incidental del tiempo. A medida que el espectador avanza y recorre la
muestra, se va encontrando con distintas situaciones visuales y sonoras,
más específicas, de modo que hay un ritmo general de toda
la muestra y distintos ritmos secundarios.
Notas sobre el tiempo es un mecanismo de relojería
digital en el que la materia de los relatos visuales (y de los breves
relatos ploteados en la pared que acompañan la muestra en un registro
al mismo tiempo poético y descriptivo) no es otra que la naturaleza
múltiple del tiempo.
La artista, a través de seis capítulos, exhibe bellamente
con una visión compositiva y pictórica distintas
clases de temporalidad y demuestra que el uso reflexivo de la tecnología
permite pensar el tiempo de manera bien diferente al tiempo veloz en el
que actúan, por ejemplo, los mercados que hoy mandan. En este sentido,
la video instalación de Rivas supone que la velocidad de la acción
es de una evidente pobreza conceptual en relación con la lentitud
reflexiva. Así vista, la velocidad impone su lógica fugazpara
impedir que el otro piense: el vértigo es el primer aliado contra
el proceso complejo del conocimiento.
En los distintos capítulos de la muestra se repiten elementos utilizados
de modo diverso: el agua .como lluvia, marea o charco. el fuego, la inversión
de la lógica (agua que sube, fuego que baja), el movimiento de
las piernas y los pies (por escaleras, caminando, en actitud de espera),
ciertas formas circulares que obturan o iluminan la pantalla, según
el caso, etc. Las diferentes imágenes se constituyen en secuencias
temporales que se repiten al infinito y que muestran la riqueza inagotable
de los reflejos iridiscentes de la luz sobre el agua, del agua sobre el
paisaje, de las llamas sobre el cielo, del mar sobre la arena.
Cada capítulo propone una serie de ideas para pensar el tiempo
como sucesión, simultaneidad, duración, densidad, presencia,
transcurso, memoria, urgencia, extinción, fluidez, cambio, catástrofe,
sueño, muerte, dispersión y así siguiendo.
Rivas registra y logra hacer percibir a los otros las huellas que alternativamente
deja y borra el paso del tiempo y por allí se introduce también
en el tiempo cronológico, el tiempo subjetivo, el tiempo biológico...
y en la suma de tiempos que se viven, se pierden, se perciben, se aprovechan
o se escapan en el curso fugaz de la existencia. (Junín 1930, hasta
el 20 de agosto).
Inauguran
en la semana
- Alejandro
Andriuolo, pinturas, desde ayer, en la galería Rubbers de
El Ateneo Gran Splendid, Av. Santa Fe 1860.
- Iván Calmet, Agustín Soibelman, Andrés Sobrino,
Chino Soria y Verónica Romano, desde ayer, en La Casona de
los Olivera (Parque Avellaneda), Av. Lacarra y Directorio.
- María Teresa Cibilis, tintas y acuarelas, desde ayer, en
Atica, Libertad 1240.
- Moira Antonello y Pablo Garber, fotos, desde ayer, en Arte x arte,
Obligado 2070, planta alta.
- José Luis Anzizar, Global Shoes, Objetos y dibujos, hoy,
en Elsi del Río, Arévalo 1748.
- Martín Bonadeo, Instalación, hoy, en el Centro Cultural
General San Martín, Sarmiento 1551.
- Florencia Blanco, Salteños, hoy, en la Fotogalería
del Teatro San Martín, Corrientes 1530.
- Cristina Rochaix, pinturas, mañana, en Del Infinito, Avenida
Quintana 325.
- Muestras internacionales de arte egipcio y francés, el
jueves 9, en el Centro Recoleta, Junín 1930.
- Ariadna Pastorini, el jueves, en el Centro Borges, Viamonte y
San Martín.
- Eduardo Iglesias Brickles, Especulaciones sobre la incertidumbre,
xilopinturas, el jueves 9, en la sala que el Fondo Nacional de las
Artes tiene en el C. C. Recoleta, Junín 1930.
- Miguel Canatakis, el jueves, en el Centro Borges.
- Daniel Corvino, el jueves, en la Sala 5 del Centro Cultural Recoleta.
- Taller oculto, La Boca y otras fotos, el sábado
11, en el Espacio fotográfico del Teatro La Ribera, Av. Pedro
de Mendoza 1821.
|
MALOU
CERUTTI Y SU HOMENAJE A LOS DESAPARECIDOS
Pinturas
como paisaje de la memoria
Por
F. L.
Malou
Cerutti (nacida en Mendoza de padres italianos) estudió Bellas
Artes en la Universidad Nacional de Cuyo. Durante la dictadura sufrió
la desaparición de su padre, Victorio Cerutti, y de su esposo,
Omar Masera Pincolini. Su historia trágica la historia trágica
de la Argentina de la dictadura fue contada por la misma artista
en el reportaje publicado ayer en Página/12. Todo se llevaron,
todo lo invadieron, todo lo aplastaron escribe en el catálogo
de la muestra el fiscal general de Bahía Blanca, Hugo Cañón
y arrancaron del hogar a los seres más queridos.
La artista se exilió en México con sus tres hijos y allí
se interesó por la cultura, el arte y la artesanía aborigen.
Luego siguió estudiando y especializándose en pintura en
Europa Florencia, Bologna y Madrid y Africa. En 1990 fija
su residencia en España y al año siguiente realiza su primera
exposición en Madrid.
La mirada de la memoria, su primera muestra en Buenos Aires,
es un homenaje a su marido y a todos los desaparecidos. La artista transforma
el dolor, la injusticia y la búsqueda de la verdad en óleos
y tintas en los que el drama se sublima en paisajes, ensoñaciones,
personajes y pesadillas personales y sociales.
Entre la figuración y la abstracción, el trazo minucioso
y la mancha, la sombra y la luminosidad, la pintora conserva y transmite
la lucha, la experiencia y la memoria individual y colectiva. En el marco
de la muestra, se presentó el libro Los nombres sin tumba, una
compilación de textos basados en las ponencias de Juan Gelman en
el Museo de San Angel, de México D. F. en 1997, con ilustraciones
de la artista. La muestra de su obra explica en el catálogo
el fiscal Cañón, miembro permanente de la Comisión
por la Memoria de la Provincia de Buenos Aires es para ser compartida
con el otro. Las miradas no serán necesariamente coincidentes,
ni las vivencias similares, pero se advertirá cómo pese
al dolor se puede llegar a recrear los colores y cómo las tortuosas
pesadillas y los sueños esperanzados pueden tener cabida expresiva
en su obra.
El horror, la muerte, el mar, los vuelos, la soledad, la incertidumbre,
las flores, el amor, los caminos, los laberintos, afloran de diversas
maneras en ese acto generador, también creador, que realiza el
observador de la obra al contemplarla. (En el Centro Recoleta, Junín
1930, hasta el 19 de agosto.)
|