Por Laura Vales
Fuertes pero no violentos.
Ese el perfil que ayer volvieron a buscar los desocupados, al comenzar
lo que serán 48 horas de cortes de ruta y movilizaciones en todo
el país. Los piquetes se sintieron especialmente en el conurbano
y en provincias como Misiones, Neuquén y Tucumán. La principal
característica del día fue que no hubo incidentes graves.
Igual que la semana pasada, el Gobierno y los piqueteros confrontaron
sobre el alcance y la potencia del reclamo. En la Casa Rosada el diagnóstico
es que la protesta se está desmayando; para los organizadores,
en cambio, crece y se extiende como una mancha de aceite, sobre nuevos
sectores de la clase media. Las mediciones de cada lado no podrían
ser más dispares, y ayer todos mostraron un notable entusiasmo
en defender la propia tesis. El ministro del Interior, Ramón Mestre,
llegó a dar un número exacto de manifestantes: hubo 9693
personas en 27 cortes totales y 12 parciales, informó. Los
piqueteros contabilizaron 300 cortes y 150 mil almas en la calle. La pulseada
terminará hoy con una movilización a la Plaza de Mayo en
la que confluirán desocupados con los docentes de CTERA, los estatales
de ATE, los aeronáuticos y otros gremios de la Central de Trabajadores
Argentinos.
Para contar cómo fue la jornada hay que decir que lo que se vio
a lo largo de las provincias fue más una multiplicidad de actividades
con distintas recetas que una única movida con un solo patrón.
Hubo piquetes que se mantuvieron durante toda la noche y se levantarán
esta tarde, como en La Matanza. Lugares en los que, en lugar de cortes
de ruta, se hicieron clases públicas y colectas de alimentos. Cortes
nuevos, pero por sólo medio día, como en Adrogué.
Los empleados públicos de la Asociación de Trabajadores
del Estado (ATE) pararon la medida continúa hoy y en
la Capital cortaron calles y avenidas.
En las rutas se vieron otras caras, como las maestras que se colgaron
carteles con la frase docente piquetera y algunos (pocos)
universitarios. En el interior, marcharon productores agrarios; en el
conurbano los médicos de la CICOP se sumaron a los piquetes para
denunciar que los hospitales están sin insumos y que cada vez ven
más enfermedades infecciosas, producto de la pobreza. A la noche
hubo un apagón y un cacerolazo.
Anoche una de las mayores preocupaciones de los piqueteros era el tema
de la seguridad. En La Matanza, por ejemplo, se puso en práctica
un doble sistema de vigilancia. El sistema implica que desde la caída
del sol, ningún desconocido puede traspasar la barrera de neumáticos
que rodea al piquete.
Si aparece una cara nueva se le pregunta de qué barrio llega
y cuál es su referente. Dentro del corte hay grupos cada
uno de tres personas como mínimo encargados de hacer rondas
hasta el amanecer, caminando al costado de las carpas instaladas
al borde de la ruta 3, explicaban ayer en el piquete.
Las rondas vigilan, básicamente, que no haya peleas internas: en
los cortes conviven distintas organizaciones, diferentes barrios que mantienen
viejas tensiones. También que no se produzcan provocaciones.
¿Qué puede ocurrir? preguntó este diario
a Eduardo, uno de los responsables de la seguridad de los desocupados
de la CCC.
Ya tuvimos algunos episodios. Una vez entraron dos chicos corriendo
hacia el centro del piquete y detrás, tres policías armados.
La policía dijo que eran ladrones y que los venían persiguiendo.
Los paramos antes de que llegaran a meterse entre la gente y a alguien
se le disparara un tiro. Otras veces encontramos gente rara: en el corte
anterior apareció un botellero. Estaba mal vestido y andaba un
carrito medio roto; nadie lo conocía. Así que le preguntamos
dónde vivía y no nos supo contestar. La verdad es que no
hablaba como la gente de por acá. Cuando aparece alguien así,
lo sacamos del piquete. Además de la vigilancia interna, por la
noche los piqueteros también organizan grupos que recorren las
calles cercanas. Sobre todo las plazas, porque si hay preparativos
para reprimir ahí es donde concentran a la policía,
completaron los encargados de seguridad de la otra organización
grande de desocupados del distrito, la Federación de Tierra y Vivienda
de la CTA. Los hombres de Juan Carlos Alderete dijeron tener, en total,
492 personas para hacer seguridad. Los que reportan a Luis
D`Elía dieron una cifra menor, cercana a los 200.
Aunque en La Matanza no hubo nada que alterara la tranquilidad del piquete,
en todo el conurbano corrieron durante el día varias versiones
sobre episodios de represión, que resultaron ser falsas. Una en
Moreno, donde apareció un micro con uniformados, por lo que los
piqueteros convocaron al lugar a los diputados Alfredo Villalba y Gustavo
Cardesa. No hubo ningún incidente pero sí algo de temor
y se decidió levantar el corte durante la noche. En Esteban Echeverría,
un grupo de sacerdotes católicos pasó por un episodio similar
y llamaron al periodismo como método de protección.
En la ciudad entrerriana de Lucas González hubo ocho detenidos,
acusados por la policía de portación de armas blancas. En
Ushuaia se incendió un colectivo y en Salta incidentes, aunque
de poca gravedad.
La protesta repitió la metodología del martes pasado de
dejar liberadas vías alternativas y no cortar los accesos a Capital
Federal. Las diferencias entre el Movimiento Teresa Rodríguez (que
la semana pasada tomaron un banco y ocuparon el ministerio de Trabajo
Bonaerense) y las otras organizaciones de desocupados volvieron a hacerse
patentes. Los militantes del MTR viajaron a La Plata, donde reclamaron
por los presos de la ocupación del ministerio. Del corte de Varela
directamente no participaron y la ausencia fue vivida con alivio por el
resto.
Inspectores en acción
La directora nacional de Inspección Federal del Trabajo,
Silvia Darrufa, sostuvo que los inspectores que investigaron si
existió extorsión a los participantes
de los cortes de ruta no persiguieron en una caza de brujas
a las organizaciones que propiciaron la protesta. La funcionaria
confirmó que unos 400 auditores recorrieron lugares donde
se desarrollan los proyectos de los planes de trabajo y que recogieron
varias denuncias contra los líderes piqueteros.
Darrufa explicó que los equipos de inspectores lo forman
cinco o seis personas que están coordinadas por un supervisor
de empleo y hay en total 56 en todo el país y que ellos
visitan a los trabajadores en los lugares donde habitualmente
se desarrollan sus tareas para ver si alguna vez los presionaron
o si conocen de algún compañero que no esté
presente porque ha sido obligado a ir al corte de ruta y si alguna
vez algún dirigente se quedó con alguna parte de su
beneficio diciéndole que gracias a él tenía
ese plan. La mujer desmintió que el Gobierno no hubiera
contado con los empleados suficientes para hacer el trabajo debido
al paro de los estatales nucleados en ATE e indicó que hay
algunos dirigentes que mal utilizan y lucran con el miedo y la necesidad
de la gente para realizar activismo político, pero el resto
son organizaciones no gubernamentales que cumplen con su objeto
social correctamente. Darrufa informó que mañana
al mediodía se dará a conocer el informe final con
el resultado de la investigación oficial.
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Corte por corte, provincia
por provincia
Desocupados y trabajadores estatales volvieron a cortar varias
rutas de todo el país en rechazo al ajuste dispuesto por
el gobierno nacional. A continuación, una síntesis
de la situación en cada provincia:
Buenos Aires: Provincia donde se produjeron la mayoría
de los piquetes que lanzó Corriente Clasista Combativa desde
localidades del conurbano, mientras en La Plata un millar de manifestantes
del combativo Movimiento Teresa Rodríguez cortó una
de las avenidas que dan a la estación de esa ciudad, para
manifestar en contra del ajuste.
Córdoba: Los cortes comenzaron al mediodía
cuando centenares de desocupados y trabajadores estatales cortaron
el acceso sur a la ciudad sobre la ruta nacional 9.
Salta: Un grupo de piqueteros que había tomado la
municipalidad de Salvador Mazza en reclamo de planes de empleo fue
desalojado por la policía y todos sus integrantes fueron
detenidos. En tanto, en General Mosconi, unos cuarenta manifestantes
cortaron la ruta 34 durante un par de horas y luego levantaron la
protesta.
Río Negro y Neuquén: Algo más de mil
personas cortaron el puente que une Neuquén y de la ciudad
rionegrina de Cipolletti. Fue la expresión de protesta más
importante de la región.
Tierra del Fuego: Un único piquete tuvo la provincia.
Mientras cortaban la ruta nacional 3 se incendió un ómnibus
que había sido ubicado muy cerca de las gomas incendiadas.
Corrientes: Desocupados y estatales formaron dos piquetes
que cortaron parcialmente el acceso al puente interprovincial que
comunica con Chaco, mientras ese cruce era custodiado por gendarmes
y policías.
Jujuy: Cuatro fueron los cortes sobre rutas jujeñas.
El Frente de Gremios Estatales realizó también un
paro y una movilización para repudiar el ajuste y exigir
el pago del medio aguinaldo y el mes de julio.
Entre Ríos: Se produjo un incidente que terminó
con ocho detenidos. La Policía los detuvo mientras manifestaban
sobre la ruta provincial 39 en la pequeña localidad de Lucas
González, Departamento Nogoyá, en el centro de la
provincia cuando quemaban neumáticos sobre el asfalto.
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Mestre
contó a los manifestantes
de a uno y sumó exactamente 9693
El ministro del Interior precisó minuciosamente la cantidad
de
personas movilizadas. El detalle es congruente con el discurso
del Gobierno que sugiere que la protesta tiene escasas adhesiones
y muy poco futuro.
Ramón
Mestre siguió detalladamente la jornada junto al secretario de
Seguridad Enrique Mathov.
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Por Fernando Cibeira
El Gobierno se esmeró
por que esta vez no quedaran dudas acerca de la concurrencia a los piquetes
que tantas discusiones provocó la semana pasada. Esta vez fueron
27 cortes con 8586 personas. O, una segunda opción si se sumaban
cortes parciales y protestas: 9693 manifestantes. Los números los
dio el ministro del Interior, Ramón Mestre, en base a los datos
que le habían pasado las fuerzas de seguridad y de inteligencia.
Sin violencia, sin daños ni detenidos, añadió
el ministro. La detallada cifra estuvo a años luz de los 300 cortes
y 150 mil manifestantes que proclamaron los líderes de la protesta
y dio pie para que el Gobierno ya se animara a hablar del fin de
un método, el de los piquetes, que tuvo su debut organizado
el martes pasado. Para hoy queda la marcha de estatales, que la Rosada
calcula que no superará la concurrencia que habitualmente suman
las centrales gremiales rebeldes.
Que no hubiera incidentes ni detenidos ya no fue sorpresa. Había
sucedido el martes pasado y ayer, con la amenaza de mano dura que había
lanzado el propio presidente Fernando de la Rúa, no sucedió
nada fuera común. Cerca del mediodía y tras la reunión
de gabinete, el vocero Juan Pablo Baylac, habló de sólo
11 cortes de ruta en todo el país además de una concentración
importante en Isidro Casanova. Baylac se explayó sobre la necesidad
de terminar con las protestas y que lo importante es que la Argentina
necesita integrarse y no desintegrarse.
Luego, Mestre y el secretario de Seguridad, Enrique Mathov, que siguieron
durante todo el día la evolución de la protesta, juntaron
toda la información que recibieron de parte de los encargados del
operativo de control de los piquetes. Cerca de las 20, aparecieron en
el salón de conferencias de la Casa Rosada con unas planillas en
donde se detallaba con minuciosidad lo que había sucedido en cada
punto del país.
El papel estaba dividido en tres columnas identificadas en colores amarillo,
azul y verde, según se tratara de cortes de ruta, cortes parciales
o simples protestas. No se explicó cómo fue que se había
llegado a cifras tan precisas, algo prácticamente imposible en
actos de este tipo en los que la concurrencia no se mantiene estática:
8.586 personas en los cortes más largos, 437 en los parciales y
670 en todas las demás manifestaciones. La provincia de Buenos
Aires estuvo al tope de la protesta, con 8 cortes del tipo prolongados
y 3 de los catalogados como parciales.
Tanto detalle contrastó con lo sucedido la semana pasada cuando
Mathov habló de 5 mil manifestantes y luego Mestre subió
el número a 10 mil. Esta vez las cifras estuvieron consensuadas
y hubo una sola voz evaluando la protesta. Se garantizó el
derecho al libre desplazamiento, dijo Mestre que calificó
la manifestación dentro del margen de lo que esperábamos.
En Gobierno reconocían que el piquete de La Matanza era el que
más se había incrementado con respecto a los organizados
la semana anterior. En La Matanza es el área de influencia de los
jefes piqueteros, Luis DElía y Juan Carlos Alderete. Pero,
para el resto del país, aseguraban que la protesta había
sido floja. Un dato que para la Rosada ya era evidencia de
que el método de protesta a través del piquete, por repetido,
había comenzado a sufrir un desgaste. La gente no necesita
más protesta. Es evidente que la sociedad argentina no quiere como
metodología de resolución de sus conflictos los cortes de
ruta, sostuvo Baylac.
Cerca de la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich, aseguraban que también
había influido lo sucedido en la provincia con los militantes del
Movimiento Teresa Rodríguez, detenidos luego de la toma del ministerio
de Trabajo bonaerense. Para muchos, eso resultó violento
y planteó una discusión de fondo sobre el método
de los piquetes en el futuro. Creemos que hubo gente que se asustó,
decían en Trabajo.
La ministra Bullrich estaba contenta porque según sus datos
un 90 por ciento de los beneficiarios de los planes Trabajar dijeron estar
informados de que el Gobierno garantizaba su derecho a concurrir a suslugares
de trabajo como todos los días. En un operativo inédito,
Trabajo envió a unos 400 inspectores a verificar que quienes reciban
planes de empleo no sean presionados a participar de las protestas (ver
recuadro aparte). El control continuará hoy y los resultados se
darán a conocer mañana.
Por cierto, si fuera verdad la merma de los números de los participantes
de la protesta, deberían también tenerse en cuenta las presiones
oficiales hacia estatales y a la velada amenaza de quitar los beneficios
a las organizaciones que hicieran un mal uso de los planes de empleo.
No hubo presiones. Nosotros nada más aseguramos que quienes
no quisieran sumarse a la protesta, no recibieran amenazas como nos dijeron
en cientos de denuncias anónimas, explicaba un funcionario.
Los únicos que quieren
a López Murphy
La Unión del Personal Civil de las Fuerzas Armadas (Pecifa)
lideró ayer un atípico piquete en el mismísimo
Edificio Libertador: todos los pisos y la explanada fueron tapizados
con panfletos denunciando los ñoquis y los suculentos
contratos que cobran asesores del Ministerio de Defensa. Volvé
López Murphy. Jaunarena traidor. Mientras se ocupa de la
interna radical. Traiciona a las Fuerzas Armadas, se lee en
uno de los volantes en abierta crítica al recorte del 13
por ciento de los sueldos de todo el personal estatal que contraría
el postulado de incremento presupuestario gradual establecido en
la llamado Ley Jaunarena.
Sueldos de los contratados políticos que trajo este
gobierno. Con descuento es el título de una hoja en
la que se detallan los nombres de Eugenio Miari (5610 pesos), Rolando
Peppi y Enrique Serra (5100), Fernando Alvarez (4080), Horacio Goett
(3203 pesos), Ramiro Costa (3570 pesos), entre otros. Con la aclaración
de ñoquis figuran Santiago Díaz Ortiz
y María Trabucco (1293,7) y Ricardo Urquiza (2550 pesos).
Más de un uniformado se sintió representado por la
denuncia del Pecifa. El jefe del Tercer Cuerpo de Ejército,
Alejandro Carullo, había dicho anteayer que realmente
se hace difícil dirigir una fuerza en estas condiciones,
en alusión a la reducción presupuestaria que ha
obligado a tomar medidas extraordinarias para adecuarse a los nuevos
presupuestos asignados.
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