Por Luis Bruschtein
El piquete combativo estaba
en avenida Alvear y Rodríguez Peña, frente al palacio de
la Secretaría de Cultura y a pocos metros de la residencia del
nuncio papal, en el corazón paquete de Buenos Aires. Esta vez no
intervino la policía ni la Gendarmería. Una señora
muy elegante, con el pelo azul peinado y largo abrigo de corte perfecto
se acercó a los piqueteros y les pidió que por favor bajaran
el volumen de los parlantes porque tenía jaqueca. Los
piqueteros, entre los que estaban los integrantes del ballet folklórico
nacional y del coro de ciegos, fueron sorprendidos por la señora
como si se tratara de un arma secreta de la represión. Hubo un
minuto de silencio y estupefacción y luego algunos abucheos que
terminaron con la retirada ofendida de la mujer.
El corte de avenida Alvear, convocado por los trabajadores de ATE que
dependen de la Secretaría de Cultura, había comenzado a
las once de la mañana cuando un grupo de no videntes cantó
el Himno Nacional en el medio de avenida, mientras empleados de la secretaría
y de la Biblioteca Nacional se empeñaban en cortar la calle. Hubo
pequeños forcejeos para delimitar el espacio por donde debían
circular los vehículos, pero cuando el grupo de no videntes comenzó
a cantar el Himno, los policías reflexionaron que reprimir allí
sería poco mediático y se resignaron a desviar el tránsito
una cuadra más atrás, en el cruce con Callao.
Algunos vecinos curiosos y huéspedes del hotel Alvear, vestidos
para una matinée de elegante sport, se acercaron a mirar la novedad
y apreciar el ritmo de bombos y redoblantes autóctonos y se encontraron
con un espectáculo artístico gratuito ya que después
del Himno, que entonó el coro de ciegos, hubo danzas nativas a
cargo del ballet folklórico, con gatos y chacareras.
Mientras se desarrollaba el baile, en un rincón se calentaban las
ollas con un poderoso guiso de arroz, puchero y verduras. La olla popular
había llegado a Alvear y Rodríguez Peña, una zona
poco acostumbrada a las demostraciones de protesta popular. Los turistas
debían pensar que se estaba representando un fresco de costumbres
nacionales, porque observaban con mucha atención y quizá,
cuando regresen a Nueva York o Amsterdam, comentarán con sus amigos
que tuvieron la suerte de llegar a Buenos Aires para la celebración
de alguna tradición very tipical.
Esta situación motivaba las quejas de algunos de los empleados
de ATE, porque siempre les toca manifestar en ese barrio y se sienten
como marcianos. Si un tipo te putea porque hacés un corte
en La Matanza o en Lugano, tenés un lugar común desde donde
discutirle, pero aquí viven en otro planeta, protestaba un
delegado mientras uno de los turistas aguzaba el oído detrás
suyo para tratar de captar lo que seguramente pensaba que era la explicación
de los eventos por parte de un guía.
Como para apoyar sus palabras, en ese momento habían empezado a
hablar los representantes gremiales y fue cuando se acercó la vecina
para que bajaran el volumen porque tenía jaqueca. Y al poco rato
se acercó otra, muy emperifollada, que interrumpió a otro
de los oradores que hablaba fervorosamente contra el ajuste y la pobreza
y empezó a discutirle mano a mano, con lo cual el hombre tuvo que
interrumpir su discurso. Ya los privados hicieron el ajuste, ahora
es lógico que se lo hagan ustedes, argumentaba la señora
como si estuviera discutiendo precios con una vendedora del Patio Bullrich.
También se pasó una grabación que llevaron los integrantes
de la orquesta sinfónica nacional. Al final, se pidió por
los altoparlantes un aplauso para las cocineras y todos aplaudieron,
con sonrisas, inclusive los turistas que no habían comido nada.
JORNADA
DE PROTESTA FRENTE AL HOSPITAL LARCADE
La salud también está excluida
Por Martín
Piqué
¡La salud primero,
que esperen los banqueros!, resonó sobre la avenida Perón,
entre las 700 personas que se manifestaban frente al Hospital Larcade,
en San Miguel. Se trataba de otra consigna contra el ajuste; sin embargo,
el clamor escondía un valor simbólico, casi afectivo, para
el personal del centro de salud: hacía tres años que no
se hacían protestas en ese lugar desde el conflicto con el
intendente Aldo Rico y la convocatoria a una jornada de protesta
y solidaridad había tenido éxito. Recogimos
la tradición de lucha del Larcade, destacó a Página/12
Eduardo Barragán, presidente del gremio de los médicos del
Hospital (APUHL).
La protesta agrupó a maestros de Suteba, trabajadores de la salud,
vecinos de barrios carenciados, docentes y estudiantes universitarios,
afiliados de ATE y CTA, y municipales de San Miguel, José C. Paz
y Malvinas Argentinas. Comenzó al mediodía, cuando los manifestantes
de la Universidad de General Sarmiento (UNGS) llegaron hasta el Hospital
y se mezclaron con enfermeras, médicos y amas de casa curiosas.
Los oradores utilizaron el micrófono mientras algunas mujeres apuraban
la olla popular y el olor del guiso cruzaba la calle, ocupada por los
manifestantes. Barragán se quejó por la falta de insumos
que afecta al Hospital, y reclamó por los descuentos salariales,
la suspensión del presentismo y de horas extra que se están
aplicando sobre el personal. Todos los días falta un remedio,
un reactivo, una medicación. Sólo hay dos cirujanos y está
cancelada la cirugía programada porque el municipio declaró
la emergencia sanitaria, denunció.
Entre los presentes había vecinos de algunos barrios pobrísimos
de José C. Paz que reclamaban a la provincia los fondos con que
se sostienen comedores escolares y guarderías. Algunas mujeres
del comedor El Ceibo comentaban que la pérdida de la subvención
hace peligrar la alimentación de cien niños y ancianos del
barrio. Por esto, los manifestantes recolectaron alimentos no perecederos
para entregárselos.
El último discurso lo hizo el rector de la UNGS, José Luis
Coraggio, quien explicó cómo el déficit cero afecta
a las universidades públicas. Recibimos la indicación
de que hay que rebajar todos los sueldos y contratos. Nuestro personal
va a ver rebajado sus salarios, y además tenemos problemas con
nuestros proveedores, a quienes tendremos que pagarle el 13 por ciento
menos, se quejó luego, en diálogo con este diario.
Después de la clase pública, llegó la hora del almuerzo,
y mientras los asistentes probaban el guiso, una murga comenzó
a desfilar al son de los redoblantes.
En el acto quedó en evidencia una paradoja, producto de las internas
del PJ bonaerense. Por una decisión de Rico, el municipio no adhirió
al pago con bonos, por lo que los trabajadores del Larcade que estuvieron
mucho tiempo enfrentados con el ex carapintada ayer comentaban con
sorna que a nosotros no nos afecta el pago con patacones, porque
Rico está pagando con plata.
Frente al tanque,
como en Tien Anmen
A las once, los trabajadores de ATE en el Congreso nacional, junto
con investigadores del Conicet, los centros de estudiantes del colegio
Pellegrini y de Ciencias Sociales, grupos de jubilados y grupos
del MST y del Partido Humanista iniciaron el corte en avenida Rivadavia
y Callao. Como no dejaron espacio para los vehículos, el
comisario a cargo decidió actuar con la fuerza y ordenó
avanzar a un hidrante estacionado sobre Callao. La situación
ya se desbarrancaba cuando la diputada María América
González se paró frente al amenazante vehículo,
al estilo de la Primavera de Praga o de protesta en la plaza Tien
Anmen. El camión frenó a pocos centímetros
de la diputada y recomenzó la negociación. Finalmente
los trabajadores, entre los que también estaban algunos diputados
como Eduardo Macalusse, Alfredo Villalba, Elsa Quiroz y Carlos Raymundi,
aceptaron dejar una vía libre para el tránsito y el
acto se realizó sin más incidentes.
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